Según Simón (2011) el objetivo esencial de la atención plena es el de ser consciente, de observar, de constatar lo que está haciendo la propia mente en el momento en que una acción se está produciendo. Se trata, simplemente, de hacernos conscientes de lo que está pasando en el momento presente, tanto en el mundo exterior como en nuestra mente.
La actitud adecuada para llevarla acaba podríamos dividirla en tres tiempos:
1. La actitud en el PRESENTE, que viene caracterizada por seis aspectos:
- Aceptación, que no equivale a “resignación”: aceptar significa reconocer la realidad que nos ofrece el momento presente, sin negarla y admitiendo su existencia tal cual es.
- Soltar o desprenderse, que implica no apegarse a las cosas, reconocer su naturaleza impermanente, saber renunciar a nuestras creencias erróneas y estar abiertos a lo que la realidad nos muestra.
- Abstenerse de juzgar, intentando percibir la realidad tal y como es, con ecuanimidad y sin imponerle nuestros criterios, para estar plenamente abiertos y poder conocer la verdadera naturaleza de las cosas.
- Curiosidad o mente de principiante. Se trata de estar abiertos a la novedad, con curiosidad y sin estar apegados a nuestras experiencias previas, como si viviéramos cada instante por primera vez. La siguiente cita de Suzuki ilustra de modo excelente este aspecto:
- Amor. Observamos a los objetos de nuestra atención con actitud amorosa, llena de cariño, dirigido tanto a nosotros mismos como a la realidad que nos rodea.
- Considerar el presente como un regalo, como nuestro verdadero hogar, lleno de maravillas y de misterios que se nos hacen visibles gracias a que lo vivimos de modo consciente.
- Cultivar la atención plena no significa renunciar al pasado, pero debemos procurar no dejarnos influir por circunstancias pasadas que nos produjeron emociones dolorosas (resentimiento, odio, culpa…) que a menudo se apoderan de nuestra mente y nos impiden actuar con libertad.
- Tampoco se trata de renunciar al futuro o dejar de hacer planes para el mañana. Se trata de vivir plenamente en el presente, abandonando la tendencia frecuente de estar obsesionados por alcanzar algo en el futuro, imaginando que la felicidad vendrá en un momento lejano, cuando hayamos conseguido una serie de metas. Esa tendencia nos impide disfrutar de las maravillas que ya tenemos aquí y ahora. La vida es una sucesión de momentos presentes. Si no sabemos valorar y disfrutar el momento actual, tampoco podremos hacerlo en el porvenir.
A esto hay que añadir la frecuente sensación de vivir muy aceleradamente que solemos experimentar en la sociedad actual, donde las prisas y el bombardeo constante de estímulos son tan habituales y nos dificultan estar realmente presentes en nuestra experiencia cotidiana.
Bryant y Veroff (2006), dos destacados investigadores, han propuesto tres vías para vivir más plenamente el presente, y que incluyen expresamente el pasado y el futuro:
- Rememorar: revivir las emociones positivas experimentadas en el pasado.
- Saborear el momento: intensificar y prolongar el disfrute de la experiencia actual.
- Anticipación: mirar hacia el futuro, esperar con ilusión y fantasear sobre las buenas cosas que nos puede traer.
1) cuando la proyectamos e imaginamos, pensando en realizarla en el futuro con toda nuestra ilusión
2) en el momento en que eso sucedió realmente y lo vivimos con toda su plenitud
3) cuando volvemos a recordar lo que sucedió y revivimos los buenos momentos que pasamos.
Lo importante es que nuestras preocupaciones por el pasado o el futuro no nos impidan valorar y apreciar en su justa medida lo que nos aporta el momento presente:
Todas esas pequeñas grandes cosas que hacen de la vida “La Vida”
FUENTE evolucionconsciente.org
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