Complicado explicar es lo inabarcable por una mente no sideral, humana a ras del suelo aunque roce las estrellas, pues el tiempo es el tiempo y genera distorsiones perceptivas en la mente y en la propia materia. Puesto que el universo es mente y la materia es mente a un nivel diferente.
Podemos vestirlo de pasado, de presente y de futuro pero, más allá de esto, son tiempos que, adornados por líneas rectas (que son curvas), trazan elipses que se cruzan y entremezclan y, de vez en vez, crean la ilusión compartida de vivir tiempos simultáneos.
Ardua labor describir instantes donde rozo lo que temporalmente me trasciende. Al margen del tiempo toda temporalidad no es descriptible, pero incluido en él toda temporalidad tampoco lo es puesto que el tiempo distorsiona la dinámica de la materia, la cinética de la existencia y recrea una existencia de cadencias (mires en la dirección que mires).
Toda locura o partitura, sonata o desiderata, toda estancia de la mente cuando creer cree venir de un pasado unísono al presente no es mas que pura ilusión del tiempo arraigado en pensamientos y de pensamientos subyugados por el tiempo, es decir y concluyendo, de tiempo arraigado en la experiencia de la mente. Y de mente embriagada por la ilusión del tiempo.
Lo cierto es que labro la piedra a la vez que blando la espada, que blando la espada a la vez que acaricio un teclado, al mismo tiempo que cruzo las estrellas planeando en nave de iridio plateado. Es lo que parece y no parece lo que es. Es tantas cosas a la vez que acertijo parecer parece y acertijo es.
Sin tiempo en el tiempo. En el tiempo sin tiempo. Estas son las claves.
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