Existen hoy, viviendo en sus cuerpos físicos, hombres y mujeres semejantes a los “Salvadores del Mundo”, cuyas atmósferas contienen átomos que resisten las impresiones de esta tierra. Si pudiéramos ponernos en contacto con sus vestiduras o Shekinahs, podríamos acelerar el desenvolvimiento de algunas de nuestras estructuras atómicas. Asimismo, trabajando en silencio y desconocidos, existen grupos de personas unidas a su propia energía interior. Estas atraen a muchos que desean ponerse bajo su dirección.
Tales personas se encuentran en la parte occidental de Europa, lo mismo que en el Oriente, y trabajan en sus respectivas secciones. Envueltos en la atmósfera de tales Seres, podemos despertar mucho que está latente en nosotros. En el Occidente, algunos de ellos han dedicado su entera existencia a responder al llamado y necesidad de la humanidad, y ayudar a ésta a relacionarse con sus perdidas posesiones internas.
Poco nos damos cuenta de lo que ocurre en el mundo. Dejamos que las cosas sigan su curso y, solamente en momentos de gran malestar, invocamos a la Realidad. Nuestros pensamientos vuelven al pasado, a los días en que vivían grandes Iniciados y profetas; no nos damos cuenta de que éstos todavía viven en medio de nosotros, aunque rara vez reconocidos.
Se ha escrito mucha literatura ocultista sobre este tema; pero la consideramos como parte de un mundo imaginario, para tener visiones exaltadas y para idealizar tan grandes Seres.
En la actualidad, viven entre nosotros treinta y seis de tales hombres, los cuales han alcanzado una conciencia de alto grado, aunque varían en capacidad receptiva, en relación a su Intimo y Realidad. Si tales hombres se descubrieran ante el mundo, serían crucificados por las mismas fuerzas, a las cuales tratan de ayudar.
La apariencia personal de estos Maestros varía grandemente. Se nos ha dicho cual es su supuesta apariencia, y algunas sociedades venden retratos idealizados para que los estudiantes mediten sobre ellos. Pero los idealistas, con frecuencia, cometen graves errores y, si se dijera la verdad, la gente quedaría grandemente sorprendida.
Fuera de su cuerpo, el Maestro aparece tal como desea; pero en su cuerpo físico es semejante a los habitantes de su país. Recuerdo muy bien mi sorpresa cuando encontré, por primera vez a mi Maestro; así como la alegre carcajada con que me obsequió y el placer con que comía un bizcocho con un helado. Mi ideal de un Maestro se vino abajo, sin embargo, cuando uno se entera y empieza a comprender la gran obra que ha desarrollado en Estados Unidos para establecer cordiales relaciones industriales entre el capital y el trabajo, uno se da cuenta de cuán grande es El. Me dijo: “Hoy uno ha de trabajar desde la cumbre hacia abajo, desde la causa de las cosas, si quiere ayudar a la humanidad; no desde abajo hacia arriba, como hizo el Maestro Jesús”. A lo que agregó: “Mantén tus pies en el suelo; vive en el mundo; siente sus actividades y conviértete en su instrumento. De esta manera puedes ayudar a la humanidad e iluminarla”.
Esta es la razón de que se haya de tener un cuerpo fuerte; es el escalón para ascender a la Realidad más grande. Adquiere conocimientos; ve a donde la sabiduría se encuentra. No medites en el camino. El Oriente es el Oriente, y construir con material diferente del propio, es destruir lo que has edificado como tus cimientos. Los Maestros se unen para decir: “Donde tu alma esté plantada, da nacimiento, también, a otras almas. La semilla está sembrada en la tierra, no la destruyas con semillas de otras tierras”. Con frecuencia, hemos observado que, los instructores de Oriente que vienen al Occidente, pierden, al parecer, la transparencia de su atmósfera, y quedan sujetos a su nuevo medio ambiente.
Nunca se me ha dicho que me dirija a alguno de estos grandes Iniciados con el título de Maestro. “Nosotros no somos nada, la obra lo es todo”, fué la contestación de un Maestro, al preguntarle cómo debía dirigirme a él; y al mirarme y tenderme su mano agregó: “Llámame amigo”. Con esta contestación, una gran corriente de energía me invadió, y sentí que mi verdadera obra había quedado grabada en mi mente.
No hace diferencia alguna donde uno ha nacido para atraer la atención de un Maestro.
Aunque al principio el estudiante no se de cuenta, el deseo y la oración producen un cambio físico y el cuerpo y la mente se separan de las condiciones que antes los poseían. La Luz, que brilla sobre la frente del estudiante que aspira, es reconocida por el Instructor, el cual atrae los rayos de la misma a su propia atmósfera mental. Gracias a este símbolo, el Instructor reconoce la inteligencia del estudiante; porque “por su luz el hombre es conocido”. Esta atracción viene de un deseo intenso de ayudar a otros y de la disposición de abandonarlo todo, a fin de alcanzar el conocimiento de la Realidad. Son esta aspiración y este anhelo los que atraen la ayuda de un Instructor.
Cuando nos encontramos realmente en presencia de un Instructor, éste no exige nada de nosotros; sin embargo, su presencia se presiente como algo que nos da un nuevo concepto, e imprime nuestra atmósfera con un conciencia más nueva y más desarrollada.
El mundo está dividido en secciones, y cada Instructor tiene su división propia, en la cual está mejor adaptado para trabajar; y la llamada del buscador no es desatendida por el Instructor de su sección.
Los Instructores varían, de acuerdo con la densidad de la atmósfera mental en la cual trabajan; por cuanto ellos han de ajustar sus cuerpos a sus localidades; adoptan un equilibrio vibratorio y se entrenan ellos, lo mismo que a sus sistemas sensorios, para que armonicen con su medio ambiente. Si observárais el rostro del Atlante o la gran Alma, que trabaja en Rusia, quien tiene la apariencia de un finlandés, os daríais cuenta del maravilloso trabajo, que están realizando y de la tremenda tensión que han de soportar sus cuerpos físicos.
Los grandes Instructores nos desarrollarán, si estamos realmente ansiosos de ello; pero, con frecuencia, estamos cegados por nuestra propia individualidad, y deseamos desarrollar la expresión de la misma, en vez de reaccionar a la fuerza del Sol en nuestra atmósfera mental.
No se debiera aceptar a ningún Instructor, que no pueda demostrar su capacidad para transferir sus actividades a sus pupilos. Muchos que enseñan no pueden hacer esto y, con frecuencia, se rinden a la atmósfera mental de otros; de manera que, se les pueda dar la instrucción que necesitan, por ser incapaces ellos mismos de ponerse en contacto con sus propias esferas de inteligencia.
El pupilo espera que, al encontrar al Instructor desaparezcan todas las condiciones detestables, y que se le dará poderes y el conocimiento de cosas maravillosas, colocándolo, inmediatamente, en el Sendero hacia el adoptado; que se le enseñará la manera de producir fenómenos y de ponerse en relación con los dioses y los Mahatmas. No se da cuenta de que, primero ha de modelar y labrar su propia piedra; que ha de construir los propios cimientos y edificar sobre ellos, con sus propias manos, y que no le está permitido hablar libremente, de cosas que no pueda demostrar.
Aunque estos grandes Instructores saben que el número es limitado, no aceptan pupilos, fácilmente, porque la atmósfera de estos no les es agradable; además, saben por experiencia que los estudiantes son propensos a envanecerse, cuando quedan sumergidos en la atmósfera del Instructor. Por quedar situado en condiciones que estimulan su mente, y por haberse puesto en contacto con una inteligencia superior, dentro de su propia atmósfera mental, el estudiante empieza a considerarse elevado a un conocimiento no revelado a sus compañeros.
La individualidad del Instructor se expresa en la atmósfera del estudiante, y aquél es responsable por las actividades de éste, en las esferas en las cuales la Naturaleza equilibra la atmósfera del cuerpo mental. Más tarde, todo intercambio se corta, y el estudiante ha de contar con sus propios esfuerzos. Este es un período de oscuridad para él; pues no está mentalmente individualizado y ha de progresar por su propio Sendero.
Después que el Instructor se ha puesto en contacto con la mente del estudiante, con las actividades de su contraparte superior, éste es, a veces, enviado a otro Instructor, porque cada uno es un especialista, hasta que el estudiante queda, gradualmente, absorbido en el centro de su propio universo autocreado y en la tri-unidad de la Naturaleza.
El estudiante, en el mundo material, clama que un Maestro lo acepte, pero no recibe respuesta; porque la mente genera desarmonía y los sonidos vocales no llegan al Maestro. Pero si el estudiante pide internamente recibirá respuesta; por cuanto el Instructor puede contestar a su pupilo desde cualquier distancia.
Quizás sorprenda al lector saber que muchos Maestros viven del sudor de su frente. En Egipto, hay dos; uno que, intermitentemente, desarrolla una función humilde; y otro, cuya edad no conocemos, porque su atmósfera expresa eternidad y su nombre ha sido mencionado en los antiguos libros religiosos. En América, un gran Iniciado ha trabajado, a veces, como obrero del campo; pero donde sus pies han pisado ha surgido una vida más activa. Describir cómo este Maestro regula grandes fuerzas y rige a mentes destructivas, requeriría la pluma de un gran escritor.
En nuestra historia hemos registrado la muerte de sesenta y dos de tales hombres. Es decir, que encontraron la muerte de acuerdo con el método de su época; pero, todas esas muertes fueron similares a la crucifixión.
¿Sabe la historia quién atrajo las huestes armadas de la Europa medieval a perecer en las arenas de Siria y de Palestina, a fin de que pudiera brotar de nuevo el trigo en Europa, para que su juventud quedara protegida?
La historia de estos santos hombres no se ha escrito todavía. Durante estas Cruzadas, había Iniciados entre los musulmanes, lo mismo que entre los cristianos. Las mujeres han alcanzado elevada posición entre los Iniciados. Muchos Instructores, han dejado tras de ellos, pequeñas escuelas de ocultismo, de importancia variable. Una escuela puede permanecer durante siglos en estado latente, hasta que el mundo esté, de nuevo, preparado para la nueva manifestación de la misma.
Gracias a tales hombres, los principios de las religiones se han preservado, desde gran antigüedad, y vendrá el tiempo en que cada raza retornará a su propio tronco racial de instrucción religiosa, y la Naturaleza volverá al hombre a su propio tronco paterno; es decir, a su Fuente de expresión determinada; el hombre, entonces, será tolerante con quienes profesan una religión diferente de la suya.
Los hombres que realizan cosas, que no copian sus ideas del pasado, y se han relacionado, consciente o inconscientemente, en su interior, con un futuro período de desenvolvimiento, son mentes maestras. Estos contribuyen a aumentar la riqueza del mundo y, ordinariamente, están interesados en el bienestar futuro de su nación. Ellos poseen la sabiduría más grande de sus planos internos y, cuando nos encontramos con ellos, fuera del cuerpo, vemos que trabajan muy avanzados a su época.
El yogui se domina a sí mismo, antes de dominar el mundo mental de otras mentes. Como hemos dicho en otra parte, el estudiante necesita una actitud positiva; porque la mente positiva contribuye al desarrollo de otras mentes; en vez de absorber la vitalidad de las mismas.
Sin embargo, el yogui no trata de dominar a mente alguna a su alrededor; sino que, a medida que vive de acuerdo con su propia verdad, su influencia alcanza a miles; de la misma manera que un gran libro puede atraer la mente de sus lectores a la atmósfera de su autor.
Existe siempre un vínculo atómico entre un creador y su público. Los átomos creadores del primero impregnan sus escritos y la atmósfera de sus lectores. De esta manera, el lector es llevado, inconscientemente, por influencias atómicas a los lugares más remotos del Cielo y del Infierno.
Tenemos el poder de proyectar nuestros átomos sobre cualquier substancia que nos interese, y el estudiante puede, fácilmente, leer los registros de una familia, proyectando su mente sobre los alrededores, de la chimenea del hogar; pues, generalmente, magnetizan ese lugar.
Un Instructor, que haya alcanzado la conciencia de la Naturaleza y de sus sistemas internos, puede vincular estas mismas cualidades en un estudiante; por cuanto un pupilo aceptado tiene siempre el derecho de pedir a su Instructor que demuestre las cosas que enseña.
Los estudiantes de tendencia artística, poética o literaria pueden ser vinculados, por sus Instructores, con sus fuentes de inspiración; por cuanto, en gran parte, son elementales en sus átomos.
Ha habido muchos casos en que un gran Instructor, irradiando luz a través de sus pupilos, ha producido efectos de gran alcance sobre el mundo. Sócrates es un ejemplo. Cuando se preguntó al oráculo de Delfos “¿Quién ha sido el alma más grande que Grecia ha producido?”, la contestación fué: “Sócrates”. Porque Sócrates puso a muchos de sus pupilos en contacto con sus esferas internas de actividad creadora.
Hace algunos años se retiró a Filadelfia un gran cirujano; las mentes maestras de la industria y del comercio, en momentos de grandes dificultades, acudían a él y pasaban la noche en su casa. Se les recomendaba que no dijeran nada acerca de sus preocupaciones; pero a la mañana siguiente, cuando este Maestro les acompañaba a la estación, exclamaban de pronto: “Lo he encontrado”. Una luz aparecía en sus mentes, mostrándoles cómo debían resolver sus problemas. Uno de estos casos me ocurrió a mí mismo; pues yo salí con un vínculo en mi conciencia, que nunca más se ha cortado.
Se produce una extraña atracción, que lleva al estudiante a la atmósfera de los que están más desarrollados que él; a quienes encuentra, al parecer, por casualidad.
Ciertos estudiantes han sido entrenados para salir de sus cuerpos, a fin de que sus Instructores, quienes, físicamente, pueden estar en algún país lejano, puedan intervenir y hacer cosas que están más allá de la fuerza del estudiante. A esto se lo llama Avesa. El pupilo es plenamente consciente de esta operación; por cuanto la radiación, que se da a su cuerpo físico, es como el nacimiento de una nueva conciencia; es como si fuera introducido, repentinamente, en una esfera de esplendor y brillantez, o saliera de una obscura de emociones contradictorias del mundo astral. En tales condiciones siente la paz que nunca había sentido antes.
Algunas veces, la Realidad utiliza el cuerpo de un Iniciado para actos de curación; se eliminan, así, muchas cargas pesadas, mediante la energía atómica liberada, al descender el poder del Intimo. Jesús, al sentir que una mujer tocaba el borde de Su túnica, dijo: ¿Quién ha tocado mi túnica? Pues notó que la energía de la conciencia crística salía de El.
Cuando nos encontramos en presencia de nuestro Intimo, y demandamos nuestra libertad, ésta nos llega repentinamente; es una libertad de la cual el mundo nada sabe; una liberación de toda esclavitud, donde quiera y como quiera estemos situamos en este mundo. Porque habiéndonos libertado de nuestra naturaleza objetiva inferior, sabemos, por primera vez, lo que la libertad significa. En The White Broter (El Hermano Blanco), mencionado en otra parte, hemos dicho que el alma desea tres cosas: Libertad, Amor y Creación. Esta libertad viene cuando nuestro átomo Maestro entra en nuestro Escudo de Plata; este ascenso de una inteligencia superior, hace que se desprendan muchos pesos, que nos han arrastrado hacia abajo, a nuestra naturaleza animal; nuestro cuerpo siente así una ligereza que nunca había sentido antes.
Esta iluminación repentina nos espera para cuando nuestro Escudo de Plata sea fuerte como para proporcionar un Templo para su genio presidente, que es la inteligencia de Sabiduría de nuestro plano mental. Este gran Ser es un legislador y, en el sistema secundario, guía y administra la ley dentro de sus esferas. Representa un estado intermedio entre nuestro ser objetivo y nuestro Intimo.
Extracto de DIOSES ATOMICOS (LA AURORA DE LA JUVENTUD)
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