Abrid los ojos hacia vosotros mismos y mirad en el infinito del espacio y el tiempo. Oireis que alli vuelven a resonar el canto de los astros, la voz de los numeros y la armonia de las esferas. Cada sol es un pensamiento de dios y cada planeta una forma de ese pensamiento, y es para conocer el pensamiento divino que vosotras almas descendereis y remontareis penosamente el camino de los siete planetas y de los siete cielos suyos. HERMES TRISMEGISTO


Lo que la oruga ve como el final de la vida, el maestro lo llama una mariposa. RICHARD BACH

DEDICATORIA

Allí, donde habitan las mariposas, lo hacen tambien las hadas y los angeles, la verdad y la ilusion, la alegria, el amor, la dulzura y la fantasia; los mas bellos sueños y la esperanza.

Es el lugar donde los rios son de miel y las montañas de plata y diamantes; donde los seres alados bailan moviendose al ritmo de la musica de George Harrison y el aroma del Padmini; donde puedo descansar en grandes almohadones de plumas tejidos con hilos de seda y oro. Es mi refugio, y el de muchos que sueñan encontrarlo, sin saber aún que son mariposas.

Este blog esta dedicado a todos ellos y ojala puedan disfrutarlo como parte de su camino hacia el lugar donde habitaron o habitaran algun dia


Parameshwary
Enero 2009


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miércoles, 8 de abril de 2015

Juan de Flandes y los retratos en la corte de los Reyes Católicos (3): Juan de Flandes


JUAN DE FLANDES. La tentación de Cristo (1496-1504)
Tabla del Políptico de Isabel la Católica
National Gallery, Washington
         Juan de Flandes fue el más importante de todos los pintores que estuvieron al servicio de la reina Isabel. Su verdadero nombre sigue siendo una incógnita, «a no ser que se trate del Juan Astrat que reza una inscripción colocada al dorso de una de sus tablas del Políptico de Isabel la Católica, y que seguramente supone una castellanización del apellido flamenco Straat» (PORTÚS, 1998:74). Su presencia en Castilla está documentada a partir de 1496, fecha en la que firma un contrato mediante el cual se le consigna una retribución anual de 20.000 maravedíes (PITA ANDRADE, 2006:26) aunque su aparición en tierras castellanas debe datar del momento en que se  concierta el doble matrimonio entre los hijos de los Reyes Católicos y los del Emperador Maximiliano I y María de Borgoña (BERMEJO, 1988:8), que sería el motivo que le trajo a España.

        Sobre su formación es muy poco todavía lo que hoy se conoce, por lo que los historiadores se han servido de su forma de pintar para formular las distintas hipótesis sobre dónde pudo aprender el oficio y sobre quiénes pudieron ser sus maestros. Bermejo sugiere una primera formación relacionada con el círculo de la escuela de Gante, dominado por aquellos años por las figuras de Hugo van der Goes, Dirk Bouts, Justo de Gante y el llamado «Maestro de María de Borgoña». Más tarde, pudo pasar a Brujas, donde asimilaría algunos de los rasgos de Gerard David y, especialmente, de Hans Memling, del que toma «su sensibilidad en la búsqueda de una calma elegante y un deseo de dotar a algunos de sus personajes de una belleza un tanto ensoñadora» (BERMEJO, 1998: 196). Esta segunda etapa de su formación es para Silva Maroto mucho más importante y profunda que la primera, y sería decisiva para formar su propia personalidad «decidida e independiente».

JUAN DE FLANDES. Noli me tangere (1496-1504)
Tabla del Políptico de Isabel la Católica

Museo del Prado, Madrid
            Quedaría también por resolver por qué camino Juan de Flandes entra en contacto con la Corte de los Reyes Católicos. Bermejo descubre en el llamado Políptico de la Reina Isabel, una de sus primeras pinturas para la reina, la asimilación de elementos italianos renacentistas que cree que sólo pudo conocer de primera mano, es decir, en Italia. Aunque no existe constancia documental alguna del mismo, ese viaje a Italia bien pudo haberlo hecho en compañía de Justo de Gante cuando este pasó a trabajar al servicio del Duque de Urbino, Federico de Montefeltro. Desde 1472 y hasta la muerte de éste en 1482, también sabemos de la presencia en la corte ducal del pintor español Pedro Berruguete, quien colaboró con Justo de Gante en el proyecto de decoración del Studiolo del duque. Si se acepta la hipótesis de ese viaje, su relación con Pedro Berruguete sería una consecuencia natural, y bien pudo ser él, tras regresar a España en 1483 quien le animase a hacer lo mismo, «sabedor, además, de que los gustos de la Corte Castellana, con la Reina católica como figura principal, se inclinaban, con indiscutible preferencia, por la pintura flamenca lo que podría proporcionarle importantes encargos» (BERMEJO, 1998: 204), e incluso pudo procurarle él mismo algún tipo de presentación.

            Más recientemente, Zalama ha aventurado otra hipótesis, al sugerir que no habría que descartar la posibilidad de que Felipe el Hermoso hubiera tenido algo que ver con la llegada a España de Juan de Flandes, al coincidir la fecha de su llegada con la de los esponsales de Juana y Felipe, además de que «en el corto período en que fue rey de Castilla, Felipe el Hermoso se interesó especialmente por las pinturas de Juan de Flandes» (ZALAMA, 2006:36), aunque tampoco de ello disponemos de datos documentales.

            Además de los retratos de los que nos ocuparemos más adelante, durante los años en que Juan de Flandes se mantuvo al servicio de la reina Isabel, pintó obras de carácter religioso, como el Retablo de San Juan Bautista, para la Cartuja de Miraflores, y la mayor parte de las tablas del Políptico de Isabel la Católica, en el que trabajó junto a Michel Sittow. Después de la muerte de la reina, en 1504, abandonó la corte y se dirigió a Salamanca para pintar los cuadros del retablo de la capilla de la Universidad de los que únicamente han sobrevivido las tablas de dos santas identificadas como Santa Apolonia y Santa María Magdalena.

JUAN DE FLANDES. La Crucifixión (h. 1509). Panel del Retablo Mayor de la Catedral de Palencia
Museo del Prado, Madrid

A finales de 1509 se trasladó a Palencia donde contaba con importantes apoyos, el más importante de todos el obispo Juan Rodríguez de Fonseca, que lo contrató para pintar el retablo mayor de la catedral de Palencia, una de sus obras más importantes una vez muerta la reina y tras abandonar la corte. Juan Rodríguez de Fonseca fue obispo sucesivamente de Badajoz, Córdoba, Palencia y Burgos, y también consejero de los Reyes Católicos y más tarde de su nieto el emperador Carlos V, jugando un papel clave y muy destacado en la administración de las Indias, los viajes de descubrimiento de Colón y muchas de las expediciones que se sucedieron después. Son muy conocidos y sonados los enfrentamientos que mantuvo tanto con Colón como con fray Bartolomé de Las Casas. Entre los encargos que le hicieron los Reyes hubo varias misiones diplomáticas en Flandes, de donde trajo diferentes obras de arte. Una de estas embajadas fue precisamente el arreglo de las bodas entre el príncipe Juan y Margarita de Austria y Felipe el Hermoso con Juana la Loca cuyos preparativos coinciden con la llegada de Juan de Flandes. Años más tarde, en 1501, fue también la persona elegida para acompañar a la infanta Catalina cuando salió para Inglaterra con motivo de su boda con Arturo Tudor, Príncipe de Gales.

JUAN DE FLANDES. San Miguel (1505-06)
Tabla del Retablo de San Miguel
Catedral Vieja, Salamanca
Otros de sus valedores en Palencia fueron don Sancho de Castilla, Señor de Palencia, importante personaje de la corte de los Reyes Católicos, miembro del Consejo Real, participó en la toma de Granada y llegó a ser preceptor del príncipe don Juan; y el almirante don Fadrique Enríquez que formó parte del séquito de Margarita de Austria en viaje a España y uno de los personajes que acompañó a Juana la Loca en su viaje a Flandes. En Palencia Juan de Flandes desarrolla la última etapa de su carrera y la más fructífera. Su obra más importante fue el grandioso Retablo Mayor de la Catedral de Palencia, que quedó inconcluso a su muerte en 1519, y que se conserva in situ. Se le atribuyen también las pinturas del Retablo Mayor de la Iglesia de San Lázaro, de Palencia, actualmente repartidas entre la National Gallery de Washington y el Museo del Prado de Madrid.

Cuando llega a Castilla, el estilo de Juan de Flandes manifiesta una gran sensibilidad hacia la luz, el paisaje y las tonalidades claras, acompañadas de una técnica depurada. Sin embargo, a medida que evoluciona, como apunta Silva Maroto, se va haciendo cada vez más expresivo, se acentúan los contrastes cromáticos y la técnica se hace más descuidada.

(continuará)

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