El final de la increíble historia del Dr. Jacobo Grinberg-Zylberbaum, profesor de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México, fue su misteriosa desaparición. La última pista se remonta a diciembre de 1994 y nos lleva al cerro del Tepozteco, cerca de Ciudad de México. Un lugar de culto desde el siglo XII, donde se llevaban a cabo sacrificios rituales a los dioses guerreros mexicas. A partir de su desaparición se plantearon múltiples conjeturas, incluyendo su posible asesinato, su secuestro por parte de servicios secretos, o incluso se especuló si pasó a otra dimensión como se creía que hacían los chamanes, a los que había estudiado profundamente durante largo tiempo. Pero tal vez la verdadera pregunta sería a dónde podría haber llegado una mente privilegiada como la del Dr. Grinberg. con la tecnología actual. Hay cierta magia en determinadas zonas arqueológicas, entre las que se incluyen las ruinas del Tepozteco. Para descubrirlas hay que llegar al pueblo mágico de Tepoztlán, en Morelos, y luego ascender a la cima del cerro de Tepozteco para admirar los vestigios arqueológicos. De acuerdo con los arqueólogos, estas ruinas formaron parte de un pequeño conjunto arquitectónico construido durante el gobierno del tlatoani Ahuízotl de Tenochtitlan. Tlatoani fue el término usado por varios pueblos de habla náhuatl en Mesoamérica para designar a los gobernantes de los āltepētl o ciudades, los cuales eran los elegidos por los pīpiltin (“nobles”) como gobernantes de entre una familia o dinastía gobernante en las distintas poblaciones. A los tlatoanis gobernantes de varios āltepētl, como el caso de los mexicas, se les denominó huēy tlahtoāni ‘gran orador’.
Allí se rendía culto a las deidades guerreras mexicas, como lo prueban los restos de las banquetas descubiertas, decoradas con procesiones de guerreros que van ataviados con escudos y flechas. Estas banquetas, además de adornar el interior de los templos, servían para que sobre ellas se colocaran las representaciones en barro o piedra de los temibles dioses mexicas. Seguramente, en aquellos tiempos, sólo tenían acceso a este santuario los grandes sacerdotes o los máximos gobernantes mexicas. Una leyenda dice que Tepoztécatl, dios mexica de la fermentación y de la embriaguez, así como patrón de la fertilidad, nació de una princesa cuyo embarazo fue producto del amor de un pajarillo, o según otra versión, del dios Ehécatl. Los padres de la princesa, enojados, la obligaron a deshacerse del niño, quien fue abandonado en un hormiguero. Pero las hormigas en lugar de devorarlo lo alimentaron con gotas de miel. Luego fue dejado entre las pencas, u hojas, de un maguey, que lo abrazó con sus pencas, lo alimentó con aguamiel y finalmente lo mandó corriente debajo de río Atongo en una caja de madera. De ahí lo recogió una pareja de ancianos que lo adoptaron y criaron. Años después, en Xochicalco, Tepoztécatl derrotó al monstruo Xochicálatl, por lo que fue festejado a su regreso a Cuernavaca. Al salir de Cuernavaca se llevó el sonoro teponaztli (tambor de hendidura de origen mesoamericano) y corrió con él a Tepoztlán, evitando que lo alcanzaran al provocar con su orina una gran barranca, lo que le permitió llegar a tocar el teponaztli sobre el cerro del Tepozteco.
Hay quienes se atreven a culpar de la desaparición del Dr. Grinberg a ciertos allegados a Carlos Castaneda, el autor de Las enseñanzas de don Juan y de otros textos sobre brujos yaquis, que forman parte de la sociedad de los brujos de México. Las Enseñanzas de Don Juan: Una Forma Yaqui de Conocimiento, es un libro escrito por Carlos Castaneda como su tesis en sus estudios de Antropología. Se publicó por primera vez en 1968 en inglés y en 1974 en español. El libro narra las vivencias del autor junto a un auto-proclamado chamán yaqui del estado de Sonora (México) llamado Juan Matus (Don Juan) entre 1960 y 1965. El libro está dividido en dos secciones. La primera sección, Las Enseñanzas, es una narrativa en primera persona que documenta las interacciones iniciales de Castaneda con Don Juan usando tres tipos de plantas psicotrópicas, tales como el peyote, el tolache, y un hongo de la familia psilocybe. También trata sobre los estados de realidad no ordinaria alcanzados mediante el consumo de dichas sustancias. En la segunda parte el libro el autor realiza un análisis estructural buscando “revelar la cohesión y contingencia interna de las enseñanzas de Don Juan“. La veracidad de los hechos relatados, al igual que la del resto de la obra de Castaneda, ha sido fuente de polémica, considerándose un caso de engaño para algunos, mientras que para otros se trata de un libro auténtico. Carlos Castaneda, cuyo nombre original es Carlos César Salvador Arana Castañeda (1925 – 1998), fue un antropólogo y escritor peruano nacionalizado estadounidense, autor de una serie de libros que describirían su entrenamiento en un tipo particular de nahualismo tradicional mesoamericano, al cual él se refería como una forma muy antigua y olvidada. Dichos libros y el propio Castaneda, quien en escasas ocasiones hablaba en público acerca de su obra o de sí mismo, son objeto de mucha controversia. Sus partidarios afirman que sus libros son veraces en su contenido, o que al menos constituyen obras de valor antropológico. Sus críticos señalan, por el contrario, que sus libros son una farsa, trabajos de ficción que no son verificables como obras de antropología, al contrario de lo que el autor afirmaba. Richard de Mille (1922 – 2009), autor, periodista investigador y psicólogo norteamericano y otros investigadores fundamentan errores en cuanto a las tradiciones yaquis, y De Mille demuestra que en varias ocasiones las fechas en que los libros de Castaneda afirman que estuvo con Don Juan en México, realmente estaba en la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA).
Castaneda aseguraba haberse convertido en un chamán nagual tolteca tras un intenso entrenamiento de modificación de la conciencia y de su percepción, que incluía el uso ritual de enteógenos en una primera etapa. A posterior todo este tipo de sustancias fueron absolutamente innecesarias, e incluso nocivas, sobre todo para su estomago, según sus propias palabras. Sus libros tienen un carácter sincrético, ya que son una mezcla de autobiografía, alucinógenos, rituales toltecas, misticismo y religión. Pero han tenido un tremendo éxito de ventas, tanto que hoy en día son traducidos a diversos idiomas. Sus primeros libros están ligados a la psicodelia y la contracultura de fines de los años 60 y 70 del siglo XX. En gran medida porque él lo quiso hacer con el propósito de “borrar su historia personal“. En realidad no hay muchos datos acerca de las fechas y lugares de los hechos de su vida. Carlos Castaneda afirma en sus libros que hereda una tradición de brujería. Esta tradición se basa en una agrupación específica de brujos que tiene como fin obtener la libertad. La agrupación se conforma por un nagual, una especie de brujo o ser sobrenatural que tiene la capacidad de tomar forma animal y que actúa como líder, más un conjunto de brujos catalogados como ensoñadores y otros catalogados como acechadores. Tal organización se perpetúa a través de las generaciones. Siguiendo los mandatos del espíritu nagual el grupo anterior selecciona a los integrantes del grupo ulterior, de modo que cada generación busca a un nuevo nagual y a los respectivos ensoñadores y acechadores de dicha generación. La generación de Castaneda era una excepción, ya que este último no poseía la cantidad de energía necesaria dada su configuración energética como para formar un nuevo grupo de brujos. La tradición de brujos se remonta a un linaje de naguales con orígenes en los toltecas. El último nagual sería Castaneda, aunque antes que él está Don Juan. El siguiente es el nagual Julián y antes que él está el nagual Elías. Estos naguales son los más mencionados en los libros de Castaneda.
Por alguna razón extraña, que aún nadie ha podido explicar, el hombre parece que ha sido siempre un animal religioso. Los escépticos del siglo XVIII trataron de explicarlo de forma convincente diciendo que era una mera superstición. El hombre temía a las fuerzas naturales, así que personalizó los truenos y relámpagos como dioses y a ellos elevó sus rezos. Pero esta visión algo simplista no explica por qué nuestros antepasados durante la glaciación de Riss, hace más de 200.000 años, quisieron hacer esferas perfectamente redondas, cuando aún no había ninguna aplicación práctica obvia para ellas. Al parecer, la única explicación posible es que son objetos religiosos, una especie de disco solar. Y el Homo erectus, o quienquiera que las hiciese, sin duda no tenía ninguna necesidad de temer al sol. Asimismo, ciertas herramientas de pedernal, que datan de la glaciación de Riss, muestran una factura compleja que las eleva a la categoría de obras de arte, puesto que parece evidente que van mucho más allá de cualquier requisito práctico. El escritor Colin Henry Wilson, autor de Lo Oculto, sugiere la posibilidad de la existencia de vida tras la muerte y de los espíritus. Ahora bien, el impulso religioso se basa en la sensación de que hay un significado oculto en el mundo. Los animales consideran el universo como algo muy natural. Pero la inteligencia lleva aparejada una sensación de misterio y busca respuestas. Las montañas o los árboles gigantescos se convierten en dioses; los relámpagos y los truenos, también; y lo mismo el Sol, la Luna y las estrellas. Pero ¿por qué adquirió el hombre esta sensación de misterio y de significados ocultos? la explicación de que dicha sensación se basa en el miedo es insuficiente. Cuando un animal contempla el maravilloso espectáculo de un amanecer o un crepúsculo, supuestamente lo percibe solamente como un fenómeno natural. El hombre, en cambio, lo percibe como algo hermoso; el amanecer o el crepúsculo despierta cierta respuesta en él, igual que el aroma de la comida al prepararla. Pero la respuesta al aroma de la comida se debe al hambre física. Pero, ¿qué clase de sensaciones despierta un crepúsculo? Si pudiéramos responder a esa pregunta, responderíamos a la pregunta de por qué el hombre es un animal religioso.
Cuando el arqueólogo francés Émile Cartailhac (1845 – 1921) vio los grabados de la cueva de Laugerie-Basse, en el poblado francés de Les Eyzies, reconoció inmediatamente que «hay aquí algo más que la prueba de un maravilloso temperamento artístico; aquí intervienen motivos e intenciones que desconocemos…». Descartó la idea de que el hombre de Cro-Magnon pintara porque tenía tiempo libre y señaló que los habitantes de las islas de los mares del Sur disponen de mucho tiempo libre, pero casi nunca pintan en las rocas. En cambio, los bosquimanos, que a duras penas subsistían, produjeron abundancia de arte rupestre. Pero fueron los aborígenes australianos y los indios de América quienes finalmente proporcionaron la respuesta: los dibujos tenían finalidades mágicas. Su objetivo era crear una relación entre el cazador y su presa. El antropólogo Ivar Lissner lo explica en su libro Man, God and Magic: «Se hechiza a un animal por medio de su efigie, y el alma del animal vivo corre la misma suerte que el alma de su segundo ser. Un cazador también puede representar la muerte de su presa de manera ceremonial, matándola en efigie utilizando ciertos rituales muy antiguos…». Así que tenemos una prueba más de que el hombre antiguo era un animal supersticioso. Un chamán tribal, como los que aparecen pintados en tantas cuevas de Dordoña, celebraba un largo y complicado ritual la noche antes de la cacería y su objetivo era atraer animales a un lugar determinado. Y hay indicios de que, por alguna extraña razón, sí parece dar resultados. Llama la atención que chamanes de todo el mundo, de culturas sin ninguna relación entre sí, tengan las mismas creencias básicas y los mismos métodos básicos. Según Juan Ruiz Naupari, en su obra Chamanismo esencial: “El chamanismo antiguamente fue practicado por una élite sacerdotal y lo que conocemos como chamanismo, sobre todo en Perú, después de quinientos años, no es el chamanismo auténtico, porque este chamanismo está desprovisto de lo que es el trabajo de autodescubrimiento. Podríamos decir que el chamanismo que se practica ahora es como la medicina oficial, donde el paciente va al médico para que le solucione el problema y el doctor intenta solucionarle su afección a través de unas sustancias químicas sin llegar a la esencia de la enfermedad”.
Volviendo a las investigaciones del Dr. Jacobo Grinberg, tenemos su opinión de que: “Nosotros interactuamos con una matriz informacional o campo informacional que todo lo abarca y envuelve y que contiene en cada una de sus porciones toda la información. Es una matriz de tipo holográfico. En ese nivel de cualidad de la experiencia no hay objetos separados unos de otros, sino que se trata de un extraordinario campo informacional de enorme complejidad“. Nuestro cerebro interactúa con ese campo informacional que algunos llaman campo cuántico y otros, como David Joseph Bohm (1917 – 1992), físico estadounidense, que hizo importantes contribuciones en los campos de la física teórica, la epistemología, y la neuropsicología, habla del concepto de el orden implicado. Los físicos actuales hablan de un campo espacial y la Teoría Sintérgica del Dr. Grinberg la denomina campo sintérgico. El cerebro interactúa con este campo. Y a partir de esta interacción, como resultado final del procesamiento cerebral, aparece la realidad perceptual, la que percibimos tal y como la conocemos. Es decir, los objetos, formas, colores y texturas. En ese campo informacional se encuentran la información de esos objetos, pero no la cualidad de los mismos. El cerebro está encargado de alguna manera de descodificar ese campo informacional y la resultante final es la realidad que nosotros percibimos. Nosotros, en general, debido a nuestra incapacidad para entender el proceso, confundimos ese resultado final con un estimulo primario. Pero lo cierto es que no tenemos acceso al proceso de creación de la realidad perceptual, sino solamente a su resultado final. Y es precisamente esta confusión la que nos lleva a pensar que la resultante final no es un producto creado por nosotros, sino una realidad independiente de nosotros, cuando en realidad somos nosotros quienes la elaboramos.
La Teoría Sintérgica afirma que en el procesamiento que el cerebro realiza para construir la realidad, la creación de campo neuronal es uno de los últimos pasos. La idea es que cada proceso energético que se lleva a cabo en la estructura de cada neurona, dentrita o axón del cerebro, crea una micro-distorsión de la estructura del pre espacio. Las interacciones entre todas estas micro-distorsiones dan lugar a una macro-distorsión hipercompleja denominada campo neuronal. Tenemos que el campo neuronal es una matriz resultante de la actividad neuronal del cerebro. La Teoría Sintérgica afirma que este campo neuronal actúa a su vez con la matriz pre-espacial. Y a partir de esa interacción aparece la realidad perceptual, que percibimos con los sentidos físicos. Esta es la esencia de la Teoría Sintérgica. Dependiendo del campo neuronal, de su sintergia, de su coherencia y su densidad informacional, así será el nivel de interacción congruente con el campo cuántico. Se puede plantear la hipótesis de que una persona con un gran desarrollo debería poseer un campo neuronal de alta sintergia, muy coherente y equilibrado, pero funcionando a alta frecuencia. Siendo el campo neuronal una partícula resultado de la distorsión de la estructura del pre-espacio, se puede inferir que existe un nivel de esta estructura que contiene la información de todos los campos neuronales existentes. Esta estructura es lo que en sintergia se ha denominado hipercampo.
En sus muchos años de estudio del chamanismo, el Dr. Grinberg conoció a la célebre curandera mexicana Pachita, mencionada a menudo en las obras del escritor chileno Alejandro Jodorowsky. Bárbara Guerrero fue una curandera psíquica mexicana de renombre, mejor conocida como Pachita. Nació en Parral, Chihuahua, hacia 1900, y murió en la Ciudad de México el 29 de Abril de 1979. Pachita fue la única cirujana psíquica conocida en su país y en el extranjero. Fue investigada tanto por investigadores mexicanos como por investigadores extranjeros, entre los que podemos distinguir a Salvador Freixedo y el Dr. Jacobo Grinberg-Zylberbaum. Desde muy joven Pachita empezó a curar por medio de hierbas medicinales y tés. Y en algún momento de su vida decidió operar, asegurando que el espíritu de Cuahtemoc, último emperador azteca, se apoderaba de su cuerpo físico para curar a través de ella. Lo llamaba “El Hermanito“. Para sus operaciones siempre utilizó el mismo cuchillo de cocina, con el mango cubierto con cinta de aislar, ya que su mango estaba roto. Siempre operó sin anestesia o asepsia y acostumbraba abrir a los pacientes con el cuchillo, y cambiar el órgano enfermo y cerrar. Los pacientes sufrían mucho y gritaban. Después de que terminaba de operar, ponía un poco de alcohol en la herida y cerraba con las manos. Después los vendaba y envolvía en una sábana. Luego de un par de horas los enviaba a su casa, donde tendrían que guardar cama durante tres días. Al cuarto día se desenvolvían, quitaban la venda, se bañaban y desde ese momento empezaban su vida diaria como siempre, tomando solo el jarabe, té o hierbas que ella les hubiera recetado. Acostumbraba a materializar órganos sanos como hígado, vejiga, vértebras, que algunos dijeron que pertenecían a perros o venados, y también se dijo que un médico amigo de ella le proporcionaba los órganos sanos. Estas materializaciones no fueron probadas, ya que ella solía operar en la penumbra, utilizando solo unas velas, porque decía que las luces brillantes dañaban a los órganos del cuerpo. La falta de luz no permitía cerciorarse de manipulaciones fraudulentas, y tampoco dar un juicio científico sobre los hechos. Aunque los análisis de los tumores y huesos extraídos eran material humano, lo que no se pudo constatar es si efectivamente provenían de los pacientes.
La fama de Pachita alcanzó todo México y llegó al extranjero, especialmente a Estados Unidos, Centro América, Sudamérica y Europa. En sus sesiones era frecuente escuchar varios idiomas. Pachita fue una extraordinaria psicoterapeuta y en muchos casos usaba su nivel de percepción extrasensorial (ESP) para poder conocer profundamente a sus pacientes, cuidando de ellos. A los nativos los curaba con yerbas, y a los extranjeros con medicinas. A los católicos les sugería que rezaran sus oraciones a los Santos y a otras personas les hablaba del poder de la Madre Tierra. Y si la persona esperaba algún rito, ella lo llevaba a cabo. Pachita tuvo una gran fuerza psicológica que usaba para convencer a sus pacientes de la curación, por lo que, todas las enfermedades que eran psicosomáticas fueron curadas. Tenía también gran practicidad manual, y algunas enfermedades fueron curadas con quiropráctica, un tipo de medicina alternativa que se centra en el diagnóstico y tratamiento de los trastornos mecánicos del sistema musculo-esquelético, especialmente la columna vertebral, bajo la creencia de que estos trastornos afectan la salud general a través del sistema nervioso y que su corrección mejora o restaura la salud. Era visitada por todas las clases sociales, y fue perseguida en varias ocasiones hasta la cárcel. Hasta hoy muchas han sido las curaciones efectuadas por ella, aunque no se han podido confirmar muchas de ellas, ya que se ignoraba el origen fisiológico o psicosomático. Ella ha sido la curandera más famosa que ha tenido México. Pachita, una de las más extraordinarias chamanas del México contemporáneo, realizaba verdaderas hazañas de curación, de supuesto manejo del espacio-tiempo, de la energía y de la materia. Y decía utilizar una serie de procedimientos que le permitían realizar su trabajo.
El procedimiento principal de meditación de Pachita consistía en sentarse en una silla frente a su altar, en la habitación donde realizaba sus operaciones y curaciones. Y una vez ahí, cerraba los ojos y respiraba suavemente hasta lograr escuchar un zumbido característico en uno de sus oídos. Una vez captado este zumbido, el cual, según Pachita, era la manifestación de un cambio de estado en ella misma, atendía a ese sonido interno hasta que sentía que caía en una especie de gran orificio, tras lo cual cambiaba de estado. Pachita meditaba sobre sensaciones sonoras características y después se dejaba ir, en un acto que ella describía como de un salto al vacío o de una súbita bajada en una rueda de la fortuna, después de lo cual empezaba sus operaciones quirúrgicas. La técnica es parecida a un procedimiento hindú de meditación llamado Shabd Yoga, en el cual, el meditador debe poner atención en un zumbido característico y seguir este zumbido por un lapso de tiempo relativamente largo. Shabd Yoga, también conocida como Surat Shabd Yoga es una práctica espiritual seguida por los miembros del camino espiritual Sant Mat o Radhasoami Santsang. Surat significa “atención” , mientras que Shabd significa “palabra” y Yoga “unión“. Por lo tanto, significa “unión a través de la atención en la palabra o sonido“. Para practicar Shabd Yoga es necesario ser iniciado por un maestro viviente o Gurú. El Gurú da un mantra para la meditación mediante su repetición (Simram), además de observar una dieta vegetariana.
El Dr. Grinberg explica su visión del fenómeno chamánico bajo el prisma de la Teoría Sintérgica, en que explica los fundamentos teóricos en torno al fenómeno del chamanismo: “La mecánica cuántica actual ha desarrollado una concepción acerca de la estructura del espacio que nos va a servir de punto de partida para intentar explicar el trabajo de Pachita. El concepto de la rejilla (lettice) considera que la estructura fundamental del espacio es una red o matriz energética hipercompleja de absoluta coherencia y total simetría. A esta red se le denomina rejilla y se considera que en su estado fundamental contribuye al espacio mismo omniabarcante y penetrado de todo lo conocido. La rejilla permanece totalmente invisible hasta que alguna de sus porciones (por cualquier causa) altera su estado de coherencia. Una partícula elemental es precisamente una desorganización elemental de la rejilla en cualquiera de sus localizaciones. Cualquier átomo o compuesto químico es una particular conformación estructural de la rejilla con respecto a su estado fundamental de máxima coherencia. La concepción de rejilla surgió de los estudios de cristalografía, porque la estructura de cualquier cristal es una rejilla de alta coherencia que se asemeja a la rejilla del espacio. A partir de Einstein, el concepto de espacio ha sido inseparable del tiempo, por lo que la consideración de la rejilla del espacio tiempo se refiere a ambos unificándolos. Si la rejilla desapareciera, el espacio y el tiempo harían lo mismo. Cualquier objeto “material” es en realidad una organización irrepetible de la estructura de la rejilla. En su estado fundamental de total coherencia, fuera de la misma rejilla no existen ni objetos ni alteraciones temporales. Es únicamente cuando la rejilla cambia su estructura fundamental que el tiempo transcurre y los objetos aparecen“.
El cerebro humano es la conformación más compleja conocida de la estructura de la rejilla. Cada una de las doce mil millones de neuronas del cerebro humano, junto con todas sus conexiones, son otras tantas alteraciones de la estructura fundamental de la rejilla. Cada vez que una neurona se activa y su membrana celular cambia su potencial de reposo, produciendo cambios eléctricos de superficie, la rejilla cambia su conformación. El conjunto de las modificaciones de la estructura de la rejilla que resultan de toda la actividad del cerebro crea una alteración colosalmente compleja de la rejilla. Esta alteración ocurre en todas las dimensiones del espacio y se le denomina campo neuronal. El campo neuronal de un cerebro vivo interactúa continuamente con la rejilla produciendo en ella confirmaciones energéticas a las que denominamos imágenes visuales. En realidad, el campo neuronal y la rejilla forman una unidad y es la misma rejilla la que sirve de fundamento al campo neuronal. El mundo que conocemos resulta de la interacción entre el campo neuronal y la rejilla. Todos vemos un mundo similar porque la estructura de nuestros cerebros es muy parecida y, por lo tanto, los campos neuronales que producimos son semejantes aunque irrepetibles y únicos en cada momento. Existen, sin embargo, diferentes niveles de interacción y prácticamente un infinito número de conformaciones que el campo neuronal puede adoptar. Las estructuras cerebrales que más se han utilizado durante la evolución son las más fijas estructural y energéticamente hablando. Esto explica la relativa fijeza de nuestra percepción visual. Al mismo tiempo, las estructuras cerebrales más nuevas, evolutivamente hablando, no tienen tal fijeza ni producen campos neuronales tan parecidos. Por ello las creaciones intelectuales y el pensamiento son tan variables y con tanta capacidad de originalidad, aunque ambos, el mundo visual y el mundo del pensamiento tienen el mismo origen en la interacción del campo neuronal y la rejilla. Los estudios de la conciencia indican que ésta posee valores discretos, dando lugar a niveles cualitativamente diferentes de la experiencia. Por ello es posible suponer que la interacción entre el campo neuronal y la rejilla posee una congruencia solamente con ciertos niveles mientras que no con otros. Por ello existen mundos auditivos diferentes de los visuales u olfativos, así como niveles particulares que la conciencia mística oriental conoce muy bien. Algunos niveles de interacción solamente son accesibles después de un entrenamiento riguroso, mientras que otros son más cotidianos y comunes. En todos los niveles, sin embargo, el cerebro afecta la estructura de la rejilla.
Parece que el nivel de conciencia de Pachita era extraordinariamente diferenciado. Durante las operaciones que realizaba era capaz de materializar y desmaterializar objetos, órganos y tejidos. El manejo de las estructuras orgánicas le permitía realizar trasplantes de órganos a voluntad, curaciones de todo tipo y diagnósticos a distancia con una gran exactitud. Estar junto a Pachita era una experiencia única en la cual se experimentaba el poder de su mente, capaz de conocer los contenidos del pensamiento, las intenciones y las experiencias más íntimas de sus colaboradores y pacientes como si fueran un libro abierto. Además Pachita lograba penetrar en el tiempo prediciendo eventos futuros como si su campo neuronal entrase en interacción con la rejilla del espacio-tiempo, de tal manera que decodificara y modificara la estructura temporal de la realidad. Todos estos portentos pueden ser explicados si se acepta la posibilidad de que las modificaciones de la rejilla producidas por el campo neuronal de Pachita fuesen capaces de modificar sustancialmente aquélla, produciendo conformaciones similares a la de los objetos, como en el caso de las materializaciones, o retornos a la estructura de la rejilla de los objetos, como en el caso de las desmaterializaciones. Pachita parece que poseía un control único sobre su campo neuronal, transformándolo y modificando con él la estructura de la rejilla. Aunque sus efectos parecían ser milagrosos, se basaban en el mismo mecanismo que todos utilizamos para crear nuestras imágenes o nuestros pensamientos. El campo neuronal de Pachita era capaz de interactuar de forma congruente con una banda de la rejilla que ella denominaba Hermano Cuahutémoc, en honor al último tlatoani mexica de México-Tenochtitlan. A estas bandas la teoría sintérgica las denomina orbitales de conciencia. La teoría sintérgica sostiene que la experiencia es la interacción del campo neuronal con la rejilla. El campo neuronal es capaz de mimetizar la estructura fundamental de la rejilla. Esto se logra incrementando la coherencia entre los hemisferios cerebrales. Cuando la coherencia cerebral es incrementada de este modo, el campo neuronal deja de modificar la estructura fundamental de la rejilla, por lo que la conciencia pasa a un estado de Unidad total, en que desaparece el ego y el sujeto de la experiencia se vuelve una especie de “rey de la creación”, capaz de modificar la realidad desde sus orígenes.
Pachita aparentemente tenía la capacidad de reconocer cualquiera de las mentes que se le aproximaba y tenía la habilidad de hacer aparecer su conciencia en diferentes localizaciones del Universo. Pachita decía ser capaz de salirse de su cuerpo y hacer aparecer su experiencia en localizaciones extracorpóreas. Esta capacidad implicaba, entre otras, la de poder focalizar su atención total en diferentes porciones de la rejilla. Normalmente hacemos algo similar con nuestra atención, especialmente cuando la focalizamos en diferentes regiones de la interacción entre el campo neuronal y la rejilla. La capacidad de atención de Pachita era, sin embargo, extraordinariamente grande. En ambos casos, la de la atención normal y la de la incrementada se requiere un factor explicativo además de la interacción entre campo neuronal y rejilla. A este factor la teoría sintérgica lo denomina factor de direccionalidad. Este factor hace aparecer la experiencia consciente en diferentes regiones de la rejilla por lo que requiere de la existencia de un controlador del mismo al que la teoría sintérgica denomina procesador central. Acerca de éste último poco se sabe y solamente se puede conjeturar que pertenece al observador independientemente de la rejilla y el campo neuronal. A este observador en diferentes tradiciones se le ha denominado Ser, Purusha o Atman. La existencia del observador se encuentra en la frontera del conocimiento científico, precisamente por la necesidad de considerarlo independiente de la rejilla. La aceptación del observador como independiente del mundo físico no ha sido aceptada por la ciencia, aunque para Pachita era una realidad incuestionable. Una consecuencia de todo lo que antecede es la idea de que sumada a la organización propia de la rejilla y su interacción con el campo neuronal, sea necesario considerar a las interacciones entre todos los campos neuronales existentes en el seno de la rejilla. A esta rejilla que incorpora todos los campos neuronales se le denomina hipercampo. Pachita parecía poseer la capacidad de decodificar el hipercampo, conociendo, de esta forma, el estado de la conciencia planetaria. Esta capacidad de decodificación no era pasiva puesto que ella afirmaba que, a través del Hermano Cuahutémoc se realizaban misiones planetarias de direccionalidad y modificación del hipercampo. Cualquier alteración del hipercampo afecta a todos los campos neuronales y por lo tanto determina cambios en la conciencia individual y colectiva.
Una de las facetas más impresionantes de Pachita era precisamente su trabajo en el hipercampo y su ideal de transformación para el bien de la humanidad. Y, en opinión de Michael Harner, en su obra ¿Qué es un chamán?: “El chamanismo es un modo disciplinado de obtener ayuda y conocimientos, basado en la premisa de que no tenemos necesidad de limitarnos a operar en una realidad, una dimensión, cuando necesitamos ayuda. Existe otra realidad que nos puede prestar ayuda en la vida, una realidad llena de belleza y armonía, dispuesta a ofrecernos el mismo tipo de sabiduría sobre el que leemos en los escritos de los grandes místicos y profetas. Lo único que debemos hacer es mantener la mente libre de prejuicios y realizar el esfuerzo para seguir la senda del chamán”. Michael Harner es un antropólogo de renombre internacional, que fue pionero en el regreso del chamanismo en Occidente y fue creador del chamanismo esencial, una metodología basada en las prácticas y principios compartidos por los chamanes de las diversas culturas mundiales. En 1979, él y su mujer, Sandra Harner, fundaron el Centro de Estudios Chamánicos, que más tarde pasó a ser la Fundación de Estudios Chamánicos, con el objetivo de recuperar la olvidada sabiduría chamánica para la vida contemporánea y preservar las formas de conocimiento aún practicadas por los chamanes indígenas supervivientes. Harner ha practicado el chamanismo desde 1961, Y el célebre chamán siberiano Bo Bair Rinchinov, del pueblo buriato, dijo de él: «Michael Harner es un gran chamán. También demuestra que una persona puede ser chamán y científico al mismo tiempo». El chamanismo se basa en la premisa de que el mundo visible está dominado por fuerzas o espíritus invisibles que afectan las vidas de los vivientes. A diferencia de las religiones organizadas, que están lideradas por párrocos y que todos los miembros de una sociedad practican, el chamanismo requiere conocimientos individualizados y capacidades especiales. Los chamanes actúan fuera de religiones asentadas y tradicionalmente actúan solos. Los chamanes pueden juntarse en asociaciones, como han hecho los practicantes tántricos indios.
Hay muchas variantes de chamanismo en el mundo, con creencias compartidas por todas las formas de chamanismo. Los espíritus existen y juegan un importante papel tanto en las vidas individuales como en la sociedad humana. El chamán puede comunicarse con el mundo de los espíritus y distingue los espíritus buenos o malos. El chamán puede tratar enfermedades causadas por espíritus malignos y puede emplear técnicas para inducir trance a fin de incitar éxtasis visionario. El espíritu del chamán puede dejar el cuerpo para entrar en el mundo sobrenatural con la finalidad de buscar respuestas, en el que evoca imágenes de animales como guías de espíritus, presagios, y portadores de mensajes. Chamán se refería originalmente a los curanderos tradicionales de las áreas túrquicas-mongolas como el Norte de Asia (Siberia) y Mongolia. Šamán es la palabra túrquica-tungú para practicante y significa “el/la que sabe“. Otros académicos afirman que la palabra viene directamente del idioma manchú. Según el profesor de la Universidad de Yale, E. Washburn Hopkins, “En su forma original parece ser una corrupción del sánscrito «shramana», que indica a un discípulo de Buda y entre los mongoles se convirtió en sinónimo de mago“. En el uso contemporáneo, chamán se ha convertido en intercambiable con el término peyorativo de brujo. Esto es antropológicamente inexacto y ha levantado objeciones entre los académicos y los curanderos tradicionales, que afirman que la palabra viene de un lugar, de una gente, y de un conjunto de prácticas específicas. Entre los indios americanos se les conoce como curanderos o chamanes. A los chamanes en las culturas africanas se les conoce como “hechiceros”. El fenómeno del chamanismo se centra sobre la figura del chamán, que es una persona a la cual se cree dotada especialmente para tratar a través del mundo del espíritu. En cuanto a la medicina misma los poderes del chaman incluyen el poder curar a los enfermos. La palabra se deriva del idioma Ural-Altaico, que se habla en todo Asia Central y del Norte. Se supone que el chamanismo también cruzó el Estrecho de Bering en los tiempos prehistóricos y se encuentra hoy entre los esquimales, aleutianos, tribus indias americanas en todo Norte y América del Sur y en África. Similares sistemas existen en la Península de Malasia, en Indonesia, y entre los aborígenes australianos. Y en tiempos recientes, también lo encontramos en grupos remotos tribales en India y Corea. El hecho que la distribución del chamanismo se sitúe alrededor del océano Pacífico parece implicar un origen común.
El chamanismo es la tradición conocida más antigua del planeta y está en el subconsciente de todas las personas. Antes de nacer la religión ya existía el chamanismo, que es la conexión directa con el conocimiento cósmico, así como el conocimiento de las leyes que rigen el mundo. El chamán es una persona que alcanza esta conexión con el conocimiento. Porque existen leyes sociales, que son pasajeras y mutables, y existen las leyes cósmicas, que rigen nuestra vida de verdad. Cuando una persona está de acuerdo con las leyes cósmicas sabe lo que es la vida y cómo vivir. En el pasado un chamán era una persona que nacía con un estado un poco especial dentro de su pueblo y tenía más capacidad de soñar y de entrar en trance. Entonces era enseñado por la persona que anteriormente tenía esta habilidad. Siempre fue una transmisión oral. Muchas personas piensan que el chamanismo procede de América, pero su origen es siberiano. La palabra chamán es originaria de la lengua siberiana, y quiere decir ‘aquél que sabe’. El chamanismo siberiano quedó oculto por 80 años de comunismo, durante el cual las tradiciones espirituales fueron perseguidas y mucha gente fue asesinada. Ahora la tradición está resurgiendo. En el volumen Mitología primitiva de su obra Las máscaras de Dios, publicada en 1959, el mitólogo, escritor y profesor estadounidense Joseph Campbell, refiriéndose a la tribu ona de Tierra de Fuego y a los indios nagajnek de Alaska, comenta: «Sacados de las dos comunidades cazadoras más primitivas de la Tierra, en polos opuestos del mundo, sin comunicación, ciertamente durante milenios, con ningún punto común de origen tradicional, los dos grupos tienen, no obstante, el mismo concepto del papel y el carácter del chamán…». Cita un ejemplo de magia chamánica que observó el antropólogo E. Lucas Bridges y que al principio decepciona porque parece un truco de prestidigitación: “Bajo la nieve y a la luz de la Luna, el chamán de la tribu ona, Houshken, canta una salmodia durante un cuarto de hora antes de llevarse las manos a la boca y sacar una tira de piel de guanaco, más o menos del tamaño de un cordón de zapato. Luego aparta lentamente las manos hasta que la tira adquiere alrededor de 1,20 metros de longitud. Entonces entrega uno de los extremos a su hermano, que retrocede hasta que los 1,20 metros se convierten en unos 2,40. Seguidamente Houshken vuelve a coger la tira, se lleva la mano a la boca y se traga la tira. «Ni siquiera un avestruz hubiera podido tragarse 2,40 metros de piel de un solo golpe y sin ningún esfuerzo visible». Houshken no ha escondido la tira en una manga porque va desnudo. Después de esto, se saca de la boca algo que semeja masa de pan semitransparente que parece estar vivo y gira a gran velocidad. Luego, al separar más las manos, la «masa de pan» sencillamente desaparece. De nuevo da la impresión de que se trata de un juego de manos, hasta que recordamos que el chamán está desnudo“.
Volviendo al Dr. Grinberg, algunos aseveran que fue secuestrado por agentes del gobierno estadounidense porque éste quería aprovechar descubrimientos del investigador referentes a la modificación del espacio-tiempo mediante el poder de la mente. Otros aseguran que el doctor rompió voluntariamente sus vínculos sociales una vez que alcanzó el máximo nivel de conciencia y desarrollo espiritual. También hay quienes sugieren que fu secuestrado por agentes rusos del KGB. La policía siguió básicamente tres líneas de investigación. Una fue la del asesinato. En realidad el caso sigue abierto pues no se ha encontrado nunca el cuerpo. Otra investigación apuntaba a un posible secuestro o reclusión voluntaria. Ello podría estar vinculado con un proyecto de energía alternativa del que el propio Jacobo Grinberg habla en su obra. Otra investigación más atrevida habla de extraterrestres y puertas dimensionales. El propio Jacobo Grinberg también habla sobre este tema en más de uno de sus libros. En sus estudios el Dr. Grinberg demostraba científicamente que existía la comunicación telepática. En uno de sus múltiples experimentos, ponía a dos personas en cámaras aisladas y ambas personas podían comunicarse y presentar el mismo trazo de actividad cerebral. En sus últimas investigaciones estaba comparando el estudio del funcionamiento del cerebro en personas normales y en chamanes. Entonces descubrió que las formas de funcionamiento de un cerebro normal y el de un chamán eran diferentes. Para realizar ese estudio empleó técnicas muy avanzadas que permiten conocer cuando llega la información al cerebro, cómo éste la está procesando, cuáles son las áreas extractivas que activan las áreas del cerebro del hemisferio derecho o del izquierdo, y como interactúa esa información con las neuronas. Había logrado demostrar que una persona normal, ante cualquier evento, emplea ciertas partes del cerebro, mientras que los chamanes emplean áreas muy amplias y de ambos hemisferios. Esto lo hizo llegar a la conclusión de que ya se nace para ser chamán.
Tal como ya hemos dicho anteriormente, Jacobo Grinberg Zylberbaum, uno de los más lúcidos e intrépidos científicos mexicanos, desapareció misteriosamente en 1994. Como legado dejó, además de su estudio científico de la conciencia y múltiples fenómenos “etéreos”, la fundación del Instituto Nacional para el Estudio de la Conciencia y más de cincuenta libros, así como innumerables estudios e investigaciones. Grinberg ingresó de la Facultad de Ciencias de la UNAM, donde cursó la carrera de Psicología, y entre otros estudios de posgrado obtuvo un doctorado en el New York Medical College, durante el cual se dedicó principalmente a llevar un registro electrofisiológico del cerebro humano expuesto a estímulos geométricos. Se dice que a los 12 años Grinberg decidió estudiar la mente humana a raíz de que su madre falleciera de un derrame cerebral. A partir de entonces comenzaría una admirable trayectoria que lo llevaría a investigar la mente, a través del minucioso estudio, hasta entender que ésta representaba el pulso catalizador por medio del cual el ser humano construye lo que conocemos como realidad. Una de las etapas más populares de la carrera profesional de Grinberg fue el trabajo realizado junto con la legendaria curandera mexicana Pachita, con quien trabajó, desde una perspectiva científica, en la evaluación metodológica de las manifestaciones de conciencia en el ser humano. A partir de estas experiencias escribió el más popular de sus libros, Pachita, Milagro Mexicano. En la introducción de esta obra Grinberg justificó su publicación, que puso en riesgo su prestigio científico y, sin embargo, terminó por ser una pieza fundamental para que la ciencia se dispusiera a estudiar aquellas facetas de la “realidad” que permanecían a la sombra de la mirada de los científicos. En la introducción del libro escribió lo siguiente: “Hace años tuve la suerte de conocer a Pachita; recibir sus enseñanzas, compartir su trabajo y acompañarla en sus exploraciones. Esa mujer extraordinaria modificó mi percepción de la realidad y me puso en contacto directo con un mundo lleno de magia y poder. Fui testigo de una serie de acontecimientos asombrosos y me obligué a escribir acerca de ellos con la mayor exactitud posible. Este libro es el resultado de ese trabajo. Describo lo que vi tal como sucedió, sin modificaciones y con toda veracidad. Pachita era capaz de realizar verdaderos milagros modificando el espacio-tiempo y la materia, al grado de poder materializar objetos, realizar trasplantes de órganos, diagnosticar enfermedades y curar a los enfermos que por cientos acudían a pedirle ayuda“.
A partir de su trabajo con Pachita, que culminó en 1988, Grinberg desarrollaría su experiencia con la curandera mexicana para construir una de sus teorías más representativas, la Teoría Sintérgica. Posteriormente profundizó en el estudio de las frecuencias energéticas que manifiesta el ser humano durante estados meditativos, que son medibles y por lo tanto comprobables. Su manera de abordar científicamente diversos aspectos de los mundos metafísicos, a los que está expuesto el ser humano, atrajo el interés de agencias militares de Estados Unidos, que en repetidas ocasiones intentaron hacerse con los servicios de Grinberg, recibiendo siempre una negativa por parte del investigador. Entre algunos de los estudios que encabezó Jacobo Grinberg, ya fuese dentro del Instituto Nacional para el Estudio de la Conciencia, fundado por él mismo al interior de la UNAM, o de manera independiente, se encontraban intrigantes temáticas en torno a la relación de la mente con la materia. Desde análisis y evaluaciones prácticas de las aptitudes paranormales de brujos, yoghis y chamanes, hasta la posibilidad de entrenar a niños propensos al desarrollo de herramientas cognitivas calificadas como extra-sensoriales. Otro de los temas que más tiempo de trabajo le ocupó a Grinberg fue la telepatía, entendiendo este fenómeno como la transmisión precisa de información entre dos cerebros separados en el tiempo y/o el espacio. Como resultado de estas investigaciones Grinberg acuñó novedosas teorías. Su Teoría Sintérgica, antes descrita, se refiere a una especie de matriz holográfica, llamada rejilla, que todo lo abarca. Al interior de este campo informacional nada está separado, constituyendo una especie de éter híper-informativo a partir del cual nuestro cerebro debe decodificar hebras de conocimiento a través de distintas aptitudes cognitivas. Y el resultado de este proceso es lo que cada uno de nosotros concebimos como la “realidad”: «La realidad es percibida como resultado de una decodificación que lleva a cabo nuestro cerebro a partir de una estructura pre-espacial, y como tal involucra la interpretación realizada por el aparato de nuestra mente-cerebro», afirmaba Grinberg. Además, de acuerdo con el científico mexicano, esta matriz representaba algo así como una proyección holográfica, por lo que en todos sus puntos convergía la información completa del Cosmos. Y aquel que fuese capaz de entrenarse con las habilidades necesarias para entablar una interacción consciente con esta matriz, podría acceder a un estado permanente de iluminación informativa.
En el segundo libro de la serie Psicofisiología de la Conciencia – El Cerebro Consciente, Grinberg dice: “El descubrimiento reciente acerca de la relación entre la actividad cerebral y la fuerza gravitacional, así como la demostración experimental de la existencia de una comunicación directa entre seres humanos, correlativa con un incremento de la coherencia cerebral, forma parte del cuerpo de evidencias experimentales que apoyan lo que comenzó siendo puramente hipotético, esto es, la existencia del campo neuronal y la conceptuación del mismo como campo unificado. Postulo que la experiencia es la interacción del campo neuronal con la estructura energética del espacio. A ésta última la bautizo con el término de sintergia y postulo una similitud entre la organización sintérgica del espacio y la organización cerebral. El campo neuronal afecta y altera la organización sintérgica, y en cierto nivel de funcionamiento es uno con ella, de tal forma que el producto de la actividad cerebral se confunde con el resto de la creación. Quien se siente unido al todo en sus múltiples manifestaciones, sabe que su cuerpo las contiene en tal forma que, en su percepción del mundo, no existe lo interno y lo externo como dos reinos independientes pero interconectados, ni tampoco el observador u lo observado son como dos realidades separadas. Más bien, una es la realidad y ésta no admite separaciones“. Otra teoría especialmente interesante, entre las logradas por Grinberg, es la que se refiere a la visión dermoóptica, o visión a través de la piel, una habilidad extrasensorial que el científico estuvo trabajando con niños mexicanos. La dermoóptica “consiste en hacer una lectura sin necesidad de tocar absolutamente nada, solamente con las variaciones dermográficas, con los sensores que tenemos en los pulpejos de los dedos […]. Los niños situaban su mente en el cerebro de otro ser y leían como quien arrastra un disco duro a su ordenador”, dice al respecto el doctor español Fernando Rivera, quien presentó una ponencia en tributo a Grinberg. Básicamente se refiere a la aptitud de percibir imágenes o textos a través de la piel. La percepción dermoóptica funciona a través de la captación de los rayos infrarrojos por medio de los receptores cutáneos que, a su vez, estimulan los símbolos visuales que están almacenados en los centros nerviosos. El primer sentido que desarrolló el ser humano es precisamente el tacto, y aparentemente en un principio el tacto cumplía algunas de las funciones que actualmente cubren el resto de los sentidos, los cuales eventualmente surgieron respondiendo a necesidades evolutivas. Grinberg tenía pensado extender los estudios que realizaba en torno a la dermoóptica con niños mexicanos al Tíbet, en donde realizaría algunos talleres con niños de esa región.
Tal como hemos indicado, el origen del chamanismo está en Siberia. Y también el origen del tantra, tradiciones esotéricas orientales que enseñan a utilizar el deseo material con el propósito de espiritualidad. La mayoría de la gente piensa que el tantra viene de la India, pero algunos investigadores muestran que realmente el tantra es originario de los chamanes de Siberia. Las tradiciones taoístas son chamánicas. El Tíbet y Altay tienen una gran conexión. Y la mitología griega, europea, tiene su origen en Altay. Se estima que el chamanismo siberiano surgió hace unos 40.000 años, y que es heredero de la sabiduría de civilizaciones hace tiempo extinguidas. Altay está en el sur de Siberia, en una zona montañosa. Está en la frontera con China, Kazajstán, Mongolia y Rusia, pero la mayor parte está en Rusia. Es un centro cultural y cuna de la civilización, ya que en Siberia están los vestigios más antiguos de cultura. En el sur de Chile están los mapuches, los araucanos. Se han investigado las tradiciones araucanas y son como las siberianas. Las hierbas que hay en el sur de Chile y de Argentina, que usan los araucanos, son originarias de Siberia. El pueblo que habitó América es de origen mongol, mientras que la raza originaria de Altay también es mongol. Un libro titulado Wizard of the Upper Amazon (Mago del Alto Amazonas), de F. Bruce Lamb, es tal vez la crónica más clara y más detallada que ofrece la literatura antropológica de la formación y la evolución de un chamán. En esta obra el explorador F. Bruce Lamb hace de amanuense de un joven peruano llamado Manuel Córdova, que en 1902 fue secuestrado por los indios amahuacas de Brasil. Córdova pasó siete años entre los indios y da cuenta detallada de su forma de vivir. Y como Córdova llegó a ser jefe de la tribu, también nos permite empezar a comprender lo que debía representar ser un cacique-chamán en el paleolítico. Para comprenderlo del todo, es necesario leer el libro entero, que transmite el notable sentido de unidad que existe en una tribu primitiva, en la cual cada uno de sus miembros es, en cierto modo, parte de un organismo. Y la magia parece desempeñar un papel inevitable en la existencia de los cazadores que viven en estrecho contacto con la naturaleza.
Uno de los capítulos más notables de Wizard of the Upper Amazon describe cómo el anciano jefe Xumu preparó a Córdova durante diez días con una dieta especial, que incluía brebajes que producían vómitos y diarrea y aceleraban los latidos del corazón. Luego, con otros miembros de la tribu, recibió un «extracto de visión» cuyo efecto fue inundarle de extrañas sensaciones, tales como colores y visiones de animales y otras formas naturales. Hicieron falta muchas de estas sesiones antes de que Córdova pudiera dominar el caos que la droga producía y cuál era el objetivo. Finalmente, una noche, los indios se internaron mucho en la selva y pasaron varias horas recogiendo enredaderas y hojas. Luego trituraron lo que habían recogido y con un complicado ritual (salmodias incluidas) lo metieron en la olla de barro cocido. Los preparativos continuaron durante tres días y, una vez terminados, el extracto verde se echó en unos cacharros pequeños. Un cazador que pasaba por una temporada de mala suerte se acercó al jefe de la tribu y describió una serie de percances, debido a los cuales su familia estaba medio muerta de inanición. El jefe le dijo que volviera la noche siguiente para la ceremonia del «extracto de visión» (honi xuma). En la ceremonia participó un grupo numeroso. Poco después de beber el extracto, empezaron las visiones en colores, que todos compartieron. El «canto de la boa» trajo una gigantesca boa constrictor que cruzó el claro de la selva seguida por otras serpientes, luego por un largo desfile de pájaros, entre los que había un águila gigantesca, que extendió las alas delante de ellos, les miró con ojos amarillos y centelleantes y abrió y cerró el pico varias veces. Después vinieron muchos más animales y Córdova explica que ya no recuerda muchas cosas de lo que sucedió, «porque el conocimiento no tenía su origen en mi conciencia ni en mi experiencia». Continuó toda la noche.
Al día siguiente, el jefe, Xumu, preguntó al cazador «con mala suerte» si ahora podía dominar a los espíritus de la selva. El hombre contestó que su comprensión se había renovado y que la selva satisfaría todas sus necesidades. Más adelante, Córdova se fue de caza. El día antes se celebraron complicados rituales, con bebida de pociones, baños de hierbas y exposición del cuerpo a varias clases de humos producidos quemando el pelo de un animal y plumas de un ave a la que cazarían. En medio de la ceremonia final, un búho se posó en una rama; los cazadores bailaron alrededor del animal mientras entonaban una salmodia ritual y le pedían que dirigiera sus flechas hacia los diversos animales que fueron nombrando. Finalmente, el búho se fue volando y se acostaron todos. Córdova describe la cacería y cuenta que tuvo que aprender a reconocer todas las señales de la selva. como el olor de los mamíferos o las serpientes, el significado de una ramita quebrada o de una hoja caída. Y después de dar muerte a varios cerdos silvestres, el jefe del grupo de cazadores le describió el método que empleaban para tener la certeza de que los cerdos pasaran siempre por allí. Primero hay que matar al jefe de la manada, que suele ser una hembra, y enterrar su cabeza en un agujero profundo, de cara a la dirección contraria a la que siguen los animales, en medio de salmodias rituales dirigidas a los espíritus de la selva. Si esto se hace correctamente, seguro que los cerdos pasarán siempre por aquel lugar cuando recorran su territorio, y si observan los hábitos de los animales, los cazadores siempre pueden estar al acecho cuando vuelvan. Una noche oyeron la peculiar llamada de un insecto. Los cazadores se pusieron alerta al instante y dos de ellos se internaron sigilosamente en la selva. Al cabo de unas horas, volvieron con un insecto envuelto en una hoja. Hicieron una jaula diminuta y explicaron que la posesión de un wyetee tee garantizaría buena caza. Al día siguiente, los cazadores se escondieron en chozas camufladas en los árboles alrededor del claro de la selva. Tal como habían predicho, el wyetee tee trajo tal abundancia de caza que tuvieron que construir otro tendedero para ahumarla.
Andando el tiempo, Xumu eligió a Córdova como sucesor. No lo hizo sencillamente porque Córdova supiera disparar con un fusil y tuviese espíritu empresarial suficiente para enseñar a la tribu a fabricar y vender caucho, sino porque poseía la clase de sensibilidad que le permitiría comprender a sus compañeros. Según explica: “Durante mi formación me di cuenta de que se producían cambios sutiles en mi proceso mental y en mis modos de pensamiento. Me fijé en un aceleramiento mental y en cierta clarividencia que me permitía prever acontecimientos y reacciones de la tribu. Concentrando mi atención en un solo individuo, podía adivinar sus reacciones y propósitos y prever lo que haría o lo que pensaba hacer. El anciano dijo que mi facultad de prever y conocer los acontecimientos futuros mejoraría y aumentaría, también que podría localizar e identificar objetos desde una gran distancia“. En efecto, Córdova tuvo visiones de la muerte de su madre que, al volver a la civilización, comprobó que habían sido acertadas. El jefe indio también poseía esta facultad de la clarividencia. «Esperamos en el poblado durante muchos días después de que saliera el grupo de cazadores. Finalmente, el jefe dijo que volverían al día siguiente…». Y por supuesto, Xumu tenía razón. En todo el libro se ve claramente que gran parte de la «magia» de los indios es una especie de telepatía. Cuando Xumu se interna con él en la selva para una iniciación mágica, a Córdova no le cabe ninguna duda de que entre ellos hay comunicación telepática: «El jefe habló en tono bajo, agradable: ‘Empiezan las visiones’. Había captado por completo mi atención con estas palabras de magia. Al instante noté que desaparecían las barreras que pudiera haber entre nosotros; éramos como uno solo». Entonces Xumu hace que aparezcan visiones que Córdova comparte. La explicación de los escépticos, de que el jefe no hace más que utilizar la sugestión, no se ajusta a los hechos.
El jefe dice: «Empecemos por los pájaros», y aparece la imagen increíblemente detallada de un pájaro. Según Córdova: «Nunca había percibido yo imágenes visuales tan detalladas. Entonces el jefe hizo que apareciese una hembra y el macho ejecutó su danza de apareamiento. Oí todos los cantos, llamadas y otros sonidos. Su variedad superaba todo lo que había oído hasta entonces». Más adelante hay otra descripción larga de visiones que compartió toda la tribu. Después de beber el «extracto de visión», una salmodia da origen a una procesión de animales, entre los que hay un jaguar enorme. Según Córdova: «Este animal tremendo avanzaba arrastrando los pies y con la cabeza baja, la boca abierta y la lengua colgando. Dientes horribles y grandes llenaban la boca abierta. Un cambio instantáneo de porte para adoptar un aire de alerta malévola hizo temblar al círculo de visionarios de fantasmas». De hecho, Córdova se dio cuenta de que era él quien había provocado la aparición del jaguar, con el que una vez se había encontrado en un sendero de la selva y al que había mirado fijamente hasta obligarle a apartar los ojos. Los demás miembros de la tribu también reconocieron esto y el resultado fue que dieron a Córdova el apodo de «Jaguar». Córdova habla luego de escenas de combate con tribus enemigas y con los caucheros invasores que habían obligado a los amahuacas a buscar nuevos territorios. Tiene visiones de un poblado en llamas y del jefe matando a un plantador de caucho. El «espectáculo» termina con escenas en su nuevo poblado. Es obvio que en esta sesión visionaria todos ven lo mismo, como si estuvieran sentados en un cine viendo una película. Pero la película es una creación de sus propias mentes. En su introducción a Wizard of the Upper Amazon, Andrew Weil, investigador de Harvard, comenta: «Evidentemente, estos indios experimentan el inconsciente colectivo como una realidad inmediata, no sólo como una construcción intelectual».
Más adelante, Córdova cuenta que al morir el anciano jefe, él ocupa su lugar. Descubre que durante las visiones causadas por la droga, las salmodias le permiten controlar lo que se ve: “Por complicadas y extrañas que fueran las visiones, obedecían a mis deseos tal como los expresaba cantando. Cuando se dieron cuenta de que yo dominaba sus visiones, todos los hombres consideraron que mi posición era infinitamente superior a la suya. Adquirí al mismo tiempo una conciencia más aguda de mi entorno y de la gente que tenía a mi alrededor, una sensación de clarividencia que me permitía prever cualquier situación difícil que pudiera producirse“. También hereda del anciano jefe la facultad de hacer uso de sus sueños: «Una noche, en el campamento de la boa, en sueños tuve visiones de que algo iba mal en Xanada». Al volver, pudo comprobar que una tribu vecina estaba invadiendo su territorio. Cuando finalmente regresó a la civilización, Córdova conservó lo que el anciano jefe le había enseñado. Las visiones de la muerte de su madre, durante una epidemia de gripe, resultaron ciertas. Y «por extraño que pueda parecerles, como mínimo he visto por anticipado otros dos acontecimientos importantes de mi vida. Explíquenlo como les plazca, pero yo creo que fue resultado de lo que me enseñó Xumu». Un escéptico objetaría que todas estas cosas no prueban nada. Córdova sencillamente había tomado parte en rituales que los indios creían que producirían resultados y cuando llegaron los resultados creyeron que su magia había sido la causa. Sin embargo, esto es sencillamente todo lo contrario de la impresión que transmite Wizard of the Upper Amazon, en el que no puede haber duda alguna, como dice Andrew Weil, de que estamos hablando del «inconsciente colectivo» como de una realidad cotidiana.
El siguiente ejemplo de poder chamánico no puede explicarse diciendo que fue algún tipo de autoengaño colectivo. Sir Arthur Francis Grimble era un administrador colonial británico que en 1914 pasó a desempeñar el cargo de comisario residente en las islas Gilbert, en el océano Pacífico. Más adelante describiría los cinco años que pasó en la islas en una autobiografía titulada Pattern of Islands (1952), que obtuvo un gran éxito. El libro se ocupa principalmente de la vida cotidiana y el autor utiliza un tono realista que es muy apropiado. Sin embargo, en uno de los capítulos describe un acontecimiento tan extraño que parece no tener ninguna explicación normal. Un anciano jefe, llamado Kitiona, criticó la delgadez de Arthur Francis Grimble y le recomendó que comiese carne de marsopa. Grimble preguntó cómo podía adquirir carne de marsopa y le dijeron que el primo hermano de Kitiona, que vivía en el poblado de Kuma, era «llamador de marsopas» hereditario. Grimble había oído hablar de lo de «llamar a las marsopas», es decir, de que ciertos chamanes poseían la facultad de hacer que las marsopas, mamíferos marinos parecidos al delfín, salieran a la orilla mediante alguna clase de magia. Grimble la clasificaba con el truco indio de la soga. Este truco o magia consistía en que un fakir lograba que una cuerda quedara repentinamente rígida en posición vertical. Entonces un niño trepaba por ella y desaparecía una vez llegado a lo alto. El fakir, armado con una espada, escalaba la cuerda tras el niño y desaparecía igualmente al llegar al extremo superior. A continuación, miembros ensangrentados del niño comenzaban a caer desde lo alto a una cesta que había en el suelo. Y finalmente, el fakir reaparecía bajando por la cuerda y volcaba el contenido de la cesta mostrando al niño intacto y en perfecto estado.
Volviendo al tema de las marsopas, Grimble preguntó cómo se hacía y le contestaron que dependía de poder tener cierto sueño. Si el «llamador de marsopas» lograba tener dicho sueño, el espíritu salía de su cuerpo y podía visitar a la gente-marsopa e invitarla a un banquete y un baile en el poblado de Kuma. Cuando las marsopas llegaban al puerto, el espíritu del soñador, regresaba apresuradamente a su cuerpo y alertaba a la tribu. Grimble se mostró interesado y Kitiona prometió que mandaría su canoa a buscarle cuando su primo estuviese preparado. A su debido tiempo llegó la canoa y Grimble fue llevado a Kuma. Llegó acalorado, sudoroso e irritable, y fue recibido por un hombre gordo y amistoso que le explicó que era el «llamador de marsopas». El hombre se metió en una choza protegida por hojas de cocotero recién trenzadas. «Emprendo mi viaje», dijo al despedirse. Grimble se instaló en la choza contigua. Dieron las cuatro, que era la hora en que debían producirse resultados según había prometido el mago, pero no pasó nada. Sin embargo, las mujeres estaban trenzando guirnaldas, como si fuera a celebrarse una fiesta, al tiempo que iban llegando amigos y parientes de los poblados vecinos. A pesar del ambiente festivo, hacía un calor agobiante. La fe de Grimble empezaba a flaquear a causa de la tensión cuando de la choza del soñador salió un aullido sofocado. Grimble dio un salto y vio que su pesado cuerpo salía disparado de cabeza a través de las pantallas de hojas. Cayó cuan largo era, se levantó trabajosamente y con pasos vacilantes se apartó de la choza. Se quedó de pie unos instantes, dando manotazos en el aire y quejándose con una extraña nota aguda que hacía pensar en un perrito. Luego empezó a hablar a borbotones: «¡Teirake! ¡Teirake! (¡Levantaos! ¡Levantaos!). ¡Que vienen, que vienen! Bajemos a recibirlas». Echó a andar pesadamente en dirección a la playa. Un rugido se alzó del poblado: «¡Que vienen, que vienen!». Grimble se encontró corriendo a la desbandada con otras mil personas hasta los bajíos, chillando a todo pulmón que nuestras amigas del oeste ya venían. Grimble corría detrás del soñador y los otros convergieron en él desde el norte y el sur. Se desplegaron formando una larga línea, unos al lado de otros, y siguieron corriendo atropelladamente por los bajíos.
Grimble acababa de meter la cabeza en el agua para refrescarse cuando un hombre que corría cerca profirió un aullido y señaló hacia un lugar; otros le imitaron, pero al principio no pudo ver nada debido a los reflejos cegadores del sol en el agua. Cuando por fin pudo verlas, todos chillaban como locos. Según Grimble, “ya estaban bastante cerca, avanzando hacia nosotros a gran velocidad. Cuando llegaron al borde de las azules aguas junto al arrecife, aflojaron la velocidad, se desplegaron y empezaron a nadar hacia atrás y hacia delante enfrente de la línea que formábamos nosotros. Entonces, de repente, desaparecieron“. En medio del silencio tenso que se produjo a continuación, pensó que se habían ido. La decepción era tan grande que Grimble no se paró a pensar que, aun así, acababa de ver una cosa muy extraña. Estaba a punto de tocar la espalda del soñador para despedirse cuando se volvió hacia Grimble con cara tranquila y musitó, al tiempo que señalaba hacia abajo: «El rey procedente del oeste viene a verme». Los ojos de Grimble siguieron su mano. Allí, a menos de diez metros, estaba la enorme silueta de una marsopa suspendida como una sombra reluciente en las aguas verdes y cristalinas. Detrás de ella había toda una flotilla de marsopas. Y Grimble explica: “Avanzaban hacia nosotros en extensa formación con separaciones de dos o tres metros entre ellas y cubrían todo el espacio que alcanzaba mi vista. Se movían tan lentamente que parecían estar en trance. Su jefe pasó muy cerca de las piernas del soñador. Éste se volvió sin decir palabra y echó a andar a su lado camino de las bajíos, sin prisas. Yo la seguía uno o dos pasos de su cola casi inmóvil. Vi que a derecha e izquierda de nosotros otros grupos se volvían de cara a la playa de uno en uno, los brazos alzados, la cara inclinada sobre el agua. Brotó un parloteo en voz baja y retrocedí un poco para poder abarcar toda la escena. La gente del poblado daba la bienvenida a sus invitados a tierra con palabras arrulladoras. Sólo los hombres andaban al lado de las marsopas; las mujeres y los niños seguían su estela y batían palmas suavemente para marcar el ritmo de una danza. Al acercarnos a los bajíos de color verde esmeralda, la quilla de las marsopas empezó a tocar la arena y los animales movieron las aletas como si pidieran ayuda. Los hombres se inclinaron para rodearlas con los brazos y ayudarlas a salvar los obstáculos. Las marsopas no mostraban la menor señal de alarma. Era como si su único deseo fuese alcanzar la playa“.
Y Grimble sigue explicando: “Cuando el agua sólo nos llegaba hasta los muslos, el soñador alzó repentinamente los brazos y llamó. Los hombres situados en los flancos se acercaron para rodear a las visitantes, diez o más hombres por cada animal. «¡Arriba!» , gritó entonces el soñador, y los pesados cuerpos negros fueron medio arrastrados y medio llevados a cuestas, sin que se resistieran, hasta el borde de la marea. Allí los depositaron en tierra, aquellas formas bellas y dignas, totalmente en paz, mientras el infierno se desataba a su alrededor. Hombres, mujeres y niños empezaron a dar saltos y a hacer gestos mientras proferían chillidos que desgarraban el cielo; luego se quitaron las guirnaldas y las arrojaron alrededor de los cuerpos inmóviles, empujados por una súbita y terrible furia de jactancia y burla. Mi cerebro todavía se resiste a recordar aquella última escena: la gente enloquecida, los animales tan triunfalmente quietos. Los dejamos con las guirnaldas donde yacían y volvimos a nuestras casas. Más tarde, cuando la marea se retiró y quedaron varadas lejos del agua, los hombres bajaron con cuchillos para cortarlas en pedazos. Aquella noche hubo banquete y baile en Kuma. Reservaron para mí una porción de carne como la que reciben los jefes. Esperaban que la hiciera curar y que fuese la dieta para mi delgadez. La salaron debidamente, pero no me sentí con ánimos de comerla…“. Parece claro que no hay gran diferencia entre la «magia» que Córdova aprendió en el Alto Amazonas y la magia de los «Ilamadores de marsopas» en el Pacífico Sur. Aparentemente, ambas se basan en alguna extraña capacidad telepática o en lo que Weil llama «el inconsciente colectivo». Puede parecer que al aventurarnos a entrar en este reino de la «magia» primitiva hemos dejado atrás todo el sentido común. Sin embargo, aunque resulte extraño, la sugerencia de que soñar puede producir facultades «paranormales» o, mejor dicho, aprovechar facultades que todos poseemos, cuenta con cierto respaldo científico.
A principios del decenio de 1980, el doctor Andreas Mavromatis, de la Brunel University de Londres, dirigió a un grupo de estudiantes en la exploración de los «estados hipnagógicos», es decir, los estados de la conciencia entre el sueño y la vigilia. En el estado hipnagógico (entre la vigilia y el sueño) es común pensar que se está despierto, hasta tal punto que se tiene seguridad de tener los ojos abiertos, de ver y oír cosas alrededor, pero no se puede uno mover. En un libro titulado Mental Radio (1930), el novelista norteamericano Upton Sinclair habló de las facultades telepáticas de su esposa, May, que había sido telépata desde la infancia. May Sinclair explicó que para llegar a un estado mental telepático, ante todo tenía que concentrarse. No concentrarse en algo, sino sencillamente estar muy alerta. Luego tenía que producir una profunda relajación, hasta encontrarse al borde del sueño. Una vez en tal estado, la telepatía era posible. Mavromatis aprendió solo a hacer lo mismo: a provocar estados de concentración y profunda relajación simultáneas. Lo que ocurre en estos es que vemos ciertas imágenes o situaciones con extrema claridad. El filósofo y escritor británico Colin Henry Wilson describe su propia experiencia: “Yo mismo lo conseguí por casualidad después de leer el libro de Mavromatis titulado Hypnogogia. Hacia el amanecer, me desperté a medias, flotando todavía a la deriva en una agradable somnolencia, y me encontré contemplando un paisaje montañoso dentro de mi cabeza. Era consciente de que estaba despierto y de yacer en la cama, pero también de contemplar las montañas y el paisaje de color blanco, exactamente como si estuviera mirando algo en la pantalla de un televisor. Poco después de esto, volví a quedarme dormido. La parte más interesante de la experiencia fue la sensación de contemplar el paisaje, de poder concentrarme en él y desviar mi atención, exactamente igual que cuando estaba despierto“. Un día, cuando el doctor Mavromatis estaba medio dormido en un círculo de estudiantes, escuchando mientras uno de ellos efectuaba la psicometría de algún objeto que tenía en la mano, tratando de «sentir» su historia, empezó a «ver» las escenas que el estudiante estaba describiendo.
Luego empezó a alterar sus visiones hipnagógicas, capacidad que había adquirido por medio de la práctica, y descubrió que el estudiante empezaba a describir sus visiones alteradas. Convencido entonces de que los estados hipnagógicos estimulan la telepatía, pidió a los estudiantes que «captasen» las escenas que él imaginaba, y comprobó que lo conseguían con frecuencia. Su conclusión es que «algunas imágenes hipnagógicas que aparentemente ‘no hacen al caso’ podrían ser fenómenos con sentido que pertenecieran a otra mente». Dicho de otro modo, que T. S. Eliot podría estar equivocado al pensar que «cada uno de nosotros piensa en la llave, cada uno en su prisión». Thomas Stearns Eliot, conocido como T. S. Eliot (1888 – 1965) fue un poeta, dramaturgo y crítico literario británico-estadounidense. Representó una de las cumbres de la poesía en lengua inglesa del siglo XX. Según José María Valverde, poeta y ensayista español, en efecto, «la publicación de The Waste Land convierte a T. S. Eliot en la figura central de la vida poética en lengua inglesa. […] La crítica saludó el complejo y oscuro poema […] como símbolo de una época de desintegración, que trataba desesperadamente de poner algún orden en el creciente caos aplicando mitologías y formas heredadas del pasado». La telepatía es, de hecho, quizá la más probada de las facultades «paranormales» y, en general, los estudiosos de lo paranormal están de acuerdo en que las pruebas de su existencia son irrefutables. El libro Hypnogogia, de Mavromatis, va más allá y sugiere que hay un vínculo entre la telepatía y los estados oníricos. Diríase, pues, que lo que Mavromatis ha reproducido bajo control con sus estudiantes es lo que los indios amahuacas de Brasil, eran capaces de hacer utilizando drogas psicotrópicas bajo la dirección de su chamán, o sea, alcanzar la «conciencia de grupo». Es posible imaginar lo que sucedió cuando el «llamador de marsopas», antes indicado, entró en su choza. Al igual que Mavromatis, se había enseñado a sí mismo el arte de soñar de forma controlada y, por lo tanto, de sumirse en un trance hipnagógico que él podía controlar. Tenemos que suponer que entonces podía dirigir sus sueños hacia el reino de las marsopas y comunicarse directamente con ellas. Los experimentos efectuados con marsopas inducen a pensar que son animales muy telepáticos. Aparentemente por medio de la «hipnosis» las marsopas fueron inducidas a nadar hasta tierra y permitir que las sacasen a la playa.
Encontramos al hombre de Cro-Magnon practicando la magia cinegética, que debió de darle una nueva sensación de control de la naturaleza, así como de su propia vida. Es muy posible que considerase que sus chamanes eran dioses, del mismo modo que el hombre primitivo de una edad posterior, por ejemplo, en Zimbabwe, África, y en Angkor, Camboya, tenía a sus reyes-sacerdotes por dioses. La magia era la ciencia del hombre primitivo, toda vez que cumplía la función básica de la ciencia, que consiste en ofrecer respuestas a las preguntas básicas. Ya no era un animal pasivo, una víctima de la naturaleza. Trataba de comprender y, en lo referente a las cuestiones importantes, tenía la sensación de comprender. Otro aspecto básico debe ponerse de relieve. Los rituales fúnebres del hombre de Neandertal indican claramente que creía que había vida después de la muerte. Y todos los chamanes, desde Islandia hasta Japón, se consideran a sí mismos mediadores entre este mundo y el mundo de los espíritus. En todo el mundo, los chamanes han declarado que, al someterse a los rituales y las pruebas para ser chamanes, entraron en el mundo de los espíritus y hablaron con los muertos. Los chamanes creen que su poder procede de los espíritus y de los muertos. La importancia de esta observación reside en que el sacerdote-chamán se siente poseedor de una comprensión tanto del cielo como de la tierra. Y esto es algo que incluso un cosmólogo moderno se mostraría reacio a pretender. El chaman se sentía en la posición de quien posee conocimiento divino, en que no cabe duda de que el resto de la tribu compartía esta opinión. Lo cual induce a pensar que hace 40.000 años, puede que hasta 100.000, el hombre había alcanzado un estado de ánimo extrañamente «moderno».
La tradición ocultista se basa en la idea de que existía en el pasado una ciencia que abrazaba la religión y las artes. Este conocimiento sólo lo poseían los miembros de una pequeña casta de iniciados y los albañiles medievales lo codificaron en las grandes catedrales góticas. Según el historiador escocés William Stirling: “Desde los tiempos del antiguo Egipto esta ley ha sido un arcano sagrado que se comunica exclusivamente por medio de símbolos y parábolas y cuya creación, en el mundo antiguo, constituía la forma más importante de arte literario; por consiguiente, su exposición requería una casta sacerdotal a quien se hubiera enseñado su uso, y en él se instruyó a los gremios de artistas iniciados, que existieron en todo el mundo hasta tiempos relativamente recientes. Hoy en día todo esto ha cambiado”. Si pensamos en lo que Manuel Córdova aprendió en la selva del Amazonas, podemos ver que entrañaba el aprendizaje de ciertas «facultades» que parecen casi míticas, En primer lugar, la facultad de participar en el «inconsciente colectivo» de la tribu. Vemos que Córdova pudo ver una procesión de pájaros y otros animales y que los vio de forma mucho más detallada que por medio de la percepción normal. El jefe de la tribu le había enseñado a hacer uso activo de su hemisferio derecho, que a su vez proporcionaba mucha más riqueza de asociaciones que la percepción visual normal. El hemisferio derecho del cerebro es un hemisferio integrador, centro de las facultades viso-espaciales no verbales, especializado en sensaciones, sentimientos, prosodia y habilidades especiales; como visuales y sonoras no del lenguaje como las artísticas y musicales. Concibe las situaciones y las estrategias del pensamiento de una forma total. Integra varios tipos de información (sonidos, imágenes, olores, sensaciones) y los transmite como un todo. El método de elaboración utilizado por el hemisferio derecho se ajusta al tipo de respuesta inmediata que se requiere en los procesos visuales y de orientación espacial.
Sería un error pensar que la telepatía es una facultad «paranormal». Con una serie de experimentos que llevó a cabo en el decenio de 1960, el doctor Zaboj V. Harvalik, físico de la universidad de Misuri, demostró que la telepatía tenía una base científica. Para empezar, Harvalik se sintió intrigado por el arte del zahorí, es decir, la facultad de ver lo que está oculto y que, al parecer, poseen todos los pueblos primitivos. Al observar que la varilla del zahorí, una ramita bifurcada que sostienen las dos manos por las dos puntas de la horquilla, reaccionaba siempre a una corriente eléctrica o magnética, empezó a sospechar que el arte del zahorí es básicamente electromagnético. Hincó verticalmente en tierra dos cañerías de agua, separadas por unos 18 metros, y conecto sus extremos con una potente batería. En cuanto encendió la corriente, la varilla reaccionó retorciéndose en sus manos. Hizo la prueba con algunos amigos y descubrió que todos podían hacer de zahorí si la corriente era suficiente. Una quinta parte de ellos pudieron detectar incluso corrientes de sólo dos miliamperios. Todos mejoraron de forma constante con la práctica. La radiestesia o rabdomancia es una actividad pseudocientífica que se basa en la afirmación de que los estímulos eléctricos, electromagnéticos, magnetismos y radiaciones de un cuerpo emisor pueden ser percibidos y, en ocasiones, manejados por una persona por medio de artefactos sencillos mantenidos en suspensión inestable como un péndulo, varillas “L”, o una horquilla que supuestamente amplifican la capacidad de magneto-recepción del ser humano. Un zahorí, a veces llamado radiestesista o rabdomante, es alguien que afirma que puede detectar cambios del electromagnetismo a través del movimiento espontáneo, de dispositivos simples sostenidos por sus manos, normalmente una varilla de madera o metal en forma de “Y” ó “L” o un péndulo. Los zahoríes afirman ser capaces de detectar la existencia de flujos magnéticos o líneas Ley, corrientes de agua, vetas de minerales, lagos subterráneos, etc., a cualquier profundidad, y sustentan la eficacia de la técnica en razones psicológicas, y los movimientos de los instrumentos por el efecto ideo-motor. Mientras para algunos defensores de la técnica, se trataría de una habilidad explicable por la ciencia, otros la tratan de “facultad supranormal“.
En 1986, la revista Nature incluyó el zahorismo en una lista de “efectos que se presuponían paranormales, pero que pueden ser explicados por la ciencia“. En concreto, el zahorismo puede ser explicado en términos de pistas sensoriales y conocimientos previos del zahorí, efectos de expectativas y probabilidad. Los escépticos y algunos creyentes piensan que el instrumento usado por el zahorí no tiene energía propia, sino que amplifica pequeños movimientos inconscientes de las manos, efecto conocido como efecto ideo-motor. Esto haría de la varilla un instrumento de expresión de conocimiento o percepción subconsciente del adivino. Algunos autores afirman que el ser humano podría ser sensible a pequeños gradientes del campo magnético terrestre, aunque no hay evidencia sobre ello. El zahorismo, tal y como se practica hoy en día parece haberse originado en Alemania durante el siglo XV para encontrar metales. Harvalik también reparó en que las personas que parecían incapaces de hacer de zahorí «sintonizaban» repentinamente después de beber un vaso de whisky. Se supone que el whisky les relajaba e impedía la injerencia del «lado izquierdo del cerebro». El hemisferio izquierdo es la parte motriz capaz de reconocer grupos de letras formando palabras, y grupos de palabras formando frases, tanto en lo que se refiere al habla, la escritura, la numeración, las matemáticas y la lógica, como a las facultades necesarias para transformar un conjunto de informaciones en palabras, gestos y pensamientos. Harvalik descubrió que una tira de papel de aluminio enrollada en la cabeza bloquea por completo la capacidad de hacer de zahorí, lo cual también demuestra que el fenómeno es básicamente eléctrico o magnético. Un maestro zahorí llamado Wilhelm De Boer era capaz de detectar corrientes bajísimas, de una milésima de miliamperio. Incluso podía detectar las señales de las emisoras de radio, para lo cual daba la vuelta lentamente hasta quedar de cara a la emisora.
Sintonizando una radio portátil en la misma dirección, Harvalik comprobaba que De Boer había acertado. Asimismo, De Boer podía seleccionar determinada frecuencia con exclusión de las demás, lo cual se parecía a nuestra capacidad de «sintonizar» con conversaciones diferentes en una fiesta. Cuando alguien inventó un magnetómetro capaz de detectar las ondas cerebrales, Harvalik se preguntó si un zahorí también podría captarlas. Se colocaba de espaldas a una pantalla en su jardín, con tapones en los oídos, y le decía a algún amigo que caminase hacia él desde el otro lado de la pantalla. La varilla de zahorí captaba la presencia del amigo cuando éste se hallaba a unos tres metros de distancia. La distancia se multiplicaba por dos si Harvalik le pedía al amigo que pensara en cosas «excitantes». Parece, pues, que el arte del zahorí es simplemente la facultad de detectar señales electromagéticas. Pero ¿cómo las detecta la varilla de zahorí? Al parecer, alguna parte del cuerpo, que Harvalik dedujo que eran las glándulas suprarrenales, capta la señal y la transmite al cerebro que, a su vez, hace que los músculos tengan convulsiones. Las glándulas suprarrenales son dos estructuras retroperitoneales, la derecha de forma piramidal y la izquierda de forma semilunar, ambas situadas encima de los riñones. Su función consiste en regular las respuestas al estrés, a través de la síntesis de corticosteroides y catecolaminas, como la adrenalina. Los músculos estriados que intervienen en ello están sometidos al control del lado derecho del cerebro. Los experimentos de Harvalik se describen en Christopher Bird, The Divining Hand (1979). El arte del zahorí, al igual que la telepatía, es una facultad del lado derecho del cerebro. Si el arte del zahorí y la telepatía tienen explicación científica, entonces es posible comprender cómo el chamán de la edad de piedra podía influir en el movimiento de los bisontes o los ciervos y garantizar el éxito de los cazadores dibujando estos animales y poniendo así en marcha el proceso de «asociación».
Al hombre moderno le resulta casi imposible ponerse en el lugar de un ser supuestamente incivilizado, sin cultura y sin nada más que la naturaleza que le rodeaba. Hasta los indios amahuacos, que describe Manuel Córdova, vivían en chozas y utilizaban lanzas, arcos y flechas. Pero al menos permiten que nos hagamos una idea de lo que debe de ser vivir en contacto con la naturaleza de día y de noche. Los indios descritos por Córdova leen todas las señales de la selva, todo lo que se ve y se oye, del mismo modo que nosotros leemos el periódico. Y nuestros antepasados remotos debían de poseer la misma capacidad con el fin de sobrevivir. Tenemos que imaginárnoslos rodeados de presencias, algunas visibles, algunas invisibles. Y tenemos que imaginárnoslos en estrecho contacto con la naturaleza, más estrecho del que podemos concebir. René Adolphe Schwaller de Lubicz (1887 – 1961), ocultista francés, estudiante de egiptología y geometría sagrada, en su libro El Templo del Hombre intenta transmitir cierto sentido de la conciencia del hombre primitivo, aunque, forzoso es reconocerlo, se refiere a los egipcios antiguos: «… cada ser vivo está en contacto con todos los ritmos y armonías de todas las energías de su universo. El medio de este contacto es, por supuesto, la misma energía que contiene este ser vivo en particular. Nada separa este estado energético que hay dentro de un ser vivo individual de la energía en que se encuentra inmerso…». Dicho de otro modo, Schwaller ve al hombre y a los animales primitivo inmersos en un mar de energías como peces en el agua. Es como si fuera parte de ese mar, ún nudo de energía más denso que el que le rodea y sostiene.
Schwaller habla de neters, palabra egipcia que suele traducirse por «dios» pero que aquí significa algo que está más cerca de una vibración de energía individual: “… en cada mes de cada estación del año, cada hora del día tiene su neter, porque cada una de estas horas tiene su carácter propio. Se sabe que la campanilla azul florece al amanecer y se cierra al mediodía como la flor de loto, ciertas frutas requieren el sol de la tarde para madurar y adquirir color. Un pimentero joven, por ejemplo, se inclina hacia el sol abrasador de la mañana, que es diferente del sol de cocción de la tarde. Sacaremos la conclusión de que existe una relación entre la fruta, por ejemplo, su sabor, y el sol de su maduración, y, en el caso del pimentero, entre el fuego de la pimienta y el fuego del sol. Hay una armonía en su «naturaleza»“.Si un buen horticultor planta sus coliflores en el día de luna llena, y un mal horticultor las planta cuando hay luna nueva, el primero obtendrá coliflores ricas y blancas y el segundo no cosechará más que plantas raquíticas. Y lo mismo ocurre con todo lo que crece y vive. ¿Por qué estos efectos? ¿Rayos directos del Sol o rayos indirectos reflejados desde la Luna? Desde luego, pero por otra razón, una razón menos material: la armonía cósmica. Las razones puramente materiales ya no sirven para explicar por qué hay que tener en cuenta la estación, incluso el mes y la fecha exacta para obtener los mejores resultados. Entran en juego influencias cósmicas invisibles. Schwaller no sólo permite ver por dentro el estado anímico de los egipcios, sino también el motivo por el cual el hombre primitivo prestaba tanta atención al Sol y a la Luna. Por esto hacía piedras y discos solares perfectamente esféricos. Y por esto, más adelante, enterraría a sus muertos en túmulos circulares. El Sol y la Luna significaban para el hombre primitivo infinitamente más de lo que puede significar para el hombre moderno. Schwaller hace otro comentario fundamental que es tan válido para el primitivo Homo Sapiens como para los antiguos egipcios, que daban por sentado que había vida después de la muerte. La vida en la Tierra era sólo una pequeña parte del gran ciclo que empezaba y terminaría en otro mundo. Los espíritus de la naturaleza y los espíritus de los muertos eran tan reales como las personas vivas.
Las complicadas prácticas funerarias del hombre de Neandertal indican claramente que también él daba por sentado que existía vida después de la muerte. Y lo mismo indican las evidencias de canibalismo ritual, porque el caníbal tiene la intención de absorber el principio vital de su enemigo. Podemos decir que los agujeros en los cráneos hallados en la cueva de Zhoukoudian, sitio arqueológico, formado por un sistema de cavernas, ubicado a unos 42 km al suroeste de Pekín (China), donde han sido encontrados restos fósiles del extinto homínido Homo erectus pekinensis, hacen pensar que el hombre de Pekín era caníbal, así como también sugieren que creía en los espíritus. Cualquier clase de ritual indica un nivel de inteligencia que supera la meramente animal. Un ritual simboliza acontecimientos en el mundo real. Y un símbolo es una abstracción. El ser humano parece que es el único ser capaz de abstracción. De manera que si el hombre de Pekín se permitía practicar el canibalismo ritual, esto ya parecería sugerir que era verdaderamente humano. Y como es difícil imaginar alguna clase de ritual sin comunicación, entonces también tenemos que imaginar que era capaz de hablar. Se cree que «la explosión del cerebro» se debió a la aparición del habla. Y esta teoría también requiere que expliquemos lo que el hombre primitivo tenía que decir. La sugerencia de canibalismo ritual y, por tanto, de religión, proporciona una respuesta. Sin embargo, el hombre de Neandertal era religioso y, aun así, desapareció misteriosamente de la historia. Esto puede deberse a una sola razón: que el ser que le suplantó tenía un sentido aún mayor de la precisión y el control. Sin duda el hombre de Neandertal tenía su propia forma de magia cinegética; pero, seguramente, comparada con la magia del hombre de Cro-Magnon, con sus chamanes y rituales, así como con sus dibujos rupestres, era muy tosca. Cuando el hombre primitivo empezó a creer que el jefe de su tribu estaba en comunicación con los dioses, dio uno de los pasos más importantes en su evolución.
En el verano de 1933, un escocés de 39 años llamado Alexander Thom ancló su yate de vela en East Loch Roag, al noroeste de la isla de Lewis, en las Hébridas. Thom era un ingeniero aeronáutico cuya pasión de toda la vida era navegar a vela. Al salir la luna, alzó los ojos y vio que sobre ella se recortaban las piedras verticales de Callanish, «el Stonehenge de Escocia». Después de cenar, Thom subió andando hasta ellas y al recorrer con los ojos la avenida de menhires, se dio cuenta de que su eje principal, que iba de norte a sur, señalaba directamente la estrella Polar. Pero Thom sabía que cuando se erigieron las piedras, probablemente antes que la Gran Pirámide, la estrella Polar no estaba en la misma posición que en aquel momento. ¿Cómo, pues, los hombres que construyeron el monumento consiguieron señalar con tanta exactitud el norte geográfico? Haría falta algo más que conjeturas para lograr una precisión tan increíble como la que se ve en Callanish. Un método consistiría en observar la posición exacta del sol naciente y del sol poniente, para luego bisecar la línea entre ellos. Pero esto sólo puede hacerse con exactitud en terreno llano, donde ambos horizontes están nivelados. Otro consistiría en observar alguna estrella cerca del polo al caer la noche, volver a observarla doce horas después, antes del amanecer, y bisecar esa línea. Thom se dio cuenta de que resultaría una tarea complicadísima que requeriría el empleo de plomadas y estacas verticales. Era obvio que aquellos ingenieros antiguos estaban muy avanzados. Thom empezó a estudiar otros círculos de piedras, la mayoría de los cuales eran virtualmente desconocidos. Quedó convencido de que sus constructores eran hombres con una inteligencia igual o superior a la suya. En un programa de televisión sobre las ideas de Thom los llamó «Einsteins prehistóricos».
En Asia encontramos este chamanismo propiamente dicho no sólo en Siberia, sino en el Tíbet, en la forma del Bon-Po, así como en Mongolia, Manchuria y Corea. La tradición china pre-búdica, con sus ramas confucionista y taoísta, se vincula igualmente con esta familia tradicional, así como en Japón, donde el chamanismo ha dado lugar a esa tradición particular que es el shintô. Todas estas tradiciones se caracterizan por la oposición complementaria entre la Tierra y el Cielo y por el culto de la Naturaleza, contemplada en la relación de su causalidad esencial y no de su accidentalidad existencial. La voz «chamán» viene del sánscrito shaman, y según Helena Blavatsky, “los shamanes o chamanes son una especie de sacerdotes magos o sacerdotes hechiceros, sectarios de la antigua religión Bon del Tíbet. Se funda el chamanismo en la creencia de que después de la muerte persiste la individualidad del hombre, aunque se haya desprendido del cuerpo físico, y que sigue viviendo en naturaleza espiritual“. Los sacerdotes Bon-Po no se diferencian en nada de los verdaderos chamanes, e incluso estaban divididos en Bon-Po «blancos» y Bon-Po «negros», aunque todos utilizaban el tambor para sus ritos. Algunos pretendían estar «poseídos por los dioses». La mayoría practicaban el exorcismo. Algunos de estos Bon-Po se llamaban a sí mismos «los poseedores de la cuerda celeste». Los «pawo» y los «nyen-jomo» son médiums, hombres y mujeres, y son considerados por los budistas como representantes típicos del Bon. No dependen de los monasterios bon de Sikkin ni de Butan, y parecen ser los vestigios del Bon en su forma más antigua, no organizada, como existía antes de que el «Bon blanco» se desarrollara según el ejemplo del Budismo. Parece que llegan a ser poseídos por los espíritus de los muertos y que, durante su trance, entran en comunicación con sus divinidades protectoras. En cuanto a los médiums Bon, una de sus funciones principales era servir de mensajeros temporales de los espíritus de los muertos, que serían más tarde conducidos al otro mundo.
De los chamanes Bon se dice que utilizan sus tambores como vehículos que les permiten desplazarse por los aires. El vuelo de Naro-bon-chung durante su torneo mágico con Milarepa es un ejemplo clásico. Jetsun Milarepa, (1052-1135) es considerado generalmente uno de los más famosos yogis y poetas del Tíbet, fue un estudiante de Marpa Lotsawa, y una de las grandes figuras de la escuela Kagyu del Budismo Tibetano. Milarepa fue el primer tibetano que alcanzó la iluminación. De acuerdo al libro Magic and Mystery in Tibet, de la exploradora francesa Alexandra David-Néel, Milarepa “cruzó en pocos días, una distancia la cual, antes de su entrenamiento en magia negra, le habría tomado más de un mes. Él atribuye esta cualidad al control de sus ‘vientos internos’”. David-Néel comenta “en la casa donde vivía el maestro que le enseñó magia negra vivía un monje que era más ágil que un caballo”. La leyenda según la cual Gshen-rab-mi volaba sobre una gran rueda, ocupando la parte central, mientras sus cuatro discípulos iban sentados sobre los ocho rayos, bien puede representar un vestigio de una tradición semejante. Es probable que originalmente el vehículo fuera el tambor chamánico, más tarde reemplazado por la rueda, símbolo budista. En la cura del chamán bon se efectúa una exploración del alma del enfermo, técnica específicamente chamánica. Una ceremonia análoga tiene lugar cuando el exorcista tibetano es llamado para curar a un enfermo y lleva a cabo una búsqueda del alma del paciente. Para hacer volver el alma del enfermo es necesario un ritual extremadamente complicado que incluye objetos y efigies.
El Lamaísmo ha conservado íntegramente la tradición chamánica de los Bon. Incluso los más famosos Maestros del Budismo tibetano se supone que han efectuado curaciones dentro de la más pura tradición del chamanismo. El chamanismo tibetano se encuentra en las primeras cuatro vías causales. Los chamanes tibetanos tienen una visión muy terrenal y dualística acerca de la vida, por lo que curan las perturbaciones y enfermedades en esta vida sin preocuparse por la próxima vida. Aunque su motivación es la ambición altruista para aliviar a los que están sufriendo, les falta la generación de compasión universal que se encuentra de los demás caminos. Es la ausencia del cultivo de compasión por todos los seres sintientes, y la aspiración para comprender como la inspiración para la práctica, la diferencia mayor entre las causas y las vías resultantes. La primera vía causal de los chamanes tibetanos nativos comprende el diagnóstico médico y la sanación, así como las diversas adivinaciones y los ritos astrológicos realizados por el chaman para determinar si la persona que necesita ser sanada tiene un desequilibrio enérgico a causa de un espíritu demoníaco o de energía negativa. Hoy día estos ritos todavía son ampliamente practicados en las comunidades tibetanas. La segunda vía causal comprende varios rituales para la purificación, para invocar energía y para reforzar la prosperidad, suprimir y liberar fuerzas negativas, e invocar y hacer ofrendas a las deidades poderosas, así como para pagar rescates a los espíritus demoníacos. Estas prácticas están muy extendidas en Tibet. Las familias llevan a cabo pequeños rituales, mientras que los grandes rituales normalmente se llevan a cabo colectivamente en pueblos y monasterios. Cuando el alma de una persona viviente está perdida o en desorden, hay prácticas para revocar y reforzar su energía, así como la recuperación del alma. Respecto al muerto, hay explicaciones de 81 tipos diferentes de muerte, como muerte accidental, suicidio o asesinato. Se podría discutir filosóficamente en muchos detalles sobre el alma y la energía de vida. La energía de vida es la fuerza que mantiene unidos mente y cuerpo, mientras que el alma es la energía vital de la persona.
Los chamanes realizan varios ritos de recuperación de alma diferentes. Una de las maneras principales de reforzar la fuerza de vida es la recitación del mantra de la deidad de vida. Los textos dicen que a través de este poder, el chaman revoca la fuerza de vida dondequiera que se ha desviado. En caso de que termine, él la prolonga; en caso de que haya declinado, la refuerza; si se rasga, la cose; si se ha desunido, la ata. La recuperación del alma es realizada de una manera similar. El chaman convoca al espíritu que la ha robado, o que ha perturbado el alma de la persona, y le ofrece una ofrenda representando la unión de los cinco placeres de los sentidos, a fin de que devuelva inmediatamente el alma que ha tomado. Como curiosidad, debemos reseñar que al escritor americano, David Hatcher Childress, le resulta intrigante el hecho de que Hitler enviase expediciones al Tibet a finales de 1930, poco después de la publicación del libro del escritor Theodore Illion, En el Tibet secreto, y sugiere que su verdadero objetivo era contactar con determinados monjes tibetanos. Se dice que Hitler conoció a un misterioso monje tibetano que le dijo que Alemania podría conquistar el mundo mediante la creación de una alianza con los “Señores de la Creación“. Cuando los victoriosos rusos fueron abriéndose paso a través de las ruinas de Berlín, parece que descubrieron los cuerpos de varios monjes tibetanos que se habían suicidado siguiendo algún ritual. Y todo parece indicar que pertenecían a la secta Bon-Po. También se dice que Hitler pretendía escapar al Tíbet. el escritor Karl Heinz Kaerner afirmó haberse reunido con Martin Bormann en Marruecos, informándole que Hitler estaba vivo en un monasterio tibetano y que algún día volvería a Alemania.
Al abordar la cuestión de si esos magos negros del Tíbet fueron reales, Childress nos recuerda que la escritora y exploradora francesa, Alexandra David-Neel (1868 – 1969) describió un encuentro con un hombre que podía hipnotizar y matar a distancia. Nicholas Roerich (1874 – 1947), ilustre artista, filósofo, escritor, arqueólogo y viajero ruso, también menciona a los ocultistas de la antigua religión Bon, que estaban en guerra con los budistas del Tíbet. Como Childress observa: “Shambhala tiene muchas semejanzas con la Tierra de los Inmortales (Hsi Wang Mu) en cuanto a que se dice que es un valle maravilloso y exuberante en las altas montañas, con una torre alta, adornada de jade sólido desde donde brilla una luz brillante“. En el Valle de los Inmortales tal vez realmente había artefactos antiguos de una época pasada vigilado por antiguos Maestros. Comparado con los pueblos aborígenes, el hombre civilizado ha perdido la mayor parte de su sensibilidad a la naturaleza. Si queremos comprender a nuestros antepasados de Cro-Magnon, debemos tratar de imaginar seres humanos que sean tan sensibles al Sol, a la Luna y a otras fuerzas naturales, como el magnetismo de la Tierra. Dentro de las prácticas mágicas de los chamanes hay que distinguir la magia ordinaria de la magia cósmica. Esta última magia opera mediante las analogías entre los símbolos y sus prototipos. Por todas partes en la naturaleza, comprendido el mismo hombre, encontramos sin duda posibilidades semejantes, con substancias, formas, movimientos que se corresponden cualitativa o tipológicamente. Por esto el chamán espera subyugar los fenómenos, que por su naturaleza o por accidente escapan a su influencia, por medio de fenómenos análogos, o metafísicamente «idénticos», que él mismo crea y que se sitúan en su esfera de actividad. Quiere obtener la lluvia, la detención de una tempestad de nieve, la llegada de los bisontes, la curación de una enfermedad, mediante la ayuda de formas, colores, ritmos, encantaciones, y melodías sin palabras. Pero todo esto sería insuficiente sin el extraordinario poder de concentración del chamán, poder que no puede obtenerse sino por un largo entrenamiento en la soledad, el silencio y el contacto con la naturaleza virgen.
Detrás de cada fenómeno sensible hay una realidad de orden anímico que es independiente de las limitaciones del espacio y del tiempo. Al ponerse en contacto con esas realidades, o con esas raíces sutiles de las cosas, es como el chamán puede influir en los fenómenos naturales o predecir el porvenir. Todo esto parecerá extraño al lector moderno, cuya imaginación obedece a otros reflejos que la del hombre arcaico y cuyo subconsciente está viciado por una multitud de prejuicios con pretensión científica. Recordemos con el famosos dramaturgo inglés William Shakespeare que «hay más cosas en el cielo y la tierra que todo lo que pueda soñar vuestra filosofía». Pero los chamanes son también expertos mágicos en el sentido ordinario de la palabra. Su ciencia opera con fuerzas de orden psíquico o anímico, individualizadas o no. No hace intervenir, como la magia cósmica, a las analogías entre el microcosmos y el macrocosmos, o entre las diferentes reverberaciones naturales de una misma «idea». En la magia «blanca», que es normalmente la de los chamanes, las fuerzas puestas en acción, lo mismo que el fin de la operación, son benéficas o simplemente neutras. Mientras que, por el contrario, cuando los espíritus son maléficos y el fin lo es igualmente, se trata de la magia «negra» o la brujería. En este caso, nada se hace «en el nombre de Dios» y la vinculación con los poderes superiores está rota. Es obvio que prácticas tan peligrosas socialmente, y tan nefastas en sí mismas, estuvieran severamente prohibidas entre los pieles-rojas como entre todos los pueblos, lo que no significa que nunca la hayan conocido en algunas tribus de los bosques, como en Europa al final de la Edad Media, como una extensión en cierto modo epidémica, conforme a su naturaleza siniestra. Si nos apartamos de las teorías evolucionistas, no podríamos creer en un origen pluralista de las religiones y no tenemos ninguna razón para poner en duda el aspecto «monoteísta» de la tradición de los antiguos, ya que siempre el «politeísmo» puro y simple no es más que un fenómeno relativamente tardío y en cualquier caso mucho menos extendido de lo que ordinariamente se cree. El monoteísmo primordial, que no tiene nada de específicamente semita y que más bien es un «pan-monoteísmo», todavía subsiste, o deja huellas en las tribus más diversas, como los pigmeos de África, entre otras.
Es lo que los teólogos llaman la «religión primitiva». En las Américas, los naturales de la Tierra del Fuego, por ejemplo, no conocen más que un solo dios, que habita más allá de las estrellas. Este dios no tiene cuerpo y no duerme y las estrellas son sus ojos. Siempre ha sido y nunca morirá. Ha creado al mundo y ha dado a los hombres reglas de acción. Entre los indios del Norte, los de las praderas y los bosques, la unidad divina sin duda aparece de manera menos exclusiva y en algunos casos parece incluso velarse. Pero no hay en ellos nada comparable con el politeísmo antropomorfista de los europeos antiguos. Ciertamente hay varios «Grandes Poderes». Pero estos Poderes están o subordinados a un Poder supremo que se asemeja mucho más a Brahma, dios creador del universo y miembro de la Trimurti (‘tres formas’), que a Júpiter, principal dios de la mitología romana, padre de dioses y de hombres. O bien son considerados como una substancia sobrenatural, de la que nosotros mismos somos parte, tal como dicen los sioux. Para comprender este último punto, que sería panteísmo si todo el concepto sólo se redujese a eso, es preciso saber que las ideas sobre el Gran Espíritu se vinculan o con la realidad «discontinua» de la esencia o con la realidad «continua» de la substancia, y en ese caso hay panteísmo. En la conciencia de los pieles-rojas el aspecto de substancia predomina no obstante sobre el de esencia. A veces se habla de un Poder mágico que anima todas las cosas, comprendidos los hombres, llamado Manito, por los algonquinos, u Orenda, por los iroqueses, y personificándose en las cosas y los seres, comprendidos los del mundo invisible y anímico, y cristalizándose igualmente en función de un determinado sujeto humano, como totem o «ángel guardián». Pero el calificativo de «mágico» es completamente insuficiente e incluso erróneo en el sentido de que define una causa por un efecto parcial. En cualquier caso lo que importa retener es que el teísmo indio, al mismo tiempo que no es un pluralismo de tipo mediterráneo y «pagano», tampoco coincide exactamente con el monoteísmo de Abraham, sino que más bien representa una teosofía un tanto «en movimiento», en ausencia de una Escritura sagrada, y entroncada con las concepciones védicas y extremo-orientales.
Algunas tribus, como los algonquinos y los iroqueses, distinguen entre el demiurgo y el Espíritu supremo: este demiurgo tiene con frecuencia un papel algo burlesco, incluso luciferino. Semejante concepción del poder creador y del dispensador primordial de las artes no es particular de los pieles-rojas, como lo prueban las mitologías del Viejo Mundo, donde las acciones de los titanes estaban al lado de las de los dioses. Como la creación es algo que se aleja de Dios, es preciso que haya en ella una tendencia deífica, de tal modo que se puede considerar la creación en dos aspectos, uno divino y otro demiúrgico. Pero los pieles-rojas mezclan los dos aspectos y no son los únicos en hacerlo. Recordemos solamente, en la mitología japonesa, al dios Susanoo, genio turbulento del mar y la tempestad. En suma, el demiurgo no es otro que Mâyâ, principio que engloba a la Potencia creadora y al mundo. Mâyâ está más allá del bien y del mal, expresa la plenitud y la privación, lo divino y lo demasiado humano, incluso lo titánico y lo demoníaco, y de ahí una ambigüedad que cuesta trabajo comprender. Se identifica como chamanes a personas que son originarias de lugares que están situados en puntos muy alejados entre sí del planeta. Sin embargo, se engloban a estas personas dentro de un mismo concepto debido a que todos ellos tienen rasgos comunes. Esto es, podemos encontrar a través de cada uno de los cinco continentes a personas que siguen un mismo camino y que tienen unas prácticas comunes y que, por tanto, podemos identificar como practicantes de chamanismo. En origen, semánticamente la palabra chamán proviene del vocablo tungús shamán, que viene a significar sabio o el que tiene sabiduría. Las lenguas tunguses (o lenguas manchú-tunguses) son un grupo de lenguas habladas en el este de Siberia y Manchuria. Algunos lingüistas la consideran parte de la familia de lenguas altaicas, junto con las lenguas túrquicas y las mongolas. Geográficamente, tal como hemos dicho, son originarios de la zona de Siberia de donde procede el fenómeno. Y es a partir de ahí y con el paso del tiempo desde donde se extiende posteriormente. Es desde el centro de Asia desde donde se despliega y lo hace por dos caminos. Por una parte, vía estrecho de Bering, hacia América y por otra parte, hacia el oeste, siguiendo el camino migratorio indoeuropeo y se dirige primero hacia el este y norte de Europa, dando origen entre otros a los godar teutones para, posteriormente, extenderse por el resto de Europa.
De hecho, podemos encontrar prácticas chamánicas tanto entre los germanos del norte de Europa, como en Noruega, así como en el sur, entre los sacerdotes de la Grecia clásica y los misterios eleusinos. Muchas veces se habla de chamanismo refiriéndose a los elementos primitivos de las religiones. Sin embargo, los chamanes son algo más. Se puede identificar a los chamanes como mediums, debido a su contacto con los espíritus, como adivinos o augures, como magos o hechiceros, como sanadores o curanderos. En ocasiones son místicos y poetas. Los chamanes son todo esto, sí, pero no sólo esto. Los chamanes podrían ser identificados como hombres expertos en medicina. Pero hay algo que los separa de todas estas prácticas, que los diferencia. ¿Qué es lo que identifica a un chamán? Para entender lo que los diferencia de otros magos, de otros místicos o curanderos, así como lo que conforma la definición del chamanismo y de estos estados modificados de conciencia es necesario entender la visión chamánica del mundo. La cosmología de los chamanes está formada por varios mundos, y este es un rasgo común a todos los chamanismos, independientemente de la cultura madre del chamán. La concepción andina, por ejemplo, nos habla de una realidad que se divide en tres mundos: Kay Pacha, o mundo del aquí y ahora, Uku Pacha, o nivel del ego, y Hanan Pacha, o mundo espiritual. Para los Kahuna hawaianos la realidad está formada por cuatro mundos, el mundo ordinario, el mundo psíquico, el mundo de los sueños y el mundo existencial. El chamanismo es la técnica del éxtasis y el chamán es el maestro del éxtasis. Un chamán es aquél que tiene la capacidad de entrar en un estado de conciencia alterado a voluntad. Se puede definir el éxtasis como un estado psicológico que se caracteriza por un sentimiento absorbente de admiración, de alegría de arrobamiento y a veces de enajenación. Desde una perspectiva teológica hace referencia a un estado de unión con lo divino por medio de la contemplación y el amor vivido íntimamente. Y exteriormente por la suspensión mayor o menor de la actividad sensorial en relación con el mundo externo. Y esto es lo que define el trabajo del chamán. Si intenta curar, un verdadero chamán no sólo intentará sanar al enfermo en el mundo real, sino que trabajará los todos los mundos a la vez. Como resumen, se puede hablar siempre de varios mundos que coexisten a la vez y sobre los que el chamán va a trabajar.
Para el chamán existe el mundo objetivo, que es la realidad tal y como la conocemos, que es el nivel bajo de la realidad. Pero para el chamán también existe el mundo subjetivo, donde habitan los espíritus de la naturaleza y donde el chamán puede conversar con ellos, donde todo está interrelacionado y todo es sincrónico. Hay además un mundo simbólico, un mundo de sueños y arquetipos, de dioses y de animales de poder. En este mundo el chamán trabaja con sueños y moldea la realidad. Por último, ven la existencia de un mundo holístico, un mundo de luz, de energía, y de unión con lo sagrado. El chamán es aquél que viaja por estos mundos a través del estado alterado de conciencia, en que el chamán ha muerto y renacido. Esta muerte y resurrección marca el principio del camino chamánico y la iniciación del chamán. El chamán desciende a los infiernos o asciende a los cielos, contacta con sus guías y llega al entendimiento. Contacta con los otros mundos para, desde ellos, modificar la realidad. Después renace y regresa a la realidad que abandonó. Es fundamental saber que el mundo del chamán es aquel en que cada persona genera su propia realidad. Esto es, cada uno hace que las cosas sean posibles o imposibles, reales o irreales. Y para ello realiza su trabajo chamánico. Este trabajo consiste en alcanzar un estado alterado de conciencia, de realizar el viaje a otras realidades y afectar al mundo objetivo desde el mundo subjetivo y desde el mundo simbólico. Para ello el chamán entra en trance, alcanzando precisamente el éxtasis que lo define. Alcanza el éxtasis con muchos métodos, desde el uso de sonidos repetitivos hasta el uso de sustancias psicotrópicas. Pero no hay que olvidar que en base a esta concepción del universo existe una doble lectura para el concepto de trabajo chamánico. Un significado de este trabajo es un trabajo de poder, donde el chamán entra en trance a través de experiencias extáticas para viajar a través de los mundos y con el fin de modificar la realidad. Allí el chamán habla con los espíritus, aprende de ellos, trata con los espíritus elementales, contacta con los animales de poder, y con sus guías. Desde allí sana los cuerpos y las almas, y cura las enfermedades.
Pero también es un trabajo chamánico el trabajo de amor, de autodescubrimiento, más allá de esas acciones mágicas o sanadoras. El chamán sigue un camino de crecimiento interior, con el fin de alcanzar ese mundo holístico y la ascensión. Para los toltecas, este camino es el Camino del Guerrero. Este camino de trabajo interior consiste en cuatro pasos: conocimiento, transformación, amor y poder. El trabajo chamánico nos acerca al Todo. El chamán cree que esta vida es Maya, un sueño, y que la realidad es el Otro Mundo, el mundo de Luz y espiritual. El Chamanismo Esencial dice que somos espíritus, que nuestros espíritus han tomado forma en nuestros cuerpos y que hemos bajado desde nuestro hogar en los cielos a este mundo para aprender en diferentes vidas y existencias. Para los druidas, la vida es un sueño y lo real es el Otro Lado, el otro mundo. Descendemos desde la Torre de Arianrhod para acercarnos cada vez más al Todo, a la Fuente, aprendiendo reencarnación tras reencarnación. Para algunos seguidores de la tradición Celta, el destino inicial de las almas al dejar este mundo es Caer Arianrhod o el castillo de la Rueca Plateada, donde reside una diosa lunar que vela por la muerte y el renacer. Su castillo o torre en espiral se alza en una dimensión entre mundos, y allá van y esperan las almas entre una y otra reencarnación. El druida, al igual que el chamán, está unido a la Naturaleza. Ambos están unidos a su entorno. Lo investigan y estudian con el fin de adquirir conocimiento. Buscan las propiedades mágicas y curativas de todo aquello que les rodea. Tanto uno como otro hablan con los espíritus de las plantas y los árboles. El chaman conversará con el espíritu de las plantas de poder, que le guiarán en el trance chamánico. El druida contactará con el espíritu de los árboles de sabiduría para que le guíen. En The Roots of Civilisation, Alexander Marshack comenta: «Aunque en el paleolítico superior las explicaciones se hacían mediante historias y por medio de imágenes y símbolos, intervenía en ello un alto grado de inteligencia, cognición, racionalidad, conocimiento y habilidad técnica». Dicho de otro modo, el hombre de la edad de piedra poseía todas las capacidades necesarias para crear civilización.
En su libro La diosa blanca, Robert Graves propone un punto de vista que está totalmente de acuerdo con las conclusiones de Marshack. Arguye que el culto a la diosa luna (la «diosa blanca») fue la religión universal original del género humano y que en una etapa bastante posterior fue suplantada por el culto al dios sol Apolo, al que Graves considera símbolo de la ciencia y la racionalidad, esto es, del conocimiento del hemisferio izquierdo del cerebro en contraposición a la intuición del henisferio derecho, que él asocia con la diosa. Graves cuenta que estaba leyendo la traducción que lady Charlotte Guest hizo de la epopeya galesa The Mabinogion cuando encontró un poema incomprensible titulado «The song of Taliesin». De pronto supo que los versos eran una serie de acertijos medievales cuyas respuestas él conocía. También adivinó que los acertijos estaban relacionados con una tradición galesa sobre una Batalla de los Árboles, que en realidad trataba de una lucha entre dos grupos de sacerdotes druidas por el control del saber. El alfabeto druídico era un secreto que se guardaba celosamente, pero sus dieciocho letras eran nombres de árboles cuyas consonantes representaban los meses de los cuales eran característicos los árboles, a la vez que las vocales representaban las posiciones del Sol, en relación a los equinoccios y solsticios. El «calendario de los árboles» se usó en toda Europa y Oriente Medio en la edad del bronce, y se asociaba con la Triple Diosa. La Triple Diosa es el tema de muchos de los escritos de Robert Graves y ha sido adoptado por muchos neopaganos como una de sus deidades principales. El término Triple Diosa se utiliza con poca frecuencia fuera del neo-paganismo para referirse a tríadas de diosas y diosas individuales de tres formas o aspectos. Dice Graves que este culto fue reprimido poco a poco por el «afanoso culto racional al dios solar Apolo, que rechazó el alfabeto arbóreo órfico a favor del alfabeto fenicio comercial y dio comienzo a la literatura y la ciencia europeas». La idea de Graves corrobora la de la escritora británica Anne Macaulay, en el sentido de que el alfabeto moderno estaba asociado con Apolo. También corrobora la mentalidad «mágica» del hombre de Cro-Magnon, que poco a poco ha cedido ante la mente «bicameral» de hoy. Según Graves, fue impuesto todo un sistema de conocimiento que está basado en una mentalidad que es totalmente distinta de la nuestra, basada en premisas «lunares» en lugar de «solares».
Esto es también lo que trata de describir Schwaller en libros como Sacred Science, y contribuye a explicar su oscuridad. Trata de describir una visión remota y olvidada de la realidad empleando un lenguaje que no es en absoluto apropiado para ello. La mención de calendarios antiguos nos recuerda inevitablemente el famoso calendario maya que, como señala Graham Hancock, es mucho más exacto que el moderno calendario gregoriano. Hancock cita a un arqueólogo que pregunta por qué los mayas crearon un calendario tan increíblemente exacto, pero no comprendieron el principio de la rueda. Sabemos que los mayas heredaron su calendario de los olmecas, que estuvieron en América mil años antes que los mayas. Pero entonces tendríamos que preguntarnos por qué los olmecas no comprendieron el principio de la rueda. Hancock sugiere que la respuesta puede ser que los mayas y los olmecas no inventaron el calendario, sino que lo heredaron. Esto es precisamante la sugerencia que hizo Schwaller de Lubicz para explicar el carácter avanzado de la ciencia egipcia. Todos los indicios que hemos considerado hasta ahora señalan que Hancock y Schwaller tienen razón. Lo cual sigue sin responder a esta pregunta: ¿Por qué querrían un calendario tan exacto? El druidismo tiene una clara herencia chamánica. Si se analiza el druidismo, se pueden ver muchos elementos propios de los chamanes, hasta el punto de que se puede decir que los druidas eran chamanes celtas, aunque el trabajo chamánico no es lo único que define a un druida, puesto que además de chamanes, eran jueces, poetas, historiadores, médicos, maestros, consejeros, artistas, astrólogos y magos. El druida, al igual que el chamán, se comunica con los espíritus de los animales. El chamán se identifica con el espíritu del animal y asimila el espíritu de sus tótem. De hecho, los druidas llegan a transformarse en cierto sentido en esos animales. Al igual que los chamanes, un druida es un medium que habla con sus antepasados y recibe información de ellos. Los chamanes son identificados desde la niñez como tales, generalmente a través de alguna señal como un rayo, a través de sueños o a través de enfermedades, como la epilepsia. Estas señales pueden señalar a un futuro chamán, aunque también es posible formarse como tal por propio convencimiento, si bien son considerados menos poderosos.
En cualquier caso, el chamán no es reconocido como tal hasta que no ha recibido una doble instrucción. Se trata de una instrucción de orden extático, como los trances, y otra donde aprende las técnicas chamánicas, incluyendo la mitología, entre otros conocimientos, a través de la formación otorgada por los antiguos chamanes. Los druidas igualmente eran buscados, en muchas ocasiones desde pequeños, y si algún niño presentaba posibilidades de poder ser especial era llevado al bosque para someterle a una serie de pruebas. Si se decidía que el niño era apto, se le llevaba a formarse con los druidas. Esta formación en el conocimiento druídico era larga y ardua, y pasaban veinte años hasta que el estudiante era iniciado y se convertía en un druida. El druida cree también en varios mundos, como el chamán. Tanto los chamanes como los druidas, realizan viajes a través de distintos mundos mediante estados alterados de conciencia. Como el chamán, el druida modifica su conciencia para conseguir información o realizar trabajos mágicos. Unos y otros lo realizan mediante la ingestión de sustancias tóxicas como la amanita muscaria o a través de cantos, tambores, respiraciones u otros medios. Pero lo más importante es el trabajo interior. Ambos persiguen a través de estas ingestiones de enteógenos, sustancias vegetales con propiedades psicotrópicas, para potenciar el trabajo de autodescubrimiento y un continuo aprendizaje, buscando experiencias que fuesen únicas. Los druidas, como todas la religiones paganas, buscaban el conocimiento interno. Para los druidas es a través del conocimiento interno, a través de la verdadera naturaleza del ser, así como de una concepción real y verdadera de la realidad, como llegamos a la Iluminación. La verdad para los druidas era realmente importante. De la verdad nacen muchas otras cosas, como la honestidad, o la sinceridad. La verdad aplicada a uno mismo y la verdad hacia el mundo. Otra es el conocimiento, puesto que para acercarse al amor y a la creación es necesario conocerse a sí mismo y conocer el entorno. Los druidas estudian la Creación y la intentan conocer. La contaminación del conocimiento, negar la posibilidad de conocimiento a alguien, es algo atroz para un druida. Y la naturaleza es el resultado de nuestra voluntad, de la unión de nuestros actos, nuestros pensamientos y nuestra alma. El actos se realiza como representación terrenal de nuestros pensamientos, que son generados a su vez por nuestra propia esencia, por nuestra propia naturaleza y que interactúa con la verdadera naturaleza de la Creación.
El chamán se inicia a través de un viaje de muerte y resurrección, viaje que también realizan los druidas, puesto que esta muerte y resurrección se puede observar en las iniciaciones druídicas, donde el joven que se iba a iniciar moría y volvía a nacer. Se dice que el joven futuro druida era purificado con fuego, sustancias psicotrópicas y cantos, mientras que al llegar a otro estado de conciencia era conducido junto a un árbol, donde era colgado dentro de un saco hasta el amanecer, donde renacía. Pero, aparte de posibles ceremonias practicadas para iniciarse, el mayor ejemplo chamánico, donde se puede ver mejor este trabajo de muerte y renacimiento es en la figura mítica de Taliesín. La leyenda celta nos cuenta que la Awen llega como fruto del caldero de Ceridwen. En la historia, se dice que Ceridwen y su marido tuvieron tres hijos: Morfran (‘cormorán’); Creirwy (‘huevo de cristal’), la más bella doncella del mundo; y Afagddu (‘total oscuridad’), el menos favorecido de los hombres. Para compensarle su tremenda fealdad, Ceridwen decide hacerle sabio preparándole un brebaje mágico en su caldero de Inspiración (es decir, la Awen). El brebaje se preparó a lo largo de todo un año y un día, y Ceridwen pone a dos personas a cuidarlo mientras ella sale a recoger hierbas. Se trataba de un ciego llamado Morda (“buen mar” o “gran bien”), y un niño llamado Gwion Bach (“pequeño inocente”). El último día de preparación, tres gotas del líquido del caldero salpicaron al niño Gwion, quemándole el dedo. Mete el líquido en la boca y al instante gana los tres dones de la Awen: la inspiración poética, la profecía, y el poder cambiar de forma a voluntad. El resto del brebaje se vuelve mortalmente venenoso, y el caldero explota, rompiéndose en dos mitades. Con su don de la profecía, Gwion sabe que Ceridwen intentará matarle por haber probado lo que estaba destinado a su hijo, así que usa su don de cambiar de forma para huir en forma de liebre. Ceridwen le persigue en forma de galga, así que él se convierte en pez. Ella se convierte, a su vez, en nutria. El se hace pájaro, ella, halcón. El se convierte en un grano más de trigo entre los del suelo del molino, ella, sin embargo, convertida ya en gallina negra, le engulle.
Después de nueve meses, el niño Gwion vuelve a nacer del vientre de Ceridwen, quien no puede contemplar su asesinato “debido a su gran belleza”, así que le ata dentro de una bolsa de cuero y le lanza al mar en la víspera de mayo. El primer día de mayo por la mañana la bolsa es descubierta en un apostal de pesca, y abierta. La primera persona en contemplar al hermoso bebé dentro de la bolsa dice “Mirad, una frente radiante!”. Y es así que el niño recibe el nombre de Taliesín, que en galés significa “frente radiante”. En este caso, Cerridwen representa la figura de la iniciadora. Las transformaciones animales de Taliesín nos hablan de los tres elementos de los celtas: tierra, agua y aire: Taliesín se convierte en pez, en pájaro y en mamífero terrestre. Así pues, El nuevo Taliesín, recorre toda la creación, toda la existencia para huir de Cerridwen. El caldero es considerado un elemento de muerte y resurrección por los celtas. De hecho, el caldero Gundestrup celta muestra una imagen del caldero del Dagda, “El siempre húmedo”, en el que eran sumergidos los muertos y salían revividos. El mismo caldero que le significa a Gwion renacer como Taliesín. La miel es un símbolo utilizado por muchas culturas como símbolo de las sustancias psicotrópicas. Odín alcanza la sabiduría al beber el licor llamado Kvasir, de un caldero llamado Odhroerir, (‘Inspiración´). Tenemos también la hidromiel de Mímir, cuya cabeza custodiaba las raíces de Yggdrasyl, el árbol cósmico, la fuente del conocimiento. En el Rig Veda hindú, se asimila la figura del Soma como miel. La Ambrosía de los dioses griegos era hecha parcialmente con miel. Tanto el Soma como la Ambrosía otorgan la inmortalidad y convierten a los hombres en dioses. De hecho, existe una relación directa de la miel con otras sustancias enteógenas, así como la de la abejas con las sacerdotisas de los misterios de Eleusis. En la historia se puede ver una triple iniciación: la bebida del caldero abre la mente del bardo al don de la Awen, la estancia en el vientre de la diosa da sabiduría para entenderlo, y la prueba de ser abandonado al mar dentro de la bolsa de cuero capacita al druida para poder conquistar el último miedo, el de la muerte. Gwion bebe tres gotas: una gota para el cuerpo, una para la mente y otra para el alma. Y de hecho, sufre una triple muerte y un triple renacer, que para los celtas no podía ser de otra manera que no fuera triple, puesto que de esta triple manera cubre todos los aspectos de la creación y del renacimiento.
Al alcanzar la Awen, Gwion, ya convertido en Taliesín, rememora su verdadera existencia y habla de su estancia en el Castillo de Arianhrod y de las diferentes vidas que ha ido teniendo. Gwion se convierte en el chamán que accede al caldero de la resurrección y bebe de él. Bebe de la sabiduría para renacer de la iluminación fluida de la Awen. Una resurrección como druida, como bardo, como vate o como chamán. Una posibilidad intrigante la ha sugerido un investigador llamado Maurice Cotterell, en un libro titulado The Mayan Prophecies, escrito conjuntamente con Adrian Gilbert, colaborador de Robert Bauval en el libro El misterio de Orión. Cotterell, ingeniero y científico informático, se sintió interesado por los aspectos científicos de la astrología. Cuando estaba en la marina mercante se fijó en que el comportamiento de sus compañeros de a bordo parecía ajustarse a sus signos astrológicos, tales como que los signos «de fuego» son más agresivos que los de «agua», etc. Un psicólogo y estadístico francés, llamado Michel Gauquelin, ya había planteado esta cuestión y publicado un estudio que indicaba que hay pruebas estadísticas auténticas de ciertas proposiciones de la astrología, tales como que nacen más científicos y médicos bajo el signo de Marte, y que nacen más políticos y actores bajo el signo de Júpiter. Un psicólogo escéptico, el doctor Hans Eysenck, fue lo bastante imparcial como para examinar estos resultados, reconociendo públicamente que parecían ser razonables. Eysenck trabajó luego con un astrólogo llamado Jeff Mayo y estudiaron conjuntamente dos grandes muestras de sujetos elegidos al azar, para ver si las personas nacidas bajo signos «de fuego» (Aries, Leo, Sagitario) y signos «de aire» (Géminis, Libra, Acuario) son más extravertidas que las nacidas bajo signos «de tierra» (Tauro, Virgo, Capricornio) y «agua» (Cáncer, Escorpio, Piscis). Y aunque las probabilidades en contra eran de 10.000 a 1, las estadísticas, que afectaron a unas 4.000 personas, demostraron que efectivamente era así. Cotterell quiso saber cómo era esto posible. ¿Hay algún factor cósmico que cambie de un mes a otro y explique este intrigante resultado?
Aunque parezca que nos apartamos del tema principal, creo que vale la pena hacer algunas consideraciones sobre el Sol y los campos magnéticos. A los signos del zodíaco, como Aries, Tauro, etc., se les llama signos «del Sol» porque el sol nace sobre un fondo de constelaciones diferentes cada mes. Pero es obvio que las constelaciones no pueden influir en los individuos, toda vez que están a años luz de distancia. Es decir, que nuestro destino está escrito en las estrellas no es más que una forma de hablar, ya que son meramente las cifras en un reloj que nos permiten saber la hora. En cambio, el Sol hace algo que ejerce gran influencia en la Tierra. Este horno grande y rugiente despide un chorro continuo de energía debido al cual las colas de los cometas salen a borbotones detrás de estos chorros de energía como banderas ondeando al viento. También tiene variaciones llamadas «manchas solares», que son enormes erupciones magnéticas que pueden causar interferencias radiofónicas en la Tierra. Emiten un «viento solar» de partículas magnéticas que causan la aurora boreal. Cotterell decidió partir del razonable supuesto de que el campo magnético del Sol, en particular la actividad de las manchas solares, puede ser lo que afecta a los embriones humanos. Debido a que está hecho de plasma, o gas sobrecalentado, el Sol no gira de manera uniforme, como gira la Tierra. Su ecuador gira casi un tercio más rápidamente que sus polos, lo que representa 26 días por «vuelta», mientras que los polos tardan 37. A causa de ello sus líneas de magnetismo se tuercen y a veces sobresalen del Sol, formando las «manchas solares». Cotterell se sintió muy interesado al saber que el Sol no sólo cambia el tipo de radiación que emite cada mes, sino que, además, hay cuatro tipos de radiación solar que se siguen unos a otros de acuerdo con un orden. Así que la actividades del Sol no sólo parecen corresponderse con los cambios astrológicos mensuales, llamados «signos solares», sino también con los cuatro tipos de signos: fuego, tierra, aire, agua. Debido a que la Tierra también gira alrededor del Sol, una rotación solar de 26 días tarda 28 días vista desde la Tierra. La Tierra recibe una lluvia alterna de partículas negativas y positivas cada siete días. Los biólogos saben que el débil campo magnético de la Tierra influye en las células vivas y puede afectar la síntesis del ADN en las células.
Así que Cotterell pensó que era muy probable que los cambios en el campo magnético del Sol afectasen a los bebés en el momento de la concepción. Si así ocurría, habría descubierto la base científica de la astrología. Pero los astrólogos a quienes explicó su teoría no acabaron de quedar convencidos. Según la astrología, lo que nos afecta es el momento en que se produce el nacimiento y no el de la concepción. Sin embargo, esto no parece tener sentido, ya que, después de todo, el bebé ya ha “vivido” unos nueve meses cuando llega el momento de nacer. De hecho, otro científico ya estaba trabajando en una teoría parecida. En The Paranormal – Beyond Sensory Science (1992), el físico Percy Seymour sugiere que el feto recién formado se ve afectado por la «red magnética» del sistema solar, que se extiende entre el Sol, la Luna y los planetas. Cotterell sencillamente hacía caso omiso de la Luna y los planetas por considerarlos sin importancia. Al obtener un puesto de trabajo en el Cranfield Institute of Technology, Cotterell se apresuró a introducir sus datos en el potente ordenador del instituto. Quería determinar la interacción de los dos campos magnéticos del Sol, debida a sus diferentes velocidades de rotación en los polos y el ecuador, y el movimiento de la Tierra alrededor del Sol. Lo que salió del ordenador fue un gráfico que mostraba un ciclo rítmico definido cada once años y medio. Curiosamente los astrónomos han calculado el «ciclo» de manchas solares en 11,1 años. Así pues, parecía que Cotterell se estaba acercando a una conclusión. Los dos campos magnéticos interactivos del Sol vuelven al punto de partida, por así decirlo, cada 87,45 días, a lo que Cotterell dio el nombre de bit. Al examinar su gráfico, vio que el ciclo de manchas solares se repite y vuelve al punto de partida cada 187 años. Pero hay otra complicación. Se trata de la llamada «capa neutra» del Sol, que es la zona alrededor del ecuador solar, donde el norte y el sur se compensan perfectamente. Esta capa se comba por efecto del campo magnético del Sol, de modo que se mueve un bit cada 187 años, lo que da un ciclo total antes de que vuelva al punto de partida de 18.139 años.
Y cada 18.139 años el campo magnético del Sol se invierte. Cotterell comprobó que este período se dividía en 97 períodos de 187 años, consistentes en cinco ciclos principales, tres de 19 veces 187 y dos de 20 veces 187. Al observar que 20 veces 187 años equivalen a 1.366.040 días, Cotterell sintió gran interés. Había despertado su curiosidad uno de los documentos astronómicos mayas conocidos por el nombre de Códice de Dresde, que los mayas utilizaban para calcular los eclipses, así como los ciclos del planeta Venus, a los que concedían muchísima importancia. Los mayas declaraban que Venus «nació» el 12 de agosto del año 3114 a. C. El psicoanalista y escritor ruso Immanuel Velikovsky creía que Venus había «nacido» de Júpiter y se acercó peligrosamente a la Tierra cuando se dirigía a ocupar su posición actual. Los mayas calculaban usando un período complicado que llamaban tzolkin, equivalente a 260 días, y, según ellos, un ciclo completo del planeta Venus equivalía a 1.366.560 días. Cotterell se fijó en que esta cifra era casi igual a la suya de 1.366.040 más dos tzolkin. Se preguntó si era posible que los mayas hubieran sacado por casualidad la misma conclusión sobre los ciclos de manchas solares y que su complejísimo calendario se basara en él. Algo más le hacía pensar que quizá estaba bien encaminado. Había observado un hecho bastante curioso: que el bombardeo magnético del Sol se intensifica durante los períodos de baja actividad en los ciclos de manchas solares. Esto parecía contradictorio, ya que lo lógico era esperar que disminuyera. Sacó la conclusión de que el fenómeno tenía que ver con los cinturones de radiación que hay alrededor de la Tierra y que se denominan «cinturones de Van Allen» porque fueron descubiertos por el científico espacial James Van Allen en 1958. Estos cinturones se deben al campo magnético de la Tierra y atrapan la radiación solar, que, de no ser por ello, destruiría la vida en la Tierra. Cotterell pensó que los cinturones de Van Allen quedan supersaturados de partículas magnéticas durante los períodos de gran actividad de las manchas solares y, de esta manera, reducen la cantidad de radiación que llega a la superficie de la Tierra.
En los períodos de poca actividad de las manchas solares, permiten el paso de las partículas. Y Cotterell creía que causan esterilidad y otros problemas. Cotterell se inclinaba a datar la decadencia de los mayas a partir de 627 d. C., año en que la Tierra estaba recibiendo un bombardeo máximo de magnetismo del Sol. Entonces se dio cuenta de que el 627 d. C. era también el final del ciclo maya de 1.366.560 días a partir del «nacimiento de Venus» en el 3114 a. C. Era también el momento en que el ciclo magnético del Sol se invertía. El nacimiento de Venus fue la fecha de la anterior inversión solar. Sin duda no podía ser una coincidencia. Bastante más preocupante es el hecho de que el próximo ciclo maya terminará el ya pasado 21 de diciembre de 2012, en solsticio de invierno, fecha en que teóricamente el campo magnético del Sol debería volver a invertirse, aunque ello no se produjo en la fecha prevista. Cotterell señalaba que actualmente se registra un descenso de la fertilidad en los países desarrollados y que la causa puede ser este cambio en el ciclo de manchas solares. Graham Hancock cita el año 2030 como el momento en que, de acuerdo con las previsiones, se producirá una inversión de los polos magnéticos de la Tierra que causará numerosas catástrofes. Si Cotterell está en lo cierto, tal vez la Tierra experimente problemas antes. Pero es posible que, después de todo, tanto Hancock como Cotterell se equivoquen. La Tierra superó el anterior cambio en el campo magnético del Sol en el 627 d.C. sin ninguna catástrofe visible. En el citado año, el emperador bizantino Heraclio invadió Asiria y Mesopotamia y derrotó a los persas cerca de Nínive, importante ciudad asiria, cercana a la actual Mosul, en Irak. Asimismo el profeta Mahoma hostigó a los habitantes de La Meca desde Medina y los japoneses mandaron enviados a China. Al parecer, ninguno de los citados se fijó en la inversión del campo magnético del Sol.
En cuanto al campo magnético de la Tierra, los científicos actuales no tienen ninguna idea sobre cuál es su causa, y mucho menos de por qué su polaridad se invierte de vez en cuando; así que está claro que no puede haber ninguna razón científica por la que deba suceder en el año 2030 en vez de dentro de mil años. Con todo, las ideas de Cotterell han sido una aportación importante al estudio de las civilizaciones antiguas. Parece haber demostrado de forma muy convincente que el calendario maya tiene un sólido fundamento científico. Ello indicaría, una vez más, que el hombre antiguo parecía saber mucho más sobre los cielos de lo que creen los astrónomos modernos. Asimismo, si los mayas basaron su calendario en el ciclo de las manchas solares, entonces debemos suponer que este conocimiento se basaba en la intuición más que en el interés puramente científico. Schwaller de Lubicz dice que todo ser vivo está en contacto con las energías del universo, y que cada hora del día tiene sus diferentes neters o vibraciones. Si Alexander Marshack (1918 – 2004), arqueólogo paleolítico norteamericano, está en lo cierto, el hombre de Cro-Magnon estudió los cielos porque era consciente de estas energías o vibraciones. Y sin duda cabe decir lo mismo de los incas y los mayas. El chaman maya utilizaba un sistema de sanación denominado Hunabku, el cual permitía que no solo ellos, sino también el resto de la comunidad, tuviera la oportunidad de reconectarse con la energía del Sol Central, Dios de la Galaxia, y de esa manera podían elevar la frecuencia vibratoria, algo que solía favorecer a los mayas para obtener una visión y una comprensión mucho más amplia acerca de la realidad y de cada situación. El contacto que el chaman maya establecía con esta energía, favorecía a tres factores fundamentales que generalmente en nosotros se encuentran dormidos. Uno de estos factores es la telepatía, la cual nos ayuda a conectarnos con la mayoría de las energías sutiles que rodean a la gente permanentemente.
De esta manera, teniendo un pleno desarrollo de la facultad de la telepatía, el chaman maya era capaz de decodificar los mensajes que le eran enviados constantemente por parte de los “dioses”. Además, gracias a ello, el chaman maya tenía la conexión que se requería para comprender que todos los individuos del planeta forman un todo, y debido a esto, existe la posibilidad de que todos se conecten entre sí. La sincronicidad es otro de los factores que solía dominar el chaman maya, y cuando hablamos de esto nos referimos a la sincronicidad que les permitía actuar en el momento justo y siempre de la mejor manera que pudiese ayudar al desarrollo de su pueblo. Sin duda el factor más importante era el amor, debido a que de la única manera en la cual se puede sentir amor por el prójimo, es empezando a amarnos a nosotros mismos, y esto era algo que el chaman maya tenía muy en cuenta. De esta manera, lograba alcanzar la felicidad a través de la compasión, la comprensión y la gracia. Por otro lado, el chaman maya utilizaba la sanacion Hunabku debido a que las vibraciones energéticas de la misma lo convertía en canal de energía la cual hace efecto en donde más se la necesita, y por esta razón la curación que realizaba el chaman maya es históricamente una de las más efectivas. No podemos ignorar el hecho de que las tan famosas profecías mayas, eran dictadas justamente por el chaman maya, y según se dice, las mismas eran dictadas en la mente del chaman maya quien luego las escribía e interpretaba para su pueblo. La mayoría de sus profecías se cumplieron tan y como lo dijeron, y es por esta razón que la civilización maya ha merecido tanto respeto a lo largo de la historia.
En todo el mundo, en los mitos de docenas de culturas diferentes, hay leyendas que obviamente expresan la misma historia. James George Frazer (1854 –1941) fue un influyente antropólogo escocés en las primeras etapas de los estudios modernos sobre magia, mitología y religión comparada. Hizo de ello el punto de partida de su famoso libro La rama dorada. Frazer decidió que la clave del misterio era el concepto de la fertilidad de la tierra, la necesidad de una buena cosecha. El rey era un mago cuyos poderes garantizaban la lluvia. Si los poderes empezaban a fallar, el rey era ofrecido como sacrificio a los dioses. Finalmente, el sacrificio se volvió simbólico y se convirtió en un ritual en el cual el dios era enterrado y brotaba de nuevo en primavera. Desde luego, el problema en este caso es que se presupone que los mitos se formaron después de que el hombre se convirtiera en agricultor. Lo que se desprende del libro El molino de Hamlet, de Giorgio de Santillana y Hertha von Dechend, es que Santillana estaba totalmente convencido de que son mucho más antiguos. Incluso hay veces en que sospechamos que insinúa que se remontan a decenas de miles de años atrás. En efecto, Santillana presenta un rico tapiz de leyendas de los esquimales, los islandeses, los antiguos escandinavos, los indios norteamericanos, los finlandeses, los hawaianos, los japoneses, los chinos, los hindúes, los persas, los romanos, los antiguos griegos, los antiguos hindúes, los antiguos egipcios y docenas de otros pueblos. Y se pregunta: ¿cómo se formaron estas extrañas similitudes a menos que los mitos tengan algún origen en común? Y se inclina a creer que este origen reside en la astronomía.
Los kachari, de la región de Assam, en la India, incluían el sacrificio de una cabra durante el trance del medium, a fin que de su observación determinara la causa y el remedio de la enfermedad que le afligía. El mago del pueblo de los oraons, en Bengala, una tribu que también se asentó en los estados de Bihar y Madhya Pradesh, buscaba el alma extraviada del paciente a través de las montañas y de los ríos, hasta el país de los muertos. Llama la atención la libertad con que actuaba el medium en las aldeas pahari del Himalaya, que continuamente introducía innovaciones religiosas ocasionadas por los estados disociativos de la conciencia que se producían durante el trance. De modo que, como observa Gerald Duane Berreman (1930 – 2013), un antropólogo y etnógrafo estadounidense que ha profundizado en su estudio, «no hay que extrañarse de la diversidad y la constante y sorprendentemente rápida rotación de los dioses venerados en la aldea pahari». Las supuestas posesiones por parte de espíritus eran muy frecuentes en la India tribal. En los estudios del antropólogo británico Verrier Elwin (1902 – 1964) sobre los baigas, tribu asentada en la India Central, encontramos la descripción de una ceremonia durante la cual «los medium caen en un frenesí y se arrojan al suelo, con movimientos espasmódicamente contraídos, y agitan la cabeza furiosamente de un lado para otro mientras el dios cabalga sobre ellos». Estas posesiones eran involuntarias y voluntarias de manera sucesiva y, lo que es más curioso, de forma consecuente. Lo habitual era que el medium se resistiera a abandonarse a los poderes incontrolables de lo «salvaje», seguido de una sumisión a los patrones de conducta que le demandaba la situación. Todo ello era facilitado gracias a la ausencia de rigidez en el ritual que seguía el medium, con el que, una vez en trance, todo podía pasar. Cosa que no ocurría entre los sacerdotes, que dirigían una actividad religiosa sumamente ritualizada. Un caso que ilustra esta relación entre el medium y el espíritu es el matrimonio entre el chamán y un ser del mundo subterráneo que se daba entre los hill saora, población aborigen del estado de Orissa, caso que parece ser un fenómeno único en la India aborigen.
El antropólogo Verrier Elwin cuenta que Kintara, un brujo de Hatibadi, India, le confió que cuando él tenía doce años, una mujer-espíritu tutelar llamada Jangmai se le acercó en un sueño, le declaró su amor y quiso que la desposara. Kintara se negó y durante un año ella acudió regularmente a hacerle la corte tratando que cediera. Como no lo conseguía le envió un tigre para morderle y eso le asustó tanto que finalmente el joven aceptó casarse con ella. Pero casi inmediatamente, otra mujer-espíritu-protectora fue también a pedirle que se casara con ella. Cuando se enteró la primera le dijo: «Yo fui la primera en amarte y te considero como mi marido. Y ahora tú quieres a otra y yo no lo permitiré». Y en un arrebato de celos se lo llevó a la selva, le arrancó la memoria e hizo con él lo que quiso. No obstante prometió a sus padres portarse bien con el muchacho y ayudarle en todas sus dificultades. Cinco años después Kintara se casó, en el mundo de los vivos, con Dasuni, una mujer de su aldea, y la protectora llegó a un acuerdo con ella. De su esposa terrestre tuvo un hijo y tres hijas y de su protectora tuvo un hijo y dos hijas, que vivieron en las regiones inferiores. Un día su mujer-espíritu le llevó a su hijo para que lo conociera y Kintara sacrificó una cabra en su honor. Elwin también encontró este mismo esquema entre las mujeres brujas, que eran elegidas por un protector sobrenatural. La muchacha primero se resistía a semejante pretendiente, después entraba en un periodo de crisis aguda que finalmente se resolvía cuando ella aceptaba la propuesta. «El sueño que obliga a una muchacha a aceptar su profesión y la marca del sello de la aprobación sobrenatural, toma la forma de visitas de un pretendiente del mundo subterráneo que le propone matrimonio con todas las consecuencias extáticas y numinosas». Una joven recuerda la primera visita que le hizo un espíritu protector en sueños, vestido con ropas muy elegantes. Ella lo rechazó y él la envolvió en un torbellino y la depositó sobre una alta rama que comenzó a balancearse. Ella se sintió aterrorizada pensando que iba a caer desde tanta altura y se apresuró a aceptar su oferta de casamiento. Otra mujer, ya casada y con un hijo cuando recibió la visita de su protector, se negó a satisfacerle y cayó enferma. Su marido mandó llamar a un brujo de la aldea vecina y el protector habló por su boca diciendo: «Voy a casarme con ella; si no acepta se volverá loca». Finalmente se vio obligada a aceptarlo y aprendió, en sueños, el arte de los chamanes.
Otra cuestión era si el oficio de brujo, o la de mago, era hereditaria o había una predestinación para ello. Entre los mun, la posesión de un medium por parte de un dios concreto no estaba predestinada astralmente, sino que se inauguraba «con una enfermedad imprevisible». En cambio, entre los lepchas de Sikkim, en el Himalaya, estudiados por el antropólogo británico Geoffrey Gorer (1905 – 1985), la categoría sacerdotal era hereditaria, aunque no por ello prescindía de la debida instrucción. Luego, con la llegada de los arios, empezamos a ver una marcada diferencia que se presentaba entre las prácticas chamánicas y los rituales brahmánicos. Mientras que en las primeras el factor espontáneo era una constante y toda la ceremonia se abría a la improvisación del chamán, el brahmán seguía un proceso muy reglado. Los largos comentarios de los Brâhmanas establecen la correcta realización de los ritos y es esta exactitud y la precisión lo que garantizaba su eficacia y no la voluntad o el capricho de los dioses. Aunque haya procedimientos dentro de los cultos devocionales a Shiva y Shakti, o en las prácticas que siguen los munis, los yogis o cualquier otro tipo con vestigios chamánicos, el contrate con el ascético sacrificio de uno mismo que vemos en la docta tradición brahmánica de la India, no podría ser más acusado. Pero sería cuestionable si, en cada caso, se puede hablar de un elemento chamánico propiamente dicho o de una tradición mágica que rebasa la esfera del chamanismo. En el marco de la interpretación que predomina actualmente con respecto a la caracterización de las creencias y prácticas religiosas en la China temprana, varios importantes sinólogos han planteado que la experiencia extática fue el elemento principal tanto en el período prehistórico como en la etapa protohistórica e histórica inicial. Esta idea ha sido muy bien acogida por estudiosos de la historia comparada de religiones y por historiadores del arte dedicados a la investigación de las culturas antiguas de China. En este sentido, términos chinos como el de “wu”, que aparecen en fuentes escritas antiguas y que denotan a determinados funcionarios religiosos, por lo general se traducen con el equivalente de “chamán”. De hecho se afirma con frecuencia que este signo chino representa a personas que realizan danzas chamánicas, al respecto de las que se cree que se trata principalmente de ritos de exorcismo y de actos religiosos para atraer la lluvia. Sin embargo, tal equiparación con la palabra “chamán” resulta controversial en lo que respecta a las civilizaciones tempranas de la Edad del Bronce, como la de la cultura o dinastía de Shang siglos XVII a XI a.C.), si bien tal asociación es más clara para el periodo siguiente de la Dinastía Zhou (siglos XI al III a.C.), para la cual en los documentos históricos figuran una serie de personajes involucrados en tales prácticas.
Según un análisis realizado en 1995 por el profesor en arte y arqueología china, Lothar von Falkenhausen, de la Universidad de California, Los Ángeles (UCLA), éstos se encontraban vinculados a la burocracia estatal, en cuyo ámbito intervenían en diversos tipos de rituales extáticos. Principalmente en situaciones de crisis y calamidades naturales, siendo reclutados en forma esporádica con base en sus habilidades chamánicas. Según el arqueólogo i sinólogo taiwanés Kwang-chih Chang, el uso del término de chamán para la palabra china “wu” constituye una práctica común dentro de los círculos de los sinólogos, aunque en ocasiones también ha sido traducida como médium o mago. Actualmente la palabra también se emplea como equivalente para hablar de brujos o hechiceros. Las palabras chinas para chamán y danza no solamente poseen un parentesco semántico sino también se afirma que sus signos arcaicos representan a personas que bailan con ramilletes de plumas en sus manos. Aunque hasta la fecha resulta controversial la identificación del signo arcaico en cuestión, tal como aparece en las inscripciones oraculares, con el carácter posterior para “wu”. De acuerdo con Chow Tse-tsung, autor de The May fourth Movement. Intellectual Revolution in Modern China, el término wu pudo haber derivado del sonido de los pendientes de jade con los que se ataviaban los chamanes durante sus danzas rituales. En cambio, Kwang-chih Chang afirma que el signo de wu, que según este autor se puede reconocer también en los registros sobre los huesos oraculares encontrados formando parte del archivo real de los dinastas que gobernaron en el periodo de Shang tardío (siglo XIII a XI a.C.) y que figuran de la misma manera en inscripciones sobre objetos de bronce de esta etapa, se compone de un par de escuadras, usadas por los chamanes para el manejo del círculo y del cuadrado, por lo que deben de haber constituido instrumentos claves en la comunicación que estos especialistas religiosos entablaban entre los niveles cósmicos del universo chino.
Cree Kwang-chih Chang que wu es un término genérico que hace referencia a aquellas personas o gobernantes que tenían acceso al cielo y la tierra. Asimismo, en la definición de la palabra wu contenida en el diccionario enciclopédico más antiguo de China, que data del periodo del Imperio Han (206 a.C. – 220 d.C.), se dice que estos expertos rituales son seres capaces de servir a los espíritus y que bailan hasta lograr el “descenso” (en chino jiang) de estos seres fantasmales, refiriéndose el signo para un chamán a una persona con las mangas extendidas que está en un acto de danza. En el mismo documento se especifica que los wu se encuentran agrupados dentro de los invocadores (zhu). Según Von Falkenhausen: “Son mujeres que pueden hacer servicios a los que no tienen forma y hacer que los espíritus desciendan mediante sus danzas”. Los invocadores eran aquellos oficiantes dentro de la jerarquía ritual que veían por la observación y el correcto cumplimiento de los procedimientos seguidos en las ceremonias de la corte estatal. Es además interesante observar que en dicho diccionario la designación de wu se restringe a mujeres. Pero al respecto dice Von Falkenhausen que en tiempos de la dinastía Zhou (1050 – 256 a. C) el término se usaba para referirse a expertos extáticos de ambos sexos. Y el énfasis puesto en chamanes femeninos en el contexto de las fuentes documentales de la etapa imperial se debe a la formulación de marcos cosmológicos dentro de la historiografía confuciana oficial, en donde se incorporaron, entre otros, los esquemas de la complementariedad de los elementos del yin y del yang. Por su parte, para hablar de la existencia de chamanes en la China antigua, se recurre por lo general a un pasaje contenido en la Crónica de los Estados Combatientes (Guoyu), que data del periodo del mismo nombre que se ubica a finales del período de Zhou Oriental (siglos V a III a.C.), que corresponde a una etapa en la historia temprana de China, en la que se dieron importantes cambios a nivel tecnológico, con la introducción del hierro, por ejemplo, así como a nivel económico y social, pero también en el terreno del pensamiento, puesto que es en este momento cuando surge una gran cantidad de escuelas filosóficas, entre las que destacan el confucianismo y el taoísmo (o daoísmo), sistema de pensamiento de origen chino basado en el libro Dao De Jing, supuestamente escrito en el siglo VI a.C. por Lao Zi.
En un pasaje del Guoyu se refiere que: “En tiempos antiguos, hombres y espíritus no se mezclaban. En aquél tiempo había ciertas personas que eran a tal grado perspicaces, centrados y respetuosos que su aprehensión les facultó hacer una relación con sentido en cuanto a lo que está arriba y abajo, y su comprensión los iluminó respecto de lo distante y lo profundo. Por ello, los espíritus descenderían para entrar en ellos. Los que poseían tales poderes, si eran hombres se llamaban xi (chamanes) y si eran mujeres eran llamados wu (chamanas). Eran ellos quienes supervisaban las posiciones de los espíritus en las ceremonias, les hacían sacrificios, o manejaban otros asuntos religiosos. Los espíritus enviaban sus bendiciones a las personas, y aceptaron a sus ofrendas. No había calamidades naturales”. Pero dado que la traducción del término de wu como chamán sigue siendo polémica, sinólogos como Von Falkenausen, quienes han adoptado una posición un tanto crítica con respecto a la existencia del chamanismo en la China antigua, prefieren hablar más bien de “médiums espirituales”. Pese a la considerable importancia que deben de haber tenido las prácticas extáticas en el sistema religioso temprano de China, tanto en el contexto de la élite como posiblemente también en el de la religión popular, es preciso distinguir entre diferentes tipos de experiencias y manifestaciones extáticas, puesto que dentro de una definición estrecha, el fenómeno del chamanismo quedaría restringido a grupos siberianos, como de los tunguses, a partir de los cuales se definió esta práctica religiosa. Así por ejemplo, para el investigador sueco Ake Hultkrantz, quien estudió el chamanismo entre los lapones escandinavos y los grupos nativos de América, el vuelo chamánico constituye un elemento principal en la caracterización del chamanismo como una técnica arcaica del éxtasis. Aun cuando es un aspecto común entre dichos grupos, no puede ser tomado como un rasgo diagnóstico. Hultkranz define al chamán como un “funcionario social que, con la ayuda de un espíritu guardián, adquiere la éxtasis para comunicarse con el mundo sobrenatural, para el beneficio de los miembros de su grupo”.
Por tanto, un chamán establece una conexión con el mundo sobrenatural en un estado alterado de conciencia, no en función de una experiencia personal, como es el caso de manifestaciones místicas, sino por el bien de su comunidad. En esta definición de lo que se puede considerar a un chamán, se incluyen tres elementos principales. Uno es su función social;. otro es la invocación de espíritus guardianes; y otro es un estado de trance que puede variar en intensidad. Empero, con respecto a este último rasgo, se traza por lo general una distinción entre el trance chamánico y el trance de posesión de los médiums. Mientras que los chamanes invocan a los espíritus para ayudarles en su misión y pueden controlar a los espíritus, los médiums son poseídos por los espíritus en forma involuntaria. En opinión de Paper, el primer tipo de manifestación extática, el del chamanismo propiamente dicho, se encuentra ampliamente distribuido en el norte del continente euroasiático así como en América del Norte y del Sur, mientras que la experiencia extática conocida como espiritismo se observa en zonas de África subsahariana, Asia del Sur e Indonesia. El mismo autor cree que este último tipo se encuentra principalmente en grupos cuya subsistencia se basa en la horticultura o agricultura. En Asia pudiera estar relacionado con la difusión del cultivo del arroz que en diferentes momentos históricos llegó a sustituir a las ancestrales culturas cazadoras-recolectoras con orientación masculina. En este escenario social de grupos igualitarios de cazadores, recolectores y pescadores, en los que aún no existen especializaciones a tiempo completo, el chamanismo de hecho es considerado como el aspecto predominante de sus creencias y prácticas religiosas. Sin embargo, en amplias zonas del Asia Oriental parece acusarse más bien una fusión entre ambas manifestaciones extáticas, lo que por su parte explicaría que en países como Corea las mujeres representen importantes figuras chamánicas. Afirma Paper que el chamanismo constituye una experiencia universal que ha existido en cada etapa cultural de la humanidad, aunque se asocia más a las sencillas culturas de cazadores-recolectores, de los cuales aún sobreviven muy pocos hoy en día.
Y en relación a tiempos actuales, se han generado una serie de adaptaciones modernas de métodos de curación chamánicos en amplias partes del mundo. Incluso en las sociedades modernas se está recurriendo ampliamente a diversos tipos de experiencias extáticas para entablar una comunicación con entidades sobrenaturales. Dentro del ámbito de países con herencia cultural china, a este respecto se está experimentado todo un nuevo florecimiento de tales experiencias incluso dentro de la República Popular China. Y encontramos una expansión de prácticas extáticas en comunidades chinas de ultramar, al igual que en las expansivas economías modernas de Singapur o Taiwán, donde intervienen médiums que actúan en los templos locales cada vez más numerosos para, por ejemplo, revelar números de suerte para ganar premios en loterías. Se trata aquí de una manifestación importante dentro de diversas expresiones culturales de la religión popular. Con relación a las manifestaciones religiosas en la China temprana, en la que se cristalizó el surgimiento de una trayectoria civilizatoria milenaria por lo menos desde el segundo milenio a.C., empezando por la dinastía Xia (siglo XXI al XVII a.C.) que antecede a la de los soberanos shang, algunos autores trazan el paso del chamanismo como fenómeno religioso predominante en tiempos prehistóricos y protohistóricos, al de una práctica caracterizada por manifestaciones extáticas espiritistas para mediados del período de la Dinastía Zhou, etapa a partir de la que determinados elementos chamánicos preexistentes parecen haber sido incorporados dentro de una experiencia mística individual, que destaca sobre todo dentro del taoísmo institucional. Es a partir de allí que se debe de haber perdido la función social del chamán y que rasgos como el ascenso chamánico se encuentran plasmados en los vuelos mágicos de los “santos” inmortales del taoísmo. De hecho, se ha sugerido que los inmortales daoístas eran originalmente chamanes quienes habían sido figuras prominentes en culturas regionales del sur de China.
Paper, en un análisis del Zhuangzi, obra básica del taoísmo filosófico, en cuyos segmentos más tempranos, que datan de alrededor del siglo IV a.C., se encuentran referencias al ascenso chamánico como posible vestigio de una tradición anterior, y donde en secciones más tardías dicho ascenso o vuelo mágico se encuentra asociado a los inmortales y se convierte en una técnica de meditación dentro de una experiencia mística incorporada a la búsqueda de la longevidad. Como ejemplo tenemos el estudio antropológico realizado por el profesor Stephan Feuchtwang (2000) en comunidades locales de Taiwán y de la China continental. La idea de que los inmortales del taoísmo eran originalmente figuras chamánicas y que a finales del período de la dinastía Zhou los chamanes de épocas anteriores habrían adoptado una experiencia mística antisocial ya había sido anotada por Edward H. Schafer en su libro (, Thoughts about a Students’ Dictionary of Classical Chinese 1966), al constatar que: “…los xian [inmortales] habían abandonado el útil papel social de los antiguos chamanes y, casi como todos los daoístas, solamente buscaban su propia salvación. Sin embargo, ellos no han olvidado las técnicas arcaicas de la proyección del alma, y ellos siguieron soñando con vuelos mágicos a paraísos en el mar y el aire”. Es entonces, durante la Dinastía Zhou de la China Antigua, cuando se debe de haber generado una evolución desde experiencias extáticas, heredadas de una tradición chamánica anterior, hacia las manifestaciones espiritistas más características de las prácticas daoístas que incluyen el trance de la posesión por los espíritus invocados por los médiums, los cuales siguen siendo figuras muy activas dentro de la religión popular de varias zonas del Este de Asia. Precisamente, para esta etapa de la transición entre los fenómenos extáticos del chamanismo y del espiritismo, encontramos indicios de una posible combinación de ambas experiencias religiosas en el contexto de los rituales de sacrificio practicados por miembros de la aristocracia.
En tales rituales, realizados principalmente en ocasión de los servicios funerarios, se recurría a una experiencia extática para la comunicación con los espíritus de los muertos, tal como se puede desprender de algunos pasajes de documentos escritos de los períodos de las dinastías Zhou y Han. Así, en el documento conocido como el Lunheng, que data del siglo I d.C., existe la siguiente anotación: “Los muertos de generaciones pasadas ponen a la gente en trance y los usan para hablar. Cuando los wu oran con sonidos misteriosos, hacen descender las almas de los muertos, que hablan a través de las bocas de los wu”. Tal como señala Von Falkenhausen (1995), en lo que concierne a la etapa final de la dinastía Zhou, los chamanes tenían una posición de bajo estatus dentro de la jerarquía ritual del aparato gubernamental. Por lo que, según afirma el mismo autor, se trata aquí más bien una especie de religiosos que ni siquiera ocupaban rangos oficiales dentro de la administración estatal vinculada al Ministerio de los Ritos, por lo que en su mayoría parecen haber sido empleados gracias a sus dotes mágicas. Dentro de esta institución gubernamental, en cuyas divisiones administrativas los chamanes figuran al lado de diversos funcionarios al servicio de la corte real, tales como adivinos, músicos, escribas y personal a cargo de los templos ancestrales, estos expertos versados en artes extáticas se encontraban claramente subordinados a los oficiantes designados como invocadores e intervenían principalmente en rituales funerarios, en sacrificios a las entidades sobrenaturales y los ancestros, así como en ceremonias de curación y de petición de lluvias.
Von Falkenhausen dice que en tales actos estos intermediarios entre los seres humanos y las entidades sobrenaturales eran poseídos por los espíritus. Infiere que eran especialmente activos en situaciones adversas y de desgracias. En algún momento, como sugiere Julian Jaynes (1920 – 1997), psicólogo estadounidense de la Universidad de Yale, en una fecha tan reciente como el 1250 a.C., el hombre empezó a crear conocimiento «solar», la clase de conocimiento que se puede incluir en las enciclopedias, los diccionarios y las tablas de logaritmos. La diferencia que existe entre los dos tipos de conocimiento puede definirse como la diferencia entre la visión interior y la simple información. En el Fedro de Platón, el rey Thamus expresa dudas cuando el dios Toth le dice que su invención de la escritura es un gran avance para la raza humana. El rey contesta que sólo servirá para hacer que el hombre sea mentalmente perezoso y para disminuir sus facultades mentales. El conocimiento solar, que puede almacenarse en enciclopedias, es utilísimo. Pero no puede substituir realmente aquel sentido íntimo del universo y de nuestra participación en él, que nuestros antepasados, que observaban las estrellas, fueron los primeros en adquirir. Esto nos lleva a una de las conjeturas más interesantes sobre estos antepasados que observaban las estrellas y que probablemente tienen continuidad en los actuales chamanes.
Y ahora volvemos a Jocobo Grinberg. Tal como ya hemos indicado, fue en diciembre de 1994 cuando Grinberg desapareció de manera misteriosa. El investigador no acudió a citas que tenía antes de emprender un esperado viaje a Nepal, programado para el 14 de diciembre. Las sospechas comenzaron cuando su mujer, Teresa, llamó a uno de sus alumnos para encargarle que gestionase el laboratorio, algo que Grinberg jamás delegaría. Cuando Grinberg no regresó del Tíbet en la fecha prevista, aquellos que lo esperaban asumieron que habría extendido su estancia en los lejanos Himalaya. Sin embargo, cuando el retraso pasó de semanas a meses, personas cercanas al investigador comenzaron a preocuparse. Se hicieron llamadas a Nepal, a la embajada de la India, e incluso a una tía suya que vivía en Israel y a quien posiblemente pasaría a visitar en su camino hacia Nepal. Las pesquisas fueron inútiles, ya que no existía siquiera registro de que Grinberg o su esposa hubiesen dejado México. En mayo de 1995 la familia y amigos, tras alertar a la policía e incluso contratar a investigadores privados, parecieron confirmar que la misteriosa desaparición de Grinberg era ya un hecho consumado. El año 1994 había sido uno especialmente turbulento en México. Comenzó con el levantamiento armado de un grupo de disidentes, denominado el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, y continuó con una aplastante devaluación de la moneda nacional, así como con el asesinato del candidato presidencial Luis Donaldo Colosio y otras figuras importantes del PRI. Sin embargo, para Grinberg 1994 había sido un buen periodo. Uno de sus estudios más importantes durante esta etapa consistió en registrar las ondas cerebrales de un chamán originario de Veracruz, entidad costera de México, en estado de trance. Sus hallazgos fueron presentados con gran éxito en un congreso internacional de neurociencias celebrado en Alemania. La dedicación y los buenos resultados que habían obtenido sus investigaciones le valieron recursos adicionales para continuar con nuevos estudios. Y, por si fuera poco, le anunciaban que su libro sobre la chamana Pachita sería traducido al inglés por una importante editorial.
Sobre la extraña desaparición de Grinberg poco dijeron los medios tradicionales. No dieron a este suceso la importancia que merecía, ya que un vanguardista científico mexicano dedicado a la investigación de asuntos que radicaban en los límites de lo racional había desaparecido, sin dejar rastro. En cambio, un nutrido grupo de partidarios de las teorías de la conspiración, así como admiradores de su trabajo, se sintieron profundamente impactados por este hecho. Por ello se han generado y difundido múltiples teorías que buscan explicar este misterio. El peculiar escenario que envolvió a la desaparición de Grinberg, propició una gran variedad de especulaciones. Uno de los personajes que más enrareció la desaparición de Grinberg fue su esposa Teresa. No solo debió ser ella la última persona en verlo, sino que se tiene registro de que incurrió en extrañas explicaciones para encubrir la ausencia de su marido a lo largo de diciembre, siendo el día 8 de ese mes el último día en que él tuvo contacto con alguien. Por un lado justificó la ausencia del científico diciendo que había ido a Campeche. Días antes, el 9 de diciembre, había canjeado un cheque de $1000 dólares y pidió al cuidador de su casa de campo, situada en el estado de Morelos, al sur de la capital mexicana, que no se presentara, pues Grinberg había ido a Guadalajara. El 24 de diciembre, Teresa, quien supuestamente habría de acompañar a Grinberg al Nepal, apareció en la casa de Morelos acompañada de otra mujer, y tras recoger utensilios de cocina, ropa y a su perro, se marchó. Cinco días después informó al casero a quien rentaban un departamento en la Ciudad de México que dejaría el inmueble, decisión que sorprendió a su arrendador, pues el contrato vencía el mes de marzo. Durante los cinco meses siguientes nadie supo del paradero de Teresa y no fue hasta mayo de 1995 que apareció en casa de una tía que vivía al sur de Tijuana. Ahí pasó dos semanas y luego también desapareció. Pasado un tiempo, su familia se enteró que Teresa estaba casada con Jacobo Grinberg, relación que ella jamás había anunciado a sus parientes más cercanos.
Las múltiples incongruencias y el extraño comportamiento de Teresa han provocado que sea señalada como responsable directa, o al menos como cómplice, de la desaparición del investigador. Pero por otro lado hay rumores señalando que la Policía Judicial del estado de Morelos encontró dos cadáveres que supuestamente correspondían a Teresa y a Jacobo, en estado de descomposición, pero que habían recibido dinero para ocultar el hallazgo. “[…] no tengo un cuerpo, no tengo sangre, no tengo un rastro. No sé. De ahí realmente es una cuestión de qué quieras creer. La evidencia muestra que la esposa está prófuga… que podría estar en los Estados Unidos. Supongo que hay algo ilícito en todo esto y que ella sabe algo al respecto. Si está muerto, vivo o secuestrado es otra cuestión“, afirma el comandante Padilla, quien estuvo a cargo de la investigación sobre la desaparición de Grinberg. Otra de las líneas de investigación o especulación señala la probable intervención de agencias de inteligencia estadounidenses (CIA-FBI) que, tras la negativa de Grinberg para colaborar voluntariamente con ellas, pudiesen haber optado por el rapto. Esto pudiese haber sucedido con la anuencia del gobierno mexicano. En este caso, la intención habría sido hacerse de la experiencia y la información que el investigador acumuló a lo largo de sus innumerables estudios para aprovecharla en beneficio de estos organismos, como la manipulación social y las psico-tecnologías orientadas a fines bélicos. De hecho hay quien especifica que fue secuestrado para colaborar a la fuerza en un proyecto que involucraba la creación de misiles dirigidos psíquicamente. También existen supuestos testimonios que afirman que el 7 de diciembre de 1994, el último día en que Grinberg fue visto, el investigador mexicano y su esposa fueron interceptados, cuando se dirigían de su casa hacia el laboratorio en la UNAM, por dos vehículos de los cuales bajaron varios hombres de raza caucásica y en pocos instantes raptaron a la pareja. Evidentemente esto contradice la información que se tiene sobre el hecho de que Teresa fue vista en más de una ocasión después de 7 de diciembre y que jamás mencionó nada al respecto.
Estos hombres podrían ser agentes estadounidenses, pero al mismo tiempo dan pauta a la teoría de la abducción extraterrestre. Sin duda esta versión puede parecer aún más extravagante, pero tampoco puede ser descartada. Es importante considerar que la información teórica y práctica que poseía Grinberg era codiciada por más de un grupo. Otra teoría involucra al antropólogo y brujo Carlos Castaneda. Según esta versión, Carlos Castaneda tuvo algo que ver con la desaparición del científico mexicano, al punto que incluso podría haberlo mandado matar o lo habría mantenido cautivo en una comunidad que Castaneda instaló en Los Ángeles. Evidentemente no hay pruebas de esto, pero es otro de los rumores que circulan. La relación entre Grinberg y Castaneda era complicada. Una vez Grinberg mostró su admiración por Castaneda, diciendo que había influenciado en su manera de pensar acerca del chamanismo. En 1991, Grinberg, su esposa y Tony Karam, fundador del centro budista Casa Tíbet en México, visitaron a Castaneda en Los Angeles, a invitación de este último. Ahí, dice Karam, Castaneda propuso que Grinberg dejara su laboratorio en la UNAM para irse a vivir en su comunidad. Pero Grinberg declinó la propuesta. Su relación se deterioró durante un viaje que Castaneda hizo a México dos años después. Los amigos y la familia de Grinberg lo recuerdan calificándolo de ególatra y más interesado en el poder que en la verdad. También recuerdan que Teresa, la esposa de Grinberg, quedó encandilada de Castaneda y su grupo. Los alumnos la recuerdan hablando de su amistad con Florinda Donner, una socia de Castaneda.
Según Karam, quien había tenido lazos con el grupo de Castaneda: “Es un mundo muy extraño. La gente que se mete en ese grupo tiende a cortar lazos con el resto del mundo. Nadie vuelve a saber de ellos nunca más. De todas maneras, he hablado de esto con ellos muchas veces, y me han dicho repetidamente que no saben nada al respecto. También parecen estar muy tristes al respecto. Padilla dice que no tiene evidencia de que Grinberg o su esposa estén con Castaneda: a través de un portavoz en la ciudad de México, Castaneda ha declinado hacer comentarios». Parece ser que Grinberg alguna vez confió a Castaneda que estaba realizando una recapitulación, un ejercicio chamánico que consiste en repasar íntegramente todos los momentos de tu vida hasta el presente, para purificar la psique del aquí y ahora, a partir de la cual escribía un libro autobiográfico. Sin embargo, esa obra jamás salió a la luz. Otra especulación sobre la desaparición de Grinberg gira en torno a una especie de exilio espiritual voluntario al que Grinberg decidió replegarse tras alcanzar algunas verdades trascendentales. Algo así como un procesamiento de información cósmica que, o bien envió su cuerpo a otra dimensión, o le invitó a cortar tajantemente los lazos que mantenía con esta “realidad” psicosocial. De hecho Grinberg, en su libro El Prototipo, hace referencia directa a esta transición que parecería algo común entre los hombres que han alcanzado un cierto grado de conciencia: «[…] a partir de su paso al “otro mundo”. No moriría como el resto de los hombres sino que atravesaría la frontera entre los mundos consciente y voluntariamente. Su cuerpo desaparecería sin dejar rastro alguno». También hay quienes plantean que Grinberg fue requerido como un “hombre de espíritu” por la tradición tolteca, ante la llamada de Cuauthémoc, el último tlatoani mexica de México-Tenochtitlan.
Fuentes:
- Michael Harner – ¿Qué es un chamán?
- Jacobo Grinberg Zylberbaum – La Teoria Sintergica
- Jacobo Grinberg Zylberbaum – Los Chamanes de México
- Jacobo Grinberg Zylberbaum – El Prototipo
- Jacobo Grinberg Zylberbaum – Curaciones chamánicas – Pachita, el milagro de México
- Jacobo Grinberg Zylberbaum – El cerebro consciente: bosquejo de la teoría psicofisiológica del campo unificado
- Jacobo Grinberg Zylberbaum – El espacio y la conciencia
- Jean Clottes y David Lewis-Williams – Los chamanes de la Prehistoria
- Jean-Patrick Costa – Los chamanes
- Mircea Eliade – El Chamanismo y las técnicas arcaicas del éxtasis
- Michael Harner – Alucinógenos y chamanismo
- Jeremy Narby y Francis Huxley – Chamanes a través de los tiempos Quinientos años en la senda del conocimiento
- José Mª Poveda y otros – Chamanismo, el arte natural de curar
- Piers Vitebsky – Los chamanes
- Colin Wilson – El Mensaje Oculto De La Esfinge
- René Adolphe Schwaller de Lubicz – El Templo del Hombre
- Giorgio de Santillana y Hertha von Dechend – El molino de Hamlet
- Maurice Cotterell – The Mayan Prophecies
- Bruce Lamb – Wizard of the Upper Amazon
- Arthur Francis Grimble – Pattern of Islands
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