Dejando de alimentar lo que ya no funciona.
Observamos a menudo que cada vez más personas están percibiendo (a nivel planetario) que todo sigue cambiando, que las viejas estructuras y las obsoletas formas de pensamiento siguen en picada, se consumen a su propio ritmo para que una nueva forma de vida esté lista en su manifestación de fuerza y luminiscencia, y active todos los focos apagados del planeta en su conversión a la claridad de Ser. Dicho de otra forma: para que nazca lo nuevo, ha de “morir” lo viejo. De la misma forma nosotros percibimos que muchos se están cansando de ver que aquellas cosas que antes les funcionaba, ya no es así ahora, e intentan cambiar la disposición de sus caminos. Un día prueban a dejar de luchar contra su dolor de cabeza, y lo abrazan, abrazan de corazón el dolor y comprueban que comienza a desaparecer. Eso, les da un empuje para comprender que nunca antes probaron este “método”, este nuevo mirar desde la zona emocional dormida y la comienzan a despertar al entrar en consonancia con aspectos más reales.
Otros lo prueban con enfermedades de mayor grado y consiguen mejorías que nunca les dieron los fármacos. Aquellos, muy cansados de querer controlarlo todo, han tirado la toalla intuyendo otro mirar, comprendiendo con cada lucha un sufrimiento, un darle más fuerza a lo mismo y un problema multiplicado a diario. Son personas que fluyen, que comienzan a agrandar su felicidad y que ya no permiten que disminuya. Han concebido que se puede vivir muchísimo mejor de otra forma que por no haberla probado nunca se la estaban perdiendo siempre. Han encajado que cada vez que entran en enojos, ceban más los mismos enojos y pierden la calma. Y otros han dejado de ir en contra “de lo mal que le va al mundo” porque de esta nueva manera comprenden no solo que no van a cambiar la situación (todo sigue su proceso), sino que estaban ayudando con su propia energía a alimentar más de lo mismo y lo que hacían causaba el efecto contrario a lo que ellos querían en un principio. Una cárcel en la que no se ven los barrotes.
Han agarrado el nuevo conocimiento y ya no lo sueltan. Así, cuando se han instalado en esas comprensiones desde otro mirar, han observado un aumento de su sensibilidad antes atrofiada y un agradecimiento íntimo a la existencia. Han terminado de perdonar al pasado y a ellos mismos. Comienzan el único y verdadero amor incondicional hacia todo cuanto ven, hacia cualquier situación de sus vidas y, se convierten en la libertad de palpar que… TODO ES MAS SENCILLO
* MIEDOS, DEPENDENCIAS, APEGOS…
Una dependencia, cualquiera que sea ésta, es el resultado de estar viviendo en un estado de apresamiento. Es lo contrario a la libertad o a la carencia de poder decidir en cada momento aquellos aspectos que nos hacen sentir bien con nosotros mismos. Todo hábito tiende a desarrollar un mecanismo estandarizado, repetitivo, en el que no hay lugar para otra cosa que no sea el proceso anquilosado de la dependencia en sí misma. Esto se puede llevar a cualquier marco de las innumerables estancias que la vida refleja en todas estas partes donde constantemente elegimos el hábito, el automatismo y, desde ese lugar podemos observar que siempre es una decisión propia la que hace posible que nos sumerjamos (inconscientemente) en esa reincidencia enferma. Queremos explicar cómo sentimos este funcionamiento interno: todo ser que alberga basura, o, que aún no ha sanado, mira la vida desde este estancamiento.
Se hace importante aquí el resaltar (para los que decidan avanzar) que este mirar desde esta zona enferma, no les dejara ver lo que hay detrás de todo esto. Y concretamos: detrás de todo esto está la libertad de Ser, está la luz de la que tanto se habla, está en definitiva la felicidad. Pero, ojo, es muy importante comprender este funcionamiento para así asentar esta comprensión en el interior, para así permitir que la conciencia registre este “mal” funcionar y permita que vayamos más allá en una nueva diferencia. Cuando esta comprensión ya está dentro, es mucho más fácil ver en qué momentos estas actuando en automático, dejándote llevar por lo que no funcionó nunca.
En principio, no es fácil detectar cuándo nos encontramos inmersos en un estado de hacer las cosas con automatismos o hábitos aprendidos (por eso detallábamos más en el párrafo anterior), defendiendo ideas de cómo debe ser cada situación, cada cosa, preservando conceptos mentales como si no pudiese ser la vida de otra forma. De todas formas, es claro mencionar que cualquier dependencia dificulta aspectos esenciales de la libertad plena, a la que todo individuo tiene opción e incluso preferencia.
Podemos comenzar haciendo una pequeña lista de apegos derivados de estas creaciones que a lo largo de los años se nos han ido pegando de forma absurda. Por ejemplo, el apego a las apariencias puede servirnos como iniciador para ver el sin sentido de una conducta innecesaria. Tal vez, de esta podamos saltar al miedo que nos supone que las demás personas dejen de aprobarnos, haciendo esto resurgir el apego a la aprobación de los demás, y de paso, podemos trasladarnos a un tercer apego o miedo acerca de lo que es correcto o incorrecto, todo esto sin haber mencionado nada de la etiquetada educación, el defender las ideas establecidas de cómo deben ser las cosas o, el apego a innumerables y prefijada costumbres. Para todo el mundo es muy importante su propia vida y, comprendiendo que podemos reescribirla, vemos más claro todo, vemos que entonces caen todos estos apegos, vemos que todo puede cambiar una vez hayamos despertado a esta realidad y hacer una modificación de unas por otras.
Ese apego a vivir de forma desmesurada es porque creemos no tener otra oportunidad. En realidad Somos eternos y podemos tener infinitas experiencias. Con estas comprensiones se abre el universo entero. Dejamos atrás los miedos al otro convencimiento de que, si esta vez no soy madre ya no lo seré nunca, si no triunfo en mi negocio no tendré otra oportunidad, si no me entiendo con mi pareja no podré continuar… En definitiva cae el miedo a nosotros mismos, cae la ilusión de no entender más que lo está frente a los ojos, cae el miedo a vivir de verdad y cae el teatro absurdo en el que nos hemos sumergido por milenios y aparece la importancia de saber Quiénes Somos.
Y retomando lo anterior, si no has tenido suficiente, puedes revolcarte un poco más por la densidad del enfado. Todo esto lo único que hace es estorbarnos porque el único resultado incoherente que va marcando es el de la limitación. Toda esta presión que vamos acumulando tiene que explotar por alguna parte y, entonces, habrá quienes preferirán irse de compras y así poder sentir el apego a lo material cada vez más incrustado, o bien, el ampararse a la soledad y de paso abrir la recreación con la culpabilidad de sentirse solo. Si hasta aquí la lista no es demasiado larga, podemos rematarla en definitiva con el apego a la configuración mental de turno. Si podemos darnos cuenta, todas las dependencias o apegos que he mencionado, están basadas en el miedo y, todo miedo es una cárcel que seguiremos alimentando mientras no hagamos un stop crítico con nosotros mismos.
LO QUE EN VERDAD ERES, NO ES SUSTITUIBLE POR NADA.
LA VERDAD
Leticia R. Villaseñor & Javier G. Delgado
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