Esparcidas por el suelo en la llanura de Xieng Khouang, en las tierras altas del norte de Laos, se pueden encontrar miles de gigantescas jarras de piedra, formando una de las colecciones arqueológicas más asombrosas del mundo.
Hay 90 yacimientos que albergan más de 2.500 de estos objetos de piedra, distribuidos por cientos de kilómetros. La arqueología ortodoxa fecha la Llanura de las Jarras a principios de la Edad de Hierro, aproximadamente 500 AEC a 800.
En su mayoría pesan entre 1 y 6 toneladas cada una y tienen de 1 a 3,25 metros de altura, con un diámetro de hasta 2,5 metros. Se las encuentra de forma angular y también redondeada.
El primer europeo en estudiar la zona fue el arquitecto francés Henri Parmentier (1871-1949) que llegó al lugar en 1923, halló que si bien la mayoría de las jarras habían sido saqueadas, algunas aún conservaban algo en su interior. En 1954 se publicó su libro póstumo El Arte de Laos.
Siguió sus pasos una arqueóloga francesa llamada Madeleine Colani (1866-1943) que las visitó en 1931. Hizo una serie de excavaciones y encontró una cueva cercana con huesos humanos, algunos de ellos quemados, y ceniza.
Por estos hallazgos, Colani supuso que se trataba de un crematorio y especuló que las jarras fueron usadas como urnas funerarias para depositar los restos de los humanos incinerados, hace unos 2.000 años.
Los estudios de Madeleine Colani acerca de este descubrimiento arqueológico han sido publicados en 1935 en su obra “Los megalitos del Alto Laos”, la cual permanece como la fuente de información primaria no obstante los años transcurridos.
Ya que los cuerpos hallados han sido fechados en distintos periodos, es posible que esta zona haya sido usada como lugar de enterramiento en periodos más recientes, pero que las jarras hayan tenido originalmente otra función.
Por otro lado, todavía no se ha podido explicar con que método han logrado trasladar las jarras de semejante peso desde las montañas hasta la llanura, y tampoco se ha logrado determinar como fueron ahuecadas.
De acuerdo con una investigación de arqueólogos locales y extranjeros, se utilizó alguna clase de taladro para ahuecarlas. Los arqueólogos oficiales rechazan esta teoría.
La mayoría de las jarras están hechas de piedra arenisca y en menor medida de granito (uno de los materiales más duros que existen). Está claro que las personas que hicieron estas estructuras tenían un profundo conocimiento del material y de las técnicas de trabajo.
Otra tradición local dice que las jarras fueron modeladas usando materiales naturales como arcilla, arena, azúcar y productos de origen animal, creando una especie de ‘cemento’ moldeable.
Los lugareños creen que la cueva conocida como ‘Zona 1′ en realidad se trataba de un horno en el que se produjeron las jarras y que no era utilizado para incinerar personas, sino para moldear las enormes jarras en su interior. Considerando que muchas de las jarras están hechas de granito, los arqueólogos no aceptan esta idea.
Otra explicación es que las jarras eran utilizadas para recolectar el agua de las lluvias de los monzones para que los viajeros de las caravanas pudieran beber si viajaban en un periodo fuera de la temporada de lluvias sin tener que alejarse mucho del camino para encontrar el agua.
El agua podía ser hervida, incluso aunque estuviera estancada, para que fuera potable nuevamente, la cual era una práctica habitual en la Eurasia más occidental. Las caravanas de comercio puede que acamparan cerca de estas jarras y pusieran grano en su interior como una ofrenda, para acompañar a los rezos para las lluvias.
En la India, a casi 100 kilómetros de distancia se han encontrado vasijas de piedra similares, se desconoce a cuál civilización pertenecieron estas impresionantes construcciones, por lo que siguen siendo un incógnita pendiente para la arqueología.
Asimismo, se han hallado jarros muy parecidos en Indonesia, junto con otras construcciones megalíticas.
En indonesia a los jarros se los denomina Kalamba y a las tapas de piedra, Tutu’na.
Recientemente, miembros del Ministerio de Información y Cultura y universidades de Australia, entre otros, han tomado parte en estudios sobre las jarras. “La Llanura de las Jarras es uno de los mayores misterios arqueológicos del mundo”, dice el Dr. Dougald O’Reilly de la escuela de Arqueología y Antropología de Australia.
Detalle de la Llanura de las Jarras
Las jarras en la actualidad descansan junto a miles de bombas sin explotar que quedaron tras la Guerra de Vietnam y la Guerra de Laos.
Aunque la mayoría de los jarros están sin decorar, hay un jarro que se encuentra en la Zona 1 que está adornado con una talla, denominada a menudo “hombre rana.”
La figura del hombre en cuclillas es muy difundida en diversas culturas de la antigüedad, entre ellas los Hopi y los Dogon.
La figura del “hombre rana” era también conocida en China:
Aunque las jarras son el motivo más conocido y visible de estas llanuras, los investigadores han descubierto también menhires. Se tratan de losas muy largas y finas, cuyo método de corte sin fracturarlas es aún desconocido.
Los menhires del Parque Arqueológico de Hintang, en el noreste de Laos, señalan que bien podría haber existido una cultura miles de años anterior a lo que inicialmente se ha datado, en sincronía con el desarrollo de este tipo de monumentos en todo el mundo.
Respecto al origen de estos megalitos, la tradición oral laosiana nos dice que existió un gigante llamado Ba Hat quien poseía extraordinarios poderes y tres objetos mágicos, con los cuales pudo erigir estos megalitos de San Kong Phanh, y que su piedra es la misma con la que se fabricaron las jarras, por lo que en las leyendas ambos objetos están relacionados.
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