De acuerdo con las informaciones recogidas en Brasil por el periodista alemán Karl Brugger, se hallarían diversas ciudades, ocultas en la espesura, en la cuenca alta del Amazonas, construidas por seres procedentes del espacio exterior en épocas remotas, y que conectarían con un sistema de trece ciudades ocultas en el interior de la cordillera de los Andes. Karl Brugger fue asesinado en la década de 1980 y desaparecieron los documentos fruto de su investigación. Sabemos desde la época de la conquista que los nativos ocultaron sus enormes riquezas bajo el subsuelo, para evitar el saqueo de las tropas españolas. Todo parece indicar que utilizaron para ello los sistemas de subterráneos ya existentes desde muchísimo antes, construidos por una raza muy anterior a la inca, y a los que algunos de ellos tenían acceso gracias al legado de sus antepasados. Posiblemente, el desierto de Atacama en Chile sea el final del trayecto, en el extremo Sur. Sería la zona que las tradiciones de los indios hopi señalan como punto de arribada de sus antepasados cuando, ayudados por unos seres que dominaban tanto el secreto del vuelo como el de la construcción de túneles y de instalaciones subterráneas, se vieron obligados a abandonar precipitadamente las tierras que ocupaban en lo que hoy es el océano Pacífico. Osiris fue otro dios subterráneo. Según Donnelly, en su libro Atlantis: the Antedeluian World, los dioses de los antiguos eran los gobernadores de la Atlántida y miembros de una raza sobrehumana que gobernaba la humana. Antes de la destrucción de su continente, que habían previsto, viajaron en platillos volantes a través de una abertura polar que da acceso al mundo de Agharta, en el interior hueco de la tierra, donde aún viven. “El imperio de Agharta – escribió Ossendowski – se extiende por túneles subterráneos hacia todas las partes del mundo“. Ossendowski habla de la vasta red de túneles construida por una raza prehistórica en la más remota antigüedad, que pasa debajo de océanos y continentes, por los que viajaban vehículos veloces. El imperio del que habla Ossendowski, y del que aprendió de los lamas del Lejano Oriente durante sus viajes en Mongolia, consiste en ciudades subterráneas bajo la corteza terrestre. Debemos diferenciar éstas de las que están situadas en el centro hueco de la tierra. Por lo tanto, existen dos mundos subterráneos, uno más superficial y otro en el centro de la tierra. El escritor O.C. Huguenin cree que existen muchas ciudades subterráneas en diferentes profundidades, entre la corteza terrestre y el interior hueco. Con respecto a los habitantes de estas ciudades, escribe lo siguiente: “Esta otra humanidad tiene un alto grado de civilización, organización económica y social y progreso cultural y científico. En comparación, la de la superficie terrestre es una raza de bárbaros“. Huguenin muestra un diagrama del interior de la tierra, en el que se observan varías ciudades subterráneas en diferentes niveles de profundidad, conectadas entre sí por túneles. Las describe dentro de inmensas cavidades en la tierra.
Huguenin dice que la ciudad de Shamballah, la capital del imperio subterráneo, está en el centro de la tierra, en el interior hueco, en vez de encontrarse en la corteza sólida. Escribe lo siguiente: ‘Todas las cavernas subterráneas de América están habitadas por gente antigua que desapareció del mundo. Estos pueblos y las regiones subterráneas donde viven están bajo la misma autoridad suprema del Rey del Mundo. Tanto el océano Atlántico como el Pacífico, una vez fueron el hogar de los vastos continentes que luego se sumergieron; y sus habitantes hallaron refugio en el Mundo Subterráneo. Las profundas cavernas están iluminadas por una luz resplandeciente que permite el crecimiento de cereales y otros vegetales y les brinda una larga vida, libre de enfermedades. En este mundo, existe una gran población y muchas tribus“. En su libro The Coming Race, Bulwer Lytton describe una civilización mucho más avanzada que la nuestra, que existe dentro de una gran cavidad en la tierra, conectada con la superficie por un túnel. Esta cavidad inmensa era iluminada con una extraña luz que no requería de lámparas para producirla, sino que parecía proceder de la electrificación de la atmósfera. Se afirma que la corteza terrestre está llena de redes de túneles que pasan debajo del océano de un continente a otro, y de la existencia de ciudades subterráneas en grandes cavidades en la tierra. Estos túneles abundan en América del Sur, en especial debajo de Brasil, que fue uno de los principales centros de la colonización de los habitantes de la Atlántida, y podemos suponer que fueron quienes los construyeron. El más conocido de estos túneles es el “camino de los Incas“, que se extiende por varios cientos de kilómetros al sur de Lima, Perú, y pasa debajo de Cuzco, Tiahuanaco y Tres Reos, en camino al Desierto de Atacama. Otra rama se dirige a Arica, Chile. Se dice que los Incas utilizaron estos túneles para escapar de los conquistadores españoles y de la Inquisición. Ejércitos enteros entraron en ellos, con llamas cargadas con oro y tesoros, cuando los primeros conquistadores llegaron. Esa entrada también explica su misteriosa desaparición, que dejó atrás solamente la raza de los quechuas. Se cree que cuando Atahualpa, el último de los reyes Inca, fue asesinado por Pizarro, el oro que era transportado en una hilera de 11.000 llamas cargadas halló refugio en estos túneles. Estaban iluminados por unas fuentes artificiales de luz y habían sido construidos por la raza que construyó Tiahuanaco mucho antes de que el primer Inca apareciera en Perú. Dado que nunca se volvió a ver a los Incas que entraron en estos túneles para escapar de los españoles, es probable que aún vivan en ciudades subterráneas iluminadas, a las que llevan los túneles.
Estos túneles misteriosos, un enigma para los arqueólogos, existen en gran número debajo del Brasil, donde se abren a la superficie en diferentes lugares. El más famoso está en las montañas Roncador, al nordeste del Matto Grosso. Allí se dirigía el coronel inglés Fawcett cuando fue visto por última vez. Se afirma que la ciudad de la Atlántida que buscaba no eran las ruinas de una ciudad muerta en la superficie, sino una ciudad subterránea con habitantes vivos; y se dice que él y su hijo, Jack, estuvieron allí. Esto es lo que creen el profesor de Souza, el comandante Strauss y O.C. Huguenin. La abertura del túnel en las montañas Roncador está vigilada por los feroces indios xavantes que matan a cualquiera que se atreva a entrar sin ser invitado y que pueda molestar a los habitantes subterráneos, a quienes ellos respetan y reverencian. Xavantes son una etnia amerindia que habita una región de Brasil, que en su lengua llaman la tierra Marãiwatséde, en el Mato Grosso. Se autodenominan A´uwê Uptabí, que quiere decir “gente verdadera“. Su población actual es de unas 800 personas, la mayor parte de las cuales siguen hablando el xavante. Practican el rito iniciático de la perforación de orejas. Los indios murcego también guardan el secreto de las aberturas de los túneles secretos que llevan a las ciudades subterráneas en la región de las montañas Roncador del Matto Grosso. Citaremos una carta escrita a Faber Kaiser por un ciudadano estadounidense que vivió muchos años en la zona, llamado Cari Huni: “La entrada a las cavernas está vigilada por los indígenas murcego, una raza de tez morena, tamaño pequeño y extraordinaria fuerza física. Su sentido del olfato está más desarrollado que el de los mejores sabuesos. Aunque aprueben a una persona y le permitan entrar en las cavernas, me temo que esa persona estaría perdida para el mundo conocido, porque guardan el secreto con mucho cuidado y tal vez no le permitan salir”. Tal vez esto le haya ocurrido al coronel Fawcett y a su hijo Jack, quienes se cree entraron en un túnel, que lleva a una ciudad subterránea en las montañas Roncador, y nunca retornaron. Los indígenas murcego viven en cavernas y salen a la noche a las junglas que los rodean, pero no tienen contacto con los habitantes subterráneos. Estos habitan una ciudad subterránea donde forman una comunidad de población considerable que se autoabastece. Se cree que los habitantes de la Atlántida construyeron las ciudades subterráneas. Una cosa es segura: no les llegarían residuos radioactivos. Nadie sabe si aquellos que viven en las antiguas ciudades subterráneas de la Atlántida son los mismos habitantes u otros que se establecieron allí, luego de que los constructores originales se fueron. El nombre de las montañas donde existen estas ciudades es Roncador, en el nordeste del Matto Grosso. Si alguien va en busca de una de esas ciudades debe tener en cuenta que peligra su propia vida, como posiblemente ocurrió al coronel Fawcett.
En Brasil se habla mucho sobre estas cavernas y ciudades subterráneas. Sin embargo, están cerca del Río Araguaya, que desemboca en el Amazonas. Están al nordeste de Guiaba, al pie de una cadena montañosa increíblemente larga llamada Roncador. Pero los indios murcego vigilan, con gran celo, la entrada a los túneles. Una gran parte de los inmigrantes que ayudaron a la sublevación del General Isidro López en 1928, desaparecieron en estas montañas y nunca se les vio de nuevo. Fue durante el mandato del doctor Benavides, que bombardeó Sao Paulo durante cuatro semanas. Luego declararon una tregua de tres días y permitieron que unos 4000 soldados, que eran principalmente alemanes y húngaros, salieran de la ciudad. Alrededor de 3000 fueron a Acre, en el noroeste de Brasil, y aproximadamente 1000 desaparecieron en las cavernas. El lugar donde desaparecieron parece que fue en el sur de la Isla Bananal, cerca de las Montañas Roncador. También hay cavernas en Asia, que mencionan los viajeros del Tíbet, pero las más grandes están en Brasil y existen en tres niveles diferentes. Este mundo subterráneo se asemeja mucho a la descripta por Bulwer Lytton en su libro The Corning Race. Lytton era un rosacruz y es probable que basara su novela en información oculta relacionada con ciudades subterráneas. Se hallaron ruinas de muchas ciudades de la primitiva Atlántida en el norte del Matto Grosso y en el territorio de Amazonia, lo cual indica que los habitantes de la Atlántida colonizaron esta tierra alguna vez. Hace algunos años, un inglés, maestro de escuela, que oyó rumores de una ciudad perdida de la Atlántida en un elevado altiplano de la región, fue a buscarla. Lo hizo, pero las dificultades del viaje le costaron la vida. Antes de morir envió una paloma mensajera con una nota que describía una magnífica ciudad que descubrió, en cuyas calles se alineaban altas estatuas doradas. Si los habitantes de la Atlántida colonizaron Brasil alguna vez y construyeron ciudades en el Matto Grosso, ¿por qué construyeron ciudades subterráneas? No parece que pudiese ser para escapar del diluvio que sumergió la Atlántida y las zonas vecinas, porque el Matto Grosso está en un altiplano, donde se supone no podía llegar el agua. El arqueólogo Harold Wilkins, especializado en América del Sur, opina que las ciudades subterráneas fueron construidas para escapar de la radioactividad que resultó de una guerra nuclear que afectó a los habitantes de la Atlántida. Esta parece una explicación verosímil, pues no parece haber otras razones para llevar a cabo una labor tan compleja como la de la construcción de ciudades subterráneas, cuando ya tenían ciudades magníficas en la superficie de la tierra. Pero esto entra de lleno en el terreno especulativo.
Se dice que en Agharta algunos de sus habitantes han alcanzado algo parecido a la inmortalidad. El profesor Henrique J. de Souza, Presidente de la Sociedad Teosófica de Brasil y una autoridad en el tema de Agharta, publicó un artículo en la revista de la Sociedad Teosófica. Bajo el título “Does Shangri-la Exist?”, dice lo siguiente: “Entre todas las razas humanas, desde el principio del tiempo, siempre existió una tradición con respecto a la existencia de una Tierra Sagrada o Paraíso Terrenal, donde los ideales más elevados de la humanidad se realizaban. Este concepto podemos hallarlo en las escrituras y tradiciones más antiguas de los pueblos de Europa, Asia Menor, China, India, Egipto y las Américas. Se dice que sólo las personas merecedoras, puras e inocentes pueden tener acceso a esta Tierra Sagrada. Por eso, constituye un tema central de los sueños de la niñez. El camino que lleva a esta Tierra Bendita, este Mundo Invisible, este Dominio Esotérico y Oculto, constituye la búsqueda central y la clave maestra de todas las enseñanzas de misterio y los sistemas de iniciación del pasado, presente y futuro. Esta clave mágica es el ‘Ábrete Sésamo’ que abre la puerta a un nuevo y maravilloso mundo. Los antiguos rosacruces lo designaron por una palabra francesa, Vitriol’, que es una combinación de las primeras palabras de la frase: ‘vista interiora terrae rectificando invenes omnia lapidem’. Indica que ‘en el interior de la Tierra, hay un verdadero misterio oculto’. El camino a este Mundo Escondido es el Camino de la Iniciación“. Shangri-la es el topónimo de un lugar ficticio descrito en la novela, escrita por James Hilton en 1933, titulada Horizontes perdidos. Por extensión, el nombre se aplica a cualquier paraíso terrenal, pero sobre todo a una utopía mítica del Himalaya: una tierra de felicidad permanente, aislada del mundo exterior. En la novela, las personas que viven en Shangri-la son casi inmortales, de modo que aventureros y exploradores intentaron hallar ese paraíso perdido. En la antigua Grecia, en los Misterios de Delfos y Eleusis, se hacía referencia a esta Tierra Paradisíaca como el Monte Olimpo y los Campos Elíseos. Además, en los primeros tiempos védicos, se lo llamaba por diferentes nombres, como Ratnasanu (‘pico de la piedra preciosa’), Harmadri (‘montaña de oro’) y Monte Meru (‘hogar de los dioses y Olimpo de los hindúes’). Simbólicamente, el pico de esta montaña sagrada está en el cielo, su parte media está en la tierra y la base, en el Mundo Subterráneo. Las Eddas escandinavas también mencionan esta ciudad celestial, que estaba en la tierra subterránea de Asar de los pueblos de la Mesopotamia. Era la Tierra de Amenti del Libro Sagrado de los Muertos de los antiguos egipcios. Era la ciudad de los Siete Pétalos de Vishnu y la Ciudad de los Siete Reinos de Edom o Edén de la tradición judía. Es decir, era el Paraíso Terrenal. En toda Asia Menor, no sólo en el pasado, sino en la actualidad también, existe la creencia en la existencia de una Ciudad de Misterio, llena de maravillas, conocida como Shamballah, donde está el Templo de los Dioses.
También es la Erdami de los tibetanos y mongoles. Los persas la llamaron Alberdi o Aryana, tierra de sus ancestros. Los hebreos, Canaan; y los mejicanos, Tula o Tolan; los aztecas la llamaron Maya-Pan. Los conquistadores españoles que llegaron a América creían en la existencia de una ciudad semejante y organizaron muchas expediciones para hallarla. La llamaron El Dorado. Es probable que se hubieran enterado de ella por medio de los aborígenes que la llamaban Manoa o Ciudad cuyo Rey viste ropa de Oro. Para los celtas, esta tierra sagrada era conocida como la Tierra de los Misterio, Duat o Dananda. Una tradición china habla de una Tierra de Chivin o Ciudad de una docena de Serpientes. Es el Mundo Subterráneo, que está en las raíces del Cielo. Es la Tierra de los Calcas, Caléis o Kalki, la famosa Colchida que buscaban los argonautas cuando salieron en busca del Vellocino de Oro. En la Edad Media, se referían a ella como la Isla de Avalon, donde los Caballeros de la Mesa Redonda, bajo el liderazgo del Rey Arturo y del mago Merlín, salieron en busca del Cáliz Sagrado, símbolo de obediencia, justicia e inmortalidad. Cuando el Rey Arturo fue seriamente herido en batalla, pidió a su compañero Belvedere que partiera en barco a los confines de la tierra, con las siguientes palabras: “Adiós, Belvedere, amigo y compañero mío. Ve a la tierra donde nunca llueve, donde no hay enfermedad, y donde nadie muere”. Esta es la Tierra de la Inmortalidad, o Agharta, el Mundo Subterráneo. Esta tierra es la Walhalla de los alemanes, el Monte Salvat de los Caballeros del Cáliz Sagrado, la Utopía de Thomas More, la Ciudad del Sol de Campanella, la Shangri-la del Tíbet y la Agharta del mundo budista. Aparentemente las ciudades subterráneas de Agharta fueron construidas por los atlantes Abandonaron su hogar anterior en la cima de la montaña sagrada en el centro de la Atlántida, el Monte Olimpo o Meru, luego simbolizado en las pirámides truncadas de cuatro lados, en Egipto y Méjico, y volaron a través de la abertura polar, al nuevo hogar en Walhalla, los palacios dorados de la ciudad de Shamballah, capital de Agharta, el mundo subterráneo. La mitología teutónica se refiere a la migración de los dioses-gobernantes de la Atlántida al mundo subterráneo, antes a la destrucción de la Atlántida, como el “Gotterdammerung“, o Crepúsculo de los Dioses. Hicieron el viaje en platillos volantes, o vimanas, que eran las aeronaves de la Atlántida. En los días de la Atlántida, los platillos volantes viajaban en la atmósfera de la Tierra, pero después que entraron en el mundo subterráneo siguieron volando en el interior hueco. Después de la explosión atómica de Hiroshima en 1945, salieron a la superficie para evitar una catástrofe nuclear. La tragedia que ocurrió a la Atlántida se debió a su desarrollo científico. Ello originó una guerra nuclear que calentó la atmósfera, derritió las capas de hielo polares y produjo el diluvio que sumergió todo el continente. Un grupo de sobrevivientes, liderados por Noé, halló refugio en las alturas de Brasil, que era una colonia de los habitantes de la Atlántida en ese momento, donde construyeron ciudades subterráneas, conectadas a la superficie por túneles, para impedir la destrucción a causa de la radioactividad y la inundación.
Según Platón, la Atlántida se sumergió debido a una serie de inundaciones que ocurrieron hace aproximadamente 11.500 años. Se dice que alrededor de cuatro millones de habitantes perdieron sus vidas. Aquellos que fueron prevenidos escaparon a tiempo. Se afirma que ellos o sus descendientes aún viven en ciudades subterráneas. También es posible que a bordo de sus platillos volantes emigraran a otros planetas. En relación con esto, es interesante tomar en cuenta el antes mencionado libro de Julio Verne, Viaje al Centro de la Tierra, que presenta una concepción similar sobre la formación de la Tierra. Verne describe un grupo de exploradores que entró en un conducto volcánico y, luego de viajar durante meses, llegó al centro hueco de la tierra, a un nuevo mundo con un sol propio que lo iluminaba, océanos, tierra y hasta ciudades, construidas por los habitantes de la Atlántida. Verne creía que antes de la destrucción de la Atlántida, algunos de sus habitantes escaparon y colonizaron ciudades subterráneas en el centro hueco de la tierra. Dado que la mayoría de las predicciones de Verne luego fueron verificadas, es posible que ésta también se cumpla. Por Probablemente no a través de un conducto volcánico, sino mediante una expedición aérea a través de las aberturas polares hasta el interior hueco de la tierra. Uno de los primeros colonizadores alemanes en Santa Catarina, Brasil, escribió y publicó un libro sobre el Mundo Subterráneo, con información obtenida de los indígenas. El libro describía la Tierra como hueca, con un sol central. Decía que el interior de la tierra era habitado por una raza longeva, que vivía libre de enfermedades y se alimentaba con frutas. También sostenía que este Mundo Subterráneo estaba conectado con la superficie por medio de túneles abiertos en su mayoría en la zona de Santa Catarina y alrededores, en Brasil, lugar con una fuerte inmigración alemana, en muchos casos de jerarcas nazis, al finalizar la II Guerra Mundial. El autor invirtió seis años en la investigación y el estudio de los misteriosos túneles que abundan en Santa Catarina, construidos por una raza antigua para llegar a las ciudades subterráneas. Las investigaciones continúan. El explorador ruso Ferdinand Ossendowski sostiene que los túneles que pasan por debajo de los Océanos Pacífico y Atlántico, así como debajo de los continentes, son construcciones de hombres pertenecientes a una civilización hiperbórea. Esta civilización floreció en la región polar en el momento en que el clima aún era tropical. Se trataría de una raza de “superhombres” que poseían elevados conocimientos científicos y fueron autores de inventos maravillosos, que incluían máquinas excavadoras de túneles, de las que no conocemos casi nada. Con estas máquinas llenaron la tierra de túneles.
Ossendowski cuenta sus propias experiencias en Mongolia, donde es universal la creencia en el mundo subterráneo de Agharta, gobernado por el Rey del Mundo, que residiría en la ciudad sagrada de Shamballah: “¡Deténgase! dijo mi guía mongol, cuando cruzamos el altiplano de Tzagan Luk—. Deténgase! —Su camello se agachó sin que él se lo ordenara. El mongol levantó las manos en señal de adoración y repitió la frase sagrada: ‘OM MANÍ PAEME HUM’. Los otros mongoles detuvieron sus camellos de inmediato y comenzaron a rezar. ¿Qué ocurrió?, me pregunté, mientras detenía mi camello. Los mongoles siguieron sus oraciones unos momentos y, luego montaron los camellos y continuaron. —Mire —dijo mi guía—, cómo los camellos mueven las orejas con terror, cómo se quedan inmóviles y alertas las melenas de los caballos y cómo los camellos y el ganado se agachan hasta el suelo. Note cómo las aves dejan de volar y los perros de ladrar. El aire vibra de dulzura y uno oye la canción que penetra los corazones de todos, los hombres, los animales y las aves. Todos los seres vivientes, llenos de miedo se detienen. Pues el Rey del Mundo, en su palacio subterráneo está profetizando el futuro de todos los pueblos de la tierra. —Así habló el anciano. En Mongolia, con sus montañas e interminables mesetas, nació un misterio que preservaron los lamas. Los gobernadores de Lhasa y Ourga poseyeron estos misterios. Fue durante mi viaje al Asia Central que oí por primera vez sobre este Misterio de los Misterios. En un principio no le presté atención; pero luego sí, cuando pude analizarlo y compararlo con determinados testimonios, frecuentemente sujetos a controversia. Los ancianos en Amyil me contaron una antigua leyenda, que decía que una tribu mongol, que escapaba de Genghis Khan, se escondió en una tierra subterránea. Luego, cerca del Lago Nogan, en la vecindad de Soyota me mostraron una puerta que servía de entrada al reino de Agharta. Un cazador había entrado a través de esta puerta y contó de su visita cuando volvió. Los lamas le cortaron la lengua para impedirle hablar sobre el Misterio de los Misterios. En su ancianidad, volvió a la entrada de la caverna y desapareció en el Mundo Subterráneo. Los nómades se emocionan siempre al recordar esto. Obtuve información más detallada de Houtouktou Jelyl Djamsrap, de Narabanch Kure. Me contó la historia de la llegada del Rey del Mundo todopoderoso a la puerta de salida del Mundo Subterráneo, de su aparición, de sus milagros y de sus profecías. Luego, comencé a comprender esta leyenda, esta hipótesis, esta visión colectiva, que —más allá de cómo la interpretemos— esconde no sólo un misterio, sino una fuerza real que gobierna e influye en el curso de la vida política del Asia. Desde ese momento, comencé mis investigaciones. El lama Gelong, favorito del Príncipe Choultoun Beyli, me describió el Mundo Subterráneo. Hace más de seis mil años —me dijo—, un hombre santo desapareció en la tierra, en compañía de una tribu de personas que nunca volvió a la superficie. Varios otros hombres, como Cakya-Muni, Undur-Ghengen Paspa, Baber y otros, también visitaron este mundo interno. Nadie sabe dónde hallaron la entrada. Algunos dicen que fue en Afghanistan, otros, que fue en la India“.
Y continúa Ossendowski: “Todos los habitantes de esta región están protegidos contra el mal, y no existe el crimen dentro de sus límites. La ciencia se desarrolló con tranquilidad, sin interrupciones por la guerra, y libre de espíritu de destrucción. En consecuencia, el pueblo subterráneo pudo lograr un grado de sabiduría mucho mayor. Estas personas componen un vasto imperio con millones de habitantes, gobernado por el Rey del Mundo, que domina todas las fuerzas de la naturaleza, puede leer lo que está dentro de las almas de cada uno y gobierna más de ocho millones de seres humanos, todos dispuestos a ejecutar sus órdenes. Todos los pasajes subterráneos en el mundo entero llevan al Mundo de Agharta. Los lamas dicen que todas las cavidades subterráneas en América están habitadas por esta gente. Los habitantes de los continentes prehistóricos sumergidos (Lemuria y la Atlántida) hallaron refugio y siguieron viviendo en el Mundo Subterráneo. El lama Turgut, que realizó el viaje de Ourga hasta Pekín conmigo, me dio más detalles: La capital de Agharta (Shamballah) está rodeada de villas, donde viven los Sabios Sagrados. Me recuerda a Lhasa, donde el templo del Dalai Lama se eleva por encima de una montaña rodeada de templos y monasterios. Su palacio está rodeado de los palacios de los gurúes, que controlan las fuerzas visibles e invisibles de la tierra, desde el interior hasta el cielo, y son los dioses de la vida y la muerte. Si nuestra alocada humanidad continúa sus guerras, tal vez vengan a la superficie y la transformen en desierto. Pueden secar los océanos, transformar los continentes en mares y hacer desaparecer las montañas. Viajan en extraños vehículos, desconocidos en la superficie, a velocidades increíbles, a través de los túneles dentro de la tierra. Los lamas encontraron vestigios de estos hombres en todas partes e inscripciones en las rocas; y vieron restos de las ruedas de sus vehículos. Cuando le pedí que me contara cuántas personas habían visitado Agharta, contestó: ‘Un gran número, pero la mayoría conservan el secreto todas sus vidas. Cuando los olets destruyeron Lhasa, uno de sus regimientos, en las montañas del sudoeste, llegó a los límites de Agharta y se los instruyó en sus misteriosas ciencias, por lo cual los olets y talmuts se convirtieron en profetas. Algunas tribus negras del este también entraron en Agharta y continuaron viviendo allí por siglos. Luego, fueron expulsadas del Mundo Subterráneo y volvieron a la superficie. Trajeron con ellos los conocimientos del misterio de la profecía con cartas y la lectura de las líneas de la palma de la mano. (Fueron los ancestros de los gitanos.) En una región determinada del norte de Asia, existe una tribu que está a punto de desaparecer y que frecuenta las cavernas de Agharta. Sus miembros pueden invocar a los espíritus de los muertos, que viven en el espacio’. Entonces, el lama se calló por un tiempo y, luego, respondió a mis pensamientos. Siguió: ‘En Agharta, los sabios escriben todas las ciencias de nuestro planeta y de los otros mundos en tablas de piedra. Los sabios de los budistas chinos saben eso. Su ciencia es la más avanzada y pura. Todos los siglos, los sabios de China se unen en un lugar secreto cerca del mar, montados en las espaldas de cien tortugas grandes que salen del océano, para escribir las conclusiones de la ciencia divina de su siglo‘””.
Y Ossendowski sigue con su relato: “Esto me trae a la mente una historia que me contó un anciano asistente chino en el Templo del Cielo en Pekin. Me contó que las tortugas viven tres mil años sin aire ni comida. Por esa razón, todas las columnas del Templo del Cielo, de color azul, descansan en las espaldas de tortugas vivas: para que los soportes de madera no se pudran. Muchas veces, los gobernadores de Ourga y Lhasa envían embajadores al Rey del Mundo; —dijo el lama bibliotecario—, pero no llegan a él. Sin embargo, un jefe tibetano, después de una batalla con los olets, llegó a una caverna, cuya entrada decía: ‘ESTA PUERTA LLEVA A AGHARTA’. Un hombre de hermosa apariencia salió de la caverna y le presentó una tableta dorada, con una extraña inscripción: ‘El Rey del Mundo aparecerá ante todos los hombres cuando llegue el tiempo de la guerra del bien contra el mal, pero el momento aún no ha llegado. Los peores miembros de la raza humana todavía no han nacido’. Chang Chum Ungern envió al joven Príncipe Pounzig como embajador ante el Rey del Mundo. El embajador retornó con una carta para el Dalai Lama de Lhasa. Lo mandó una segunda vez, pero el joven nunca regresó“. Todo parece indicar que no existen el Polo Norte ni Sur. Donde se supone que existen, hay grandes aberturas que dan al interior hueco de la tierra. Una gran cantidad de los platillos volantes observados parece que vienen del interior hueco de la tierra a través de estas aberturas polares. El interior hueco de la tierra, que el sol central calienta y que sería el origen de las auroras boreales, tiene un clima subtropical, de alrededor de 24 grados de temperatura. Los exploradores árticos descubrieron que la temperatura se eleva a medida que se viaja hacia el norte lejano. Allí hallaron océanos sin hielo, vieron animales que viajaban al norte en invierno, en busca de comida y calor, cuando deberían viajar hacia el sur, se encontraron con que la aguja de las brújulas tomaban una posición vertical en vez de horizontal y actuaban de una forma extraña. También descubrieron que hay aves tropicales y más vida animal, cuanto más al norte se va. Hallaron mariposas, mosquitos y otros insectos en el lejano norte y vieron que la nieve estaba coloreada a causa del polen y de un polvo negro, lo que es más frecuente cuanto más al norte se va. La única explicación es que este polvo venga de volcanes activos en las proximidades de las aberturas polares. Todo parece indicar que existe una gran población que habita en el interior de la corteza terrestre y que conforma una civilización mucho más avanzada que la nuestra. Es probable que desciendan de los antiguos habitantes de los continentes sumergidos de Mu, Lemuria y la Atlántida. Los platillos volantes son sólo uno de sus muchos logros. Es probable que los Estados Unidos conozcan la existencia de una abertura polar y una tierra más allá de los polos. El Almirante Byrd realizó vuelos en los Polos Norte y Sur que demostraban su entrada en este mundo subterráneo. Probablemente esta información se conserve como secreto de estado. También los nazis hicieron referencia a sus contactos con Shamballah.
Fuentes:
- Raymond Bernard – La Tierra Hueca
- Andreas Faber Kaiser – Los túneles de América
- Julio Verne – Viaje al centro de la Tierra
- J.J. Benitez – Yo, Julio Verne
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