No expondré ningún sistema complicado en estas páginas. Me propongo únicamente enseñar una técnica simple para llegar a conocer lo más elevado que hay en nosotros. Ningún método de meditación es fácil en sí mismo, porque la práctica significa un control real, y pocas cosas son más difíciles en este mundo.
Sin embargo, un método de meditación puede ser simple. No necesita estar complicado con tortuosas explicaciones, ni presentarse en un lenguaje confuso.
Varios sistemas de meditación han sido enseñados; diferentes senderos del Yoga han sido hallados tanto en los tiempos antiguos como modernos. Pero la técnica que proponemos aquí para llegar al conocimiento de sí mismo no entra fácilmente en ninguna de estas clasificaciones ya existentes.
El Arte de Interrogativa Introspección es único en su simplicidad, originalidad y poder, aunque, naturalmente, tiene puntos de contacto con otros sistemas. No pretendo que sea el camino mejor, pero sí afirmo que ofrece un medio más rápido y más seguro para llegar al conocimiento espiritual que la mayoría de los caminos que conozco. Las varias ramas del Yoga, el profundo y complicado método hindú, son excelentes respecto a la época y al pueblo para los que fue ideado; pero para los pueblos occidentales y antes las necesidades modernas, resultan evidentemente impracticables, excepto para unos cuantos.
Esta investigación del yo verdadero es la forma más sencilla de meditación que conozco y, por lo tanto, la más apropiada para el hombre ocupado de la época actual. Se aprende más rápidamente y es más fácil de practicar que los complicados sistemas yogas de oriente. Puede ser ventajosamente practicada por cualquiera que se preocupe por afirmar la verdad acerca de su propia naturaleza.
Cuando uno se despierta por la mañana y se asea, el primer deber —y generalmente el más descuidado— es el de conectarnos con nuestro verdadero yo. Sin embargo, la mayoría de la gente considera su deber pensar en sus problemas actuales, los trabajos que debe realizar o las personas a las cuales será necesario entrevistar. Las actividades y los trabajos ocupan el primer lugar en sus pensamientos, en vez de esforzarse por obtener esa sabiduría que inspiraría todas sus actividades y solucionaría todos sus problemas. Cuando Jesús dijo: “Buscad primeramente el reino de los cielos y todo lo demás os será dado por añadidura”, se refería no solamente a una regla general sino también a una particular.
El empleo de las palabras “cada día” en el Padre Nuestro es una significativa indicación de que Él aconsejó a sus discípulos a orar o meditar por la mañana. Existen profundas y psicológicas razones para este consejo. Podemos dar la nota dominante a todas las actividades del día por la actitud que adoptemos durante la primera hora después del despertar. Las actividades y deseos del día no han comenzado todavía a turbar la mente.
Si buscamos el reino como primera tarea por la mañana y sacrificamos un poco de tiempo para obtenerlo, nuestro trabajo no se verá perjudicado y nuestros problemas no serán descuidados. Porque crearemos una corriente de sabiduría espiritual y de fuerza que fluirá por debajo de todas las actividades y pensamientos del día. Cualquier cosa que hagamos la haremos correctamente; cualquier decisión a la que lleguemos será la decisión correcta, porque será el resultado do un pensamiento tranquilo y profundo. Aquellos que creen que es una tontería cuidar nuestra actitud espiritual antes que nuestras preocupaciones mundanas, ponen en primer lugar las cosas que deben estar en segundo plano, y en segundo término las primeras. Para ellos, como dice la escritura hindú:
“No hay paz ni en este mundo ni en el otro”.
Sea que demos cinco minutos o cinco horas a esta práctica inspiradora de la vida diaria, los resultados siempre serán notables a la larga. ¿No vale la pena perder un cuarto de hora o una media hora todos los días para conseguir el equilibrio mental y la conciencia del dominio interior?
Esta cuestión de practicar la meditación de diez minutos a media hora una o dos veces al día, es cuestión de costumbre, porque la persona se habitúa gradualmente a que esto forme parte de su vida normal. La segunda quincena será un poco más fácil; la tercera todavía más, hasta que, con el tiempo, llegaremos a dominar este arte. Incluso el más ocupado de los hombres de negocios puede incluirlo en su programa de actos diarios, de modo tal que se convierta en él en una costumbre como el cenar a su hora. Créese el hábito, manténgaselo vivo, y sin duda de que su valor empezará a manifestarse en un consciente progreso.
El desarrollo espiritual no será una cosa azarosa si es algo que está frecuentemente entre nosotros; será un esfuerzo continuo y serio. La práctica diaria, ordenada y regular en la meditación nos conducirá naturalmente a progresos en el arte. En otras palabras, si se practica el método, cada vez hará falta menos esfuerzo para producir el mismo resultado. El progreso depende de la práctica.
La meditación producirá mejores resultados si se practica regularmente todos los días y no en impulsos y nuevos comienzos, porque es algo que gradualmente va “impregnando” mediante esfuerzos diariamente repetidos.
La práctica diaria de la quietud mental debe hacerse tan regularmente como las comidas. La costumbre gobierna nuestras vidas. El hombre que ha aprendido el secreto de crearse costumbres, podrá gobernar lo que controla la vida. Y el mejor hábito que puede crearse un hombre es la costumbre de la meditación. No sólo hago observar, sino que insisto con energía en el sorprendente valor y la necesidad urgente de crear este hábito. Con el tiempo descubriremos que el período diario de quietud mental será un goce que se anticipa y no un deber de disciplina, como pudiera parecer al principio, y no se permitirá que nada interfiera con ello.
Extracto de PAUL BRUNTON - EL SENDERO SECRETO
Una Técnica para el Descubrimiento del Yo Espiritual en el Mundo Moderno
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