Por la cara de los lugareños, éramos los 4 los únicos “turistas” occidentales que habían visto pisar las “tumbas” piramidales de Xianyang posiblemente en años, o jamás… al menos, por lo extraño de nuestro paseo por ellas.
Un día antes, con Diego nos habíamos puesto a buscar las pirámides más grandes que se veían desde el Google Earth y marcarlas.
Había algunas más metidas en la montaña, pero a orillas del río, una línea recta nos marcaba algo que no se podía pasar por alto.
Al menos 30 o 40 pirámides en línea recta formando algo que nos llamaba la atención.
Si el Río Amarillo cumplía la misma función que el Nilo, y en Egipto, las pirámides claramente formaban la constelación de Orión… ¿qué nos contaban estas pirámides?
Cuando comencé a buscar en el Cielo, vi que las pirámides estaban ubicadas bajo la constelación de Lira. Esto nos resonó con la historia de Orfeo que veníamos analizando desde Japón… ¿un camino al inframundo, o un camino para salir de él?
Pero luego, siguiendo el camino de las estrellas, algo más nos llamó la atención:
Vimos un grupo de pequeñas pirámides y analizando su forma, interpretamos que por ser de todas el único cúmulo, era como una especie de Pléyades, además de por la posición en que se hallaban. Tomando como referencia a este grupo de estrellas comenzamos a trazar una línea imaginaria a lo largo del cielo, y pudimos ver que las otras pirámides formaban algo interesante…
Desde la más grande que encontramos en el sur de la línea recta del Río Amarillo, una de las pirámides del Mausoleo de Maoling, hasta la “Tumba del Emperador”, cerca de donde el río se mezcla con otro al norte, las pirámides nos marcaban un camino por las constelaciones de Orión, Tauro, Perseo y Andrómeda.
¿Qué significaba esto?
Pensamos que la alineación de estas constelaciones, marcaban además un camino por la historia de esta primer Raza.
Diego dijo que seguramente si alineásemos las pirámides de Egipto con las de China, encajarían las tres pirámides de Gizeh, el Cinturón de Orión, en las estrellas-pirámides de Antares y Rigel.
Lo que estábamos analizando, era algo que trascendía la historia de nuestra Humanidad.
Los humanos tenemos una historia como homínidos sapiens calculada en unos 200 mil años, o un poco más, la cual según los libros, tardó en desarrollarse 1,8 millones de años, e inventó la civilización hace sólo alrededor de 6 mil años, la cual tuvo su máximo desarrollo en los últimos 1000.
Aquí hay algo que no cuadra, y son muchos y pocos números para desarrollos tan importantes. Esto ya lo tenemos todos en claro, por lo tanto, ahora la clave estaba en preguntar: ¿de dónde vino ese desarrollo y ese homo sapiens?
La historia de la Humanidad no comienza en África ni en el Golfo Pérsico, sino que comienza en Orión, en Taurus, en Arcturus… Todas las civilizaciones de la historia o pueblos no civilizados, cuentan las mismas historias, y todas ellas provienen de las estrellas.
Los mismos personajes, las mismas estrellas, la suma importancia que la mayoría de las culturas dan a las Pléyades cuando apenas si se ven… Toda esta relación, nos habla de la verdadera historia de la humanidad.
Hace miles de millones de años, nuestros ancestros surgieron de las estrellas. Al llegar a nuestro mundo en desarrollo, trajeron su semilla genética y la compartieron en el mundo entre todas las especies y razas. Con ellos, trajeron también su cultura y civilización, la cual en muy poco tiempo fue adaptada a este mundo.
La construcción primordial, era la piramidal como nuestro mundo está en 3D, era necesario el patrón Octaédrico para anclar la luz (por la polaridad y las cuatro caras o fuerzas de la naturaleza material).
Las edificaciones, eran maquinarias de comunicación, transporte y/o canal de energía que permiten en la tierra la conexión con el resto de las estrellas… pero ¿qué estrellas?
Las mismas edificaciones, cuentan la historia de los orígenes de cada especie o cultura.
En Egipto, por ejemplo, Orión y Sirio son las primeras culturas en dar lugar a estos pueblos, mientras que en Asia oriental, fueron los Pleyadianos y Arcturianos. Draco puso su mano, así como en Centroamérica, y muchas otras constelaciones trajeron parte de su cultura, simbología y lingüística. Y todas estas herramientas, contaban la historia de sus orígenes: el porqué habían venido, para qué, y todas las razones que hacían de este mundo un portal abierto para todos los demás.
Mientras caminábamos por encima de la pirámide que bautizamos “de California”, Diego quería grabar algo sobre la historia que se nos prohibía de esta región, cuando de repente Maga no podía escucharlo. Cuanto más se acercaba al borde de la pirámide, los micrófonos emitían una interferencia extraña que no pudimos dejar pasar por alto.
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