Ponerle al mal tiempo buena cara.
A eso se le llama optimismo y lo hemos elegido como el propósito más saludable del 2015.
¿Por qué? Porque nuestro organismo se beneficia, y mucho, de una actitud positiva.
Ver el vaso medio lleno en lugar de medio vacío, no solo hará tu vida, y la de los demás, más feliz y agradable.
Además,
será un plus para tu salud.
Afrontar los obstáculos sin hacer una montaña de un grano de arena, permite
disminuir el estrés, estimula el sistema inmunitario y las zonas del cerebro implicadas en la
percepción del dolor se muestran menos activas.
Los optimistas viven más y son más felices.
Los estudios lo confirman: científicos llevaron a cabo un análisis conocido como Proyecto de Genes de la Longevidad y observaron
que factores de personalidad como ser optimista, tolerante o
extrovertido, desempeñan un papel fundamental para alargar la vida.
Otras investigaciones realizadas en Japón y Suecia llegaron a las mismas
conclusiones. ¿Quieres saber cuáles son los beneficios demostrados de
una actitud positiva en nuestra salud?
Los optimistas envejecen mejor
Y no solo viven más años, sino que además disfrutan de una calidad de vida más elevada. Quienes disfrutan de su día a día se mantienen en mejor forma física que sus alicaídos coetáneos.
Los investigadores realizaron un seguimiento a más 3.000 personas de entre 60 y 90 años, midiendo la destreza con la que desempeñaban rutinas cotidianas como
levantarse de la cama, vestirse, ducharse y observando su modo de
caminar (que es un indicador de futuros trastornos neurológicos).
Los resultados indicaron que la ilusión por la vida garantiza una mayor independencia en las actividades diarias en la vejez, así como un deterioro mucho más lento del estado físico.
Refuerza el sistema inmunitario
Dicho de otro modo: los pensamientos negativos y la actitud derrotista debilitan nuestras defensas, nos hacen más vulnerables y nos regalan papeletas para ponernos enfermos. "Una persona pesimista ve la vida de manera más estresante, produce más esteroides y tiene más infecciones que alguien alegre".
El estrés libera hormonas, como los corticosteroides o las
catecolaminas, que inhiben la acción de los anticuerpos y, por tanto, debilitan las defensas. En cambio, cuando estamos serenos, felices y descansamos bien, las funciones inmunológicas se refuerzan. Con un sueño reparador, segregamos gran cantidad de melatonina,
que interviene en multitud de procesos bioquímicos reforzando la
respuesta inmune. Y no es que los optimistas no tengan estrés, pero lo gestionan mejor, son más resolutivos y más capaces de sobreponerse a las adversidades.
El corazón late más sano
Ciertos aspectos psicológicos disminuyen notablemente las probabilidades de sufrir infartos y otros accidentes cardiovasculares. "Hemos visto que factores como la felicidad o la satisfacción con la propia vida reducen el riesgo de enfermedades del corazón, independientemente de características como la edad, el nivel socioeconómico o el peso".
Además, los optimistas tienen mayores niveles de colesterol bueno y más bajos los de triglicéridos,
suelen tener menor presión sanguínea y un peso corporal normal. ¿Que
cómo se explica? Los resultados muestran que, en general, las personas
que se sienten satisfechas con su vida también tienden a adoptar hábitos más saludables: practican ejercicio regular, siguen una dieta saludable y duermen a pierna suelta.
Reduce el dolor
La buena disposición de ánimo ante el dolor puede funcionar como un potente analgésico. "Las expectativas tienen un efecto sorprendentemente grande sobre el dolor. Hemos observado que las conductas positivas producían en torno a un 28% de disminución en la intensidad del dolor, equivalente a una inyección de morfina".
Los resultados sugieren un mecanismo neurológico que puede, en parte,
explicar el impacto positivo del optimismo en las enfermedades
crónicas. "El dolor necesita tratarse con algo más que píldoras. El cerebro puede configurar poderosamente el dolor, y necesitamos explotar este poder".
Ahuyenta a la depresión
Al menos en niños y adolescentes. Promover en ellos el pensamiento positivo y la aceptación de sí mismos es
crucial para su salud y bienestar físico y mental. Los que tienen un
punto de vista optimista son menos propensos a sufrir problemas
emocionales, a caer en el abuso de sustancias; a desarrollar
comportamientos antisociales y síntomas de ansiedad y depresión.
Cuatro ejercicios para ser positivo
El 80% de las personas tienen predisposición al optimismo. ¡Solo hay que entrenarse!
Shawn Anchor, autor de 'La felicidad como ventaja' propone cinco estrategias para optimizar este potencial:
1. Permiso para soñar. A
menudo se disfruta más de la espera que de la actividad misma. Señala
en el calendario citas apetecibles: un viaje, una salida con amigas...
Se cumplan o no, estas visiones agradables elevan los niveles de
endorfinas y el buen humor.
2. Practica la generosidad. Los
pequeños actos de altruismo reducen el estrés y mejoran la salud
emocional. El autor propone como meta realizar conscientemente cinco de
estos actos al día.
3. Explota tu talento. Todo
el mundo tiene varias cosas que se le dan bien (cocinar, arreglar
cosas...). Cada vez que ejercitamos una de ellas se experimenta una
subida de optimismo. Si te hace falta una dosis de seguridad, busca una
de las que haga tiempo que no practicas y disfruta.
4. Dulcifica tu entorno. Las fotos y objetos que adornan las mesas de trabajo son más que mera decoración; suponen pequeñas cápsulas de energía positiva. Además, para ahuyentar las emociones negativas, Shawn Anchor, también propone reducir la dosis diaria de televisión.
Hay que estar informado, pero una cosa es no cerrar los ojos a la
realidad y otra la sobredosis de imágenes e historias de crímenes y
tragedias.
B.Navazo.
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