Abrid los ojos hacia vosotros mismos y mirad en el infinito del espacio y el tiempo. Oireis que alli vuelven a resonar el canto de los astros, la voz de los numeros y la armonia de las esferas. Cada sol es un pensamiento de dios y cada planeta una forma de ese pensamiento, y es para conocer el pensamiento divino que vosotras almas descendereis y remontareis penosamente el camino de los siete planetas y de los siete cielos suyos. HERMES TRISMEGISTO


Lo que la oruga ve como el final de la vida, el maestro lo llama una mariposa. RICHARD BACH

DEDICATORIA

Allí, donde habitan las mariposas, lo hacen tambien las hadas y los angeles, la verdad y la ilusion, la alegria, el amor, la dulzura y la fantasia; los mas bellos sueños y la esperanza.

Es el lugar donde los rios son de miel y las montañas de plata y diamantes; donde los seres alados bailan moviendose al ritmo de la musica de George Harrison y el aroma del Padmini; donde puedo descansar en grandes almohadones de plumas tejidos con hilos de seda y oro. Es mi refugio, y el de muchos que sueñan encontrarlo, sin saber aún que son mariposas.

Este blog esta dedicado a todos ellos y ojala puedan disfrutarlo como parte de su camino hacia el lugar donde habitaron o habitaran algun dia


Parameshwary
Enero 2009


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lunes, 24 de marzo de 2014

Reflexiones sobre el arte como un portal a lo sagrado: la obra de David Chaim Smith

El trabajo de David Chaim Smith invoca reflexiones gráficas sobre el discurso propio de la alquimia, la Kabbalah, y otras tradiciones del ocultismo occidental.

Por: Javier Barros Del Villar 

en http://pijamasurf.com arte-sagrado



 
 obra del artista david chaim smith alusiva a la alquimia, el ocultismo y la kabalah
Gráficos exquisitamente articulados, entornos semi-abstractos que comparten narrativas trascendentales, y una estética alusión a la codificación de un mensaje –recordando que para acceder a ciertos nodos de información es preciso realizar ciertos méritos, son elementos que caracterizan la lúcida obra de este artista neoyorquino.
Tal vez sobre decir que David Chaim Smith ha dedicado largos días y sus equivalente noches al estudio de la Kabbalah judía, la alquimia, y otras tradiciones místicas que no solo inspiran, sino que evidentemente también catalizan, su trabajo artístico.
Una de los aspectos más seductores del trabajo de Chaim Smith es que su gráfica no está diseñada solo para observarse, también te invita a la lectura. Y al decir esto no me refiero solo a los textos, tan discretos y como relevantes, que aparecen coronando alguno de los cúmulos geométricos que que componen la retórica ocultista de sus láminas sino que, fiel a la tradición del lenguaje de las aves, cada diagrama, cada línea, cada espacio en blanco, tiene la clara misión de comunicar algo impecable.
En otras ocasiones hemos tenido oportunidad de enfatizar en una cualidad del arte, que se refiere a favorecer la evolución del ser humano. Y generalmente tratamos ese tema cuestionando el por qué muchas propuestas creativas olvidan cumplir con su cuota de “bienestar social”, independientemente de cual sea la ruta que planteen para acceder a esta benévola abstracción.
Pero hoy, a propósito de Chaim Smith, reflexionaremos brevemente sobre otra condición del arte, sobre una de sus facetas más cautivantes y dignas: lo sagrado. 
Por un lado es claro que al ejercer nuestra creatividad coqueteamos con esa materia divina de la cual todos somos portadores. Al imaginar algo y posteriormente, con ayuda de un lenguaje como herramienta, nos consagramos como micro-deidades, o mejor dicho honramos a la divinidad de las cual todos provenimos –innegablemente fuimos bendecidos al ser diseñados para diseñar. Y una vez reafirmado lo anterior procedamos al concepto de arte sagrado.
Desde los monumentales Budas, los iluminantes jardines Zen, y las tankas acupuntúricamente trazadas, que forman parte de distintas vertientes del Budismo, hasta la elevada pulcritud con la que se inscribieron textos divinos en las paredes de las catedrales góticas, pasando por la elegante geometría alquímica, y la astro-estética de las culturas mesoamericanas, el arte sagrado ha sido un inseparable acompañante de toda religión y tradición mística que se haya gestado en la historia humana.
Prolíferos altares, inspiradoras láminas, ritmos y entonaciones que conducen a planos sutiles que coexisten con la estepa material, todo ello da vida a una cualidad específica del arte sagrado: la facultad de enlazar mundos, de fungir como vivos portales que nos permiten acceder, o al menos echar un vistazo, al otro lado del telón – ‘through the looking glass’.

Pero más allá de adjudicar esta sacra cualidad al trabajo de Chaim Smith, la cual en mi opinión la tiene, si de técnica se trata, este artista que obtuvo su Maestría en Fine Arts por la Universidad de Columbia, denota una tajante congruencia entre lo que desea transmitir, a partir de su pasión por la tradición oculta, y los recursos técnicos de los cuales dispone para cristalizar esta noble intención. Complementariamente, al observar las láminas que sirven como suelo para erigir los diagramas cabalísticos y el manifiesto alquímico que difunde el neoyorquino, dificilmente el espectador dejara de acceder a ese coito metafisico, sensible, que popularmente llamamos “experiencia artística”, logrando así una comunión entre la divinidad compartida, su ser y el del “otro yo” –que busca incitar algo él, y que lo logra… el portal, entonces, se abre.    

 

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