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John Constable
Nació en East Bergholt, Suffolk, Reino Unido, el 11 de junio de 1776.Es uno de los paisajistas más reconocidos de toda la historia del arte, se le considera el gran renovador del paisajismo inglés.
Sus vistas de la región de Suffolk, que retrató en una gran parte de su obra, hicieron que la zona del Valle de Dedham, sea conocida como: “El país de Constable”.
En 1795 se trasladó a Londres para trabajar como dibujante topográfico.
En 1797, en la capital británica entabló amistad con la familia Fisheren que poseía una casa en Salisbury, casa que visitaría en varias ocasiones; uno de los Fisheren, era el obispo de Salisbury, y pasado el tiempo le encargaría una vista de su catedral que es una de sus obras más notables y famosas, y de la que realizó numerosos estudios.
En 1799 fue animado por su mecenas, el duque de Dysart, logró convencer a su padre de que consintiera en que John estudiara en la Royal Academy.
Ya en la Academia, estudió y fue influenciado por la obra de Thomas Gainsborough, Sir Joshua Reynolds, Claudio de Lorena, Pedro Pablo Rubens, Annibale Carracci y Jacob Ruysdael.
En 1802 expuso por primera vez en la Academia, haciéndolo con regularidad a partir de entonces.
En su primera época practicó casi exclusivamente la acuarela, la tiza y el lápiz, y especialmente el dibujo, en los que plasmó senderos, cabañas y puentes idealistas de los alrededores de su lugar de residencia.
Poco a poco su visión de la naturaleza, se abrió paso hacia una pintura naturalista alejada de los corsés academicistas, que ejercitaba al aire libre, estando considerado como uno de los primeros en pintar al aire libre.
No obstante, este tipo de obras no tenían demanda, seguía siendo mantenido por su padre y realizaba algunos retratos y copiaba cuadros religiosos de grandes maestros por encargo.
En 1819 viajó a Venecia y a Roma, donde conoció los paisajes clasicistas de Claudio de Lorena y las escenas recreadas de Nicolas Poussin. En ese mismo año, fue nombrado miembro asociado de la Real Academia.
En 1816 se casó con Maria Bicknell, con la que tuvo siete hijos y un feliz matrimonio, aunque la precaria salud de ésta le llevó, con el intento de mejorarla a Brighton, en 1824; en este lugar Constable estudió los cambios atmosféricos, a los que él llamó “el claroscuro de la naturaleza”, o lo que es igual la gradación de tonos que se producían de la luz natural según las horas del día o los cambios climáticos.
Entre 1816 y 1825 pintó las consideradas sus obras maestras: “La bahía de Weymouth”, “La inauguración del puente de Waterloo”, “Caballo blanco, La catedral de Salisbury” y “La carreta de heno”.
Con la última obra citada logró la medalla de oro en el Salón de París de 1824, y obtuvo un sonado elogio de la crítica, siendo catalogado como un ejemplo del más avanzado y brillante paisaje naturalista; en ella destaca el estudio del cielo y la luz, las condiciones atmosféricas que muestran un cielo típicamente inglés, cubierto de nubes, que pasa muy rápido de la lluvia al sol. La tela entusiasmó a Theodore Géricault y Éugene Delacroix.
Desde este momento comenzó a practicar la técnica de dividir las pinceladas con el fin de mostrar las variaciones de la luz, en este sentido influiría de forma importante sobre Delacroix y Gericault, y en los precursores del impresionismo, los pintores naturalistas de la Escuela de Barbizon.
En 1829 fue elegido miembro de la Academia Real, aunque ese mismo año murió su esposa, hecho que le sumió en una depresión de la que nunca se recuperaría.
En 1833 comenzó a impartir en clases sobre Historia del Paisaje en la Real Academia que revelaron su profundo conocimiento de la obra de sus predecesores.
Murió en Londres, el 31 de marzo de 1837.
Su legado se encuentra repartido por los más importantes museos de todo el mundo, aunque la colección más numerosa se encuentra en La National Gallery, el Museo de Victoria y Alberto, y la Tate Gallery, de Londres; y casi un centenar de obras en el Yale Center for British Art, este último, alberga la mayor colección de arte británico fuera del Reino Unido.
Hasta 2012, el Museo Thyssen Bornemisza de Madrid albergó una de las importantes obras del pintor, una de las joyas de su colección: “La Exclusa”, que fue subastada por la Galería Christie’s de Londres en
22,4 millones de libras (27,89 millones de euros).
*Entrada actualizada y ampliada el 31 de marzo de 2017.
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