Cuando dejamos atrás el tiempo de Jesús y entramos en los años D.C., la historia se vuelve más firme y las personalidades entran en un mejor enfoque. La documentación es mejor. Aun así, los mismos patrones históricos que nosotros hemos estudiado continúan sin disminuir. A aquellos que encuentran que lo que nosotros hemos visto así a lo lejos es completamente increíble, yo sólo puedo compartir ese sentimiento con plena empatía llena. La vista de la historia que les estoy presentando parece exigir una comprensión de que los factores que quedan al fondo del tumulto humano puedan ser factores sumamente raros, y quizás por eso ello nunca ha sido resuelto.
Después de la vida de Jesús, la iglesia cristiana creció rápidamente. En sus años tempranos, la Cristiandad atrajo que un gran número de filántropos genuinos que se entusiasmaron por el mensaje que Jesús intentó poner adelante. Los líderes cristianos tempranos, a pesar de la influencia Esenia pudieron promover una religión bastante benigna, con muchos beneficios. Jesús no había fallado completamente. Los tempranos cristianos les dieron esperanza a las personas, de poder lograr la salvación espiritual adquiriendo conocimiento, comprometiéndose con conductas éticas, aliviándose a través de la confesión de errores, y haciendo reparaciones para esas transgresiones que causaban que una persona sufriera de culpa.
Dado el carácter benigno de la iglesia cristiana temprana, no necesitaba un áspero código de ética. El castigo más severo que una persona podría sufrir en la mayoría de las sectas cristianas en ese momento era la excomunión, es decir, siendo expulsado. Eso fue considerado un castigo muy severo, sin embargo (equivalente a nuestra moderna pena de muerte), porque un individuo era considerado condenado a la deterioración espiritual eterna si él o ella fueran excomulgados. Un sacerdote fue obligado a hacer todo lo que pudo para apelar a la razón de una persona antes de excomulgarlo. La causa primaria para la excomunión era la conducta delictiva o groseramente inmoral.
Por aproximadamente los primeros trescientos años de su existencia, la Cristiandad seguía siendo una religión extraoficial y fue, a menudo, perseguida. Varios líderes políticos eventualmente se convirtieron y, bajo ellos, la Cristiandad empezó a cambiar. La fundación humanitaria creada por Jesús se erosionó al volverse la Cristiandad más política.
La transformación política de la Cristiandad obtuvo su primer gran empujón en el Imperio romano Oriental, con la conversión cristiana de su gobernante, Constantino el Grande
A finales del siglo 3 D.C., el emperador romano Diocletian designó a tres Caesars adicionales (emperadores) para ayudarle a gobernar el imperio romano. El imperio estaba dividido en divisiones orientales y occidentales para conveniencia administrativa, cada uno con un emperador separado. Sin embargo, de 324 a 337 D.C., Constantino gobernó ambos el Imperio romano Oriental y Oriental como único emperador.
Varios historiadores creen que Constantino ya estaba apoyándose en la dirección de convertirse en cristiano, porque su padre era monoteísta. Los contemporáneos de Constantino han notado, sin embargo, que la verdadera conversión de Constantino vino como el resultado de una visión reportada que el tuvo en 312 D.C. Se han registrado varias cuentas diferentes de esa visión.
Según Sócrates que escribió sobre él en el siglo quinto D.C.:
"Al estar el marchando a la cabeza de sus tropas, una visión preternatural transcendiendo toda descripción apareció ante él. De hecho, a aproximadamente en ese tiempo del día, cuando el sol, habiendo pasado el meridiano, empezó a inclinarse hacia el Oeste, él vio un pilar de luz en forma de cruz en que estaba inscrito “en esta conquista".
La aparición de la señal lo impactó con asombro, y dudando de sus propios ojos, él preguntó a aquellos a su alrededor si ellos podían ver lo que hizo, y, cuando ellos declararon unánimemente que sí podían, la mente del emperador fue fortalecida por esta aparición divina y milagrosa. En la noche siguiente, mientras dormía, él vio a Cristo, quien lo dirigió hacer una norma [bandera] según el modelo que se le había mostrado, para usarlo contra sus enemigos como garantía de victoria. Obediente a la orden divina, él mandó a hacer una norma en forma de cruz que es conservada en el palacio hasta este día...
La verdad de la visión de Constantino es disputada por aquellos que lo atribuirían no más a la fabricación de una leyenda. Otros podrían ver la cruz aérea como un raro reflejo de la puesta de sol, seguida por un sueño. Algunos teóricos, incluso, podrían defender que era otra manifestación del fenómeno OVNI con sus continuos eslabones a la religión apocalíptica. Cualquiera que sea la verdad de la historia, la visión pretendida de Constantino de una luz luminosa en el cielo, seguida por la apariencia de “Jesús” la noche siguiente es declarado ser el evento que empujó a Constantino a los brazos de la Cristiandad apocalíptica. Él emitió el famoso “Decreto de Milán” un año después. El Decreto concedía oficialmente la tolerancia a la religión cristiana dentro del Imperio romano, dándole fin a casi tres siglos de persecución romana.
Constantino fue responsable de cambios significativos para la Cristiandad. Era él quien emplazó, y a menudo asistió, al Concilio de Nicea en 325 D.C. En ese momento, muchos cristianos, como los gnósticos, se resistieron fuertemente a los esfuerzos de Constantino y de otros para deificar a Jesús. Los Gnósticos vieron a Jesús simplemente como un honesto maestro espiritual. El Concilio de Nicea se reunió en principalmente para ponerle fin a tal resistencia y crear una imagen divina de Jesús.
Con este propósito en la mente, el Concilio creó el famoso Credo de Nicea, que hizo de la creencia de Jesús como “el Hijo de Dios” una piedra angular de la fe cristiana. Para darle fuerza a éstos, a menudo impopulares principios, Constantino puso el poder del estado a la disposición de la recientemente “Romanizada” iglesia cristiana. El reino de Constantino fue notable por otro logro. Marcó el principio de la edad media europea.
Constantino se acredita de haber puesto el fundamento para la servidumbre medieval y el feudalismo. Como en el sistema de hindú de castas, Constantino hizo que la mayor parte de las ocupaciones fueran hereditarias. Él decretó que los “coloni” (una clase de trabajadores agrícolas arrendatarios) estuvieran permanentemente atados a la tierra en la que vivían. Constantino “romanizó” la Cristiandad (que vino a ser conocida como el Catolicismo Romano) y su opresivo feudalismo causó que la Cristiandad se moviera grandemente de las enseñanzas inconformistas (Maverik) de Jesús, hacia un completo sistema Custodial.
Con el progreso del tiempo y al continuar haciéndose cambios oficiales a la doctrina cristiana, surgieron dos nuevos crímenes:
“la herejía” (hablar contra la dogma establecida)
“el paganismo” (no adhiriéndose en absoluto a la Cristiandad)
En los días más tempranos de la Iglesia, los líderes cristianos se sentían que las personas sólo podían hacerse cristianos apelando a su razón, y que nadie podía o debía ser forzado. Después de Constantino, los líderes de las nuevas ortodoxias romanas tomaron una vista completamente diferente. Ellos exigieron obediencia como un asunto de ley, y creencia en base sólo a la fe, en vez de la razón. Con esos nuevos cambios vinieron los nuevos castigos.
Ya la excomunión no era la penalidad más severa de la iglesia, aunque todavía era practicada. Fueron aplicadas también sanciones físicas y económicas. Muchos cristianos consagrados fueron victimizados por las nuevas leyes, al no aceptar ellos las nuevas ortodoxias romanas. Esas víctimas correctamente veían que la Iglesia se estaba desviando de las verdaderas enseñanzas de Jesús.
Se les dio un nuevo gran empujón a las nuevas enseñanzas cristianas del cuarto siglo D.C. por el Emperador romano Oriental Theodosius I. Theodosius emitió por lo menos dieciocho leyes dirigidas a castigar a esas personas que rechazaban las doctrinas establecidas por el Concilio de Nicea. Él hizo de la Cristiandad la religión estatal oficial, cerrando por la fuerza muchos templos paganos. Él pidió a los ejércitos cristianos quemar la famosa Biblioteca de Alejandría, que era un depositario mundial de libros y centro de aprendizaje.
La Biblioteca de Alejandría contenía archivos que no tienen precio, históricos, científicos, y literarios, recopilados de todo el mundo en un período de sobre setecientos años. Aunque partes de la biblioteca ya habían sido asoladas por guerras más tempranas, la destrucción por el ejército de Theodosius borró lo que quedaba. Al ser la mayor parte de los documentos únicos en su clase, se perdió gran parte de las enseñanzas y de la historia registrada.
Las cosas continuaron empeorando. A la mitad del sexto siglo D.C., entró en vigencia la pena de muerte contra los herejes y paganos. Una campaña de genocidio fue ordenada por el emperador romano Oriental, Justiniano, para establecer más rápidamente las ortodoxias cristianas. Solamente en el período Bizantino, fueron asesinadas un estimado de 100,000 personas. Bajo Justiniano, la caza de herejes se volvió una actividad frecuente y comenzó también la práctica de quemar herejes en la hoguera.
Justiniano también presentó más cambios a la doctrina cristiana. Él emplazó el Segundo Sínodo de Constantinopla en 553 D.C. Aparentemente, El Sínodo no fue asistido ni sancionado por el Papa en Roma. De hecho, en ese momento, muchos de los cambios a la doctrina cristiana en el imperio romano oriental todavía no habían alcanzado el Papado, aunque eventualmente lo haría. El Segundo Sínodo emitió un decreto que prohibía la doctrina de las “vidas pasadas,” o la “reencarnación,” aunque la doctrina era muy importante para Jesús. El Sínodo decretó: Si cualquiera afirma la fabulosa pre-existencia de las almas y se sometiera a la monstruosa doctrina que le sigue, permítale ser anatema [excomulgado].
En deferencia a ese decreto, todas las referencias, menos las muy veladas a la “pre-existencia” fueron sacadas de la Biblia. La creencia en la preexistencia se declaró herejía. Se le dio mucha fuerte a esta supresión a lo largo del mundo cristiano occidental y en sus ciencias. La idea de la pre-existencia personal todavía sigue siendo una herejía científica a un grado muy grande, en la religión y la ciencia Occidental.
La Cristiandad fue amoldada como una poderosa institución bajo los emperadores romanos Orientales. Verdadera según el patrón de la historia, la Cristiandad, “Romanizada” era otra facción de la Hermandad con la que podría contarse para batallar con otras facciones de la Hermandad, ayudando a generar guerras sin fin entre los seres humanos. La nueva Cristiandad ortodoxa fue posicionada en oposición a todas las otras religiones, incluyendo las Escuelas de Misterio Romano-Orientales que Justiniano prohibió.
Hemos observado un alud de eventos históricos, activado por la visión de Constantino. Este período marcó uno de los episodios del “Fin del Mundo” de la humanidad, resaltado por “visiones” religiosas, genocidios cataclísmicos, y la creación de un nuevo orden mundial social, prometedor, pero no cumplidor, Utopía. Otro elemento importante del “Fin del Mundo” también estaba presente. El impacto de una plaga masiva, acompañado por registros de raros fenómenos aéreos.
Entre 540 D.C. y 592 D.C., cuando Justiniano estaba llevando a cabo a sus “reformas” cristianas, una plaga bubónica envolvió al Imperio romano Oriental y se extendió a Europa. La epidemia empezó dentro del reino de Justiniano, por lo que fue llamada “la Plaga de Justiniano.” La Plaga de Justiniano fue una de las plagas más devastadoras de la historia, y muchas personas en el momento creyeron que era un castigo de Dios. De hecho, la palabra “plaga” viene de la palabra latina para “soplo” o “herida.” La Plaga ha sido apodada como “la Enfermedad de Dios,” es decir, un soplo o herida de Dios.
Una de las razones por la que se pensaba que la plaga venía de Dios era la frecuente aparición de raros fenómenos aéreos, en conjunción con los brotes de la plaga. Un cronista de la Plaga de Justiniano fue el famoso historiador, Gregorio de Tours, que documentó varios eventos raros de los años de la plaga. Gregorio informa que justamente antes de que la Plaga de Justiniano invadiera la región de Auvernia de Francia en 567 D.C., tres o cuatro luces brillantes aparecieron alrededor del sol y los cielos parecían estar incendiados.
Esto puede haber sido un efecto natural del sol; sin embargo, también se vieron otros raros fenómenos celestiales en el área. Otro historiador informó un evento similar veintitrés años después en otra parte de Francia: Aviñón. “Las extrañas vistas” en el cielo y la tierra, que fueron reportadas, eran a veces tan brillantemente iluminadas por la noche, así como durante el día. Brevemente después de esto, una desastrosa erupción de la plaga ocurrió allí. Gregorio informó un avistamiento en Roma consistiendo de un inmenso “dragón” que flotó a través de la ciudad y abajo, al mar, seguido inmediatamente después por una severa erupción de la plaga.
Cosas informes escalofriantes sugieren lo inconcebible:
la Plaga de Justiniano fue causada por agentes biológicos de guerra, diseminados por naves Custodiales.
Sería una repetición de plagas similares registradas en la Biblia y los textos de Mesopotámicos antiguos. Sin embargo, para el tiempo de la Plaga de Justiniano, los Custodios eran “invisibles.” Ellos estaban ocultos detrás de los secretos de la Hermandad y velos de mitos religiosos, sin embargo, al parecer, no estaban menos involucrados acerca de mantener oprimida a su raza esclava. Veremos mucha más evidencia de actividad OVNI asociada con las plagas en el próximo capítulo sobre la Muerte Negra.
Según la profecía apocalíptica, un evento como la Plaga de Justiniano anuncia la venida de un nuevo “Mesías” o mensajero de “Dios”. Efectivamente, tal figura llegó. Su nombre era Mahoma. Él nació durante el reino de Justiniano, en un momento cuando la Plaga todavía estaba arrasando. Proclamado, en la madurez, como el nuevo “salvador,” Mahoma se volvió el líder de una nueva religión apocalíptica monoteísta: el Islam.
Como Moisés y Jesús antes que él, Mahoma parece haber sido un hombre sincero, no obstante, su nueva religión se volvió una facción que creó nuevos “problemas” para que las personas lucharan eternamente por esto.
Como Moisés y Jesús, Mahoma fue apoyado por la corrompida Hermandad.
Del libro: Los Dioses del Edén (William Bramley)
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