Click en la imagen para ver más obras
Charles Le Brun
Nació en París, el 24 de febrero de 1619.Pintor y teórico de arte, y uno de los artistas más influyentes en Francia durante el siglo XVII.
Captó la atención del canciller Séguier, que le envió al taller de Simon Vouet con sólo once años de edad, con 15 años, ya había recibido encargos del Cardenal Richelieu.
Fue enviado a Roma para completar su formación, donde residió entre 1642 y 1646. Pudo conocer y estudiar la obra de Rafael Sanzio , y siguió a Guido Reni y los demás maestros de la Escuela de Bolonia. Durante ese tiempo fue alumno de Nicolás Poussin, adoptando su técnica y cuyo estilo influyó de forma definitiva en su obra.
A su vuelta a París, gozó de la protección del cardenal Richelieu. Junto a Philippe de Champaigne, consiguió del rey la fundación de la Academia de Pintura y Escultura (Académie Royale de Peinture et de Sculpture) en el año 1648.
De entre sus numerosos mecenas destaca Nicolás Fouquet, fue el más importante, Fouquet le encargó la decoración del Palacio de Vaux-le-Vicomte, que llevó a cabo entre 1656 y 1661.
Entre 1650 y 1660, adquirió la madurez en su estilo realizando una obra de corte clasicista, muy elegante, las mejores obras de esa época son: “La Magdalena”, el “Cristo en el desierto” y “La Crucifixión”, así como los frescos decorativos del Hôtel Lambert, el Castillo de Vaux-le-Vicomte, las Tullerías y sobre todo Versalles. Su talento enfático y pomposo estaba en armonía con el gusto del rey, quien, lleno de admiración por sus pinturas, contó con él para su triunfal entrada en París en 1660.
En el Palacio de Vaux-le-Vicomte, ejecutó una serie sobre temas de la historia de Alejandro. El primer cuadro, Alejandro y la familia de Darío, gustó tanto a Luis XIV que llevó a Le Brun, en diciembre de 1662, nombrándole Premier Peintre du Roi (Primer Pintor del rey), en 1664 con una pensión de 12.000 libras.
En la serie de obras cuyo tema fueron las Batallas de Alejandro Magno, puso de manifiesto la conexión entre la magnificencia de Alejandro y la del gran Rey Sol, su estilo se hizo más personal, a la vez que se apartaba de la influencia de sus antiguos maestros.
Fue sin duda el principal intérprete del fasto y el prestigio político de la Francia en la que reinaba Luis XIV y es por eso que fue menospreciado por los pintores románticos del siglo XIX.
Algunos historiadores han apuntado que Le Brun fue un déspota, que usó su poder para ejercer una tiranía artística sobre el siglo XVII, opinión no compartida por otros.
Destacó así mismo como un magnífico retratista, sirvan como ejemplo “El canciller Séguier” y “Luis XIV en adoración de Cristo resucitado”.
El número de obras con motivos religiosos es cuantioso y realizó una gran cantidad de dibujos.
Para Le Brun, un cuadro representaba una historia que uno podía leer. Casi todas sus composiciones han sido reproducidas por celebrados grabadores.
Sus cuadros más valorados: “El sueño del niño Jesús” y “El canciller Séguier” así como “La Historia de Alejandro Magno”, todos en el Museo del Louvre, que conserva la mayor parte de su obra; la colección real de Mónaco también posee numerosas pinturas del pintor.
Infundió su propio carácter en toda la producción artística francesa durante su vida, siendo el creador del Estilo Luis XIV, caracter que llevó a las tendencias nacionales en una dirección que se mantuvo durante los siglos posteriores.
En esta madurez de su carrera, dirigía todo lo que se hacía en los palacios reales.
Sus decoraciones no son únicamente obras de arte, son el monumento definitivo a un reinado.
Murió en París el 22 de febrero de 1690, siendo enterrado en la iglesia de Saint-Nicholas-du-Chardonnet.
*Esta entrada fue publicada en este blog el 24 de febrero de 2010. Ha sido actualizada y ampliada el 24 de septiembre de 2014.
No hay comentarios:
Publicar un comentario