Abrid los ojos hacia vosotros mismos y mirad en el infinito del espacio y el tiempo. Oireis que alli vuelven a resonar el canto de los astros, la voz de los numeros y la armonia de las esferas. Cada sol es un pensamiento de dios y cada planeta una forma de ese pensamiento, y es para conocer el pensamiento divino que vosotras almas descendereis y remontareis penosamente el camino de los siete planetas y de los siete cielos suyos. HERMES TRISMEGISTO


Lo que la oruga ve como el final de la vida, el maestro lo llama una mariposa. RICHARD BACH

DEDICATORIA

Allí, donde habitan las mariposas, lo hacen tambien las hadas y los angeles, la verdad y la ilusion, la alegria, el amor, la dulzura y la fantasia; los mas bellos sueños y la esperanza.

Es el lugar donde los rios son de miel y las montañas de plata y diamantes; donde los seres alados bailan moviendose al ritmo de la musica de George Harrison y el aroma del Padmini; donde puedo descansar en grandes almohadones de plumas tejidos con hilos de seda y oro. Es mi refugio, y el de muchos que sueñan encontrarlo, sin saber aún que son mariposas.

Este blog esta dedicado a todos ellos y ojala puedan disfrutarlo como parte de su camino hacia el lugar donde habitaron o habitaran algun dia


Parameshwary
Enero 2009


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Secretos Parameshwary

martes, 17 de mayo de 2011

"Democracia Real" aspira a ser un foro ciudadano de relevancia global


Desde la organización condenan los actos violentos que surgieron en el transcurso de la manifestación



















PILAR CARIDE

Varios miles de jóvenes se manifestaron anteayer en unas 60 localidades convocados por la plataforma Democracia Real Ya para mostrar su indignación y preocupación por el panorama político, económico y social actual. Según indicaron a Xornal desde la organización, la plataforma aspira a convertirse en un foro ciudadano y a aliarse con otras a nivel internacional.

El origen de esta movilización hay que buscarlo en las redes sociales. El papel que han jugado ha sido enorme, sobre todo como herramienta de “difusión”, tal y como explicó Fabio Corlese, portavoz de la plataforma Juventud sin Futuro y colaboradora con Democracia Real Ya. En este sentido, dejó claro que si bien no renunciar “a hacer política en las asambleas, es verdad que las redes sociales nos han dado un espacio para comunicar a mucha más gente”.

Esta manifestación también dejó­ algunos incidentes : en Santiago unos encapuchados consiguieron introducirse en la sede de El Correo Gallego y provocaron daños­ en dicho­ espacio, tal y como informaron desde el propio diario.En Madrid hubo 24 detenidos. Desde la plataforma, su portavoz Fabio Gándara condenó “absolutamente la violencia”, y mostró su apoyo a aquellos que mediante actos como una sentada pacífica, –alrededor de medio centenar de personas han acampado en Sol, en Madrid, con la idea de continuar allí hasta las elecciones municipales– “quieran seguir, al margen de la manifestación convocada, reivindicando sus derechos”, y consideró “que debemos criticar la brutalidad policial que se ha aplicado frente a actos de resistencia pacífica”. Por otra parte, opinó que la manifestación “ha sido una muestra que por fin va a acallar a muchas bocas que acusaban a la sociedad española de estar dormida, de ser una sociedad de borregos y de ser conformista”.






A palos con los jóvenes: ¿Quiénes son los cerdos?

Pablo Iglesias Turrión
Profesor de Ciencia Política en la Complutense.

Veo en Facebook cómo algunos estudiantes de mi facultad se felicitan por el éxito de la manifestación de hoy y también cómo hacen recuento de moratones y contusiones por los golpes que ha repartido la policía. El vídeo reproducido por Público no deja lugar a dudas sobre la proveniencia de la violencia; varios robocops patean en el suelo a un joven indefenso.

La imagen no es nueva; casi no se distingue de las que vimos en las manifestaciones por una vivienda digna en 2007, en las protestas contra la Guerra en 2003 o en tantas otras movilizaciones. Y tampoco será nuevo el resultado: impunidad para los agentes (varios con pasamontañas y todos sin el número profesional visible en el uniforme), detenciones, acusaciones de desordenes públicos, de resistencia a la autoridad (y quién sabe de qué más) y, probablemente, varias condenas con las declaraciones de los funcionarios de policía como única prueba.

Ayer volví a ver, después de muchos años, La noche de los lápices de Héctor Olivera, una película basada en hechos reales que da cuenta de cómo fueron detenidos, torturados y asesinados, durante la dictadura militar argentina, un grupo de estudiantes de secundaria por su militancia en el movimiento estudiantil. Alguien dirá que no se puede comparar las dictaduras con las democracias. Por el contrario, lo que tiene sentido comparar es precisamente las cosas que son distintas; sería absurda una comparación, pongamos por caso, de un bolígrafo bic azul con un bolígrafo bic azul.

Dictaduras y democracias comparten un cierto consenso social de veneración fetichista hacia la autoridad

El primer elemento que comparten dictaduras y democracias, como cualquier régimen político moderno, es que las tareas de policía están encomendadas a un cuerpo profesional de funcionarios. Quien tramita una denuncia es un funcionario, quien investiga un robo es un funcionario, quien da una patada en la cabeza a un joven en el suelo antes de detenerle es un funcionario, quien aplica la tortura como parte de un dispositivo procesal —ya lo dijo Eduardo Galeano— es sólo un funcionario. ¿Cuál es la diferencia entre unos y otros? Hay quien hablaría de convicciones y de conciencia y seguramente nos diría que los policías de las dictaduras son distintos a los de las democracias. Concederemos que quizá sí, hasta cierto punto, aunque la experiencia histórica española dice lo contrario y los estudios de Bauman (Modernidad y Holocausto) y de Arendt (Eichmann in Jerusalem) demuestran que la diferencia entre un funcionario de la democracia y uno de la dictadura está en la autoridad que le da las órdenes. Como sabemos, la "obediencia debida" ha sido la coartada universal de todos los funcionarios que por las paradojas del destino se han visto en el banquillo de los acusados (desde Núremberg a La Haya pasando por Buenos Aires).

La segunda característica que comparten dictaduras y democracias es un cierto consenso social de veneración fetichista hacia la autoridad. La retórica de la "lucha contra la subversión y el comunismo" sirvió para que una parte de los argentinos mirara hacia otro lado mientras su gobierno arrojaba al mar a 30.000 compatriotas. Pues bien, aquellos que criminalizan las protestas de los jóvenes y se escandalizan al ver un contendor cruzado en una calle o una pintada en un banco mientras el paro juvenil alcanza niveles históricos, al tiempo que callan ante los abusos policiales (cuando no los justifican abiertamente), representan el mismo tipo de materia social sobre la que se construyen las dictaduras y sus crímenes.

Cuando la policía del gobierno del talante responde con violencia a los jóvenes que en este país se han tomado en serio eso de la Democracia, los demócratas debemos, al menos, indignarnos. Se atribuye a Ulrike Meinhof haber dicho que los policías no eran seres humanos sino cerdos. Si efectivamente la malograda fundadora de la RAF dijo eso se equivocaba. Es difícil encontrar una institución más universal que la policía a la hora de representar todas las expresiones de la modernidad racional del género humano (virtudes y monstruosidades incluidas).

Sin embargo, tanto a los que toman las decisiones de reprimir como a los que miran hacia otro lado o las celebran, bien debemos llamárselo: ¡cerdos!


Fuente: Público


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