El temor nos rodea. Respiramos temor, conversamos temor, comemos temor. Miedo al colapso económico, a las catástrofes tecnológicas o naturales, a los nuevos conflictos, al hambre en África, al sida o al ébola, a los riesgos de la calle, a las enfermedades… Se trata de algo muy rentable, mantener a todo el mundo en un escenario de terror permanente, sea por su familia, por su pueblo, por el último tsunami o por la revolución en Pakistán. Pero todo este miedo es ilusorio, fabricado por la mente emocional, y no pertenece a nuestro ser. Hemos de abrirnos a la verdad que palpita debajo del miedo, para descubrir realmente quiénes somos.
Cuando la ansiedad esté presente hay que mirarla de cara, aceptarla y sumergirse en ella hasta percibir la presencia íntima. Atentos a la respiración que inunda nuestro cuerpo de energía y cada aliento ha de limpiar las huellas del temor, de la duda y de la violencia, enviando los residuos transformados hacia el universo entero.
Entonces este instante mostrará la armonía que lleva consigo, la calma y la alegría que fluyen ahora mismo en nuestro ser, debajo del temor. Y cualquier decisión que se tome desde esta paz interna del corazón será la adecuada para realizar nuestra intención, la de aquellos que nos rodean e incluso la de todas las personas ajenas a nuestra vida y que forman parte del todo.
Todo está unido en una tela de araña de conexiones varias.
Al inspirar conscientemente, sintiendo este flujo de unidad, descansaremos en el umbra zonule, el centro de poder, que acumula la sabiduría del ser. El cuerpo vibrante y la mente en calma nos permitirán tomar la mejor decisión posible en este eterno ahora, además de poder actuar y hablar con cualquier persona.
Sea una declaración de amor, una entrevista de trabajo, el acuerdo con un amigo o la elección de un maestro de taichí, lo importante es descansar en este espacio que desconoce el temor y nos mantiene en una actitud serena.
Y cuanto más entremos en la quietud de este espacio silencioso, más fácil en retornar a él en cualquier momento. E incluso permanecer en él cuando hablamos con las gentes.
Así nos daremos cuenta de lo que los demás están buscando, sentiremos la conexión que nos une, y sabremos cómo ayudar y qué decir a cada uno en cada momento, activando el verdadero poder de transformación.
Activaremos los filamentos de amor que se enlazan en cada relación, a través de la verdad, bondad y belleza que expresa la presencia divina en nosotros.
Emilio Fiel.
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