Abrid los ojos hacia vosotros mismos y mirad en el infinito del espacio y el tiempo. Oireis que alli vuelven a resonar el canto de los astros, la voz de los numeros y la armonia de las esferas. Cada sol es un pensamiento de dios y cada planeta una forma de ese pensamiento, y es para conocer el pensamiento divino que vosotras almas descendereis y remontareis penosamente el camino de los siete planetas y de los siete cielos suyos. HERMES TRISMEGISTO


Lo que la oruga ve como el final de la vida, el maestro lo llama una mariposa. RICHARD BACH

DEDICATORIA

Allí, donde habitan las mariposas, lo hacen tambien las hadas y los angeles, la verdad y la ilusion, la alegria, el amor, la dulzura y la fantasia; los mas bellos sueños y la esperanza.

Es el lugar donde los rios son de miel y las montañas de plata y diamantes; donde los seres alados bailan moviendose al ritmo de la musica de George Harrison y el aroma del Padmini; donde puedo descansar en grandes almohadones de plumas tejidos con hilos de seda y oro. Es mi refugio, y el de muchos que sueñan encontrarlo, sin saber aún que son mariposas.

Este blog esta dedicado a todos ellos y ojala puedan disfrutarlo como parte de su camino hacia el lugar donde habitaron o habitaran algun dia


Parameshwary
Enero 2009


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viernes, 7 de noviembre de 2014

Diego Rodríguez de Silva Velázquez: Maestro del barroco sevillano


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Diego Velázquez

Diego Rodríguez de Silva Velázquez nació en Sevilla, el 5 de junio de 1599, siendo bautizado en la iglesia de San Pedro, el 6 de junio de 1599.
Su padrino fue Pablo de Ojeda, quizá pintor de imaginería. Sus padres, Juan Rodríguez de Silva y Jerónima Velázquez, eran los dos sevillanos y pertenecían a familias distinguidas con algunos recursos económicos y tradición de nobleza.

Sus padres le apoyaron en sus inquietudes pictóricas y debió ser a los diez años de edad, cuando le llevaron al taller de Francisco de Herrera el Viejo, hombre rígido y de áspero carácter. Quizá estos rasgos de la personalidad de su primer maestro, hacían incómodo su trato, por lo que pronto abandonó sus enseñanzas ingresando, un año más tarde, el 1 de diciembre de 1610, en el taller de Francisco Pacheco.

El contacto de Velázquez con Pacheco permanecería de por vida: “después de cinco años de educación y enseñanza, le casé con mi hija, movido de su virtud, limpieza y buenas partes y de las esperanzas de su natural y grande ingenio”, escribía Pacheco en su libro. Y así fue: el 23 de abril de 1618, en la iglesia de San Miguel, Velázquez se casó con Juana de Miranda o Juana de Pacheco.

Entre 1617 y 1623 se desarrolla la etapa sevillana, caracterizada por el estilo tenebrista, influenciado por Caravaggio, destacando como obras “El Aguador de Sevilla” o “La Adoración de los Magos”. Durante estos primeros años obtiene bastante éxito con su pintura, lo que le permite adquirir dos casas destinadas a alquiler.

En abril de 1923, y con el pretexto de conocer El Escorial y demás Reales Sitios, Diego Velázquez marchó a Madrid, visitó estos lugares e hizo un retrato de Luis de Góngora y Argote, más útil por su condición de capellán de honor de Palacio que por la de poeta. Aunque con esta pintura Velázquez ganó un amigo más, no consiguió llegar hasta el cliente deseado, el monarca Felipe IV, por lo que habría de volverse a Sevilla.

Pero su suegro, Pacheco, no se dio por vencido y, por medio de su amigo Juan de Fonseca, logró que en la primavera de 1623, el Conde-Duque de Olivares emitiera una orden llamando a Velázquez para el soñado fin de retratar al rey. En agosto de ese mismo año, ya estaba en Madrid, acompañado esta vez sí de Pacheco, que no quería perderse el primer escalón de la brillante carrera de Velázquez: el primer retrato a Felipe IV, terminado el 30 de agosto de 1623.  Retrato que causó tal admiración que se ordenó, para lo sucesivo, que ningún otro pintor retratara al rey. Tres órdenes, de 6, 28 y 30 de octubre de 1623 traen a Velázquez su categoría de pintor real, con seis ducados de haber mensual más el pago de las pinturas que fuera realizando.

A partir de ese momento, empezó su ascenso en la Corte española, realizando interesantes retratos del rey y su famoso cuadro “Los Borrachos”. Tras ponerse en contacto con Pedro Pablo Rubens, durante la estancia de éste en Madrid, en 1629 viajaó a Italia, donde realizaría su segundo aprendizaje al estudiar las obras de Tiziano, Tintoretto, Miguel Ángel, Rafael Sanzio y Leonardo da Vinci. En Italia pinta “La Fragua de Vulcano” y “La Túnica de José”, regresando a Madrid dos años después.

La década de 1630 es de gran importancia para el pintor, que recibió interesantes encargos para el Palacio del Buen Retiro como “Las Lanzas” o los retratos ecuestres, y para la Torre de la Parada, como los retratos de caza. Su pintura se hizo más colorista, destacando sus excelentes retratos, como el de Martínez Montañés o “La Dama del Abanico”, obras mitológicas como “La Venus del Espejo” o escenas religiosas como el “Cristo Crucificado”.

Paralelamente a la carrera de pintor, Velázquez desarrollaría una importante labor como cortesano, obteniendo varios cargos: Ayudante de Cámara y Aposentador Mayor de Palacio. Esta carrera cortesana le restaría tiempo a su faceta de pintor, lo que motivó que su producción artística fuera desgraciadamente, más limitada.
En 1649 hace su segundo viaje a Italia, donde demuestra sus excelentes cualidades pictóricas, triunfando ante el papa Inocencio X, al que hace un excelente retrato,  al igual que lo lo haría con buena parte de la Corte romana.

Regresó en 1651 a Madrid, con obras de arte compradas para Felipe IV. Estos últimos años de la vida del pintor estarían  marcados por su obsesión de conseguir el hábito de la Orden de Santiago, que suponía el ennoblecimiento de su familia, por lo que pintó muy poco, destacando de esta época: “Las Hilanderas” y “Las Meninas”. La famosa cruz que exhibe en este cuadro la obtendrá en 1659, ras participar en la organización de la entrega de la infanta María Teresa de Austria al rey Luis XIV de Francia para que se unieran en matrimonio.

Sus obras más importantes forman parte de los fondos más valiosos del Museo del Prado de Madrid
Murió en Madrid el 6 de agosto de 1660, a la edad de 61 años.
Fuente: Biografia del pintor

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