¿Cuáles son los límites de la encarnación?
Propiamente hablando, la encarnación no tiene límites bien marcados, si se entiende por tal la envoltura que constituye el cuerpo del espíritu atendido que la materialidad de esta envoltura, disminuye a medida que el espíritu se purifica. En ciertos mundos más adelantados que la tierra, es menos compacta, menos pesada y menos grosera, y por consiguiente, sujeta a menos vicisitudes; a un grado más elevado, es diáfana y casi fluídica; de grado en grado se desmaterializa y acaba por confundirse con el periespíritu. Según el mundo en que debe vivir el espíritu, toma éste la envoltura apropiada a la naturaleza de aquel mundo.
El mismo periespíritu sufre transformaciones sucesivas; se hace cada vez más etéreo hasta la completa depuración, que constituye la esencia de los espíritus puros. Si mundos especiales están afectos, como estaciones, a los espíritus muy adelantados, estos últimos no están sujetos a ellos como en los mundos inferiores; el estado libre en que se encuentran les permiten transportarse a todas las partes a que les llaman las misiones que les son confiadas.
Si se considera la encarnación desde el punto de vista material, como tiene lugar en la tierra, se puede decir que está limitada a los mundos inferiores; por consiguiente, depende del espíritu desembarazarse de ella más pronto, trabajando para su purificación.
Debe también considerarse que en el estado errante, es decir, en el intervalo de las existencias corporales, la situación del espíritu está en relación con la naturaleza del mundo al que le liga su grado de adelanto; así es que en la erraticidad, es más o menos feliz, libre e ilustrado, según esté más o menos desmaterializado
(San Luis. París, 1859).
Extracto de: EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO - ALLAN KARDEC
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