Abrid los ojos hacia vosotros mismos y mirad en el infinito del espacio y el tiempo. Oireis que alli vuelven a resonar el canto de los astros, la voz de los numeros y la armonia de las esferas. Cada sol es un pensamiento de dios y cada planeta una forma de ese pensamiento, y es para conocer el pensamiento divino que vosotras almas descendereis y remontareis penosamente el camino de los siete planetas y de los siete cielos suyos. HERMES TRISMEGISTO


Lo que la oruga ve como el final de la vida, el maestro lo llama una mariposa. RICHARD BACH

DEDICATORIA

Allí, donde habitan las mariposas, lo hacen tambien las hadas y los angeles, la verdad y la ilusion, la alegria, el amor, la dulzura y la fantasia; los mas bellos sueños y la esperanza.

Es el lugar donde los rios son de miel y las montañas de plata y diamantes; donde los seres alados bailan moviendose al ritmo de la musica de George Harrison y el aroma del Padmini; donde puedo descansar en grandes almohadones de plumas tejidos con hilos de seda y oro. Es mi refugio, y el de muchos que sueñan encontrarlo, sin saber aún que son mariposas.

Este blog esta dedicado a todos ellos y ojala puedan disfrutarlo como parte de su camino hacia el lugar donde habitaron o habitaran algun dia


Parameshwary
Enero 2009


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los cuatro acuerdos de la sabiduria Maya

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Secretos Parameshwary

domingo, 14 de julio de 2019

Buddhi, la mente iluminada


PABLO VELOSO
 
  https://www.verdemente.com
232 ILUS PABLO2w


















Partamos de buddhi o el intelecto.
Normalmente entendemos “intelecto” como “mente” (sí, así de planos somos), como pensar, o como ser“inteligentes”-
 La palabra “inteligencia” proviene de inte-leggere y significa “leer entre líneas”. Entonces, alguien que utilizase su intelecto (buddhi), estaría viendo cosas que otros no ven. Por ejemplo, alguien dice: -sí, a las cuatro estaré allí, tú espérame dónde acordamos-. Una persona que esté funcionando a través de su mente habitual (manas) tomará esa afirmación por lo que su contenido lógico expresa, por lo que seguramente irá a las cuatro al punto de encuentro.
Por el contrario, una persona que estuviera funcionando también a través de su intelecto (buddhi) sospecharía de los gestos corporales que el emisor de la afirmación hizo visibles (gestos faciales, postura corporal, inflexiones en la voz, antecedentes del individuo, rapidez en el habla, mirada, etc…), y quizá llegaría a una conclusión diametralmente opuesta. Y por ello no acudiría a la citada reunión, sabiendo que su interlocutor probablemente dijo eso tan solo para salir del aprieto en que se encontraba, pero que no tenía la más mínima intención de cumplir lo que sus palabras afirmaban.

Los griegos llamaban a la mente habitual, psique o alma (pronunciada “psijé”), y al intelecto nous o “espíritu” (pronunciado “nus”). Podemos imaginar a la mente cotidiana como aquello que está muy comprometido con los datos evidentes y al intelecto con aquello que escudriña buscando lo que no está expuesto pero igualmente está allí. Si funcionamos tan solo en el ámbito de la mente cotidiana nuestro mundo estará basado en lo dado. Así si “a” es “a” y “b” es “b”, así lo recordaremos siempre que alguien nos lo pregunte, pero si un día alguien osara preguntarnos: -¿y si mezclas “a” con “b” que sucede?-. No sabríamos responder, porque para ello habría que tener una capacidad de imaginar algo que no está allí, algo que quizá no sucedió todavía, y eso es campo del intelecto.

Aunque parezca mentira, un gran porcentaje de la humanidad jamás echa mano del buddhi o intelecto, y tan solo baraja datos (qué equipo ganó ayer, si lloverá mañana, qué bonita es fulana, no me gusta mengano o si subirá el precio del combustible), es decir, es incapaz de aplicar el poder de síntesis, porque para ello hace falta la “abstracción”, palabra cuyo sentido nos habla de “sacar de lo visible, de lo dado”.

Cuando hablamos de la intuición en contraposición a la razón, nos referimos al intelecto. Si planteáramos todo el sistema enumerativo que el samkhya nos propone como una especie de árbol (como el de la kabbalah), tendríamos al purusa arriba del todo junto con prakritti a su lado, luego un poco más abajo mahat, y enseguida el antahkarana que estamos examinando, comenzando (desde arriba) por buddhi. Esto nos pone en evidencia que quien funciona frecuentemente desde buddhi se encuentra más cerca de purusa por lo que, si imaginamos a purusa como un sol, el sol de la mónada vital, buddhi sería el principio (del antahkarana) que está más “calentito”. Tal como una bola de hierro que ponemos cerca de un fuego toma calor y también lo irradia, así también el intelecto es aquel en quien se pone en evidencia la irradiación del “Espíritu Supremo”, por lo que todo lo que exprese el intelecto tendrá ese “perfume” de profundidad y armonía. A diferencia de manas o la mente racional habitual, que por estar más alejada, se encuentra más “fría”, y todo lo que de ella provenga carecerá de la profundidad citada más arriba.

Todas las prácticas meditativas buscan disminuir el “ruido mental”, es decir, el funcionamiento de manas o la mente habitual, de forma que se ponga en evidencia el sutil funcionamiento de buddhi. A veces nos pasa en la vida cotidiana, casi por casualidad, que nuestra mente por un momento se calma, y surge allí mismo un pálpito, una intuición, que para nuestra sorpresa, nos da la clave para la solución de un problema que acarreábamos desde hace días sin dar con la solución.

La mente racional (manas), tan solo acumula datos y se basa, para funcionar en raga y dvesha (atracción y rechazo). Ya lo dijimos, la mente habitual ve objetos aislados y los cataloga. Era tarea del vaisesika o ciencia el catalogarlos “allí afuera”. Pero es la del samkhya el hacerlo “dentro”, por lo que el mismo árbol que la ciencia catalogó como perteneciente a tal y cual familia botánica, el samkhya o psicología, a través de manas o la mente se sentirá atraída o repelida hacia el mismo árbol.

Vivimos en un mundo de manas o mente habitual, que cataloga todo lo que ve bajo los simples parámetros de “me gusta” o “no me gusta”. Y en eso se encuentra la respuesta de por qué no hay armonía en nuestro mundo actual. No hay buddhi o intelecto. El intelecto, al contrario de la mente diría ante el mismo árbol: -ése árbol es como una imagen de mi vida, tengo mis “raíces” en la “tierra” de mi pasado familiar, pero la voluntad, mi “tronco”, me ayuda a erigirme alto para que las “ramas” de mis aspiraciones me permitan elevarme hasta dónde la “luz del sol” de Dios me puede nutrir. Y así es que llego a dar aquellos “frutos” que no ocurrirían de otra manera-. ¿Qué ha hecho el buddhi con la visión de un simple árbol? Pues no se ha centrado como hizo la mente en “me gusta” o “no me gusta”, sino que supo ir más allá, se “salió” de los límites literales que el árbol le imponía, y alcanzó sutilezas propias de los poetas, pudiendo de esa forma, utilizar como soporte o sustrato, un simple árbol, para proyectarse al infinito…

Por ello decía Heidegger que la poesía era la forma más adecuada para hablar de lo sublime. Sin embargo, nuestro mundo actual carece por completo de poesía, de música, de pintura, aunque aparente tenerla y en grandes cantidades gracias a las redes sociales, porque lo que cuenta no es la cosa en sí, sino desde qué posicionamiento se la aborda. Esto es, yo puedo estar frente a la más maravillosa pintura, u oír la sinfonía más conmovedora que jamás se haya compuesto, y sin embargo abordarlas desde mi inercia consumista, positivista, por lo que la pregunta que me estaré haciendo en el momento en que esté frente a ellas es: -¿y esto de qué me sirve?- De lo más triste.

Pablo Veloso

(fragmento del libro de Pablo: Veloso Sadhana, el Camino Interior)

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