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En la búsqueda espiritual lo que de
verdad sirve es la consistencia. Incluso aunque uno a veces se salga de
la ruta, si hay consistencia, se volverá a la misma. Los retrocesos son
aparentes si uno no deja el sadhana (la disciplina, el trabajo
interior); los estancamientos son inevitables, pero si uno activa la
motivación y no deja el
sadhana, se sale de ellos, como el intrépido explorador logra emerger de las arenas movedizas y seguir su marcha selvática.
Por qué se busca, cuando podríamos llevar una vida relativamente plácida sin hacerlo, es muy misterioso.
Quizá es que intuyamos otra realidad que
se nos escapa o haya quedado en nosotros la "secuela" de un eco de
infinitud que nos impulsa a rastrear como un obsesivo sabueso; tal vez
es que nuestra propia insatisfacción o profundo descontento por lo que
es el
samsara
(lo fenoménico) nos fuerza a buscar otro modo de ser y sentir, o de
hallar respuestas a los grandes interrogantes de esta enigmática
existencia en cuya película participamos, sin pedirlo, unos años como
comparsas, para luego, de súbito, también sin pedirlo, ser expulsados de
la misma.
El
buscador
es una raza singular; sondea en lo suprasensible pero también en lo
sensorial; no puede dejar de seguir en el intento de hallar claves para
darle a la vida otro sentido, de encontrar pistas para ir más allá de lo
puramente aparente.
Como el
yoga
es el método de Búsqueda más antiguo, los primeros yoguis fueron los
primeros buscadores. Incluso buscamos al que busca, tratamos de conocer
al conocedor. Hay una sed muy honda que queremos saciar, a veces
caminando a tientas. Nos cuesta asumir el real compromiso de la Búsqueda
y que todo palidezca en comparación a la misma.
Desasir es mucho más dificil que asir.
Buscas por aquí, buscas por allá, pero no dejas de buscar mientras la
insatisfacción muerda el alma. Buscas en el amor iniciático, en el Yoga y
en el Zen, en los Himalayas o en Perú, sintiendo que algo te falta, que
no te basta, como a otros, con una confortable manera de vivir y un
poco de diversión.
A veces de tanto buscar no se encuentra; a veces hay que parar y dejar que la
Búsqueda
nos busque. En ocasiones, al buscador le asalta la desesperación, pero
incluso esa desesperación se puede convertir en una técnica liberatoria.
El vacío existencial se impone y hay que saber amigar con él y
convertirlo en catapulta para proseguir por la senda de lo ignoto. El
viaje hacia los adentros es el más largo, el más laberíntico y sinuoso,
el más apabullante en muchas ocasiones.
El Dharma (la Enseñanza) y el Sadhana(
la práctica) vienen en nuestro apoyo; los convertimos en nuestra
inspiración y refugio, pues de otra forma incluso la salud psíquica
podría correr riesgos ciertos. En su angustia, muchos buscan el guru
salvífico y al final se echan otra cadena encima, ¡vaya negocio!.
El verdadero buscador es como un buen
gourmet espiritual: probamos los distintos alimentos místicos y nos
nutrimos con ellos. Es lo bueno de ser ecléctico y no dogmático,
librepensador y no fanático, abrirse a las enseñanzas
místicas
sin aferrarse obsesivamente a ninguna. Desde luego lo que no hará nunca
el verdadero buscador es rendir obediencia ciega y abyecta a un lider
espiritual; él es en última instancia su propio maestro.
No faltan los fanáticos que, al no tener luz propia, se aferran a la figura de su
lider espiritual,
estrechan su visión, y al final resulta que nacieron libres y son
esclavos. Da igual si te aferras al Papa, el Dalai Lama, o a cualquier
otro. El aferramiento estrecha la visión, esclerotiza la percepción y,
al final, como ya previniera Buda contra ello, no hay peor apego que a
las creencias prestablecidas y opiniones.
Hay que evitar ser un imitador, un
reflejo alienado, y servirse de las enseñanzas para ser uno mismo.
Incluso hay que ir más allá del Dharma y vivirlo desde el propio
corazón. De ahí la advertencia
zen:
"Si encuentras a Buda en tu camino, mátalo". Lao-tsé, Buda, Mahavira, Jesús son un obstáculo si no vas más allá del concepto y la creencia y les escuchas en tu propio corazon.
Ramiro Calle
Director del Centro de Yoga Shadak y escritor
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