IMPACTO Y VALOR DE LA COSMOLOGÍA DE RAMTHA
La historia de la creación de Ramtha es paralela a la de otras cosmologías y tradiciones religiosas, y a su vez añade piezas de información esenciales a su visión del mundo que dan luz y reinterpretan las tradiciones más antiguas. Vamos a intentar mostrar algunas de las características principales de estas tradiciones y cómo éstas se relacionan con Ramtha. Este breve estudio nos permitirá apreciar, a través del contraste, la relevancia y significado de su mensaje.
La investigación de los orígenes de la vida y el universo nos plantea inevitablemente el concepto de Dios: algo más grande que nosotros mismos que debe ser responsable del intrincado detalle y la inteligencia de la vida. ¿Por qué es importante para nosotros discutir el concepto de Dios y las distintas interpretaciones disponibles? ¿Cómo nos afecta personalmente? ¿Qué relevancia tiene en nuestra vida diaria? ¿Qué tiene éste que decir acerca de quienes somos?
La humanidad, en su intento de explicar el significado de su propia existencia, ha examinado a lo largo de su historia los diferentes conceptos de Dios en busca de respuestas. Ha buscado slgnificado en cualquier otra cosa que no sea la humanidad misma, pues sus ideales y esperanzas trascendían el logro de haberse realizado a sí misma. Los filósofos especulaban sobre la naturaleza de la totalidad de ese otro Dios trascendental que poseía las respuestas a todos nuestros misterios. Los profetas reportaron haber recibido visiones y revelaciones divinas directamente de Dios, que los guiaron a través de su confusión y su búsqueda de la grandeza. El concepto de Dios, en general, ha jugado un papel fundamental en el desarrollo de la civilización humana, incluyendo aquellas culturas que formaron sus sociedades basándose en ideales ateístas, como los de Karl Marx, que se refirió a la religión y a la creencia en Dios como «el opio del pueblo» y la fuente de su sufrimiento.
Existen innumerables tradiciones que ofrecen diferentes acercamientos al concepto de Dios y la divina trascendencia, pero todas ellas sin excepción contienen paradojas y contradicciones dentro de sus perspectivas que se han quedado sin resolver. A veces, las tradiciones individuales mismas permiten que tales contradicciones inciten a las personas a renunciar a su razonamiento en una actitud de fe, como ocurre en algunas corrientes del Cristianismo.
El núcleo del mensaje de Ramtha ofrece un entendimiento muy detallado y cohesivo de la naturaleza de la realidad y el significado de nuestra existencia. Incluso, aunque el mensaje de Ramtha puede confundirse erróneamente con una divina revelación que requeriría el consentimiento de una fe ciega, está claro que él es miembro de la raza humana, de ningún modo diferente a nosotros en su naturaleza, y que adquirió su conocimiento a través del poder de su observación y contemplación del mundo natural, sin la ayuda de ningún profesor o ninguna fuente externa.
Éste es un punto muy importante que tiene enormes implicaciones relacionadas con la habilidad humana de adquirir conocimiento a través de la observación, el uso de la razón y la relación entre el universo creado y la fuente primordial.
¿SON EL RACIONALISMO Y LA VOLUNTAD LIBRE REALES, O SON MERA ILUSIÓN?
¿Es la razón capaz de conocer más allá de las fronteras del mundo material? Y si lo es, ¿cómo es posible para ella conocer algo que no existe? ¿Es la voluntad libre algo real o es una ilusión? ¿Por qué sufren los inocentes? ¿Están nuestro destino y la calidad de nuestras vidas determinadas por las circunstancias de nuestro medio ambiente y nuestra biología? Si postulamos que Dios es una realidad fuera de nosotros mismos, que trasciende su propia creación, comprometemos la habilidad de la razón para conocer. Si por otra parte, postulamos que Dios somos nosotros mismos, entonces comprometemos la voluntad libre, la distinción moral entre el bien y el mal y el significado total de la existencia. La razón y la voluntad libre parecen ser elementos básicos en juego ante la paradójica cuestión de Dios y el origen del universo.
Es interesante que cualquier cosa que tengamos que decir acerca de lo divino tiene grandes implicaciones por la manera en que entendemos y definimos la naturaleza misma de la persona. Los conceptos de Dios y lo divino están inevitablemente conectados al concepto del yo. Puesto que la persona humana es el sujeto que habla sobre Dios, es inevitable por consiguiente que cualquier cosa que se diga sobre estos misterios, manifieste y revele la percepción y el entendimiento del sujeto mismo. Incluso en el caso de la divina revelación transmitida por la deidad a su creación, la percepción e interpretación de aquel que la recibe es inevitable. Tomemos a la religión cristiana, por ejemplo: si Dios es uno y Jesucristo es su revelación divina a la humanidad, ¿cómo es posible tener tantas interpretaciones del mismo mensaje que han resultado en la creación de tantas iglesias y denominaciones en conflicto? El mensaje está filtrado a través de la percepción humana. Además, el mensaje habla y es relevante a la percepción humana porque trata tanto del elemento humano como del divino.
Desde el punto de vista de la historia, la guerra de la Independencia Americana y la Revolución Francesa estallaron a partir de una serie de ideas que emergieron en aquel tiempo y que reclamaban y exigían para todo ser humano «libertad, igualdad y hermandad» («liberté, égalité, et fraternité»). Estas ideas revolucionaron el modo en el que la persona se definía a sí misma.(1) Las personas se convirtieron en ciudadanos libres, en lugar de ser los subditos de un orden superior o una corona establecida por Dios. La ciencia y la tecnología florecieron como consecuencia de la llegada de la revolución industrial. La conciencia emergente de libertad e igualdad se agitó por todo el mundo. Uno de los mayores logros de este movimiento fue la Declaración de Derechos(2), redactada en la constitución de los Estados Unidos, que defiende el derecho innato de cada persona a la libertad y el derecho a la vida. Es interesante que la primera frase en la Declaración de Derechos corresponda a la libertad religiosa de culto y de creencia.
La constitución no muestra una clara adherencia hacia alguna creencia religiosa específica o explicación filosófica de la naturaleza de la realidad. Más bien, la primera característica determinativa del ser humano que se defendió fue el derecho innato de cada persona y la habilidad de razonar por sí mismo la fuente más adecuada y confiable de conocimiento, verdad y significado. Estos derechos que definen a la persona humana adquirieron un significado internacional el 10 de diciembre de 1948, cuando la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó y proclamó la Declaración Universal de los Derechos Humanos. El primer artículo de esta declaración manifiesta: «Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos. Están dotados de razón y conciencia, y deberían actuar los unos con los otros bajo un espíritu de hermandad». Esta declaración inicial evoca claramente las ideas de «libertad, igualdad y hermandad» de la Revolución Francesa. Es interesante ver cómo la libertad de culto y de expresión en la Declaración de Derechos de los Estados Unidos cristalizó en forma de la voluntad libre y la habilidad de razonar en el primer artículo de la declaración de las Naciones Unidas.
(1) Steven Kreis, en un discurso sobre la Revolución Francesa preparado para la Universidad Atlántica de Florida en los años 90, declaró: «Sobre las ruinas del antiguo régimen apareció una nueva era que parecía haber comprendido los ideales elevados de la Ilustración. Los ideales eran genuinos y optimistas en todos los sentidos. El hombre había entrado en una fase en la historia de la humanidad caracterizada por su emancipación de la superstición, el prejuicio, la crueldad y el entusiasmo. La libertad había triunfado sobre la tiranía. Nuevas instituciones fueron creadas basadas en la razón y la justicia, y no en la autoridad o la fe ciega. Las barreras de la libertad, los derechos, la igualdad y la hermandad se habían derrumbado. El hombre había sido liberado del tormento del otro mundo y estaba ahora haciendo historia.» El profesor Steven Kreis actualmente da conferencias en el Campus de Meredith, en Raleigh, Carolina del Norte.
(2) La Declaración de Derechos está formada por los primeros diez estatutos o enmiendas de la Constitución de los Estados Unidos, aprobados el 15 de Diciembrede 1791.
LA ALTERNATIVA DE RAMTHA A LAS PARADOJAS DEL POLITEÍSMO Y EL ATEÍSMO
El planteamiento filosófico de Aristóteles, incorporado a la teología cristiana por Santo Tomás de Aquino en la Edad Media y siguiendo el método de los filósofos árabes Averroes y Avicena, muestra que las características más preciosas que definen a la humanidad como especie única son el poder de razonamiento y el ejercicio de la voluntad libre. Sin embargo, como hemos mostrado anteriormente, estas dos características humanas están condicionadas inevitablemente por las distintas nociones de la existencia de Dios: politeísmo, monoteísmo, panteísmo, ateísmo, materialismo y naturalismo. La creencia en un dios externo como la fuente absoluta de toda la existencia presenta un contraste aparente con el materialismo y el evolucionismo natural. Ramtha ofrece una visión alternativa a ambos extremos.
Ramtha cuestiona las presunciones básicas de todas estas tradiciones al enfatizar que el centro del misterio de nuestra existencia depende de la verdadera naturaleza de la persona, el yo, más que de una fuente misteriosa y completamente innombrable del yo, Dios. Usando las palabras de Aristóteles, el origen del universo, «la principal causa de movimiento dinámico, el cambio»— o0ev r\ apxri rn<; xivnoecoc—es, según Ramtha, no una deidad autosuficiente o inteligencia separada de nosotros mismos, sino aquello que es obvio y no obvio, nuestro verdadero yo.
Ramtha a menudo resume su mensaje con la declaración: «Vosotros sois dioses. Vosotros sois dioses olvidados». No obstante, debe aclararse que el uso de los términos Dios y los dioses por Ramtha, no se refiere a la visión politeísta tradicional de la realidad, ni tampoco apoya una visión de la realidad monoteísta o panteísta. Ramtha no es definitivamente ateísta en su enseñanza, pues constantemente usa la palabra Dios como parte integral de su mensaje. Entonces, ¿qué es y qué quiere decir él al usar esta palabra tan polifacética y de tanta controversia?
Para percibir el significado de la cosmología de Ramtha, es de gran ayuda compararla y contrastarla con otros acercamientos filosóficos importantes.(3) La visión de Ramtha no es una interpretación o comentario sobre otras filosofías, ni está construida o estructurada alrededor de éstas. Él usa muchos términos y conceptos de otras tradiciones y los reinterpreta para explicar su perspectiva. Por eso mismo es importante ser consciente de los diferentes conceptos usados normalmente para explicar la naturaleza de la realidad. Vamos a permitirnos estudiar brevemente las principales implicaciones de otras filosofías en lo que concierne a la definición del yo.
(3) Para un estudio completo, más profundo y comparativo de las enseñanzas de Ramtha y las diferentes filosofías y religiones principales del mundo, véase el libro de Miceal Ledwith La ascensión a Dios: La jornada interior del Alma, que aparecerá próximamente.
Politeísmo
Una visión politeísta de la realidad sostendría que el universo, en todos sus aspectos, fue creado o producido por varios dioses o seres que son en última instancia trascendentes al universo creado. En otras palabras, estos grupos de dioses no están afectados por el universo físico y sus leyes. Esta distinción es necesaria si vamos a llamarlos dioses; de otra manera, ellos serían meramente un tipo de superhombre o ser muy avanzado. Es importante recordar que el concepto de Dios que estamos viendo aquí se refiere a la fuente absoluta de toda la existencia, como fue definido por Aristóteles, y no a una cualidad de ser dentro de la realidad existente.
La palabra Dios se usa a menudo para hablar de los dioses que trajeron la tecnología y la cultura a la tierra, como Toth en Egipto, Quetzalcoatl en Mesoamérica, Ninharsag, Enki y Enlil en Oriente Medio, Apolo y Zeus en Grecia, y los dioses Elohim mencionados en el libro del Génesis: «Cuando el hombre empezó a multiplicarse en la Tierra y de él nacieron hijas, los hijos de los dioses —los hijos de Elohim— vieron qué hermosas eran las hijas del hombre y así tomaron por esposas a todas cuantas eligieron».(4) «En ese tiempo, los Nefilim aparecieron en la Tierra después de que los hijos de los dioses se unieron con las hijas del hombre y éstas les dieron hijos. Ellos fueron los héroes de la antigüedad, los hombres célebres».(5) La palabra Dios en estos casos obviamente no se refiere a la fuente absoluta de la existencia, pues debemos preguntarnos: ¿de dónde vinieron los llamados dioses? ¿Quién les dio vida e inteligencia? ¿Quién sustenta su existencia?
(4) Nótese que la parte de la frase del libro del Génesis 6:2 que dice: «ellos tomaron por esposas a todas cuantas eligieron» en términos bíblicos quiere decir literalmente que tomaron a las mujeres sexualmente, y no para establecer un matrimonio como lo entendemos hoy en día.
(5) El libro del Génesis 6:4.
Muchas religiones orientales como el hinduismo, al igual que otras culturas de la antigüedad, como Egipto, Roma y Grecia, contienen un amplio y complejo panteón de dioses en su sistema de creencias. El destino de la persona humana se deja en las manos y la buena voluntad de estos dioses. La consecución de la virtud, la sabiduría y la felicidad en la vida depende, en última instancia, de complacer y servir a estas deidades, y en obtener de ellas el favor, la gracia y la salvación.
El eterno conflicto entre dos fuentes primordiales y antagonistas, que se sostienen por sí mismas, el conflicto entre el bien y el mal, la luz y la oscuridad sobre las cuales el mundo creado no tiene control, es otra forma de politeísmo conocida como dualismo. En el zoroastrismo, una creencia religiosa que prevaleció durante 1.600 años, la realidad es explicada en relación al conflicto entre Ormazd y Ahriman. En la filosofía de Platón, el conflicto sucede entre el caos y el orden, entre aquello que siempre es pero no se ha realizado y aquello que se está realizando pero nunca es. En el maniqueísmo y las tradiciones gnósticas de la era cristiana, el conflicto es visto en forma de luz y oscuridad, conocimiento e ignorancia, razón y divina revelación.
En conclusión, la afirmación básica sobre el Yo que encontramos en un acercamiento politeísta a la naturaleza de la realidad es que la persona humana debe su existencia y significado a una fuente externa, intrínsecamente diferente a ella misma, que la trasciende y abruma. En otras palabras, Dios está fuera de la persona y fuera del alcance de la razón.
En el siglo cuarto antes de Cristo, el filósofo griego Epicuro postulaba que había más de una fuente primordial de existencia en su explicación del universo, pero enfatizaba que estas deidades ni estaban interesadas ni les concernían los asuntos humanos. De este modo, los seres humanos no podían esperar ni favores ni castigos por parte de ellas. La filosofía de Epicuro, por lo tanto, enfatizaba el empirismo, donde la fuente de todo conocimiento se encontraría en la experiencia humana sin necesidad de una divina revelación. Ésta también se basaba en el hedonismo, donde el placer es considerado como el bien más elevado. El epicureismo se mantuvo como un factor influyente en la vida cultural de Grecia y Roma, incluyendo las obras de Cicerón, hasta el siglo quinto d.C. El énfasis de Epicuro en el empirismo resurgió en el siglo dieciséis durante el Renacimiento, con un giro monoteísta, a través de los escritos de Lorenzo Valla y los grandes humanistas Erasmo de Rotterdam y Thomas More.
El empirismo defiende la habilidad de la razón humana de obtener conocimiento a través de la experiencia. Sin embargo no alcanza a unir la separación que hay entre el mundo material y el mundo sobrenatural al limitar su experiencia observable únicamente al reino material. El empirismo sólo es capaz de proveer el conocimiento de los efectos de la naturaleza de Dios y tiende a definir el yo en términos del cuerpo físico y su biología, dejando lo sobrenatural fuera de su campo de observación. La teoría de Charles Darwin sobre la evolución natural de las especies, el psicoanálisis y la definición de la psique(6) de Sigmund Freud son ejemplos de esta visión del mundo.
(6) La definición de la psique de Sigmund Freud incluye a ambos, el consciente y el subconsciente, sin embargo su tesis de que cualquier asunto inconsciente fue una vez consciente, penetrando en la psique a través de la experiencia consciente, muestra su adherencia al empirismo.
Monoteísmo
La visión del mundo monoteísta mantiene una separación ontológica entre el universo y su fuente o creador, Dios. La tradición judeo-cristiana es la mejor representación de este acercamiento. En ella encontramos una compleja articulación de las implicaciones de esta creencia.
Puesto que el universo es la obra manual de Dios, posee de alguna manera conocimiento de su creador. Sin embargo, la razón no es suficiente para conocer la naturaleza de Dios. Tomás de Aquino enseñó en su obra Summa Theologica(7) que nosotros podemos decir que «Dios es» pero no «lo que Dios es». Podemos afirmar la existencia de Dios pero no podemos comprender su naturaleza.
7 Tomás de Aquino, Summa Theologica, 1, 7; 2; 2-3; 12.
El conocimiento de Dios, por lo tanto, requiere el deseo benevolente de Dios de revelarse a sus criaturas. Puesto que la razón no es capaz de conocer el reino de lo divino, requiere la lealtad ciega de la fe, que es vista como un gran regalo y una virtud. La clásica definición de teología se encuentra en las palabras del filósofo medieval San Anselmo: «Fides quaerens intellectum» (La fe en busca del entendimiento). Esta definición evoca claramente una declaración anterior de San Agustín: «Credo ut intelligam» (Creer para poder entender). La teología cristiana es muy cuidadosa en no enfatizar la preeminencia de la fe de manera que ésta niegue completamente la habilidad de la razón para adquirir conocimiento. La inamovible distinción entre Dios y su creación, entre Dios y la persona, es la causa de la supremacía del conocimiento adquirido por la fe sobre aquel adquirido a través de la razón. En su filosofía, San Anselmo estaba siguiendo los conceptos agustinos, que había tomado prestados de la distinción de Platón entre el reino de las ideas invisibles e invariables y las sombras siempre cambiantes del reino visible. El lugar de la razón, y por consiguiente de la naturaleza humana, está limitado al mundo físico de acuerdo con esta visión del mundo.
El hecho de que Dios eligió crear y darle vida al universo implica que Dios es bueno y benevolente. El entendimiento cristiano de la benevolencia de Dios hacia la creación se llama gracia. Atanasio, uno de los padres del concilio de Nicea en el siglo cuatro, habló de la gracia como un segundo regalo, añadido al regalo de la existencia, o la creación misma. El segundo regalo es visto como el desarrollo y la realización de la creación, aunque no en términos de la evolución natural de Charles Darwin, independiente de la intervención divina. A pesar de la aparente benevolencia de Dios, la presencia del mal y el sufrimiento en la Tierra cuestionan esta benevolencia.
El monoteísmo no recurre a una realidad antagonista, preexistente y autosuficiente para explicar la existencia del mal, como en el dualismo. Sólo hay un Dios del cual nace toda la existencia, y no un Dios entre muchos como en el epicureismo. Si hay un solo Dios responsable de la creación, y decimos que este Dios es benevolente con ella, entonces ¿a quién podemos culpar de la existencia del mal y el sufrimiento de los inocentes? El concepto del pecado fue usado para explicar esta paradoja, especialmente el concepto del pecado original heredado a través de la descendencia natural de Adán y Eva, como fue enseñado por San Agustín en el siglo cuarto. El concepto de la salvación, la redención, la vida eterna y la dicha emergen como el antídoto al pecado, la fuente del mal, el sufrimiento y la muerte.(8) La pregunta sigue ahí: ¿por qué Dios creó la serpiente en el jardín del Edén que tentó a Eva?
En conclusión, la afirmación básica sobre el yo que encontramos en un acercamiento monoteísta a la naturaleza de la realidad es sorprendentemente similar a la del politeísmo. La persona humana debe su existencia y significado a una fuente externa, intrínsecamente diferente a ella misma, que la abruma y trasciende. Dios permanece todavía fuera de la persona y fuera del alcance de la razón. Hay una mejor oportunidad de conocer la intención de Dios cuando sólo hay una fuente de creación en lugar de una multitud de intereses conflictivos e igualmente poderosos, como en el politeísmo. De cualquier modo, las dos cualidades básicas de la humanidad que hemos establecido, la voluntad libre y la razón, están comprometidas en esta visión del mundo.
Si Dios es la única fuente responsable de toda la existencia, entonces Dios debe saber todo lo que hay que saber acerca de ella. Si hay algo que eludió su conocimiento debemos preguntarnos, si no vino de Dios, ¿de dónde vino? Los conceptos de la omnipotencia y omnisciencia de Dios apoyan esta línea de razonamiento. La omnipotencia y omnisciencia de Dios plantean un serio problema a la voluntad libre de la humanidad. ¿Cómo puede haber voluntad libre cuando Dios ya sabe lo que la persona va a elegir? Martín Lutero reconoció la realidad de este problema y se opuso a la voluntad libre en su tratado sobre el cautiverio de la voluntad, que escribió en respuesta a Erasmo. Lutero sostenía que aunque una persona actúe en desacuerdo a su voluntad, ésta está en última instancia controlada por Dios. Así, la salvación o la condena están predeterminadas por Dios desde la eternidad. Esta posición engendró el concepto de la predestinación divina, que es similar al determinismo físico y racional que encontramos en el estoicismo, la filosofía panteísta de Espinoza, el determinismo psicológico extraído del acercamiento freudiano y el materialismo de la ciencia.
De acuerdo con la visión monoteísta de la realidad, las bases de la libertad y el poder de razonar son vistas como dones externos que deben ser guiados por algo que está fuera de la misma naturaleza humana. No importa lo mucho que estas cualidades sean elevadas e inspiradas, si no brotan de la naturaleza misma de la persona como una consecuencia natural de quienes somos, entonces no pueden usarse para definirnos a nosotros mismos y contestar la pregunta «quiénes somos».
8 La idea de que la muerte está relacionada con el pecado aparece por todo el Antiguo Testamento, en el Libro del Génesis y los Libros de la sabiduría. En el Nuevo Testamento, San Pablo elabora esta idea, contrastando la condición de caídos en la humanidad, a través de Adán y Eva, y la condición de gracia y redención traída por Jesucristo: «Por lo tanto, el pecado llegó al mundo por una persona, y por el pecado la muerte, y por esto la muerte nos llegó a todos puesto que todos habíamos pecado». «Y la muerte reinó desde Adán hasta Moisés, incluso sobre aquellos que no pecaron después de la ofensa de Adán, como en el caso de aquél que vendrá (Jesús)». San Pedro, Cartas a los Romanos, 5:12, 14.
Ateísmo y materialismo
Es bastante sorprendente e interesante que cuando llevamos las presuposiciones inherentes al acercamiento monoteísta a su extremo lógico, éstas engendran un caos existencial carente de sentido(9), que no se diferencia del determinismo que encontramos en el materialismo o del nihilismo de los existencialistas y humanistas modernos, como Jean-Paul Sartre o Friedrich Nietzsche. El racionalismo va más lejos que el empirismo. Acentúa que la razón tiene la habilidad de obtener conocimiento en virtud de la razón misma, incluso por encima de la experiencia y la observación. El proceso dialéctico platónico de tesis-antítesis-síntesis es el procedimiento principal por el cual la razón es capaz de obtener conocimiento por sí misma. En el siglo diecinueve el racionalismo se desarrolló en un materialismo dialéctico gracias a la obra de Engels, Marx, Nietzsche y otros pensadores que guiaron a los humanistas modernos a ir más lejos que aquellos del siglo dieciséis, hasta las explicaciones ateístas de la naturaleza de la realidad.
9 Fyodor Dostoevsky describe las consecuencias existenciales del rechazo a creer en la existencia de Dios en su libro Los hermanos Karamazov.
La creencia en Dios se volvió inaceptable para estos pensadores y fue vista como una oposición directa a la libertad humana y el poder de la razón. Nietzche vio la existencia de Dios como la mayor objeción a la existencia y a la creatividad humana: «Yo no reconozco el ateísmo de ninguna manera como un resultado, mucho menos un incidente; para mí es una cuestión de trayectoria, procedente del instinto. Yo soy demasiado inquisitivo, demasiado cuestionable, demasiado exuberante para apoyar cualquier respuesta crasa. Dios es una respuesta crasa, una falta de delicadeza contra nosotros, los pensadores —en el fondo una prohibición crasa para nosotros: ¡No pensarás!».(10)
10 Friedrich Nietzsche, Ecce homo págs. 692-693, Basic writings ofNietzsche, traducido por Walter Kaufmann (Nueva York: The Modern Library, 2000).
El rechazo total de Nietzsche a renunciar a la razón en favor de la experiencia religiosa y la creencia en Dios, contrasta con el misticismo del renacimiento español. La mística cristiana Teresa de Ávila, a quien la iglesia reconoció con el título de Doctor, incorporó la separación platónica entre Dios y «la criatura» en su espiritualidad y su búsqueda por la experiencia de lo divino. En otras palabras, la completa rendición de quienes somos como seres humanos es requerida para poder experimentar lo divino. Teresa de Ávila llora poéticamente con un sentimiento de éxtasis santificado:
«Vivo sin vivir en mí,
y tan alta vida espero
que muero porque no muero» (11)
(11) Agustín Bartra, Antología de la Poesía Mística (México: Editorial Pax, México, 1974), págs. 44-46.
Este poema muestra claramente que Dios es tan trascendente y está tan separado de la humanidad que la vida es vista como una prisión y una privación de la felicidad, donde la muerte se espera con anhelo y esperanza. El suicidio es considerado un pecado en la religión cristiana. Así, el místico alcanzaría el efecto opuesto al deseado cuando alguien se quita la vida. Sólo Dios puede dar o tomar la vida de acuerdo con esta creencia religiosa.
El misticismo del Renacimiento
Aunque la creencia en Dios requiere el sacrificio y la entrega de la razón, el misticismo cristiano ofrece en su visión una contradicción inherente al monoteísmo. El misticismo religioso se enfoca en la experiencia de lo divino. Esta experiencia a menudo es descrita en términos de una visión beatificada: ver a Dios cara a cara, donde la persona necesita ser transformada y capacitada para tal experiencia indescriptible. La carne es incapaz de ver a Dios, sin embargo tiene que haber algo, es decir, el alma, que se asemeje a Dios en la naturaleza humana, que permita la po-sibilidad de esta experiencia. Las tres virtudes cristianas básicas de fe, esperanza y amor, descritas por San Pablo,(12) se reducen a una en el reino de los cielos. El amor es todo lo que queda en la visión beata de la vida después de la vida, pues la fe es innecesaria donde Dios es visto cara a cara y la esperanza se convierte en posesión plena de gozo. La experiencia mística de unión con Dios y la visión beatífica sugieren una conexión intrínseca entre la razón humana y la naturaleza de Dios. También sugiere que la naturaleza humana no está limitada al plano físico.
Es particularmente interesante notar, a modo de contraste, el entendimiento de San Agustín de la voluntad libre en términos de la libertad de elegir el bien donde el bien máximo es Dios mismo. Él fue el primero en sugerir una conexión intrínseca entre esta característica humana y la naturaleza de Dios. Sócrates ya había introducido esta idea parcialmente en el siglo quinto a.C. a través de sus diálogos sobre el bien como la máxima virtud moral y fuente de verdadera felicidad. La mayor expresión humana de la libertad moral de elección en favor del bien era, según San Agustín, el verdadero significado del amor. Así pues, su declaración: «Ama y haz lo que quieras» implica una conexión directa entre el amor como cualidad divina y la libre voluntad humana.
(12) San Pablo, Primera Carta a los Corintios 13:13.
Los orígenes de la civilización humana - Ramtha
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