Abrid los ojos hacia vosotros mismos y mirad en el infinito del espacio y el tiempo. Oireis que alli vuelven a resonar el canto de los astros, la voz de los numeros y la armonia de las esferas. Cada sol es un pensamiento de dios y cada planeta una forma de ese pensamiento, y es para conocer el pensamiento divino que vosotras almas descendereis y remontareis penosamente el camino de los siete planetas y de los siete cielos suyos. HERMES TRISMEGISTO


Lo que la oruga ve como el final de la vida, el maestro lo llama una mariposa. RICHARD BACH

DEDICATORIA

Allí, donde habitan las mariposas, lo hacen tambien las hadas y los angeles, la verdad y la ilusion, la alegria, el amor, la dulzura y la fantasia; los mas bellos sueños y la esperanza.

Es el lugar donde los rios son de miel y las montañas de plata y diamantes; donde los seres alados bailan moviendose al ritmo de la musica de George Harrison y el aroma del Padmini; donde puedo descansar en grandes almohadones de plumas tejidos con hilos de seda y oro. Es mi refugio, y el de muchos que sueñan encontrarlo, sin saber aún que son mariposas.

Este blog esta dedicado a todos ellos y ojala puedan disfrutarlo como parte de su camino hacia el lugar donde habitaron o habitaran algun dia


Parameshwary
Enero 2009


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los cuatro acuerdos de la sabiduria Maya

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sábado, 8 de julio de 2017

¿Realmente creemos que estamos solos en el Cosmos? Parte 1

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Ya les respondo de entrada que creo firmemente que no estamos solos en el cosmos. Y creemos que en los mitos e historia de nuestro propio planeta tenemos las evidencias de ello. La lista de exoplanetas confirmados potencialmente habitables incluye a los 35 exoplanetas con mayor Índice de Similitud con la Tierra.



Estos datos se basan fundamentalmente en las observaciones del Telescopio Espacial Kepler y únicamente ofrecen información de los planetas cuya existencia ha podido ser confirmada. Para estimar el «Índice de Similitud con la Tierra» de un cuerpo planetario, se necesita conocer su radio, densidad, velocidad de escape y temperatura superficial. Estos parámetros se suelen calcular sobre la base de una o más variables conocidas. Por ejemplo, para obtener la temperatura en superficie se consideran la irradiación, calentamiento por marea, albedo, insolación y calentamiento por efecto invernadero del planeta. Otra evidencia es que el planeta Tierra está siendo visitado por extraterrestres desde la más remota antigüedad, como podemos verificar a través de numerosas tradiciones y mitos, además de evidencias pictográficas. Así mismo, hay ciertas evidencias que indican que seres extraterrestres se estacionan en bases terrestres cuya ubicación es desconocida. Sobre todo hay pruebas de que numerosas naves aéreas han descendido a las profundidades de distintos mares y océanos, se les ha localizado cuando entraban o salían, a veces por otro mar distinto al que accedieron. Esto plantea una pregunta: ¿Se comunican nuestros océanos en lo más profundo de sus abismos? Las fosas oceánicas son estrechas y profundas trincheras que suelen encontrarse adosadas a los bordes continentales o junto a arcos de islas volcánicas, especialmente en el Pacífico. La temperatura del agua en las fosas oceánicas suele ser muy baja, normalmente entre los 0 º y 2 °C. De momento, la fosa oceánica más profunda es la fosa de las Marianas con 11.033 metros de profundidad. Aunque no lo parezca, en las fosas oceánicas existe vida marina, como por ejemplo los moluscos. En el Pacífico occidental se encuentra el mayor número de fosas y las más profundas, con seis fosas que superan los 10.000 m de profundidad. Durante años sorprendió que las zonas más profundas del océano no se hallasen en su centro, sino junto a las costas de islas volcánicas y continentes. El fenómeno es perfectamente comprensible a la luz de la teoría de la tectónica de placas.


Los ovnis siempre han despertado la curiosidad, ya que parece responder a la pregunta de si estamos solos en el Universo. A lo largo del siglo XX, sobre todo en su segunda mitad, muchos afirman haber visto naves extraterrestres que se paseaban por los cielos de nuestro mundo. Los gobiernos de todo el mundo confirman el origen no terrestre de los ovnis, pero se crean organismos para ridiculizar todo lo relacionado con el tema. Según los dirigentes de los Estados, el reconocimiento de la existencia de seres más inteligentes o tecnológicos que nosotros haría que cundiese el pánico. Los centros mundiales de poder comienzan a preocuparse por el desarrollo de la investigación privada sobre el fenómeno ovni, pues ellos tienen planes bien distintos al respecto. Se crearon servicios secretos cuya misión era realizar tareas de represión para defender el secreto que envuelve el misterioso asunto de los ovnis. El asunto ovni aparece por primera vez el 24 de junio de 1947, curiosamente al finalizar la II Guerra Mundial y después de las explosiones nucleares en Hiroshima y Nagasaki. En esta fecha un comerciante viajaba en su avioneta particular, cuando a una altura de 2.800 metros vio unas luces al norte del monte Rainier, la montaña más alta del estado de Washington y la cordillera de las Cascadas, que se movían a una velocidad de unos dos mil kilómetros por hora. Al explicarlo en el aeropuerto, dijo que tenían la forma de platos invertidos y les dio el nombre de platillos volantes. Al principio no pensó, ni por un momento, en que se tratara de naves de otro mundo ni cosa parecida. El sabía que este año los Estados unidos se encontraban en plena guerra fría y que la amenaza de una guerra con los soviéticos era cada día mayor. Por ello, pensó en que eran naves soviéticas o, incluso, pruebas secretas de la aviación de su país. Le extrañó que estos aparatos no tuvieran ni alas, ni timones, ni motores. A simple vista eran completamente distintos a todos los vehículos que él había conocido. Calculó que los extraños artefactos se hallaban a unos cuarenta kilómetros de su avioneta y se dio cuenta de que las dimensiones eran mayores que las de cualquier otro aparato conocido hasta entonces.

Este piloto, llamado Kenneth Arnold, intentó seguirlos con su avioneta hasta que los extraños discos pusieron rumbo al Canadá y desaparecieron rápidamente. La acogida que dispensó el público a este relato fue bastante fría y los comentarios de prensa se escribieron en tono burlesco, calificándolo de alucinación. Cuando este piloto informó al mundo de su visión, los teletipos de los servicios de información del Pentágono avisaron rápidamente a todas sus bases militares y, especialmente, a las cercanas al punto de avistamiento para que negasen que, en la zona, hubiera habido otro aparato que no fuera la avioneta. Se trataba por todos los medios de que no se enterase el público de qué eran aquellos aparatos, cuando la verdad es que los servicios de información militar, tanto soviéticos como norteamericanos, tenían perfecta información sobre los ovnis, pues, ya en la segunda guerra mundial, tanto las fuerzas aéreas de una zona como de otra, tuvieron noticia de que sus aviones militares habían sido seguidos por escuadrillas de objetos volantes no identificados, que maravillaron a todos los pilotos. Estos que, en un principio, pensaron se trataba de armas secretas enemigas, pronto se acostumbraron a ellas y no les dieron ninguna importancia. Paralelamente, cada fuerza aérea seguía una investigación del fenómeno. Goering, jefe de las fuerzas aéreas alemanas, pidió a la Abwehr, organización de inteligencia militar alemana, que obtuviese toda la información referente a este asunto de las fuerzas aéreas enemigas. La Abwehr, que era el servicio secreto de la Alemania nazi, trabajó con cuidado y muy pronto pudo informar al alto mando alemán que los ovnis existían, pero que no tenían relación con los aliados. Se inició entonces un competición entre los agentes de todos los servicios secretos de los países que estaban en guerra, tratando de averiguar los datos de que disponía el enemigo sobre aquel tema. Existía, por ejemplo, un proyecto del Servicio de Operaciones Especiales británico, que colaboraba con todos los movimientos de resistencia de los países ocupados por Alemania. Por ello planificaron la captación de Reinhart Ghelen, responsable de la sección de información en la zona soviética así como de la sección de ovnis en Alemania.

Reinhard Gehlen, militar alemán, llegó al cargo de mayor general en la Wehrmacht alemana durante la Segunda Guerra Mundial, con el puesto de jefe de contra-inteligencia en el Frente Oriental. Fue reclutado por Estados Unidos mediante la Operación Paperclip para usar su red de espías contra la Unión Soviética. Manejó el aparato de inteligencia germano-occidental hasta 1968, y es considerado uno de los espías más importantes de la Guerra Fría. Organizó la Organisation Gehlen, núcleo de la operación secreta Gladio de la OTAN. También fue el primer presidente del Bundesnachrichtendienst (BND), el servicio secreto creado por la Alemania Occidental. Se supone que fue fundamental en la organización de ODESSA, red de colaboración secreta desarrollada por grupos nazis para ayudar a escapar a miembros de la SS desde Alemania a otros países donde estuviesen a salvo, particularmente a Latinoamérica. Reinhard Gehlen fue interrogado en el cuartel general norteamericano por los miembros del OSS, que era el servicio secreto americano durante la segunda guerra mundial. En los interrogatorios se interesaron acerca de las averiguaciones de los alemanes sobre el asunto de los ovnis. La consigna que se impuso entre todos los aliados fue la de retirar estos documentos del alcance del público, según un acuerdo en una reunión secreta celebrada en Moscú, a primeros de 1945, entre los responsables de diversos servicios secretos. Se acordó que las informaciones que estuvieran tanto en los archivos de la Gestapo como en los de la Abwehr, se guardaran en secreto. Todos los militares alemanes que estuvieran encargados de estas investigaciones serían recuperados para los servicios secretos de los países aliados. En el caso de Ghelen se le nombró para el mando de la dirección Federal de Información (BND), por su experiencia anterior en la dirección del servicio secreto alemán y por ser el responsable de la sección de información en la zona soviética. Como consecuencia de la censura impuesta en la aludida reunión de 1945, celebrada en Lubianka, cerca de Moscú, en la central del NKVD, organización anterior a la KGB, se dispuso que todos los documentos secretos alemanes pudieran ser investigados por los historiadores, excepto lo que hicieran referencia a los ovnis. Por eso, hoy en día, cualquier investigador puede encontrar la documentación deseada sobre las mayores barbaridades cometidas por la Gestapo, pero ni un informe sobre los ovnis.

Charles Hoy Fort (1874 – 1932) fue un investigador estadounidense, conocido por dedicarse al estudio de hechos no solucionados por la ciencia de su época. Fort es quizás el más antiguo escritor del siglo XX en sugerir seriamente que los extraterrestres han estado involucrados en los asuntos humanos. Fort empleó muchos años de su vida adulta amasando informes sobre fenómenos extraños aparecidos en diarios científicos, periódicos y revistas. Las historias que él coleccionó eran de sucesos tales como extrañas luces móviles en el cielo, “lluvias” de animales y otros hechos que parecían desafiar las explicaciones científicas convencionales. Fort concluye que los cielos de la Tierra han sido surcados por una enorme cantidad de naves extraterrestres, a las cuales él denominaba “superconstrucciones”. Fort desarrolló otras teorías como resultado de sus investigaciones, varias de las cuales aún hoy son provocativas. Escribió: “Yo pienso que nosotros somos la propiedad de alguien; Yo diría que nosotros pertenecemos a algo: Que alguna vez hace tiempo, esta tierra era una Tierra de Nadie. Que otros mundos la exploraron y colonizaron y combatieron entre sí por la posesión. Pero que ahora pertenecemos a alguien y todos los demás se fueron”. Fort concluye que la raza humana no posee un status muy alto en relación con los extraterrestres propietarios de la Tierra. Y en referencia al acertijo de porqué ellos (los propietarios de la Tierra) nunca se muestran públicamente, él filosofa: “¿Podríamos nosotros, si quisiéramos, educar y sofisticar cerdos, gansos y reses? ¿Estarían ellos dispuestos a establecer relaciones diplomáticas con gallinas?”.

Fort creía que ha estado ejerciéndose, por parte de los aparentes propietarios de la Tierra, una influencia directa sobre los asuntos humanos: “Yo sospecho que, después de todo, nosotros somos útiles; que entre los reclamantes antagónicos se han establecido acuerdos y que alguien ahora tiene derechos legales sobre nosotros por medio de  la fuerza o por haber pagado por nosotros. Todo esto ha sido conocido durante milenios por algunos sobre la Tierra, bien sea por parte de un culto o de una orden, cuyos miembros actúan como cabecillas del resto de nosotros o como esclavos superiores o supervisores, comportándose de acuerdo con instrucciones recibidas en virtud de nuestra misteriosa utilidad”. Fort no especula acerca de cómo puede ser esa “misteriosa utilidad” de la humanidad, excepto para sugerir brevemente que los humanos pueden ser esclavos. Fort piensa que  la Tierra ha tenido una prehistoria espléndida: “Pero yo acepto que en el pasado, por todo lo que sé, antes de que fuese establecida la propiedad, los habitantes de otros mundos han venido, cazado, pescado, volado y caminado aquí. A veces han venido solos y otras  en grandes cantidades. Han hecho visitas ocasionales o periódicas, para cazar, negociar, reabastecer sus harenes, explotar minas. Han fundado colonias y  se han extraviado aquí; pueblos mucho más avanzados y  pueblos primitivos,  o cualquier cosa que fueran: unos blancos, unos negros, amarillos otros”. Fort, ciertamente, expresó algunas ideas atrevidas. Ellas fueron publicadas en un tiempo en que sencillos biplanos y balones dirigibles volaban por los cielos. Faltaban todavía ocho años para el histórico vuelo de Charles Lindberg atravesando el Océano Atlántico.

Investigando libros antiguos, tales como el Ramayana, el Mahabharata, el Drona Parva, todos ellos de la India, el Popol Vuh maya, la Biblia, etc…, vemos como en ellos aparecen los Señores, los Dioses, los Elohim, los Arquetipos, los Ángeles; viajando en sus vimanas, en sus nubes resplandecientes y en sus carros de fuego. Estos Señores aparentemente vinieron del espacio exterior y manipularon a nuestra especie. Contactaron con nuestros antiguos Patriarcas y Profetas. Y su presencia ha sido una constante en las antiguas culturas y civilizaciones. Investigando la Revelación y la Tradición Bíblica, vemos que personajes como Enoc, Elías, Moisés, Abraham, Lot, Jonás etc…, viven unas experiencias claramente ufológicas y de contacto extraterrestre. El estudio de estas experiencias nos lleva a deducir que probablemente los Ángeles, Señores y Dioses de ayer son los Extraterrestres que hoy día nos visitan. Esta deducción queda reafirmada por la revelación y testimonio que los propios extraterrestres les han dado a algunos contactados de nuestro tiempo. Tenemos fragmentos de los textos bíblicos con respecto a algunos personajes de la antigüedad, explicando las experiencias de algunos contactados durante la historia de la Humanidad. De todos modos, en otras múltiples antiguas culturas en India, China, América, África, etc.,  también podríamos encontrar múltiples ejemplos.

Investigando el fascinante mundo de la temática extraterrestre, se llega a la evidente conclusión de que, desde la más remota antigüedad, seres venidos del espacio cohabitaron con humanos, modificando nuestra raza o bien se llevaron a sus planetas características genéticas de la nuestra. Es válida para este razonamiento la frase bíblica: “Los hijos de los Dioses se juntaron con las hijas de los hombres y las fecundaron”. Lógicamente de tal unión salimos nosotros, los habitantes del planeta Tierra, que al fin y al cabo terminamos siendo posiblemente mitad terrestres por nuestra madre y mitad extraterrestres por nuestros padres venidos del espacio exterior. Podemos citar dentro de nuestra cultura judeo-cristiana, así como en otras, las numerosas mujeres aparentemente estériles que parieron hijos engendrados por seres aparentemente venidos desde el espacio. Sería laborioso describirlos debido a la gran cantidad de hechos, como lo son el caso de los nacimientos de Jesús, Zaratrusta, Buda, Moisés, Noé, etc. También tenemos el caso de Ana, la madre de María. Existen bastantes casos de contactados que aseguran que estas fecundaciones provocadas artificialmente no solo se habría dado en remotas etapas de la Historia sino que se viene realizando con cierta asiduidad para completar un supuesto plan trazado por estos Jardineros del Cosmos. Sabemos por otra parte que estamos entrando en la Era de Acuario y que, tal vez,  un nuevo hombre debe habitar el nuevo tiempo. Tal vez un hombre que tiene en su memoria genética el programa para el que fue creado por sus supuestos padres celestiales y, probablemente, ahora mismo se está produciendo una intervención por parte de estos seres que aparentemente siguen tutelando nuestra marcha evolutiva.

Un tema importante son los acontecimientos históricos que pueden ser atribuidos a civilizaciones extraterrestres. Por ejemplo tenemos el caso de las Pirámides de Egipto. Las versiones arqueológicas oficiales nos dice que los faraones tenían gran cantidad de esclavos que hacían el trabajo. También nos explican los procedimientos para la construcción de estos monumentos. Se debe subrayar que hay más de 2.500 bloques que pesan más de diez toneladas y que, en conjunto, las Pirámides pesan aproximadamente 6.500 toneladas. Pero lo más significativo fue el estudio técnico que, sobre las pirámides, hicieron los analistas soviéticos antes de 1967,  en Egipto, cuando allí había multitud de consejeros soviéticos de la antigua URSS.  Hicieron pruebas de mediciones de radiación procedentes del espacio y descubrieron que en la pirámide ocurrían hechos bastante curiosos que, sin duda, pueden tener una explicación científica. Estos consejeros soviéticos lo que pretendían era experimentar algún tipo de arma en el terreno bacteriológico, ya que hay gérmenes letales que se desarrollan más ampliamente en sitios cuyas radiaciones son distintas a las de los laboratorios.  Paralelamente, los servicios secretos de Israel lograron infiltrar a un agente suyo y, a través de él, los norteamericanos lograron enterarse. Estudiando las características que tiene la Gran Pirámide, sobre todo en orden a medidas métricas, nos indica que los antiguos egipcios desarrollaron en la pirámide operaciones matemáticas muy importantes para la época. Algunos investigadores achacan estos detalles a civilizaciones extraterrestres.
En realidad los ovnis han sido registrados durante miles de años en todas las partes del mundo. Por ejemplo, en el año 216 a. C, el escritor Julius Obsequens reproduce en su libro Prodigorium liber el siguiente relato:  “Cosas similares a barcos fueron vistas en el cielo sobre Italia… En Arpi (Italia) un escudo redondo fue visto en el cielo. En Capua, el cielo era todo fuego, y uno vio  figuras parecidas a barcos…”. En el primer siglo después de Cristo, el famoso estadista romano Cicerón relata una noche durante la cual el Sol, acompañado de fuertes ruidos, fue repetidamente visto en el cielo nocturno. El cielo pareció abrirse desgarradoramente y revelar extrañas “esferas”. Los ovnis llegaron a perturbar tanto durante el siglo VIII y XIX, que el emperador Carlomagno se vio obligado a promulgar un edicto prohibiendo que ellos perturbaran el aire y provocaran tormentas. En un episodio, algunos de los súbditos de Carlomagno fueron llevados en una “nave” aérea, señalándoles las maravillas, y luego regresándolos a la Tierra para que una turba enardecida los matara. Aquellas naves molestas también fueron acusadas de destruir cultivos. No sólo han sido vistos los ovnis, también han sido admirados a través de la historia. Las religiones de la antigua Mesopotamia, Egipto y América fueron dominadas por la adoración de “dioses” similares a humanos venidos de los cielos. Se decía que muchos de esos “dioses” viajaban en “barcos” y “globos” volantes. Antiguas declaraciones de este tipo son hoy la base de la teoría moderna de los “antiguos astronautas”, la cual postula que una raza espacial visitó alguna vez a la Tierra y se involucró en los asuntos humanos. Algunos investigadores de ovnis han ido un paso más allá para sugerir que esta  raza espacial ha creado y conquistado la sociedad humana muchos miles de años atrás y desde entonces ha mantenido un ojo vigilante sobre sus posesiones.

Cuando se construyó la presa de Assuán, la UNESCO hizo que varios Estados ayudaran a trasladar el templo de Abu Simbel para que no quedara bajo las aguas de la presa. Y estos tardaron más de tres años en hacerlo, con los avanzados procedimientos técnicos que existen en la actualidad. Esto planteó la pregunta de cómo pudieron los egipcios construir esos monumentos, contando sólo con la rudimentaria técnica de que se supone disponían. Otro tema es el de los obeliscos, alguno de los cuales pesa más de tres toneladas, que aún hoy en día plantean problemas de traslado muy importantes. Otro tanto se podría decir de los colosos de Menou, la esfinge de Gizeh y otros monumentos. Con éstos se relacionaron las pirámides incas, que presentan problemas similares. Otra zona donde hay igualmente problemas de interpretación es el Líbano, concretamente en las terrazas de Baalbeck, que consisten en una plataforma encima de la que los romanos construyeron un templo. Pero el origen de esas terrazas es un enigma para la arqueología moderna, ya que esa terraza está formada por bloques que tienen una altura de siete metros, con veinte metros de lado y un peso de casi mil toneladas cada una. No hay indicios de qué tipo de cultura ha podido fabricar esta obra tan gigantesca. Pero lo que está claro es que estas piedras enormes tuvieron que trasladarlas desde unas canteras que estaban lejos del lugar. Aquí se plantea un problema bastante complicado, al que se han dado varias explicaciones. Pero lo que causa asombro es la abundancia en ese lugar de tectitas, que son rocas vitrificadas, en las que se encuentra una gran proporción de isótopos radiactivos de berilio y aluminio. Estas piedras son muy difíciles de hallar y plantean los mismos problemas que los monumentos ya citados. Otro misterio lo encontramos en las llanuras de Nazca, en Sudamérica, en las que muchos han creído ver pistas de aterrizaje de supuestas naves extraterrestres. Pero no es lógico pensar que naves interplanetarias puedan necesitar pistas de aterrizaje. También tenemos los muchos templos y pirámides truncadas preincaicas que se encuentran en Sudamérica, así como el misterio de la isla de Pascua, con sus casi seiscientas estatuas, cuyo origen es desconocido y cuya finalidad no está muy clara, incluso para la arqueología moderna.

Tenemos los detalles de las pinturas rupestres que se encuentran en muchas partes del mundo, en las que se ven difuminados astronautas y supuestas naves tripuladas, como los wandjina, los supuestos dioses extraterrestres de los aborígenes australianos, los numerosos petroglifos y pinturas entre los indios hopi, o las pinturas rupestres de Tassili, que son evidencias de la posible visita extraterrestre. Asimismo tenemos las leyendas antiguas de los indios norteamericanos, de los incas y hasta de los pueblos esquimales. También hay muchas citas bíblicas, en las que los investigadores creen descubrir detalles que implicarían la presencia de seres extraterrestres, así como sobre las leyendas de la Atlántida y otros continentes que se creen perdidos. Asimismo hay las teorías sobre civilizaciones  que existirían en el interior de la tierra, como Agartha, un supuesto reino legendario ubicado debajo del desierto de Gobi. También hay referencias a las ciudades secretas del Tíbet, como Shambhala, un reino mítico escondido en algún lugar más allá de las montañas nevadas de la cordillera del Himalaya. Todo ello complementa las teorías sobre la concavidad de la tierra, los agujeros de los polos, las pirámides invertidas que apuntan al centro de la tierra y demás teorías similares. En los libros sagrados de los Incas, así como en muchos volúmenes tibetanos e hindúes, tenemos alusiones a supuestos objetos voladores. En un documento de Egipto se hace referencia a una visión que tuvieron los escribas de un carro volador que se situó encima de la casa del faraón. En la biblioteca del Vaticano se guardan muchos informes históricos acerca de hechos similares, especialmente los que se refieren a civilizaciones preincaicas. Cuando los españoles colonizaron América, llevaron al Vaticano, por medio de la Inquisición, muchos libros sagrados en los que se habla de estos temas. Un libro que facilita mucha información sobre encuentros de ovnis en la antigüedad es el libro de Dzyan, un supuesto antiguo texto de origen tibetano.

Un tema digno de mención son los mapas de Piri Reis, almirante turco de comienzos del siglo XVII, que adquirió un mapa usado de Cristóbal Colón, en 1492, en su viaje a América. En 1513 este almirante tenía un planisferio o mapamundi, basado en el mapa de Colón y en otros griegos que se remontaban a los tiempos de Alejandro Magno. Es evidente que el mapa de Colón no era conocido de forma general y el del almirante fue olvidado. En 1933 un militar turco quedó asombrado por ciertos aspectos del mapamundi de Piri Reis y envió una copia, junto con otra del mapa de Colón, a la oficina de hidrografía de la armada de los Estados Unidos para conocer la opinión de un experto. El ingeniero jefe de esa oficina hizo que examinaran esos documentos un experto llamado Arlington Mallery, una auténtica autoridad en cartas de navegación, que ya había trabajado anteriormente en el mismo departamento. Este hombre se dio cuenta enseguida de la importancia de ese descubrimiento y recomendó un examen textual. Después de este estudio y de realizar algunas pruebas técnicas en el mapa, se llegaron a las siguientes conclusiones: Cuando Colón inició el viaje a América tenía un mapa en el que se indicaban muchos detalles de la costa sudamericana e incluso de la Antártida. Analizando el mapa se calculó que su origen se remontaría a más de 10.000 años de antigüedad, ya que aparecía la Antártida sin estar cubierta de hielo, pero posiblemente podían ser más. Para realizar este tipo de mapa, tan exacto, hubiera sido necesaria una observación aérea y el empleo de especialistas en cartografía. Para la verificación de estos datos, la armada norteamericana buscó la ayuda de un especialista en sondas sísmicas, que fue el director del observatorio de Weston, en el Boston College. Después de muchos estudios a través del hielo se descubrió que las costas antárticas eran más o menos idénticas que en el mapa turco. Esto probaba, cuando menos, que el mapa tenía una antigüedad de más de 10.000 años. Posteriormente, al comparar este mapa con fotografías tomadas por los satélites de la NASA, se observó en ambos mapas el efecto distorsionado debido a la curvatura de la tierra, que afectaba a la áreas más separadas del centro. Sólo cabe una explicación. Este mapa, en el que se basaba Piri Reis, se había copiado de fotografías tomadas desde una altura semejante a la de un satélite.



Hoy somos capaces de entender que los ángeles de ayer son los extraterrestres de hoy y que nunca estuvimos solos en nuestra marcha por el espacio. Las misiones de reconocimiento de los dioses “caídos” en sus extrañas “carrozas” fueron también atestiguadas y registradas. Algunos de estos registros han permanecido hasta la actualidad, aunque muchos creen que son puros cuentos de hadas. Más de 30,000 documentos escritos en todo el mundo narran sobre seres avanzados que vinieron a la Tierra o que ya estaban viviendo en la Tierra. Según el Libro de Ezequiel: “Ahora, al ver a las criaturas vivientes, vi cuatro alas sobre el suelo, una por cada una de las criaturas vivientes, con sus cuatro caras. La aparición de las ruedas y su composición eran como el color del ámbar brillante: y todas las cuatro alas tenían una similitud: y su composición era como una rueda en medio de una rueda”. En el Libro de Ezequiel seguimos leyendo: “Luego, Eva vio hacia el cielo y vio una carroza brillante venir, guiada por cuatro brillantes ángeles, cuya gloria nadie, nacido de mujer, podría expresar ni ver a la cara, ángeles iban delante de la carroza”. Y según el Génesis: “Y sucedió que puesto el sol, y ya oscurecido, se veía un horno humeante y una antorcha de fuego que pasaba …”. Y el Libro de Ezequiel nos explica: “Y cuando los seres vivientes andaban, las ruedas andaban junto a ellos; y cuando los seres vivientes se levantaban de la tierra, las ruedas se levantaban …. Hacia donde el espíritu les movía que anduviesen, andaban; hacia donde les movía el espíritu que anduviesen, las ruedas también se levantaban tras ellos, porque el espíritu de los seres vivientes estaba en las ruedas”.

El investigador austriaco Peter Krassa hace referencia a los misterios de la antigua China, donde de nuevo se alude a nacimientos e intervenciones extrañas. Vemos a aquel héroe extraterrestre, que como Hijo del Sol aparece en las leyendas chinas. Como ejemplo tenemos a Huang Ti, el Emperador Amarillo, que era hijo de Fu-Pao (Sumiso Bien). Su esposa fue al parecer visitada por un extranjero, pues, según la leyenda, vio ella un gran destello como un remolino  en torno a la Osa Mayor  y la estrella central brilló con tanta intensidad que iluminó todo el país. Y como consecuencia de que la rozara el rayo luminoso, quedó preñada, y parió al cabo de 25 meses, lo que puede ser un error o deberse a algún hecho desconocido. Es notable el paralelismo con el nacimiento de Jesús, para el que se dice que no intervino ningún hombre. Lo que en la Biblia se identifica como el Espíritu Santo pudiera ser en esa versión china de un rayo luminoso. En el año vigésimo de su subida al trono, ocurrió un extraordinario fenómeno ante los propios ojos de Huang Ti. Aparecieron en el Cielo abigarradas y brillantes nubes, en que una zona de un rojo incandescente se alternaba con una zona verde. La parte roja tenía dos estrellas en medio y la verde solo una como punto central. Según esta leyenda, las tres estrellas brillaban al alba con extraordinario y bello color, por lo que se las llamaba las resplandecientes estrellas. Aún es más misterioso el origen del soberano Yao. Su madre era Ch’ing tou y parece que nació en el desierto. Los cronistas cuentan que la mujer estaba rodeada permanentemente por una nube amarilla, que venía de arriba. Una mañana, vino un dragón rojo a Ch’ing tou trayéndola un mensaje sellado, así como un retrato. La misiva decía: “El rojo será protegido por el Supremo”. Entonces sucedió que el dragón rojo rozó a la mujer; y ello, en unión de un frío viento, hizo que Ch’ing tou quedase embarazada. He aquí también una especie de concepción artificial, semejante a la que el rosario de leyendas de todo el mundo atribuye el nacimiento de los seres divinos. Al cabo de 14 meses llegó Yao al mundo, en Tanling. Es interesante al respecto que Tanling significa “Montículo bermellón” y que la criatura se parecía a aquella imagen que se le había mostrado a Ch’ing tou.

Asimismo misteriosos son el gran número de túneles que hay en muchos lugares del planeta, entre los que destacan los de Turquía y Rusia, concretamente en Siberia, y Sudamérica. Los túneles siberianos fueron descubiertos por los rusos en una zona en la que se disponían a realizar pruebas atómicas subterráneas. Su desconcierto fue grande al encontrar un buen número de galerías que se bifurcaban por grandes partes del territorio ruso. El túnel principal, que tenía una abertura de diez metros de alto por quince de ancho, presentaba el aspecto de estar vitrificado, con lo que no necesitaba ningún tipo de apuntalamiento. Los analistas rusos, al intentar averiguar su origen, tuvieron que desistir y se limitaron a hacer unas investigaciones militares secretas acerca del túnel, entre las que se contaban análisis electromagnéticos, radiactivos, etc. Una vez que hubieron recogido toda la información, efectuaron las pruebas atómicas, con lo que destruyeron una de las mayores pruebas de la posible existencia de seres inteligentes en la antigüedad, que, tal vez, hubieran venido de otros mundos. También en Ecuador y en Alaska hay túneles secretos. Los norteamericanos, al intentar fabricar silos para sus proyectiles balísticos intercontinentales, en Alaska, descubrieron un túnel de unos cien metros de largo, con características similares al anterior de Siberia. Los norteamericanos comprobaron la resistencia y seguridad del túnel, y al obtener resultados positivos lo utilizaron para el almacenamiento de misiles intercontinentales. Pero, sin duda, el túnel más famosos, que no ha llegado a la luz pública, es el que existe debajo del territorio de Noruega y Suecia y que une el mar Báltico con el océano Atlántico. Fue descubierto a finales de 1960 por especialistas de la OTAN, en el curso de unas pruebas militares que se realizaron en las costas de Noruega, nación que pertenece a la Alianza Atlántica. El túnel es lo suficientemente grande como para permitir el paso de submarinos nucleares de un mar a otro. Esto tenía grandes ventajas en el caso de un posible conflicto armado norteamericano – soviético, que hacía de este túnel un lugar muy estratégico para el aparato defensivo europeo. Los análisis efectuados por los norteamericanos no lograron averiguar nada sobre su origen pero se demostró el interés práctico que presenta este tipo de túneles. Probablemente existen en el mundo otros túneles de parecidas características, pero en cuanto los descubren los militares los utilizan para sus propios fines.
Otro tema relevante son la gran cantidad de desapariciones que se han producido a lo largo de la historia. Destaca una que ocurrió el 25 de octubre de 1593. Apareció en la Plaza Mayor de Méjico un soldado español que estaba cumpliendo el servicio militar en Filipinas, concretamente en las murallas de Manila. Estos dos países están separados por el océano Pacífico por una distancia de unos diez mil kilómetros. ¿Cómo pudo llegar a Méjico este soldado? Ni el mismo lo sabía. Sólo supo que, de pronto, se encontró en Méjico, en vez de estar en Manila, llevando las enseñas del regimiento en el que prestaba servicio en aquella ciudad filipina. Sin embargo, conocía algo que en Méjico todavía ignoraban, que Don Gómez Pérez Das Marinas, gobernador de Filipinas, había muerto. Esto que parecía un rumor sin fundamento se extendió en la capital mejicana como un reguero de pólvora. La guarnición española quedó muy confundida por la forma cómo había llegado este soldado, desde un lugar tan lejano. El soldado fue detenido, acusado de desertor de la guarnición de Manila e ingresado en prisión, con lo que, en principio, parecía que el caso se daba por terminado. Habían pasado unas semanas cuando llegó de Manila un barco con destino a Acapulco, que trajo la noticia de la muerte del gobernador de Filipinas. Desde Acapulco, unos mensajeros llevaron la fatal noticia al gobernador de Méjico. En efecto, el gobernador de Filipinas había muerto a manos de una cuadrilla de piratas chinos, amotinados en Punta de Azufre, cuando se disponía a emprender una expedición militar a las islas Molucas. Y lo más curioso de todo este asunto es que fue asesinado el mismo día que el soldado desapareció de la guarnición de Manila para aparecer después en la Plaza Mayor de la ciudad de Méjico. El tribunal de la Inquisición, atento siempre ante todo signo de brujería, tomó el caso por su cuenta. A pesar de que el soldado fue torturado, no pudo explicar como apareció en Méjico. Todo lo que recordaba era que sucedió en cuestión de segundos. La Inquisición ordenó que este hombre fuera llevado a Manila para investigar el caso más a fondo y, en efecto, se comprobó que el soldado estaba de guardia la noche del 24 de octubre de 1593, de la misma forma que era cierto que había sido detenido en la Plaza Mayor de Méjico, a más de diez mil kilómetros de distancia, veinticuatro horas después.

En este tipo de sucesos muchos han creído ver la intervención de los extraterrestres. Otro caso de desaparición, en este caso masiva, se registró durante la I Guerra Mundial, en que estuvo involucrado un batallón en Turquía. El 28 de agosto de 1915 se produjo un hecho extraordinario. El día era bueno y el cielo estaba despejado, a excepción de unas pocas nubes, en forma de hogazas de pan, todas de igual tamaño, que planeaban por encima de la zona militar. Las nubes permanecían inmóviles, aunque soplaba una ligera brisa. Entonces, el regimiento británico First Fourth Norfolk, compuesto por varios centenares de hombres, marchaba por una carretera y se dirigía a esa zona militar. Una de las nubes que se hallaba suspendida sobre el camino fue atravesada por el regimiento. Lo que ocurrió después fue algo misterioso y de ello se tiene constancia a través de miembros del servicio de inteligencia británico destinados en aquel batallón. Después de penetrar el regimiento en la nube, ya no volvió a salir de ella para desplegarse y combatir, sino que la nube misteriosa, antes inmóvil, siguió su marcha y del regimiento nunca más se supo, a excepción de dos agentes que estaban en vanguardia, como operadores, para preparar el ataque. En 1918, al final de la I Guerra Mundial, cuando se rindió Turquía, el gobierno pidió a este país la devolución del citado regimiento, pues en Gran Bretaña se pensaba que había sido apresado durante la contienda. La respuesta de Turquía fue que no los habían detenido y ni siquiera conocían que existiera ese regimiento. En aquellos tiempos, un regimiento británico se componía de un número de soldados que oscilaba entre los 800 y los 4.000 hombres. ¿A dónde fueron estos soldados? Eso es algo que todavía está sin explicar.

Aunque la Astronomía empezó a desarrollarse en la segunda mitad del siglo XX, desde que se inventó el telescopio muchos sabios han estado vigilando la Luna, los planetas y las estrellas. Los analistas de los servicios de información disponen de amplísimos expedientes acerca de todo lo que se ha registrado en la Luna. En el siglo XVIII una docena de informes decían que se apreciaban puntos brillantes en la Luna, y, en algunos casos, esos puntos brillantes se trasladaban sobre su superficie. Entonces los medios técnicos eran mucho más precarios que ahora, pero es evidente que esos puntos eran algún objeto que debía ser investigado. Se tienen informes de astrónomos que aseguran haber visto que, de la zona oscura de la Luna, salen luces móviles, con aparente control inteligente, que realizaban todo tipo de maniobras y vuelven a su lugar de origen. En el siglo XIX se detectó una avalancha de información y ello ha hecho que muchos de los astrónomos actuales estén investigando sus causas. Una visión que originó muchos estudios se produjo en el cráter lunar Exodus, en el que se distinguía una luz luminosa y haces de puntos. En el curso de otras investigaciones se vieron también luces sobre la zona de Proclo y Bessel. Y en el observatorio de Dordogne un astrónomo francés contempló luces cerca de la Luna, que cambiaban constantemente de color con gran rapidez. La información sobre este tema aumentó todavía más en el siglo XX. Desde principios de este siglo fueron observadas grandes cantidades de manchas negras y de objetos redondos en el espacio, así como un enorme objeto de unos 25 kilómetros de longitud por 250 metros de ancho. Todo esto, unido a las observaciones realizadas por los vuelos tripulados y no tripulados efectuados por las dos superpotencias, hizo suponer a los analistas que en la Luna había una posible base de ovnis. En el siglo XIX se vieron alrededor del planeta Venus dos masas gigantescas que se acercaron al Sol y maniobraron en su contorno. Estos informes se confirman con otros obtenidos en el siglo XVIII, en los que se aprecia un satélite de Venus, cuando Venus no tiene ningún satélite. Asimismo existen muchos informes sobre cuerpos oscuros que cruzan el Sol.



En Marte, además de la polémica de los canales que se suscitó a primeros de siglo XX, también han sido observadas por muchos astrónomos luces misteriosas que se mueven por la superficie marciana. En 1877, el astrónomo italiano Schiaparelli observó que sobre estas regiones se veían formaciones rectilíneas de color oscuro; se les dio el nombre de “canales”. Realizando observaciones de Marte entre 1895 y 1908, el astrónomo norteamericano Percival Lowell, investigador de gran prestigio en el mundo de la ciencia, llegó a la conclusión de que los canales habían sido construidos por seres inteligentes para llevar el agua, que escaseaba en la superficie marciana, desde los casquetes polares hasta las regiones desérticas. Pero el hecho más misteriosos acaecido y observado en Marte hay que situarlo en el 9 de diciembre de 1949, cuando el astrónomo japonés Tsuneo Saheki contempló, en el observatorio de Osaka, una explosión sobre la zona marciana de Tithonius Lactus. En esa explosión, tal vez nuclear, se formó una nube de gran luminosidad de una altura de unos cien metros. Otro hecho relativo a Marte, que causó grandes polémicas, fue el referente a su satélite Phobos. Un hecho mantenido en secreto es el ‘Incidente de Phobos’. Se trata de la pérdida, en 1989, de una nave espacial soviética enviada a explorar Marte y su luna Phobos, que se supone hueca. De hecho, no se perdió una nave soviética sino dos, llamadas Phobos 1 y Phobos 2. Su objetivo principal era investigar el satélite Phobos, por lo que fueron lanzadas en 1988 para llegar a las proximidades de Marte en 1989. Aunque era un proyecto soviético, fue apoyado por la NASA y agencias europeas. Phobos 1 desapareció, sin que se dieran explicaciones. Phobos 2 llegó a Marte, y comenzó a enviar fotografías tomadas por dos cámaras, una regular y la otra infrarroja. Sorprendentemente, por ambas cámaras pudieron verse imágenes de la sombra de un objeto en forma de cigarro volando en los cielos entre la nave soviética y la superficie marciana. Los jefes de la misión soviética describieron el objeto que proyectó la sombra como ‘algo como lo que algunos pueden llamar un platillo volante’. Inmediatamente se desvió la nave para hacerla salir de la órbita marciana y acercarse al satélite. La última imagen que envió Phobos 2 mostró un tipo de misil viniendo hacia ella desde el satélite Phobos. Inmediatamente la nave finalizó sus transmisiones, supuestamente destruidas por el misterioso cohete. El ‘incidente Phobos’ permanece oficialmente como un accidente inexplicable.

Un caso muy extraño fue el que ocurrió en la Tierra, a las siete de la mañana del 30 de junio de 1908, en las llanuras de Siberia. El bólido de Tunguska fue una explosión aérea de muy alta potencia ocurrida sobre las proximidades del río Podkamennaya, en Tunguska. El fenómeno de Tunguska alentó numerosas hipótesis y teorías sobre lo ocurrido. La detonación, similar a la de un arma termonuclear de elevada potencia, ha sido atribuida a un cometa o a un asteroide. Debido a que no se ha recuperado ningún fragmento, se maneja la teoría de que fuese un cometa formado por hielo. Al no alcanzar la superficie, no se produjo cráter. ¿Qué fue lo que sucedió? El bólido, de unos 80 m de diámetro, detonó en el aire. La explosión fue detectada por numerosas estaciones sismográficas y hasta por una estación barográfica en el Reino Unido, debido a las fluctuaciones en la presión atmosférica que produjo. Incendió y derribó árboles en un área de 2.150 km², rompiendo ventanas y haciendo caer a la gente al suelo a 400 km de distancia. Durante varios días, las noches eran tan brillantes en partes de Rusia y Europa que se podía leer tras la puesta de sol sin necesidad de luz artificial. En los Estados Unidos, los observatorios del Monte Wilson y el Astrofísico del Smithsonian observaron una reducción en la transparencia atmosférica de varios meses de duración, en lo que se considera el primer indicio de este tipo asociado a explosiones de alta potencia. La energía liberada se ha establecido, mediante el estudio del área de aniquilación, en aproximadamente 30 megatones. Si hubiese explotado sobre una zona habitada, se habría producido una masacre de enormes dimensiones. Según testimonios de la población tungus, la etnia local nómada de origen mongol dedicada al pastoreo de renos, que lo vio caer, «brillaba como el Sol». Informes del distrito de Kansk (a 600 km del impacto), describieron sucesos tales como barqueros precipitados al agua y caballos derribados por la onda de choque, mientras las casas temblaban y en los estantes los objetos de loza se rompían. El maquinista del ferrocarril Transiberiano detuvo su tren temiendo un descarrilamiento, al notar que vibraban tanto los vagones como los raíles.

El estudio del suceso de Tunguska fue tardío y confuso. El gobierno zarista no lo consideró prioritario, ya que estaban en plena agitación revolucionaria, y no sería hasta 1921, ya durante el gobierno de Lenin, cuando la Academia Soviética de Ciencias envió una expedición a la zona, dirigida por el minerólogo Leonid Kulik. El clima permitió que la alteración de las huellas del impacto fuera muy poca. Hallaron un área de devastación de 60 km de diámetro, pero ningún indicio de cráter, lo que le resultó sorprendente. En los años siguientes hubo varias expediciones más. En 1938 Kulik realizó fotografías aéreas de la zona, lo que puso en evidencia una estructura del área de devastación en forma de «alas de mariposa». Esto indicaría que se produjeron dos explosiones sucesivas en línea recta. En las décadas de 1950 y 1960 otras expediciones hallaron microlitos cristalinos muy ricos en níquel e iridio enterrados por toda la zona, lo que refuerza la teoría de que pudo tratarse de un objeto de origen extraterrestre. También se encontraron pequeñas partículas de magnetita. Una expedición italiana que viajó a la zona en 1999 anunció que encontró un cráter, el lago Cheko, asociado al suceso. Se trataría de un cráter de unos 50 metros de profundidad y 450 de diámetro localizado a 5 km del epicentro de la explosión. Los científicos afirman que han estudiado anomalías gravitatorias y muestras del fondo del lago, que revelarían que estaría originado en dicha explosión. Además, no hay testimonios ni mapas que avalen la existencia de este lago con anterioridad a 1908. Creen que se trataría de un fragmento menor del cuerpo impactante, un cometa, asteroide u ovni, que chocó a velocidad reducida. No obstante, los resultados de esta expedición no son definitivos, puesto que habría que obtener muestras más profundas. Algunos científicos han puesto en duda esta hipótesis, ya que consideran extraño que se generara sólo un cráter menor, en vez de un gran cráter, como el cráter del Meteorito, en Arizona, o un rosario de pequeños cráteres, como el Meteorito de Sijoté-Alín, en Rusia, o Campo del Cielo en Argentina. Además, existen árboles en la zona del lago que aparentan tener más de cien años.

Los testimonios en la zona afectada por la explosión la describieron como un hongo gigante que se elevaba por los aires. Los animales huyeron y las tiendas de los tunguses, ubicadas a más de 50 km de distancia, volaron por los aires. La teoría de un cometa es la teoría más aceptada actualmente por los científicos. Un cuerpo celeste, tal vez un cometa pequeño o quizá sólo un fragmento, compuesto de hielo y polvo que estalló y posteriormente quedó completamente vaporizado por el roce con la atmósfera terrestre, permitiendo que todo el hielo se sublimara directamente a gas, que se dispersó por la atmósfera eliminando todo rastro de la explosión. Al observar los sismogramas del fenómeno Tunguska, estos corresponden a una explosión con una potencia de 30 megatones a 8 km de altura al ser comparados con los de explosiones nucleares aéreas. Según una hipótesis formulada en la década de 1930 por el astrónomo Ígor Stanislávovich Astapóvich y el meteorólogo F. J. Whipple, se trató del impacto de un pequeño fragmento de cometa, cuyo núcleo, dada la masa estimada, habría debido tener un diámetro de varios centenares de metros. El día anterior a la explosión hubo una nutrida lluvia meteórica llamada táuridas, y el cometa 2P/Encke, fuente de la misma, se encontraba muy cerca de la Tierra. Lo que vemos hoy del citado cometa es solo un fragmento de un cometa mayor que comenzó a desintegrarse hace unos 30.000 años, por lo que es muy probable que un trozo del mismo haya impactado en Tunguska.  El científico ruso Yuri Lavbin y su equipo han investigado el acontecimiento de Tunguska durante 12 años. El equipo de Lavbin llegó a la conclusión de que el objeto se movió de oeste a este y no desde el sureste, como tradicionalmente se cree. Esto está más en sintonía con los relatos de los testigos. Ellos utilizaron fotografías de satélite para identificar áreas de búsqueda. Lavbin postula que la explosión fue causada por la colisión de un resto de cometa y un ovni seis millas sobre la superficie de la Tierra. Dice que una expedición al río Podkamannaya Tunguska en julio de 2004 encontró dos piedras extrañas y negras, en forma de cubo, que medían 1,5 metros de ancho. Lavbin afirmaba que “son manifiestamente de origen no natural“, y los análisis químicos lo apoyaron. Ellos son, dijo, compuesto por un material similar a la aleación utilizada para hacer los cohetes espaciales, mucho antes que tales sustancias existieran. Según Lavbin, eran parte de un ovni.

El mayor meteorito que se conoce está cerca de la localidad de Grootfontein, en el sureste de África. Este lugar se ha hecho célebre, porque cayó en él un meteorito de setenta toneladas de peso, que produjo una explosión espantosa. Pero de este meteorito quedan restos, incluso en el mismo lugar del impacto. En otras épocas se conoció una mayor acometida de meteoritos, como, por ejemplo, el cráter de Chubb en Canadá, que tiene once kilómetros de círculo y cuatrocientos metros de profundidad. Y el meteorito de Coon Butte, en Arizona, que tiene un kilómetro y cuarto de largo por ciento cincuenta metros de profundidad. De estos meteoritos tan grandes se lograron recuperar fragmentos que permitieron probar que se trataba de un meteorito, pero en el caso de Siberia no ocurrió lo mismo. La duda se plantea todavía hoy con toda su vigencia. ¿Qué pasó en Siberia? En el año 1960, la Academia de ciencias de Moscú realizó una investigación en esa zona y se detectaron allí niveles de radiación por encima de lo normal, concretamente tres veces mayor. Los periódicos hablan de que en Chile se registró, por aquella época, algo similar, y la duda que se plantea es si fue algo que atravesó la tierra o se trató de dos hechos totalmente independientes uno de otro.

Hace 70 años en la localidad de Roswell, en el estado de Nuevo México, nació el llamado “caso Roswell“, el acontecimiento más trascendente de la historia de la ufología mundial. El incidente sucedió el 10 de julio de 1947, cuando se informó que se había estrellado un platillo volador. Esto causó una consecuente conmoción que sobrepasó las fronteras del tranquilo poblado y trajo numerosas discusiones, teorías y especulaciones sobre la existencia de vida extraterrestre. La leyenda que se creó alrededor del caso habla incluso de ovnis y habitantes del espacio ocultos en el área 51 tras el enigmático accidente. En definitiva, un cúmulo de relatos que contrastaron con la versión oficial de las autoridades norteamericanas. Para la Fuerza Aérea de EEUU, el mito se originó tras la caída de un globo meteorológico del ejército. El último testimonio es de Charles Fogus, el ayudante del sheriff del pueblo, tal como lo recogió el periódico británico The Mirror. Fogus contó todo lo que observó ese día y en las jornadas posteriores. Declaraciones que contradicen por completo la versión gubernamental. Y que alimentan la incertidumbre. El testigo señaló que había más de 300 soldados cuando llegó al lugar en compañía del sheriff Jess Slaughter, pero no se advertía rastro alguno de un globo meteorológico, sino de algo distinto. Según expresó, los militares “estaban arrastrando una criatura grande“, así como sacando un objeto de alrededor de 30 metros de ancho, en medio de una operación para llevarse todo vestigio de la caída del ovni. En este contexto, dijo que también pudo dilucidar la presencia de cuerpos extraños. “Los cuerpos deben haber tenido unos 1,5 metros de altura. Yo vi las piernas y los pies de algunos de ellos. Se parecían a nuestros pies“, detalló Fogus. Además comentó que su piel era casi marrón, “como si hubieran estado demasiado tiempo bajo el sol“. Ya son siete décadas de misterio. Para los amantes de la ufología se trata de un suceso irrefutable que probó la existencia de los extraterrestres. No tienen dudas y esgrimen que desde la Casa Blanca intentan esconderlo. No obstante para ellos, el fenómeno nunca se esclareció y parece que nunca dejará de estar rodeado de controversia.



La investigación espacial tiene un objetivo eminentemente militar. Pero es notorio que, al margen de los descubrimientos científicos que se puedan realizar, todas las expediciones lunares han tenido como finalidad la búsqueda de elementos, como el titanio, que garantizara un aumento en la producción y un abaratamiento de los costes, en caso de que en la Luna hubiera titanio en grandes cantidades y la explotación fuera fácil. Eso ha contribuido, sin duda, a que los programas de investigación lunar se hayan desarrollado profundamente. Pero, al parecer, no es posible seguir adelante con esos planes, porque no son viables a corto plazo, o porque no hay nada provechosos en la Luna. Otro tanto se podría decir de los planetas que actualmente son objeto de estudio. Asimismo tenemos que la realidad de los ovnis no admite discusión y, por lógica, cuando una nave terrestre sale de la atmósfera para entrar en el espacio exterior, esto tiene que despertar la curiosidad de los seres extraterrestres. Muchos astronautas han reconocido ver aparatos extraños que les observaban, y cuyo manejo era realizado por seres inteligentes. Pero los astronautas tienen la obligación de guardar secreto de todo lo concerniente a su trabajo y, por su condición de militares, no pueden manifestar públicamente todo lo que ellos han visto. Y si hay datos que el publico conoce, esto se ha podido conseguir por algún fallo en los sistemas de comunicaciones de las naves. Aparte de experimentar programas de fabricación de materiales en una zona sin atmósfera,  se desarrollan diversos tipos de enfermedades para observar su reacción en una zona sin gravedad, y que habría que inscribirlas dentro de la guerra bacteriológica. Las superpotencias le van concediendo creciente importancia a la parapsicología, y en virtud de esa valoración se realizan en el espacio pruebas para estudiar la telepatía. Para nadie es un secreto que, en los vuelos espaciales, se realizan estas experiencias que han sido confirmadas por las agencias especializadas en el tema.

Pero, como ya hemos dicho, muchos astronautas han reconocido haber visto objetos volantes no identificados y esto es una realidad. Cuando el hombre pisó la Luna por primera vez circuló la noticia de que existía una grabación que no había sido hecha pública por la NASA, en la cual un astronauta comunicaba a la base que en los cráteres cercanos había naves que les estaban vigilando. Pues bien, estos comentarios han sido conocidos por el mundo por un error de los tripulantes que comunicaron por un canal en el que podían ser oídos por la radio, al tratarse de un canal utilizado por radioaficionados. Hasta la fecha los platillos volantes no han mostrado hostilidad contra las naves espaciales terrestres y, por eso, se prepara a los astronautas para que acepten el contacto visual con esos seres y naves de otros planetas. En general, muchos aguantan tranquilamente el impacto de la visión, pero, en ocasiones, se hace insoportable para algunos pilotos. Es quizá ésta una de las cualidades más admirables de los pilotos soviéticos, los cuales han demostrado una entereza encomiable, aunque algunos pocos han precisado asistencia psiquiátrica al llegar a tierra. Todas las naves actualmente ya tienen colocados unos emisores de rayos ultravioleta para comunicar con sus bases en tierra. Este procedimiento de comunicación es prácticamente imposible de interceptar.  En los vuelos espaciales hay que señalar que en muchos de ellos ha habido avistamientos de ovnis durante bastante tiempo y se dispone de pruebas gráficas. Un ejemplo lo tenemos en el caso del Géminis IV, en misión en junio de 1965. El astronauta McDivitt manifestó que había visto un ovni cuando estaba en órbita. Este hecho fue comentado, incluso, en el informe Condon, cuando señala “los grandes brazos que salían de un objeto, similares a antenas, y acercándose a la cápsula tanto que estuve a punto de hacer variar el rumbo de la nave, pero llegó a tomar fotos“. Posteriormente, los análisis de la NASA “demostraron” que era un efecto óptico de la propia cápsula.  Otros datos facilitados por el informe Condon se refieren al Géminis VII, en el que viajaban Frank Bormann y James A. Lowell Jr., quienes descubrieron a varios ovnis en formación. Según un informe de la NASA, fueron objeto de una alucinación motivada por los trece días de estancia en el espacio y por la responsabilidad de ser una misión en la que se realizaba el acoplamiento con otra nave, el Géminis VI.

En el vuelo del Géminis VI, el astronauta Edward H. White, que efectuó una salida al espacio de veintitrés minutos, observó claramente el mismo objeto que su compañero, pero no informó más que a sus superiores. Los pilotos soviéticos, en caso de que reconocieran públicamente que habían visto ovnis en el espacio exterior, eran expulsados del programa espacial automáticamente y vigilados estrechamente por la policía secreta. Fue sorprendente la filtración a la Prensa de lo ocurrido en el vuelo del Apolo XI, tripulado por Neil A. Amstrong, Edwin Aldrin Jr. Y Michael Collins. Unos minutos de conversación fueron escuchados por los radioaficionados, merced a un descuido en los sistemas de seguridad de las comunicaciones. Todo lo relacionado con el tema de los ovnis se considera secreto de Estado, y los astronautas que revelen algún detalle tendrán penas severísimas. A pesar de todo, alguno de ellos suele hacer interesantes declaraciones afirmando que cree en la vida de otros mundos y otras de tipo filosófico. Desde que se inició la historia espacial terrestre, el desarrollo conseguido ha sido estudiado de cerca por los extraterrestres. Lo que sí es realidad es que todos los vuelos fueron seguidos por naves extraterrestres y que los vuelos lunares han hecho que los ministerio de Defensa aumentaran los presupuestos para la investigación espacial. Una misión científica importante fue la realizada por el Lunik 3 sovietico, lanzado el 4 de octubre de 1959. Sacó fotografías de la cara oculta de la Luna, donde observaron alineaciones extrañas de objetos, similares a los famosos platillos volantes. El alto estado mayor soviético calculó que se trataba de una base de esos aparatos y aumentaron la investigación en la zona. Lamentablemente, nuestra tecnología espacial era muy limitada y, dado que el comportamiento de esos seres no era violento, se esperó, pacientemente, a que una nueva nave llegase al espacio para confirmar las sospechas. Seis años más tarde, los rusos lanzaron a esa zona un vehículo mucho más perfecto técnicamente. Los analistas del servicio militar norteamericano de información y el mundo se enteraron de que los soviéticos lanzaban al espacio una nave con la misión genérica de investigar. Se trataba del Zond-3, lanzado el 18 de julio de 1965, que tenía por fin obtener fotografías de la cara oculta de la Luna. ¿Cuáles fueron los resultados? Lo que es cierto es que los rusos suspendieron los lanzamientos hacia la cara oculta de la Luna. Se especula que pudieron recibir una seria advertencia de los extraterrestres.

Aunque los norteamericanos no perdieron el tren espacial, lo cierto es que terminaron en rotundos fracasos los primeros intentos de emular a los rusos, no logrando los datos que esperaban sobre esa zona. La Luna ha sido siempre interesante para los analistas militares de ovnis, que han recogido muestras para sus estudios por medio de las fotografías de los satélites o de los informes visuales de los pilotos espaciales. Los vehículos Lunik 17 y 21 trajeron varias colecciones de fotos de unos aparatos metálicos extraños que les observaban. Quizá sea esa la causa por la que los soviéticos no se atrevieron a enviar tripulantes a nuestro satélite.  Se siguió el descenso de la cápsula Friendship 7, tripulada por J. H. Glenn, lanzada el 20 de febrero de 1962, que completó tres órbitas, con una duración de cuatro horas y cincuenta y cinco minutos. Se pudo advertir que un objeto estaba pegado al aparato que bajaba y se apartó de su lado al entrar en la atmósfera. Con ello, se vio la necesidad de preparar a los astronautas para encuentros posteriores. Un asunto no aclarado fue el ocurrido con el primer vuelo Géminis I, que no pudo ser recuperado; aunque era experimental. Algo hizo que la radiación aumentara de tal modo que se hacía muy peligrosa la recuperación de la nave. Ante el miedo que supuso el hecho de que hubiera sido atacada por los tripulantes de los ovnis, lo que era, tal vez, una advertencia para que no se continuase en los intentos de salir al espacio, se lanzó después una nave no tripulada que no sufrió ningún desperfecto. En el Géminis VII, que tenía que ser recogido por el Géminis VI, sus pilotos, lo mismo que los del Géminis VI, Walter Schirra Jr. y Thomas Stafford, apreciaron los intentos de vigilancia por parte de objetos desconocidos. También los tripulantes del Géminis IX fueron objeto de la curiosidad de los extraterrestres. En ese vuelo se realizó una salida al espacio exterior por parte del astronauta Eugene P. Cernan, durante ciento veintiocho minutos. Este debió pasar un mal rato cuando vio una gigantesca nave que les observaba, aunque situada a una distancia considerable.

Los tripulantes del programa Géminis aun tuvieron más avistamientos, como los del Géminis XI, tripulado por Charles Conrad Jr. y F. Gordon Jr. Y los del Géminis XII, tripulado por James A. Lowell Jr., con experiencia previa en avistamientos, y Edwin Aldrin Jr. Estos dos astronautas, en su segundo día de estancia en el espacio exterior, fueron acompañados, durante tres horas, por una nave de doce metros de diámetro, que despedía unas luces brillantes que cambiaban de tono a medida que aumentaba la velocidad del aparato. Afortunadamente para los pilotos, ya acostumbrados a estas experiencias, no sufrieron sorpresas desagradables al iniciarse el proyecto Apolo. Por lo que se refiere a los ovnis, el programa Apolo, con sus diecisiete vehículos, tampoco fue una excepción. Los secretos militares y los analistas de la NASA, disponen de más de un millar de fotografías de objetos volantes no identificados que fueron obtenidas por las distintas naves de ese programa. El vuelo séptimo de la serie Apolo fue el primero tripulado, por parte de  Walter M. Schirra, Don F. Eisele y R. Walter Cunningham, los cuales estuvieron once días en el espacio exterior, realizando todo tipo de experiencias, entre las que estaban las de telepatía. Pero en el curso de estos experimentos algo hizo palidecer a los controladores de tierra. Mientras estaban realizando una experiencia en órbita, el astronauta encargado de llevarlas a cabo entró en trance y empezó a decir cosas sin sentido y palabras ininteligibles. Pensaron que habría sufrido un ataque, pero al momento apareció en las pantallas de radar una enorme aeronave que siguió a la nave terrestre durante algún tiempo, para perderse luego en el espacio. Este episodio fue analizado por los psicólogos, durante mucho tiempo, sin llegar a conclusiones definitivas.

El Apolo VIII fue lanzado el 21 de diciembre de 1968 y, tripulado por Frank Bormann, James A. Lowell y William Anders, dio diez órbitas a la Luna. Observaron atónitos lo mismo que las cámaras de las sondas soviéticas habían fotografiado en la cara oculta de la Luna y lo transmitieron por el canal secreto, una vez que llegaron a la zona desde la que podían comunicar. Debemos recordar que un vehículo en la parte oculta de la Luna no puede transmitir nada a la Tierra si no cuenta con la ayuda de un satélite de comunicación. Allí observaron hileras de objetos y plataformas móviles, que a cada nueva vuelta estaban en lugares diferentes. Cuando el Apolo VIII se encontraba en la parte oculta de nuestro satélite natural, los ovnis se acercaban a la nave espacial. Debido a la preparación psicológica a que habían estado sometidos, los astronautas no se impresionaron en absoluto. Pero la gran sorpresa la tuvieron los miembros de los servicios de información encargados de la censura, con ocasión del vuelo del Apolo X, cuando transmitía imágenes de televisión a la tierra y captó en sus pantallas la sombra de un ovni. El susto y la sorpresa fueron tremendos y se logró censurar esas imágenes. A partir de ese momento, siempre que fueran transmitidas por televisión, se retrasaban un poco las imágenes. En los vuelos siguientes de los Apolo estuvieron también presentes las miradas inquisidoras de las naves desconocidas que mostraron un especial interés en el vuelo del Apolo XIII, que no pudo alunizar porque lo impidió una extraña explosión.



Como el asunto ovni era tomado muy en serio y los avistamientos continuaban, cuando los agentes soviéticos dijeron lo que habían descubierto sus astronautas en la cara oculta de la Luna, los agentes de la información militar norteamericana estuvieron meditando largo tiempo si merecía la pena mandar astronautas a nuestro satélite. La información facilitada por los soviéticos fue la de que los satélites rusos habían descubierto una base abandonada y que, dado el potencial tecnológico de esa época, no permitía enviar naves exploradoras. Y añadían que no se podía garantizar que resultase interesante en los aspectos prácticos. Los mandos militares soviéticos decidieron atacar esa base. Aunque se descartaba la posibilidad de que tuviera origen terrestre, se opinaba que podía ser perjudicial para la Tierra. Entonces fueron estudiadas las distintas alternativas de ataque contra la base desconocida y todos se inclinaron por el ataque bacteriológico, que parece se llevó a cabo. Cuando los miembros del Consejo Nacional de Seguridad norteamericanos se enteraron de esto, no se dio crédito a las informaciones. Pero la tecnología soviética estaba en condiciones de poner un hombre en la Luna y sorprendía que no lo hicieran. Los militares dieron el visto bueno a la misión que habría de poner a un hombre en la Luna y el hecho de que los rusos hubiesen lanzado bacterias en la Luna fue la razón de que los astronautas estuviesen en cuarentena.

El más importante de los casos de avistamiento en el espacio tuvo lugar en los vuelos de acoplamiento del Soyut 4 con el Soyut 5. El primero tripulado por V. A. Satalov, al regresar a la Tierra llevó consigo a los astronautas de la otra nave, E. Hrunov y A. S. Jeliseev. Cuando partieron, el astronauta del Soyut 5, B. Voljnov, lanzó frenéticos avisos a la tierra para que le permitieran volver, porque estaba asustado. Los pilotos del Soyut 11, G. L. Dobrovolskij, V. I. Patsayev y V. Volkov, cuando realizaban el pase a la estación orbital Salyut e indicaban el descenso a la Tierra, fueron acompañados por dos objetos no identificados. Los mensajes de los astronautas fueron bastante largos, pero unos momentos después perecieron al entrar en la atmósfera y las causas de su muerte siguen siendo un misterio. Los astronautas soviéticos Nicolaev y V. Sebastianov, del vuelo Soyut 9, fueron advertidos, por funcionarios de la seguridad militar soviética, de que no debían hablar a nadie de sus avistamientos, pues ellos habían comenzado a hacer comentarios sobre el tema con todo el mundo. Durante el vuelo del Soyut 14, de catorce días de duración, desde la estación orbital Salyut fueron observadas oleadas de ovnis que entraban en la atmósfera terrestre. Los astronautas P. Popovic y J. Artjukin fueron los que estuvieron más tiempo en el espacio y fueron testigos de entradas de ovnis en la atmósfera. Otro tanto se puede decir de los pilotos norteamericanos Bean, Garriot y Lousma. Más recientemente, los pilotos Yuri Romanenko y Grechko, en un vuelo orbital de noventa y seis días, registraron más de diez avistamientos de platillos volantes, uno de ellos cuando estaban fuera de la cápsula espacial. Posteriormente las tripulaciones han podido ser testigos de nuevos avistamientos y no acaban de comprender que los gobiernos continúen ocultando a los ciudadanos la verdad sobre los ovnis. En las sondas que se han enviado a Marte, Mercurio y Venus ha habido también muchas sorpresas. Por ejemplo, algunas extrañas destrucciones de sondas en Venus y unas curiosas fotografías de Marte. Los programas soviéticos Venera y Marx y el norteamericano Mariner han dejado muchas incógnitas sin despejar. Pero la realidad no puede ser tergiversada, pues la existencia de los ovnis es incuestionable.

Una prueba de la importancia que se daba al tema de los ovnis, después de la II Guerra Mundial, la tenemos en las declaraciones de los jefes militares de entonces, incluyendo la del presidente norteamericano Truman, que el 4 de abril de 1950 decía: “Puedo asegurar que los ovnis existen y no están controlados por ninguna potencia de la tierra“. El mariscal en jefe del Aire británico Hugh Dowding, señalaba el 25 de febrero de 1957: “La existencia de los ovnis es evidente y la acepto sin reservas“. Pierre Clostermann, as de la aviación francesa, decía: “Los ovnis son de origen extraterrestre; ni los americanos ni los rusos están capacitados para contar con aparatos de este género. Las características de los ovnis son superiores a las posibilidades actuales de nuestra ciencia“. Por su parte, el presidente Eisenhower, el 3 de noviembre de 1954 se mostraba tajante: “Creo que no es correcto decir que los ovnis provienen de un sólo planeta, como había afirmado el general T. Twining“. Asimismo, el almirante Delmer Fahrney, director del programa de misiles guiados de la Armada de EEUU, el 16 de enero de 1957 decía: “Informes autorizados indican que aparatos voladores desconocidos llegan a nuestra atmósfera a altísimas velocidades y controlados por una inteligencia consciente“. Las investigaciones que se han hecho sobre los ovnis, han demostrado que este asunto no era tan trivial como parecía a simple vista. Durante la II Guerra Mundial y en la primera prueba de bombas nucleares realizada por los Estados Unidos, se divisó un ovni cerca de la zona de pruebas. También junto a las primeras bombas atómicas que estallaron en Japón había ovnis, y otro tanto con respecto a los centros de lanzamiento de los proyectiles alemanes V-1 y V-2. Para el público en general, el tema de los ovnis comenzó el 24 de junio de 1947, pero ya había empezado mucho antes para los servicios secretos de información militar y para los mandos de las potencias más poderosas.

Entre las características de los ovnis hay que distinguir los distintos tipos, los lugares en donde aparecen, su color, su sistema de propulsión, su comportamiento y su origen. Para los servicios de información militar norteamericanos existen cinco tipos distintos, clasificación que coincide con la que hicieron los servicios secretos soviéticos. Los hay con forma de dos platos invertidos, de plato boca abajo, en forma de puro, en forma de bola de luz y en forma de triángulo. Pero los investigadores privados han creído ver naves en forma de huevo, torpedo, cohete, etc. La forma de dos platos invertidos suele ser la más corriente, mientras que la de forma de puro se aplica a las naves nodrizas que son una especie de grandes porta-ovnis, de dónde salen otras naves más pequeñas. Estas naves nodrizas han sido divisadas en el mar por las fuerzas aéreas y fuerzas navales de la OTAN. Otro tipo que extraña a los especialistas son una especie de nubes que tienen variados colores y realizan movimientos que no son normales en una nube, pero que no pueden ser encuadradas en la clasificación de ovnis. Tal vez fenómenos correspondientes a otros universos. Los lugares donde aparecen los ovnis suelen ser solitarios y principalmente aparecen n por la noche y muchas veces en el mar. Los astrónomos han detectado, más de una vez, ovnis en la Luna, y en determinadas épocas se les ha visto en oleadas. El color de los ovnis es variable, aunque predomina el naranja con destellos claros. Por lo general, son de tonos ligeros con abundante brillo. Producen destellos y su paso no va acompañado de ninguna clase de sonido, aunque, en casos poco frecuentes, se oye un ligero zumbido. Generalmente se les puede localizar por medio de los equipos de radar, en los que estos aparatos producen interferencias. Se les ha observado en lugares donde se realizan pruebas nucleares y sobre bases secretas, lo que indicaría que están interesados o preocupados por estos temas. Estos aparatos registran velocidades de hasta veinte mil kilómetros por hora y efectúan giros muy bruscos, imposibles con nuestra actual tecnología, al menos la conocida. En el mar, muchas veces no se les puede detectar ni con ayuda del radar. Esto actualmente no causa extrañeza porque las fuerzas aéreas de casi todos los países disponen de medios para bloquear los radares.

Sin embargo, estos aparatos se pueden detectar en su mayoría por medio de las defensas electrónicas de que están dotadas las grandes potencias. Por ejemplo, en Estados Unidos existe una muralla electrónica llamada Cesar, que cubre todo el territorio norteamericano y puede detectar, incluso, el paso de un pequeñísimo objeto. Siempre que se produce un avistamiento de ovnis se paraliza la fuente de energía de los aparatos que están cerca de ellos. Las fuerzas aéreas de todos los países disponen de muchos informes acerca de la pérdida de energía de los aparatos en el momento de la intercepción. Se ha demostrado que los ovnis son casi invulnerables a los ataques y siempre han salido indemnes. Han demostrado que tienen unos sistemas defensivos que desprenden oleadas de calor o disipan un tipo de luz que hace que los aparatos interceptores queden casi inservibles. La RAF británica ha perdido varios aviones en sus intentos de interceptar ovnis. Un fenómeno que se produce de vez en cuando es el llamado estallido de aparatos. Varios investigadores privados y numerosos  informes de las fuerzas aéreas dicen que se han registrado casos de estallidos de ovnis. Algo de esto parece que ocurrió en Tunguska, Siberia, en 1908. En el caso del estallido de aparatos se ve una luz brillante, con gran descarga de energía e indicios de radiactividad, aunque también es normal que no queden restos de ellos. Los departamentos de tecnología militar están muy interesados en conocer la forma de propulsión de los ovnis, qué tipo de energía impulsa a esas naves y que les hace alcanzar unas velocidades tan elevadas. A falta de pruebas concretas, se han formado numerosas teorías que se refieren a sistemas de reacción mediante fotones, energía iónica y electromagnética. Pero los analistas militares se inclinan por un sistema de propulsión basado en la antigravedad. Este método consistiría en que la nave crearía su propia gravedad y eso le permitiría realizar todo tipo de movimientos bruscos, sin que les ocurriese nada a los hipotéticos tripulantes que estuvieran en el interior. Este procedimiento no es conocido por la tecnología actual y se trata únicamente de una teoría, y como tal hay que entenderla. En general los ovnis actúan en grupo, aunque también puede verse alguno solitario paseándose por el espacio.

Entre los tipos de ovnis que los militares han detectado están los que tienen aspecto de bola de fuego. Tienen un aspecto inmaterial y brillante, un tamaño relativamente pequeño, una gran capacidad de maniobra y una elevada velocidad. Atraviesan objetos sólidos, como si procediesen de otra dimensión. Otro es el platillo volante típico, en forma de dos platos unidos por su parte cóncava. Se desplazan a gran velocidad, pero también pueden permanecer inmóviles. No emiten ningún ruido y, en ocasiones, emiten un leve zumbido. Tienen unos doce metros de diámetro, hacen virajes muy cerrados e, incluso, se les ha visto desplazarse en zigzag y volar en vertical. En ocasiones, se les ha visto aterrizar y salir despedidos instantáneamente, dejando el suelo sobre el que se han posado con restos de vegetación chamuscada. Los de forma de un solo plato invertido son parecidos en sus características. Cuando aterrizan no dejan huellas de patas. Además pueden permanecer inmóviles a medio metro del suelo. Este tipo de nave causa perturbaciones en cualquier aparato que esté movido por electricidad. Hay otros en forma de cigarro,  que tienen características muy diferentes de las señaladas hasta ahora. Se les considera como naves nodrizas. Tienen las mismas características que los otros tipos en lo referente a color, velocidad y facilidad de maniobra, pero no así en cuanto a tamaño, que es enorme. Están siempre sobre los mares, lo que probablemente les sirve para camuflarse. Finalmente tenemos los de forma de triángulo. Este tipo es bastante raro de ver y tienen características similares a los llamados platillos volantes. Algunas veces se les aprecia una cúpula en la parte superior. Acostumbran a tener unos treinta metros. Para los analistas militares estos son los únicos tipos de ovnis que existen, aunque los investigadores privados aumentan considerablemente en número de tipos de ovnis. Los sistemas de detección de ovnis y de misiles balísticos intercontinentales son tan perfectos que es casi imposible que un objeto cruce la atmósfera sin ser detectado. Hay centenares de fotografías auténticas tomadas tanto en los vuelos especiales de la NASA, como por la CIA, las fuerzas aéreas, la armada norteamericana, así como en los archivos soviéticos y de otras potencias.
 

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