"Una muñeca
de sal recorrió miles de kilómetros por el desierto, hasta pararse, por fin, en
la misma orilla del mar. Ante aquella inmensidad azul quedó fascinada,
contemplando el agua: líquida, transparente, vibrante… tan diferente a todo lo
que había conocido hasta entonces. Profundamente intrigada, la muñeca preguntó al océano: “¿Quién eres tú?” Y el
mar le contestó, amoroso y sonriente, con una propuesta inquietante: “¿Por qué
no entras y lo compruebas por ti misma?”
La muñeca, entonces, comenzó a avanzar hacia las olas , introduciéndose
lentamente en el mar… y a medida que iba adentrándose… la muñeca iba menguando…
se iba disolviendo. Más se adentraba… y más… y más… se disolvía… A cada paso…
iba quedando menos de la antigua muñeca…Ligera… sutil… por último, antes de la
última disolución final, cuentan que se llegó a oír a la muñeca exclamar:
“¡Ahora…! ¡Ahora sé quién eres…!”
“¡Ahora ya sé quién soy!”
José Almeria
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