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JUAN DE FLANDES. La tentación de Cristo (1496-1504)
Tabla del Políptico de Isabel la Católica
National Gallery, Washington |
Juan de
Flandes fue el más importante de todos los pintores que estuvieron al servicio
de la reina Isabel. Su verdadero nombre sigue siendo una incógnita, «a no ser que se trate del Juan
Astrat que reza una inscripción colocada al dorso de una de sus tablas del
Políptico de Isabel la Católica, y que seguramente supone una castellanización
del apellido flamenco Straat»
(PORTÚS, 1998:74). Su presencia en Castilla está documentada a partir de 1496,
fecha en la que firma un contrato mediante el cual se le consigna una
retribución anual de 20.000 maravedíes (PITA ANDRADE, 2006:26) aunque su
aparición en tierras castellanas debe datar del momento en que se concierta el doble matrimonio entre los hijos
de los Reyes Católicos y los del Emperador Maximiliano I y María de Borgoña
(BERMEJO, 1988:8), que sería el motivo que le trajo a España.
Sobre su formación es muy poco
todavía lo que hoy se conoce, por lo que los historiadores se han servido de su
forma de pintar para formular las distintas hipótesis sobre dónde pudo aprender
el oficio y sobre quiénes pudieron ser sus maestros. Bermejo sugiere una
primera formación relacionada con el círculo de la escuela de Gante, dominado
por aquellos años por las figuras de Hugo van der Goes, Dirk Bouts, Justo de
Gante y el llamado «Maestro
de María de Borgoña».
Más tarde, pudo pasar a Brujas, donde asimilaría algunos de los rasgos de
Gerard David y, especialmente, de Hans Memling, del que toma «su sensibilidad en la búsqueda de
una calma elegante y un deseo de dotar a algunos de sus personajes de una
belleza un tanto ensoñadora»
(BERMEJO, 1998: 196). Esta segunda etapa de su formación es para Silva Maroto
mucho más importante y profunda que la primera, y sería decisiva para formar su
propia personalidad «decidida
e independiente».
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JUAN DE FLANDES. Noli me tangere (1496-1504) Tabla del Políptico de Isabel la Católica
Museo del Prado, Madrid |
Quedaría también por resolver por
qué camino Juan de Flandes entra en contacto con la Corte de los Reyes
Católicos. Bermejo descubre en el llamado Políptico
de la Reina Isabel, una de sus primeras pinturas para la reina, la
asimilación de elementos italianos renacentistas que cree que sólo pudo conocer
de primera mano, es decir, en Italia. Aunque no existe constancia documental
alguna del mismo, ese viaje a Italia bien pudo haberlo hecho en compañía de
Justo de Gante cuando este pasó a trabajar al servicio del Duque de Urbino,
Federico de Montefeltro. Desde 1472 y hasta la muerte de éste en 1482, también
sabemos de la presencia en la corte ducal del pintor español Pedro Berruguete,
quien colaboró con Justo de Gante en el proyecto de decoración del Studiolo del duque. Si se acepta la
hipótesis de ese viaje, su relación con Pedro Berruguete sería una consecuencia
natural, y bien pudo ser él, tras regresar a España en 1483 quien le animase a
hacer lo mismo, «sabedor,
además, de que los gustos de la Corte Castellana, con la Reina católica como
figura principal, se inclinaban, con indiscutible preferencia, por la pintura
flamenca lo que podría proporcionarle importantes encargos» (BERMEJO, 1998: 204), e incluso
pudo procurarle él mismo algún tipo de presentación.
Más recientemente, Zalama ha
aventurado otra hipótesis, al sugerir que no habría que descartar la
posibilidad de que Felipe el Hermoso hubiera tenido algo que ver con la llegada
a España de Juan de Flandes, al coincidir
la fecha de su llegada con la de los esponsales de Juana y Felipe, además de
que «en el corto período en que fue rey de Castilla, Felipe el Hermoso se
interesó especialmente por las pinturas de Juan de Flandes»
(ZALAMA, 2006:36), aunque tampoco de ello disponemos de datos documentales.
Además de los retratos de los que
nos ocuparemos más adelante, durante los años en que Juan de Flandes se mantuvo
al servicio de la reina Isabel, pintó obras de carácter religioso, como el Retablo de San Juan Bautista, para la
Cartuja de Miraflores, y la mayor parte de las tablas del Políptico de Isabel la Católica, en el que trabajó junto a Michel
Sittow. Después de la muerte de la reina, en 1504, abandonó la corte y se
dirigió a Salamanca para pintar los cuadros del retablo de la capilla de la
Universidad de los que únicamente han sobrevivido las tablas de dos santas
identificadas como Santa Apolonia y Santa María Magdalena.
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JUAN DE FLANDES. La Crucifixión (h. 1509). Panel del Retablo Mayor de la Catedral de Palencia Museo del Prado, Madrid |
A
finales de 1509 se trasladó a Palencia donde contaba con importantes apoyos, el
más importante de todos el obispo Juan Rodríguez de Fonseca, que lo contrató
para pintar el retablo mayor de la catedral de Palencia, una de sus obras más
importantes una vez muerta la reina y tras abandonar la corte. Juan Rodríguez
de Fonseca fue obispo sucesivamente de Badajoz, Córdoba, Palencia y Burgos, y
también consejero de los Reyes Católicos y más tarde de su nieto el emperador
Carlos V, jugando un papel clave y muy destacado en la administración de las
Indias, los viajes de descubrimiento de Colón y muchas de las expediciones que
se sucedieron después. Son muy conocidos y sonados los enfrentamientos que
mantuvo tanto con Colón como con fray Bartolomé de Las Casas. Entre los
encargos que le hicieron los Reyes hubo varias misiones diplomáticas en
Flandes, de donde trajo diferentes obras de arte. Una de estas embajadas fue
precisamente el arreglo de las bodas entre el príncipe Juan y Margarita de
Austria y Felipe el Hermoso con Juana la Loca cuyos preparativos coinciden con
la llegada de Juan de Flandes. Años más tarde, en 1501, fue también la persona elegida
para acompañar a la infanta Catalina cuando salió para Inglaterra con motivo de
su boda con Arturo Tudor, Príncipe de Gales.
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JUAN DE FLANDES. San Miguel (1505-06) Tabla del Retablo de San Miguel Catedral Vieja, Salamanca |
Otros de sus valedores en Palencia fueron don Sancho de Castilla, Señor de Palencia,
importante personaje de la corte de los Reyes Católicos, miembro del Consejo
Real, participó en la toma de Granada y llegó a ser preceptor del príncipe don
Juan; y el almirante don Fadrique Enríquez que formó parte del séquito de
Margarita de Austria en viaje a España y uno de los personajes que acompañó a
Juana la Loca en su viaje a Flandes. En Palencia Juan de Flandes desarrolla la
última etapa de su carrera y la más fructífera. Su obra más importante fue el
grandioso Retablo Mayor de la Catedral de Palencia, que quedó inconcluso a su
muerte en 1519, y que se conserva in situ. Se le atribuyen también las pinturas
del Retablo Mayor de la Iglesia de San Lázaro, de Palencia, actualmente
repartidas entre la National Gallery de Washington y el Museo del Prado de
Madrid.
Cuando
llega a Castilla, el estilo de Juan de Flandes manifiesta una gran sensibilidad
hacia la luz, el paisaje y las tonalidades claras, acompañadas de una técnica
depurada. Sin embargo, a medida que evoluciona, como apunta Silva Maroto, se va
haciendo cada vez más expresivo, se acentúan los contrastes cromáticos y la
técnica se hace más descuidada.
(continuará)
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