Los siguientes extractos son del libro “La Paz Interior: el arte de ser calmadamente activo y activamente calmado” por Paramahansa Yogananda®
Debes poner tu corazón en Dios. Cuanto más busques la paz en Él, tanto más consumirá esa paz todas tus preocupaciones y sufrimientos.
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Estás hecho a su imagen. Ni las piedras, ni los obuses, ni las ametralladoras, ni las bombas atómicas pueden herirte o vulnerarte. Recuerda: el mejor refugio se halla en el silencio de tu alma. Si logras descubrir ese silencio, nada en el mundo será capaz de dañarte. […] Podrás permanecer imperturbable en medio del estrépito de mundos en colisión.

 
Has venido a la Tierra a entretener y a ser entretenido. Por eso la vida debería ser una combinación de meditación y actividad. Si pierdes tu equilibrio interior, ése es precisamente el momento en que te tornas vulnerable al sufrimiento terreno. […] Reaviva la fuerza innata de tu mente, afirmando: «No me importa qué experiencias se presenten en mi vida, pues no pueden afectarme: siempre soy feliz».
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Los santos han descubierto que la felicidad reside en mantener constantemente un estado mental de paz imperturbable durante todas las experiencias asociadas a las dualidades terrenales. Una mente cambiante percibe una creación cambiante y se perturba fácilmente; sin embargo, el alma inmutable y la mente imperturbable contemplan, detrás de las máscaras del cambio, el espíritu eterno.
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Tanto si la persona se encuentra inquieta como calmada, la vida siempre seguirá su propio y extraño camino. La preocupación, el miedo y el desánimo sólo contribuyen a incrementar el peso de las cargas diarias; la alegría, el optimismo y la fuerza de voluntad aportan soluciones a los problemas. Por lo tanto, la mejor manera de vivir es tomarse la vida como un juego cósmico, con sus inevitables contrastes de derrotas y victorias. Disfruta de los desafíos del mismo modo que lo harías en el deporte, sin importar si en ese momento eres vencedor o vencido.
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Otorga la mayor importancia al cultivo de tu relación con Dios y tu felicidad interior mediante el despertar espiritual que produce la práctica diaria de la meditación. Cuando experimentes la perfecta serenidad de la conciencia del alma, contemplarás a Dios jugando en toda la creación. Ya no verás el mundo como una pesadilla llena de problemas, sino como un entretenido espectáculo hecho para disfrutar. Sonreirás desde las profundidades de tu ser, con una sonrisa que nadie podrá destruir jamás.
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Practica regularmente la meditación y la comunión con Dios, y saborearás el vino del gozo y del bienestar todo el tiempo, con independencia de cuáles sean tus circunstancias externas. Bebiendo el néctar de la paz interior de las angelicales manos de tu silenciosa realización, ahogarás las distracciones y las penas de la vida diaria.
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Dios está presente en el trono mismo de tu paz interior. Descubre su presencia allí primero y entonces podrás encontrarle en todo aquello que es bueno y valioso en la vida: en los verdaderos amigos, en la hermosura de la naturaleza, en los buenos libros, en los pensamientos elevados y en las aspiraciones nobles. Al encontrar a Dios en tu interior, comprenderás que todo cuanto te aporta paz perdurable en la vida está revelándote la eterna presencia de Dios, tanto exteriormente como en tu interior. Cuando conozcas a Dios como la paz que mora en tu interior, le percibirás también como la paz que se halla en la armonía universal de todas las cosas externas.