Abrid los ojos hacia vosotros mismos y mirad en el infinito del espacio y el tiempo. Oireis que alli vuelven a resonar el canto de los astros, la voz de los numeros y la armonia de las esferas. Cada sol es un pensamiento de dios y cada planeta una forma de ese pensamiento, y es para conocer el pensamiento divino que vosotras almas descendereis y remontareis penosamente el camino de los siete planetas y de los siete cielos suyos. HERMES TRISMEGISTO


Lo que la oruga ve como el final de la vida, el maestro lo llama una mariposa. RICHARD BACH

DEDICATORIA

Allí, donde habitan las mariposas, lo hacen tambien las hadas y los angeles, la verdad y la ilusion, la alegria, el amor, la dulzura y la fantasia; los mas bellos sueños y la esperanza.

Es el lugar donde los rios son de miel y las montañas de plata y diamantes; donde los seres alados bailan moviendose al ritmo de la musica de George Harrison y el aroma del Padmini; donde puedo descansar en grandes almohadones de plumas tejidos con hilos de seda y oro. Es mi refugio, y el de muchos que sueñan encontrarlo, sin saber aún que son mariposas.

Este blog esta dedicado a todos ellos y ojala puedan disfrutarlo como parte de su camino hacia el lugar donde habitaron o habitaran algun dia


Parameshwary
Enero 2009


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sábado, 28 de junio de 2014

Krishnamurti ~ A los pies del maestro - II Carencia de deseos.







Hay muchos individuos para quienes la cualidad "CARENCIA DE DESEOS" es verdaderamente difícil, porque sienten que sus deseos son ellos mismos, y que si desechan sus deseos peculiares, sus gustos y disgustos, dejará de existir su yo. Pero esto les sucede tan sólo a quienes no han visto al Maestro. A la luz de su Santa Presencia se extinguen todos los deseos, menos el de igualarse a Él. Sin embargo, antes que gocéis, de la felicidad de encontraros frente a frente con Él, podréis alcanzar, si queréis, la "Carencia de deseos".

El Discernimiento os ha mostrado ya que las cosas que los hombres más desean, como la ri-queza y el poder, no tienen valor alguno. Cuando esto no se dice tan sólo, sino que se siente en verdad, cesa todo deseo de ellos.

Así pues, todo eso es sencillo; sólo se requiere que lo comprendáis. Pero hay algunos que cesan de perseguir los bienes terrenales, con el fin de ganar el cielo o alcanzar la liberación personal del renacimiento; no debéis caer en este error. Si habéis olvidado al yo, no podéis pensar en la hora en que este yo sea libre o qué clase de cielo tendrá. Recordad que todo deseo egoísta ata, por elevado que sea su objeto, y en tanto no os hayáis librado de él no estaréis enteramente preparados para dedicaros a la labor del Maestro.

Cuando desaparezcan todos los deseos que se refieren al yo, todavía puede existir el deseo de ver los resultados de vuestra obra. Si ayudáis a alguien, querréis ver en cuánto lo habéis ayudado; aun tal vez queréis que aquel a quien habéis ayudado, también lo vea y os lo agradezca. Esto es todavía deseo, y, además, falta de confianza.

Cuando hacéis todo el esfuerzo que podéis para ayudar, debe dar un resultado, tanto si po-déis verlo como si no; si reconocéis la manera de obrar de la Ley, sabéis que esto es así. Por esto debéis obrar rectamente por amor a lo recto, no con esperanza de recompensa; debéis trabajar por amor al trabajo, no por la esperanza de ver el resultado; debéis entregaros al servicio del mundo, porque lo amáis y no podéis dejar de entregaros a él.

No deseéis poderes psíquicos; ya vendrán cuando el Maestro comprenda que debéis tener-los. Además, es esforzarse en adquirirlos trae consigo, muy a menudo, gran perturbación; fre-cuentemente, a su poseedor le descarrían los falaces espíritus de la naturaleza, o se envanece y cree que él no puede caer en error; y el tiempo y el esfuerzo que emplea para alcanzar estos po-deres podría emplearlos, de cualquier otro modo, en trabajar para los demás. Los poderes vendrán en el curso del desarrollo; deben venir; y si el Maestro ve que es útil que los tengáis antes, os enseñará a desarrollarlos sin peligro. Hasta entonces, estaréis mejor sin ellos.

Además, debéis precaveros de ciertos pequeños deseos que son comunes en la vida diaria. No deséis jamás brillar o parecer superior en ningún sentido; no habléis mucho. Es mejor hablar poco; es mejor todavía callar, hasta que estéis seguros de que lo que vais a decir es VERDADERO, BUENO y PUEDE AYUDAR A OTROS. Antes de hablar, pensad cuidadosamente si lo que vais a decir posee estas tres cualidades; si no es así, no lo digáis.

Lo mejor es acostumbrarse desde el primer momento a pensar cuidadosamente antes de ha-blar, porque cuando alcancéis la Iniciación debéis fijaros en cada palabra, no sea que digáis lo que no debe decirse. Mucha habladuría vulgar es insensata y vana; cuando es chismosa, es ma-ligna. Así, acostumbraos a escuchar, mejor que a hablar, no expongáis opiniones, a menos que os las pidan directamente. En resumen; las cualidades son: saber oír, querer y callar; y la última es la más ardua de todas.

Otro común deseo que debéis reprimir severamente es el de inmiscuiros en los asuntos de los demás. Lo que otro haga o diga o crea, no es cosa vuestra, y debéis aprender a dejarlo comple-tamente solo. Él tiene perfecto derecho al pensamiento, palabra y acción libres, mientras no se meta con otro. Así como vosotros reclamáis la libertad de hacer lo más conveniente, debéis concederle la misma libertad, y cuando la usufructúa no tenéis ningún derecho a ocuparos de él.

Si pensáis que obra equivocadamente, y podéis hallar oportunidad de decirle privadamente y con la mayor delicadeza vuestra opinión, es posible que lo convenzáis; pero hay muchos casos en que, aun de esta manera, la intervención sería impropia. Nunca debéis hablar a una tercera persona acerca del asunto, porque ésta es una acción muy baja.

Si veis un caso de crueldad contra un niño o un animal, vuestro deber es defenderlos. Si estáis encargado de instruir a otra persona, es vuestro deber reprender afectuosamente sus faltas. Excepto en semejantes casos, ocupaos de vuestros propios asuntos y ejercitad la virtud del silencio.


J. KRISHNAMURTI

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