Parte 1
http://oldcivilizations.wordpress.comDiluvio Universal es el nombre que se ha dado a un supuesto cataclismo mundial, que ha sido relatado a nivel mundial en tradiciones de múltiples antiguas culturas. Ha sido ampliamente aceptado en un contexto mítico que también se narra en el Génesis, primer libro de la Biblia.
Se trata de la historia de Noé, en el caso de la Biblia, que se salva de un castigo enviado por Dios. También aparece, antes que en la Biblia, en la Epopeya (o Poema) de Gilgamesh.
Igualmente se utiliza la expresión diluvio universal para referirse a la creencia de un gran diluvio que afectó al planeta en la antigüedad. La aceptación de esta historia bíblica como real varía entre aquellos que aceptan literalmente toda la historia, aquellos que la ven como una alegoría, o quienes piensan que puede existir alguna base histórica que diese origen al mito. Como comentario debo decir que la lectura de la novela “El informe Phaeton – el diario secreto de Noe“, de Albert Salvadó, que recomiendo leer, me ha inspirado para escribir este artículo.
En la tradición judeo-cristiana el diluvio se narra en Génesis 7, donde se cuenta cómo Noé construyó un arca en la que salvó a su familia y también tomó siete parejas de animales puros y una pareja de animales no puros, macho y hembra de cada especie, siendo los únicos supervivientes en todo el mundo.
En Mateo 24, Jesús habla con sus discípulos y cita el Diluvio como un suceso real, para que extraigan una lección para el futuro. En sus cartas, el Apóstol Pedro también lo menciona. El Apóstol Pablo lo incluye como ejemplo de fe en Hebreos 11. Dios mismo lo cita en Isaías 54 como garantía de que no se indignará con su pueblo. Igualmente, en otros textos judeo-cristianos considerados apócrifos, tales como el Libro de Enoc, se muestra que la historia del diluvio no sólo fue un castigo hacia los hombres que obraron mal, sino principalmente en contra de un grupo de ángeles llamados custodios y sus descendientes gigantes, llamados nefilim. Estos seres, según estos textos, habrían sido los causantes de que Dios hubiese decidido castigarlos mediante un diluvio y limpiar la tierra del mal producido por ellos. De esta forma se unirían las historias de estos seres, nombrados en el Génesis 6, con el diluvio que comienza en el Génesis 7.
Esta versión del diluvio bíblico se vería apoyada por un pasaje de la Biblia, en el Libro de la Sabiduría, que cuenta que al comienzo, cuando murieron los orgullosos gigantes, la esperanza del mundo se refugió en una Arca. Y en ella estuvo la semilla de una nueva humanidad.
Pero ante el Diluvio Universal tenemos varias evidencias:
1) Figura en numerosas antiguas tradiciones de todo el mundo;
2) Todo parece indicar que la sociedad antediluviana fue mucho más avanzada de lo que creemos;
3) Todo indica que hubo intervención extraterrestre y que la catástrofe fue provocada o era conocida previamente;
4) Aunque tal vez sea el asunto con menos evidencias, hay algunos indicios de que el supercontinente de Pangea hubiese podido ser el Jardín del Edén antediluviano.
En el Génesis, Capítulo 7, podemos leer:
“El nivel de las aguas creció tanto que quedaron cubiertas todas las montañas más altas de la Tierra; por encima de las cumbres más altas aún había siete metros de agua. Se ahogaron todos los seres vivos sobre la Tierra: pájaros, animales domésticos y feroces, bestias que se arrastran y todos los hombres”. En el Génesis podemos encontrar distintos párrafos que hacen referencia directa a un posible Diluvio. En distintos escritos antiguos encontramos frases que hablan de grandes lluvias, de agua, de que la tierra quedó sumergida. Otros escritos relatan que la tierra entera fue zarandeada y que el norte se convirtió en el sur. También encontramos relatos que dibujaban un panorama apocalíptico en el que cielo y tierra chocaban o donde ésta se plegaba sobre ella misma. Asimismo, leemos otros escritos en que se dice que el cielo estallaba o la tierra se abría para engullir a toda la especie humana. También había diluvios de fuego o se explicaba que la temperatura aumentó tanto que los que se acercaban al agua para refrescarse morían hervidos.
En el llamado Papiro Harris, encontrado en Egipto, podemos leer: “Fue un Cataclismo de fuego y agua. El sur se convirtió en el norte y la Tierra volcó”. Con el nombre de Harris hay varios papiros, todos ellos encontrados por Anthony Charles Harris y conservados en el Museo Británico. Patón, en su obra Timeo, dice: “La Tierra basculó adelante y atrás, a derecha e izquierda, moviéndose en todos sentidos”.
Pero Grecia había bebido de las fuentes de Egipto y bien podía ser que Platón hubiese copiado el texto. Sin embargo, nos podemos preguntar qué puede haber tan poderoso que zarandee la Tierra con semejante violencia y asimismo nos podemos preguntar quién habría sobrevivido después de un cataclismo de tales proporciones para poder explicar lo sucedido. Pensando en el Diluvio universal y en Noé, podemos preguntarnos si existía alguna relación entre ambos sucesos. Galileo había escrito, antes de su condena, que no hay que tomar los textos bíblicos por científicos, sino que hay que interpretarlos en función de los nuevos conocimientos. El Diluvio universal abría un gran interrogante: ¿de dónde salió tanta agua? y ¿a dónde fue a parar luego? Porque, el nivel de las aguas bajó. Y el agua no aparece ni desaparece por arte de magia.
Se considera que los cinco libros del Pentateuco —Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio— fueron editados conjuntamente en el siglo V antes de Cristo, provenientes de cuatro fuentes independientes. La narración del Arca se cree que fue hecha a partir de una fuente sacerdotal y otra yahvista. La tradición yahvista es una de las cuatro fuentes principales a partir de las cuales se escribieron los libros del Tanaj, para los judíos, o Antiguo Testamento, para los cristianos, datada entre los siglos X a. C. y IX a. C. Es la fuente más antigua conocida y sus relatos representan la mitad del Génesis y la primera mitad del Éxodo, además de algunos fragmentos de Números.
Se denomina yahvista porque sus autores suelen designar a Dios con el nombre Yahvé (o más bien YHWH). Además suelen describir a Dios con sorprendentes reacciones y actitudes humanas y tienen un interés muy especial en el antiguo territorio del Reino de Judá y en personas relacionadas con su historia. Más tarde fue incorporada a la Torá (400 a. C.). La narración yahvista es mucho más simple que la historia sacerdotal. El Dios único envía su diluvio durante 40 días y Noé, su familia y los animales se salvan (siete de cada animal puro), Noé erige un altar y hace sacrificios, y Eloah, una de las múltiples palabras hebreas que designan a Dios, decide que nunca más matará a los seres vivientes por agua. Pero la fuente yahvista no menciona un pacto entre Yahveh y Noé. Se cree que el texto sacerdotal fue redactado en algún momento entre la caída del reino norteño de Israel, en el 722 a. C., y la caída del reino sureño de Judá, alrededor del 586 a. C.
El material de fuente sacerdotal contiene muchos más detalles que la yahvista, tales como las instrucciones para la construcción del Arca y una cronología detallada. También explica el pacto entre Yahweh Sabaoth y Noé en Génesis 9, que introduce el método judío del ritual del sacrificio, y que explicita la promesa de Dios de no destruir al mundo otra vez. Es la fuente sacerdotal la que menciona un cuervo, mientras que la yahvista menciona la paloma, así como el arco iris.
También es la que introduce las cataratas del cielo, mientras que la yahvista simplemente dice que llovió. Como la fuente yahvista, el autor del texto sacerdotal, que se cree habría sido un miembro del sacerdocio aaraonita de Jerusalén, habría tenido acceso a los textos y tradiciones antiguos y que ahora están perdidos.
El tema de la historia del Arca, de la ira de Yahveh Elohim por la maldad del hombre, su decisión de embarcarse en una terrible venganza y su posterior arrepentimiento, son típicos de autores yahvistas, quienes tratan al dios como una figura humana que aparece en persona en la narración bíblica.
En contraste, la fuente sacerdotal normalmente presenta a Dios como distante e inaccesible, excepto a través del sacerdocio aaronita.
Muchos autores coinciden en que la versión del diluvio recogida en el Génesis se basaría directamente en los textos del siglo XIV a. C. de la literatura de Mesopotamia, conocidos como la historia de Utnapishtim, incluida en el Poema de Gilgamesh, ya que se observa una evidente relación al comparar los pasajes del mito de Utnapishtim con los del diluvio judeocristiano, teniendo en cuenta que los pueblos hebreos en su mayoría tuvieron contacto con Mesopotamia y su cultura. Básicamente el texto mesopotámico relata lo siguiente: “Enlil (dios sumerio y supuesto ser extraterrestre anunnaki) decide destruir a la humanidad porque le resultan molestos y ruidosos. Ea (también llamado Enki y hermano de Enlil) advierte a Utnapishtim para que construya un barco. El barco se deberá llenar de animales y semillas. Llega el día del diluvio y toda la humanidad perece, excepto Utnapishtim y sus acompañantes. Utnapishtim se da cuenta de que las aguas bajan y suelta un cuervo el cual revoloteaba sobre las aguas yendo y viniendo hasta que se evaporaron las aguas de la tierra. Utnapishtim hace una ofrenda a los dioses y éstos quedan satisfechos por el sacrificio”.
Un relato muy similar es narrado en tablillas sumerias muy antiguas de la ciudad de Ur, en las cuales el protagonista, a quien Enki/Ea previene del diluvio, se llama Ziusudra.
Lo mismo podemos ver en un relato de origen acadio, titulado Atrahasis, poema épico que relata desde la creación hasta el diluvio universal. Aunque la mayor parte de las opiniones referentes al diluvio, desde el punto de vista bíblico-mesopotámico, se inclinen a pensar que tiene un origen mítico, el estudio científico no está totalmente de acuerdo de que absolutamente todos los aspectos no sean reales. En este sentido, los registros caldeos y bíblicos son los únicos registros que especifican lugares y períodos bien definidos, que se pueden utilizar para un análisis científico. Un ejemplo de ello es que, según la historia descrita en la Biblia, la zona donde se habría posado el arca de Noé habría sido la región montañosa de Urartu, entre las actuales Armenia y Anatolia, mientras que según el relato caldeo sería el monte Nisir, en la cordillera de los montes Zargos, aunque la tradición cristiana posterior convirtió la región de Ararat en el monte Ararat. Sin embargo, la mayoría de científicos no creen que haya ocurrido un diluvio o inundación mundial que haya abarcado todo el planeta. Algunos de ellos teorizan sobre un posible diluvio o gran inundación en el pasado, pero ocurrido sólo en una zona geográfica específica del planeta. Debido a ello hay varias hipótesis que indican que, en un período temprano de la existencia del ser humano, cuando ya existía el lenguaje, sucedió posiblemente alguna clase de catástrofe que se puede asociar a una inundación o diluvio que, aunque tal vez no abarcó todo el planeta, sí pudo haber sido el origen del mito.
El Rey Anu (el dios principal del panteón Sumerio) envió a su hijo el Príncipe Ea (Enki) y a su hija, la Princesa Nin-Hur-Sag, ambos ingenieros genéticos y dioses sumerios, para aprovechar los valiosos recursos hallados en dicho mundo. Se crearon criaturas nuevas para habitar el planeta. Una de ellas era un híbrido de un simio cuya única finalidad era servir y trabajar como esclavo en los campos y las minas. Pero esta bestia era diferente de las otras. Podía entender órdenes y se podía comunicar. La Princesa Nin-Hur-Sag había creado, mediante ingeniería genética, a un hibrido simiesco, usando su propio ADN. La bestia creció en inteligencia y empezó a enseñar a su propia descendencia, que se multiplicaba rápidamente.
Los seres estelares gobernantes abandonaron el planeta cuando otra especie de trabajadores, creada genéticamente y que vivían bajo tierra, se revelaron y se alzaron con el poder.
El conocimiento de la humanidad sobre los seres de las estrellas fue reemplazado por los mitos y las leyendas. La lucha por el poder continúa y el imperio de Orión ha intentado varias veces derrocar al poder presente en la Tierra. Los frentes de batalla están dispuestos para la próxima guerra galáctica por el dominio del planeta Tierra. Aunque nacida a partir de bestias y criada para servir, la humanidad fue creada por los científicos genetistas, el Príncipe EA (Enki) y la Princesa Nin-Hur-Sag utilizando su propio ADN y en consecuencia su propia sangre real.
Este linaje real otorga a la humanidad el derecho a reclamar la Tierra para ella misma. Esta es la historia que ha sido ocultada, la verdad que ha permanecido escondida.
Algunas investigaciones apuntan a que el líder Anunnaki Enlil, en realidad fue Yahveh o Jeová. Su hijo, Ninurta, fue nombrado su sucesor. Pero Marduk, hijo de Enki se hizo con el poder y por esto fue llamado “el Usurpador”. Esto condujo a las Guerras de las Pirámides, que terminaron con la utilización de algún tipo de arma nuclear. Pero Ninurta creó un plan para crear religiones en que “El Padre” debería ser adorado.
Ahora la pregunta es: ¿Quiénes fueron este equipo de padre e hijo?
No parece que fuesen Enki y su hijo Marduk, ya que existen muchas referencias a que la línea de Enki estaba relacionada con el diablo y la serpiente.
La Biblia indica que la fe hebrea, evolucionó desde la ciudad sumeria de Ur. Y todos los intentos de seguir la historia de los hebreos nos conduce a la mitología sumeria. Después de numerosos estudios de las tablillas sumerias, el escritor e investigador Zacheria Sitchin ha empezado a desvelar una nueva orientación de la historia. Anu fue el principal dios anunnaki y el dios supremo del planeta Nibiru. Y Anu vino a la Tierra, lo cual no deja de ser sorprendente. Anu, Rey de Nibiru, viajó a la Tierra hacia el 3700 a.C., que es, curiosamente, el inicio del calendario hebreo.
Níbiru, Hercólubus, Némesis, Marduk, Planeta X, Planeta rojo, Ajenjo o Barnard1, como se le quiera llamar, se afirma que ya es visible desde diferentes observatorios del mundo., Barnard1 es el último nombre dado en honor a su descubridor, un astrónomo llamado Barnard, del que poco se sabe.
Según parece, el planeta Hercólobus es un gigante con un tamaño unas seis veces mayor que el de Júpiter, perteneciente al sistema Tylo, o Tyler, y cuya órbita alrededor de su sol dura unos 35.000 años. La órbita de Hercólobus llega en un punto a situarse a aproximadamente 600 millones de kilómetros de la Tierra, o puede que incluso algo menos. El peligro de colisión es en teoría nulo, ya que las orbitas planetarias no llegan a cruzarse.
¿Pero, qué consecuencias puede acarrear la aproximación a la Tierra de un planeta de tan colosales dimensiones? Según parece, las consecuencias serían sin duda bastante desastrosas. Se presuponen cuatro aproximaciones anteriores a intervalos de 35.000 años, algunas de ellas ligadas a grandes extinciones o cambios climáticos. Se dice que fue el causante de la extinción de los dinosaurios e, incluso, que en su última aproximación desvió el eje de la Tierra a su estado actual e invirtió su sentido de rotación. Se afirma que la revolución de los ejes de la tierra se acelerará y lo que son polos se convertirán en ecuador y viceversa. El magnetismo de este planeta invasor despertaría los volcanes inactivos y atraería el fuego del centro de la tierra, haciendo que los volcanes entrasen en erupción y provocando terremotos en cadena.
En teoría, cuando Hercólobus llegue a la mayor cercanía a nuestro planeta, se volverá a enderezar el eje planetario, o lo desviará aún más, y volverá a invertir el sentido de rotación terrestre. De todos modos, para poner este tema en sus justos términos, el único documento astronómico que se posee, con respecto a la existencia de Hercólobus, se trata de un informe enviado por el astrónomo chileno Carlos Muñoz Ferrada a Brian Marsden, del Smithsonian Center. Nibiru, para los babilonios, era un cuerpo celeste asociado con el dios Marduk. Nibiru significa “lugar que cruza” o “lugar de transición“.
En muchos textos babilonios se identifica con el planeta Júpiter, aunque en la tablilla 5 de la Enûma Elish se asocia con la Estrella Polar, que también se conocía como Thuban o posiblemente Kochab. Nibiru sería un planeta propuesto por Zecharia Sitchin, basándose en la idea de que las civilizaciones antiguas habrían obtenido sus conocimientos y su desarrollo gracias a hipotéticos contactos con extraterrestres. En opinión de Sitchin, el planeta habría adquirido el nombre del dios babilonio Marduk a consecuencia de una usurpación del poder por parte de este dios en el 2024 a. C., atribuyéndose la creación de la Tierra mediante la falsificación en las copias del poema épico Enuma-elish.
Enûma Elish es un poema babilónico que narra el origen del mundo. Enûma Elish significa “cuando en lo alto” en acadio y representa las dos primeras palabras del poema. Está recogido en unas tablillas halladas en las ruinas de la biblioteca de Asurbanipal (669 a. C. – 627 a. C.), en Nínive.
Cada una de las tablillas contiene entre 115 y 170 líneas de caracteres cuneiformes datados del año 1200 a. C. El poema está constituido en versos de dos líneas, y la función del segundo es enfatizar el primero mediante oposición, por ejemplo: “Cuando en lo alto el cielo no había sido nombrado, no había sido llamada con un nombre abajo la tierra firme“.
Según esta cosmogonía, antes de que el cielo y la tierra tuviesen nombre (ya que no tener nombre equivalía a no existir), la diosa del agua salada Tiamat y el dios del agua dulce Apsu, engendraron una familia de dioses con la mezcla de sus aguas, y estos a su vez a otros dioses. Estos nuevos dioses perturbaban a Apsu, que decidió destruirlos. Aunque uno de ellos, Ea, se anticipó a los deseos de Apsu, haciendo un conjuro y derramando el sueño sobre él, para luego matarlo. Ea, o Nudimmud, el dios parricida, junto a Damkina, engendró a Marduk, el dios de Babilonia. Al tiempo, Tiamat es convencida de tomar venganza y rebelarse, decide dar mucho poder a Kingu, su nuevo esposo, y le entrega las tablillas del destino. Marduk es nombrado por los dioses para enfrentar a Tiamat, y accede con la condición de ser nombrado “príncipe de los dioses o dios supremo“, finalmente vence a Tiamat y la mata. Luego le son arrebatadas las tablas del destino a Kingu. Marduk, exultante, planea realizar obras estupendas y las comunica a Ea: “Amasaré la sangre y haré que haya huesos. Crearé una criatura salvaje, ‘hombre’ se llamará. Tendrá que estar al servicio de los dioses, para que ellos vivan sin cuidado“. Kingu es condenado a morir por ser el jefe de la rebelión, y, con su sangre, Ea crea a la humanidad. En honor a Marduk se construyó el Esagila en el Etemenanki. El poema es la historia de la eterna lucha entre el Orden y el Caos, puesto que muestra el prototipo del guerrero que lucha contra el Caos, pese a no conseguir derrotarle nunca, por lo que la lucha es constante. Por ello, Marduk, dios de la luz y el orden, debe vencer a Tiamat, quien representa a la oscuridad y el Caos.
Muchos de los textos sumerios que tratan de la llegada del planeta Nibiru eran augurios que profetizaban el efecto que el acontecimiento tendría sobre la Tierra y la Humanidad. R. Campbell Thompson (“Reports of the Magicians and Astronomers of Nineveh and Babylon”) reprodujo varios de estos textos, que describen el avance del planeta mientras «bordeaba la posición de Júpiter» y llegaba al punto de cruce, Nibiru: “Si, desde la posición de Júpiter, el Planeta pasa hacia el oeste, habrá un tiempo para morar en la seguridad. La amable paz descenderá sobre la tierra. Si, desde la posición de Júpiter, el Planeta aumenta en brillo y en el Zodiaco de Cáncer se convierte en Nibiru, Acad se desbordará de plenitud, el rey de Acad crecerá poderoso. Si Nibiru culmina, las tierras habitarán con seguridad, los reyes hostiles estarán en paz, los dioses recibirán las oraciones y atenderán las súplicas”. No obstante, se esperaba que la aproximación del planeta provocara lluvias e inundaciones, debido a los fuertes efectos gravitatorios: “Cuando el Planeta del Trono del Cielo crezca en brillo, habrá inundaciones y lluvias. Cuando Nibiru alcance su perigeo, los dioses darán paz; se resolverán los problemas, las complicaciones se aclararán. Lluvias e inundaciones vendrán”. Según la descripción de Sitchin sobre la cosmología sumeria, Nibiru sería el buscado «duodécimo planeta», o el Planeta X, que incluye la descripción de 10 planetas, más el Sol, y la Luna. Igualmente indica que en la antigüedad se habría producido una catastrófica colisión de uno de sus satélites con Tiamat, un hipotético planeta también postulado por Sitchin, y que habría estado entre el planeta Marte y Júpiter; hecho que habría formado el planeta Tierra y el cinturón de asteroides. Además, según Sitchin, Nibiru habría sido el hogar de una poderosa raza alienígena, los Anunnaki. Como consecuencia de la colisión, según afirma Sitchin, el planeta Nibiru habría quedado atrapado en el Sistema Solar, volviendo al lugar de la colisión periódicamente en una órbita excéntrica. Más tarde los Annunaki vinieron a la Tierra. Sitchin cita algunas fuentes que según él, hablarían sobre el planeta, que posiblemente sería una estrella (concretamente una enana marrón) que estaría en una órbita sumamente elíptica alrededor del Sol, la cual tuvo su perihelio hace aproximadamente 3600 años y un período orbital de unos 3600 a 3760 años. Sitchin atribuye estos datos a los astrónomos de la civilización maya. En un libro recientemente publicado, titulado “2012: cita con Marduk”, el escritor e investigador turco Burak Eldem presenta una nueva hipótesis, sugiriendo que son 3661 años los que duraría el período orbital del supuesto planeta y reclamando que habrá “una fecha de vuelta” para el año 2012, que evidentemente no se cumplió en esta fecha. Según la teoría de Eldem, 3661 es un séptimo de 25 627, que es el ciclo total “de 5 años galácticos” según el calendario maya extendido. El último paso orbital de Marduk, añade, sucedió en el 1649 a. C. y causó grandes catástrofes sobre la Tierra, incluyendo la erupción de la isla Thera, en el mar Mediterráneo. Sin embargo, hay una cierta discrepancia en relación a la erupción de Thera, que se estima fue en 1627 a. C., ni tampoco con la mitología mesopotámica que lo habría visto cinco siglos antes. Y ni siquiera ha sido visible fácilmente el mismo siglo de su regreso. Según los seguidores de Sitchin, sus ideas estarían avaladas por su dominio en lenguas muertas como el sumerio, y asistidas por la traducción de piezas consideradas tesoros; aunque esto realmente no es científicamente un fundamento astronómico. Marshall Masters, en uno de sus libros, apoya la hipótesis de la existencia del planeta Nibiru en nuestro sistema solar.
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