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Qué
difícil es ser un dios del director Aleksei German. |
“En este planeta no existía la belleza”, dice el
narrador de la película rusa Qué difícil
es ser un dios del director Aleksei German. La historia sucede en un
agobiante ambiente parecido a una Edad Media de suciedad, enfermedad,
superstición, violencia, hacinamiento. En su notable ausencia entendemos que la
belleza es un concepto que va más lejos de la apariencia, es filosofía, es
conducta. La distorsión de este concepto, la increíble ignorancia que lo remite
al aspecto racial o físico, a la oferta de la publicidad y la sociedad de
consumo, ha convertido a la belleza en algo prescindible, y lo más grave,
incomprensible. Aleksei German literalmente nos tortura con su película, es un
trabajo soportarla, este efecto es el que nos hace conscientes de la
degradación humana que implica vivir sin belleza.
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Qué
difícil es ser un dios del director Aleksei German. |
La híper simplificación del arte comenzó con el
rechazo a la creación de obras que fueran capaces de sublimar la realidad y
llevarla a un plano intelectual y estético que rompiera con la promiscuidad del
pensamiento inmediato. La existencia de la obra tenía que reducirse a lo más
fácil para que una falsa intelectualización, contraria a la percepción real, la
presentara como arte. La primera dificultad a vencer fue la belleza y la
expulsaron del arte, esa representación capaz de sublimar hasta la más terrible
manifestación, se cambió por la literalidad y la inmediatez. La inteligencia
que deja de crear la belleza ya no es capaz de apreciarla. Las obras del estilo
VIP no son así porque denuncien a nuestra sociedad banalizada y violenta, son
así porque son un producto de esa sociedad. No son reflejo del problema, son
parte del problema. ¿Qué queda del resto de la sociedad? No podemos disfrazar
con retórica a la consecuencia de esta involución, la sociedad se está
brutalizando.
Y no se trata de buscar lo bonito que la sociedad de consumo
vende y que es la estética del estilo VIP.
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Qué
difícil es ser un dios del director Aleksei German. |
El arte es una síntesis y representación de lo bello, que
sin embargo puede ser una visión, una narración atroz, la película German tiene
una iluminación preciosista y el tema es casi intolerable. La belleza es una abstracción, el primer
contacto que tenemos con ella es la naturaleza que definimos como bella al
separar o abstraer sus elementos: color, equilibrio, luz, sonidos, formas. La
inteligencia con esa abstracción comprende, replantea y representa esos
elementos: crea arte. Este proceso de armonía y equilibrio se prolonga a la
existencia, podemos abstraer el sonido del agua y meditar con él, podemos
abstraer el silencio y estar en ese equilibrio al que entendemos como belleza.
Entonces la belleza tiene en el arte solo una de sus manifestaciones, la
belleza es conducta, lenguaje, sentimiento, vacío, orden, todo eso que buscamos,
justamente para poder asimilar y vivir la realidad. Al expulsar a la belleza
del arte por la ignorante facilidad que supone una falsa libertad para crear,
caímos en una trampa existencial, perdimos uno de los avances más valiosos de
nuestro pensamiento abstracto, porque la belleza como abstracción logra la
trascendencia. Al ser una idea que nos permite trasformar a la realidad y tener
otra relación con ella, la trascendemos.
El ambiente de la película de German
es abyecto, no hay un instante de reposo, cuando estamos en la realidad, que es
como esa película, y escuchamos música, vemos una escultura, nos abstraernos de
la realidad, la trascendemos, somos más que ella. No hay fuga, hay noción de
nuestro ser, nos encontramos fuera de lo que nos traga, porque nos integramos a
esa belleza, la experimentamos, la hacemos nuestra: el espacio de equilibrio al
escuchar a Bach está dentro de nosotros.
Esa experiencia se pierde si vamos a un museo y hay un
montón de escombros, un letrero con una obviedad escrita, unos focos, presenciamos
algo más bajo que la realidad porque carece de su circunstancia, aun con la
tesis curatorial no puede proporcionar la experiencia de trascender. Sin la
belleza únicamente nos queda asumirnos como tragadores de comida, depredadores
del ambiente, como un estorbo en el planeta. Nuestra razón de ser, para estar
aquí en el presente es mantener esa capacidad para habitar, sentir, vivir y
crear belleza.
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