Abrid los ojos hacia vosotros mismos y mirad en el infinito del espacio y el tiempo. Oireis que alli vuelven a resonar el canto de los astros, la voz de los numeros y la armonia de las esferas. Cada sol es un pensamiento de dios y cada planeta una forma de ese pensamiento, y es para conocer el pensamiento divino que vosotras almas descendereis y remontareis penosamente el camino de los siete planetas y de los siete cielos suyos. HERMES TRISMEGISTO


Lo que la oruga ve como el final de la vida, el maestro lo llama una mariposa. RICHARD BACH

DEDICATORIA

Allí, donde habitan las mariposas, lo hacen tambien las hadas y los angeles, la verdad y la ilusion, la alegria, el amor, la dulzura y la fantasia; los mas bellos sueños y la esperanza.

Es el lugar donde los rios son de miel y las montañas de plata y diamantes; donde los seres alados bailan moviendose al ritmo de la musica de George Harrison y el aroma del Padmini; donde puedo descansar en grandes almohadones de plumas tejidos con hilos de seda y oro. Es mi refugio, y el de muchos que sueñan encontrarlo, sin saber aún que son mariposas.

Este blog esta dedicado a todos ellos y ojala puedan disfrutarlo como parte de su camino hacia el lugar donde habitaron o habitaran algun dia


Parameshwary
Enero 2009


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los cuatro acuerdos de la sabiduria Maya

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lunes, 15 de diciembre de 2014

La Iluminación de Buda y su batalla contra Mara

miniamara

La historia de la iluminación del Buda Siddhartha Gautama es muy interesante, y aquí relataremos también su encuentro con Mara, considerado el demonio de los budistas, quien se encarga de tentar a las personas a través de los sentidos y deseos, como el deseo de poder, el de explotar y dominar a otros.





Después de renunciar Gautama a su reinado en en Kapilavatthu, India, (hace aprox. 2500 años) abandonando su castillo, a su esposa e hijo, para salir a buscar la forma de erradicar el sufrimiento humano (hechos relatados en el artículo “¿Quién fue realmente el Buda?”)  buscó a los maestros de meditación más conocidos para aprender de ellos, pero rápidamente los superaba sin haber logrado su objetivo.
Se juntó con un grupo de cinco ascetas para comenzar a practicar la austeridad y la automorificación. Su alimento eran solo unos pocos granos de arroz al día. Esto lo hizo durante aproximadamente seis años, llegando a ser tan delgado que se asemejaba a un esqueleto viviente, a pesar de estas terribles penurias, continuaba meditando. De hecho hay estatuas que representan esta extrema etapa de su vida, dándole el nombre de “el Buda huesitos.”



Otro tipo de mortificación a la que se sometía era el de mantener por un tiempo prolongado la respiración en sus pulmones, lo que le causaba tremendos dolores en los oídos, la cabeza y el cuerpo entero, llegando varias veces a caer inconsciente por esto.
Las noches de luna llena las pasaba meditando dentro de los cementerios o en el bosque, donde incluso animales salvajes se acercaban, sin que el jamás se apartara del lugar o dejara de meditar.
De pronto un día, mientras meditaba cerca de un río, llegó a sus oídos algo que fue una gran enseñanza para el: arriba de una barquita un maestro de música instruía a su alumno con una guitarra, al afinar las cuerdas le dijo: “si aflojas mucho la cuerda no suena, si la estiras mucho se rompe”. Entonces Gautama comprendió que ningún extremo es bueno,  se había ido al polo del ascetismo y la mortificación, después de haber sido un príncipe con todas las comodidades. Entendió que debe haber un “camino medio”.
Posteriormente, una muchacha llamada Sujata le ofreció un plato de arroz con leche, el cual fue delicioso para Gautama,  después tomó un baño en el río. Asi abandonó completamente la vida de austeridad. Sus compañeros ascetas al ver este cambio lo abandonaron, pensando que había roto sus votos.



Así que para lograr la iluminación decidió sentarse debajo de un árbol conocido actualmente como “Árbol de la Iluminación” o “Árbol Bodhi”, en posición de meditación de flor de loto, y no moverse de ahí hasta alcanzar su objetivo. Los días pasaban y su voluntad permanecía inalterable, su mente se clarificaba, encontrando cada vez más las causas del sufrimiento  y de la continuidad de los seres en la rueda del Samsara (muerte y renacimiento).



Este acercamiento a la iluminación es por lo que se cuenta que preocupó a Mara, el rey de los demonios, quien comenzó a enviarle ataques y tentaciones.
Primero le envió a sus ejércitos de demonios, a lo que Siddhartha no reaccionó respondiéndole a Mara: “La sensualidad y los placeres forman tu primer ejército, el segundo se llama Aversión. Tu tercer ejército es el Hambre y la Sed, el cuarto, el Deseo. Tu quinto ejército es Pereza e Indolencia, el sexto, Cobardía. Tu séptimo ejército es la Duda, el octavo, la Hipocresía y la Estupidez. Ganancias, Fama, Honores y Gloria falsamente obtenidos, la Alabanza de uno mismo y el Menosprecio de los demás; éste es tu ejército”.



Viendo esto, Mara le envía a sus tres hermosas hijas para que lo seduzcan, ellas representan el Deseo, Satisfacción y Arrepentimiento. Ellas le cantaban y le danzaban, le lanzaban miradas provocativas y palabras de elogio, levantaban sus faldas frente a el y le decían cosas como “quisiera ser la servidora de un gran hombre como tú”, pero Siddhartha Gautama permanecía inmutable.



Desesperado Mara le reclama que quien es el para lograr llegar a tal estado de conciencia, ¡¿quién será tu testigo?! le exclama, a lo que Siddhartha, conservando su posición de loto, toca la tierra con su mano derecha, la tierra tiembla y de ella sale la Diosa Tierra con un jarrón de flores diciendo: “Yo doy testimonio.”
Después de esto, Mara y sus ejércitos se retiran y Siddhartha Gautama alcanza la iluminación, logrando ver todas sus vidas anteriores  y comprendiendo la forma de erradicar el sufrimiento que ata a los seres humanos a la rueda del Samsara.



Pero bueno, Mara dentro de la creencia popular es considerado un demonio tentador así como en occidente se tiene la creencia de un diablo o satanás, pero en realidad es una representación simbólica, y esto los monjes budistas medianamente informados lo entienden bien.
Mara representa los tres venenos, la ignorancia, el apego y la aversión, que residen en los seres humanos, impidiéndoles llegar a la iluminación, atándolos a una rueda de muerte y renacimiento llamada Samsara. Se le llama el “Señor de la Ilusión”, ya que para los budistas la ilusión consiste en permanecer en el Samsara y por lo mismo morir una y otra vez.
En los diferentes textos budistas se le han dado diferentes interpretaciones a Mara:
-“El demonio del sexto cielo o mundo del deseo”: esta es la creencia mitológica del budismo popular, de la gente que no está instruida realmente en la doctrina budista, y lo consideran un ser real con cabeza, tronco y extremidades, que tienta a las personas con lujuria, gula y el destructivo deseo de poder. Lo consideran también “satisfactor de deseos”, para tener a la gente complacida y conforme, evitando así que se interesen por encontrar la iluminación.



“La personificación de la muerte”: se considera que todos los seres humanos caen en las garras de la muerte para volver a renacer en otro cuerpo, y que esto es solo evitable para el que ha alcanzado el Nirvana (liberación del Samsara). Aquí se le ha llamado también Maccuraaja, Antaka, Mahaaraaja y Namuci.
“La personificación del mal”: a diferencia del anterior, aquí Mara representa nuestro lado oscuro, aquellas características del individuo que se oponen a su iluminación, como los tres venenos y otras.
“Un conjunto de deidades”: se habla de que había varios Maras, cuatro para ser exactos según las escuelas budistas Theravada y Mahayana, que son vistos más bien como características  internas que se oponen a la iluminación, y son:
-Emociones karmaticas que generan sufrimiento, como la ignoranica, la confusión, el deseo, el apego, el odio, la cólera.
-Los cinco agregados psico-físicos, que son impermanentes, no existen por sí mismos: la forma material o corporal, sensaciones, percepciones, construcciones mentales y conciencia. Estos originan la ilusión del “yo”.
-El temor a la muerte: como estamos muy identificados con el cuerpo físico tememos a la muerte, esto nos hace desear la continuidad de nuestra existencia atándonos a la rueda del Samsara, ya que este al ser un temor desencadena otros sufrimientos.
-El Mara del deseo y el placer, es resultado de la falsa distinción entre el “yo” y los “demás”, lo que nos conduce a la envida, egoísmo y otros sufrimientos. El placer insatisfecho nos puede conducir a la frustración y envidia, el placer satisfecho nos puede tener en un estado de conformidad que nos impida interesarnos por entender más profundamente la vida.
La palabra Mara está en sánscrito, y traducida literalmente significa “lo que mata” el alma. Es representado con una corona en la que brilla una joya con un resplandor que ciega a los que lo miran, significando esto la fascinación que produce el vicio, que ata a la rueda del Samsara.



Gautama Buda, en su Dhammapada (libro supuestamente escrito o dictado por el) habla de Mara también como un personaje simbólico, y estos párrafos son un ejemplo:
-“Dispersa, vagando sola, incorpórea, oculta en una cueva, es la mente. Aquellos que la someten se liberan de las cadenas de Mara.”
-“Percibiendo que este cuerpo es frágil como una vasija, y convirtiendo su mente tan fuerte como una ciudad fortificada vencerá a Mara con el cuchillo de la sabiduría. Velará por su conquista y vivirá sin apego.”
-“Mara no encuentra el sendero hacia aquellos que son perfectos en la virtud, viviendo vigilantes y libres de mancillas, a través de la perfecta realización de las Verdades.”
-“Aquellos que entran en el Sendero y cultivan la meditación se liberan de las garras de Mara.”
-“El que se perturba con perversos pensamientos, que es excesivamente ávido, que se recrea en pensamientos de apego y aumenta más y más la avidez, hace cada vez más sólidos los grilletes de Mara.”
-“Mejor conquistarse a uno mismo que conquistar a los demás. Ni un dios ni un semidiós, ni Mara ni Brahma, pueden deshacer la victoria de aquel que se ha amaestrado a sí mismo y se conduce siempre con moderación.”

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