* La autosanación, como certeza de que el maestro puede encontrar o disponer de los medios que le ayuden a sanarse a sí mismo o, en su defecto, atraer las soluciones y potenciales que le hagan encontrar sanación.
Para ello, los recursos, siempre adecuados y viables que posibiliten la sanación, llegarán como todo llega y surge, por pura sincronicidad, por atracción de la propia frecuencia vibratoria personal.
Así, la sanación en uno mismo, por ejemplo, puede alcanzarse por una aplicación determinada o específica de la oración o de la meditación, y, tal vez, simultáneamente, con alguna visión o visualización en la que se concrete y especifique aún más el resultado final que se desee alcanzar. También puede llegar espontáneamente por el propio incremento energético en la persona, por el cual ciertos estados de existencia o de experiencia de vida que presenten cierto desequilibrio tiendan simplemente a desaparecer por la imposibilidad de seguir existiendo o mantenerse en las nuevas condiciones de frecuencia vibratoria.
Es reseñable el inmenso poder sanador que encierra el hecho de comunicarse con las células del cuerpo y, sobre todo, con aquellas que presenten desajustes o dolencias. Ellas están siempre receptivas a todo lo que el ser humano asume, acepta y toma para sí. Así ocurre con todas las palabras que les son dirigidas, con todos los pensamientos en los que se enfoca la mente y con todas las disposiciones que son aceptadas como verdaderas y válidas, muchas de ellas amparadas en el velo del funcionamiento mental inconsciente, en la inercia y en la rutina de este, y, por tanto, pasando inadvertidas, sin tan siquiera llegarse a imaginar cómo están repercutiendo de forma activa y directa en la realidad presente.
Por ello, cualquier atisbo de limitación de planteamiento, de base, de visión o de proceder acaba siendo plasmado y establecido en el mundo físico, bien a nivel celular y orgánico, bien en lo que se refiere a cualquier otro tipo de situaciones y realidades externas: en la economía, en las propiedades, en las relaciones familiares, en el ambiente de trabajo, en las amistades, etc.
El hecho que se describe, en sí mismo, radica en que todo cuanto sea admitido por un ser humano será asumido directamente por sus células, como partes vivas e integrantes que constituyen en conjunto a la persona. Por ello, adquiere gran importancia, ahora más que nunca por la aceleración que están tomando todos los procesos en esta dimensión, la detección de creencias y patrones limitantes, y de las inercias mentales que los prodigan para prevenir, de esta forma, posibles estados y escenarios de carencia.
Asimismo, todos los pensamientos, palabras y decretos que se les confiera con amor van a ser integrados y digeridos por estas células y, a la vez, adheridos a sus respectivos funcionamientos y aplicaciones, activando y aumentando sus correspondientes vibraciones energéticas. Digno es de mención la relevancia que toman las comunicaciones e informaciones que se les confiera a las células madres de cada órgano en el cuerpo, como células representativas y gestoras en los mismos.
La Maestría, pues, acaba instaurando un estado de conciencia que percibe y reconoce al Amor a través de palabras, pensamientos, actitudes, etc., como esencia fundamental y básica por medio de la cual la sanación se convierte en un proceso que se puede atraer conscientemente y de un modo factible y accesible.
Lo que sí debe ser resaltado y advertido es que el potencial de la sanación en uno mismo, por la propia naturaleza universal de la sincronicidad, llegará de la manera más rápida, óptima, fácil y directa para el demandante. Esto querrá decir que si la obtención y manifestación de un potencial de curación generado directamente en primera persona por el mismo sujeto en su propio cuerpo o en su realidad no viene a presentarse como lo más probable, se podrían presentar en primera instancia otras vías de solución desde el exterior procedentes desde otras direcciones o portales de entrada que puedan conducir a la consecución del potencial más óptimo y de la forma más rápida, y que, en principio, puede ser que no se hayan tenido en consideración, pero que de igual modo el propio solicitante ha sido el que, a través de su intención, actitud y acción, ha abierto el cauce para que el potencial de la sanación para él mismo se haya podido dar y completar finalmente, siendo él, por tanto, de nuevo, el único responsable de todo aquello cuanto irrumpe en su vida y en su realidad.
Por todo ello, cobra una importancia crucial la identificación y depuración de todo prejuicio en los canales de entendimiento y de discernimiento para no rechazar y pasar por alto las opciones que tengan a bien presentarse, porque pudiera resultar que estas mismas que pueden aparecer en primer lugar sean las mejores posibilidades para los mejores resultados que estén accesibles para alcanzar los fines deseados en un preciso momento, y que por el simple hecho de no ser aceptadas advocan el proceso a otras alternativas que, de entrada, pueden necesitar de, al menos, algo de más de tiempo para su manifestación, como segundas opciones que son.
Por tanto, el maestro, en función de su grado de expansión de consciencia, va a adoptar todos los medios a su alcance que le permita estar abierto y receptivo a la mayor entrada posible de energía en sus cuerpos, físico y energéticos, así como a incrementar la frecuencia vibratoria en los mismos conforme la nueva energía aumenta, al mismo tiempo, su intensidad y presencia en esta dimensión.
Han sido mencionados en diversas ocasiones hábitos, conductas y actuaciones que a todo ser humano le dan posibilidad de elevar y acrecentar su estado de conciencia y energía:
- Oración y meditación diarias.
- Hablar, leer, escribir, ver y escuchar cosas sobre el Espíritu, sobre Dios, sobre la divinidad en todo lo que es.
- Estar al servicio del prójimo, empezando por el entorno más cercano.
- Una alimentación, sobre todo, basada en vegetales, pues la comida de origen animal, en concreto carne y pescado, reduce el nivel de vibración energética, como ha sido ya explicado y argumentado en otras disertaciones.
- No ver mucha televisión que pueda absorber y disminuir el cociente de luz y energía, y seleccionar bien, al mismo tiempo, los programas que sean vistos, evitando aquellos que divulguen violencia, pornografía, terror, desarmonía y, primordial y muy importante, juegos espirituales (ouija, psicofonías, invocaciones, etc.).
- Escuchar cada vez que sea posible música (clásica, instrumental, relajación chillout, etc.) que aporte paz y eleve el espíritu.
- Frecuentar zonas de naturaleza (parques, bosques, lagos, parajes naturales, etc.).
- Realizar ejercicio físico no muy forzado que active y haga circular las energías del cuerpo para que estas no se estanquen, se paren y puedan provocar dolencias físicas.
- Tomar unos minutos el sol cada día para recibir e incorporar las energías que este irradia, que son a su vez necesarias para el cuerpo humano.
Y, por último, remarcar como algo fundamental que todo maestro consciente de su grado de Maestría, en algún momento en su encarnación, solicitó de forma expresa adquirir, precisamente, su propia Automaestría, o, lo que es lo mismo, abrirse y recibir la Voluntad y la Divinidad del Espíritu, asumiendo con todo amor, humildad, honestidad y responsabilidad lo que esta decisión representa y conlleva.
Será así como el ser humano soberano y empoderado tomará conciencia de este nivel evolutivo que hemos llamado Automaestría en alguna de las etapas de su proceso personal, habiendo transitado por las fases previas de tratamiento y conexión de las partes de su ser, que ya han sido descritas con anterioridad en este capítulo y en otras explicaciones, por medio del entendimiento que vaya adquiriendo a través del contraste, los efectos y los resultados que se deriven de la puesta en práctica en sus propias experiencias de vida de los nuevos conocimientos e informaciones a los que, de forma continuada, vaya pudiendo tener acceso.
Extracto de 21 PREGUNTAS
LIBRO DE LA AUTOMAESTRIA
AUTOR: RAFAEL MONTAÑO CARMONA
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