
 El estar constantemente centrado 
en la Iluminación interior
y en el infinito néctar interno
es el baño preparatorio para la adoración.
Por lo tanto, ¿cuál es la manera de entrar en ella y cómo mantenerse centrado? ¿Cómo alcanzarla? ¿Cómo hallar esa luz?
Dos
 o tres cosas. Una, siempre que afirmas que existe la luz, ¿qué quieres 
decir? Yo digo, «La habitación está iluminada» ¿Qué quiero decir con 
ello? Quiero decir que puedo ver. Nunca se ve la luz, sólo se ve lo 
iluminado. Puedes ver las paredes, no la luz; puedes verme a mí, no la 
luz. Se ve lo que se ilumina, nunca a la luz en sí misma, porque la luz 
es tan sutil que no se puede ver. No es un fenómeno evidente. Por eso 
inferimos que la luz existe. Es una inferencia, no un conocimiento del 
hecho. ¡Es sólo una deducción! Debido a que soy capaz de verte, deduzco,
 asumo, que existe la luz. ¿Cómo voy a verte sin luz?
¡Nadie
 ha visto la luz ! ¡Nadie! Y nadie la verá nunca. Pero empleamos las 
palabras «Veo luz» y con ello significamos que «Veo cosas que no podrían
 ser vistas sin luz». Cuando dices que hay oscuridad, que no hay luz, 
¿qué quieres decir? Tan sólo que «Ahora no puedo ver las cosas». Cuando 
no puedes ver los objetos, deduces que no hay luz. Cuando puedes ver los
 objetos deduces que hay luz. De modo que la luz es una inferencia 
incluso en el mundo exterior, externo. Por esto, cuando uno tiene que 
entrar, cuando uno está listo para ir hacia adentro, ¿qué queremos decir
 con luz?
Si
 puedes percibirte a ti mismo, si puedes verte a ti mismo, eso significa
 que ahí hay luz. Es extraño pero nunca pensamos en ello. Toda la 
habitación está a oscuras, no puedes afirmar que haya algo en ella, pero
 si puedes afirmar una cosa: «Yo existo». ¿Por qué? Tampoco te ves a ti 
mismo. La habitación está totalmente a oscuras, nada se puede ver, pero 
sobre una cosa estás seguro y es de tu propio ser. No hay necesidad de 
pruebas, no hay necesidad de luz. Sabes que existes, sientes que 
existes. Ahí debe de haber una sutil claridad. Puede que no seamos 
conscientes de ella, podemos ser inconscientes o muy escasamente 
conscientes, pero está ahí.
De
 modo que dirige tu mirada hacia adentro. Cierra todos tus sentidos de 
modo que no exista una percepción de ninguna luz exterior. Penetra en la
 oscuridad, cierra tus ojos e intenta ahora entrar, ver en ella. En 
primer lugar puede que percibas sencilla-mente oscuridad; es debido a 
que no estás acostumbrado a ella. Sigue penetrando. Intenta mirar en la 
oscuridad en que estás metido. Penétrala y poco a poco irás percibiendo 
muchas cosas dentro. Una iluminación interior comienza a funcionar. 
Puede ser tenue al comienzo. Comenzarás a ver tus pensamientos porque 
los pensamientos son objetos interiores. ¡Son cosas! Comenzarás a 
tropezar con los muebles de tu mente.
Allí
 hay muchos muebles, muchas memorias, muchos deseos, muchas pasiones 
insatisfechas, muchas frustraciones, muchos pensamientos, muchos 
pensamientos-simiente, muchas cosas . Cuando empiezas a percibirlas, 
intenta primero penetrar la oscuridad. Entonces una lucecita comenzará a
 manifestarse y te volverás consciente de muchas cosas. Es como cuando 
entras repentinamente en una habitación a oscuras: no eres capaz de 
distinguir nada. Pero quédate ahí. Acomódate a la oscuridad, deja que 
tus ojos se acomoden a la oscuridad. Los ojos han de adaptarse, y eso 
lleva tiempo. Cuando vienes del exterior, de un jardín iluminado por el 
sol a tu habitación, tus ojos han de reajustarse a sí mismos. A tus ojos
 les llevará un poco de tiempo, pero se adaptarán.
Si
 uno emplea constantemente sus ojos para ver las cosas que tiene cerca, 
por ejemplo si uno lee sin cesar, se vuelve corto de vista porque un 
exceso de visión de cerca fija el mecanismo de los ojos. Por eso cuando 
quiere ver una estrella lejana, no puede verla porque el mecanismo se ha
 encasquillado. No es flexible. Lo mismo ocurre en el interior: debido a
 que hemos estado mirando al exterior continuamente, durante vidas, el 
mecanismo se ha quedado fijo y no podemos mirar hacia adentro.
Pero
 inténtalo, haz un esfuerzo, mira en la oscuridad. No tengas prisa, 
porque el mecanismo ha sido fijado durante muchas vidas. Los ojos han 
olvidado completamente el mirar hacia adentro. Nunca los has empleado 
para este propósito. Mira pues dentro de la oscuridad, observa la 
oscuridad y no te impacientes. Penetra la oscuridad, continúa 
penetrándola y al cabo de tres meses serás capaz de ver en su interior 
muchas cosas que nunca hubieras pensado que estuvieran allí. Y ahora, 
por primera vez, tomas consciencia de que los pensamientos son sólo 
objetos. Y cuando te vuelves consciente, puedes colocar un pensamiento 
donde tú quieras. Si quieres expulsarlo, puedes expulsarlo.
Pero
 ahora no eres capaz de expulsarlo. Ahora no eres capaz de eliminar 
ningún pensamiento porque no eres capaz de agarrarlo. Desconoces incluso
 que sea un objeto que puede ser cogido y puede ser expulsado. No sabes 
en dónde están localizados; no sabes de dónde vienen. Todo el mundo 
dice, «No quiero tener miedo; no quiero enojarme». Pero no pueden hacer 
nada por evitarlo porque desconocen de dónde proviene esa ira, cuál es 
su raíz, dónde tiene esa ira su reserva, dónde se acumula esa ira. 
Desconoces sus raíces.
Todo
 pensamiento es un objeto. Tiene una reserva acumulada. Por eso, cuando 
un pensamiento llega, es sólo como una hoja de un gran árbol. No puedes 
cortarla y tirarla pues otra hoja brotará. Las raíces están ahí; el 
árbol está ahí. Cuando te vuelvas consciente, incluso sólo un poquito, 
de que los pensamientos están ahí, de que los deseos están ahí – la ira,
 la pasión, la lujuria – de que todo está ahí, no empieces a combatirlo.
 Tan sólo obsérvalos, porque con el observar te volverás más consciente,
 y con el luchar nunca te volverás consciente. No luches, ¡observa! 
«Observar» es la palabra, el mantra. Observa sin descanso, y cuanto más 
observes, más empezarás a sentir que la luz está ahí. La luz está ahí, 
sólo que tus ojos han de adaptarse.
¡Observa!
 Con el observar, los ojos se acomodarán. Y cuando haya más luz y todo 
se vuelva claro, cuando no haya un rincón oscuro, te volverás el amo de 
tu mente. Podrás excluir lo que quieras, podrás reordenar como quieras. Y
 una vez te vuelvas el amo de tu mente, te volverás consciente de dónde 
es que proviene la luz, de dónde está su origen. El sol no está ahí, 
está afuera. No has ni tan siquiera encendido una vela, y todo se ha 
iluminado. ¿De dónde proviene esa luz? Primero te darás cuenta de las 
cosas que son iluminadas, luego te volverás el amo de los objetos de tu 
mente y luego empezarás a ser consciente de dónde proviene esa luz, de 
cuál es su fuente. Empezarás a ser consciente de una flor floreciendo. 
Luego empezarás a ser consciente de dónde proviene esa luz. Entonces 
podrás conocer el sol.
Tendrás
 que proceder únicamente de un modo indirecto, desde un objeto iluminado
 hacia la fuente de la luz. De nuevo la luz no es lo que se ve; de nuevo
 verás al sol. Empieza primero por percibir los contenidos de la mente. 
Luego, más y más, la mente se irá aclarando. Luego tomarás consciencia 
de dónde procede esa luz. Justo en el centro de la mente está su origen.
 ¡Entonces entra en el origen! Ahora podrás olvidarte de la mente, tú 
eres el amo. Podrás decir a la mente: «¡Detente!» y la mente se 
detendrá.
La
 consciencia es necesaria para ser el amo. Nunca intentes lo contrario: 
primero ser el amo y luego ser consciente. Nunca funciona, nunca puede 
funcionar así. Eso no es posible. Sé consciente, y el convertirte en el 
amo llegará. Te vuelves el amo. Entonces acude al origen, entra en el 
origen de dónde procede esa luz. ¡Ve! ¡Entra en la Iluminación! Esa 
entrada en la Iluminación es el «baño». Te has vuelto el amo de tu 
mente. Ahora puedes convertirte en el amo de la vida misma; ahora puedes
 convertirte en el amo de la consciencia misma. Y una vez bañado en esa 
Ilu-minación, en esa fuente de luz, serás capaz de contemplarte a ti 
mismo en tu eternidad. En este instante, todo el pasado y el futuro 
estarán ahí. Este instante es eterno. Eres tan puro que el tiempo en su 
totalidad se junta en ti. El pasado purificado crea un futuro 
purificado, y este momento se vuelve eterno.
Observa,
 sé consciente, observa en profundidad los conte-nidos de la mente. 
Entonces te harás consciente del origen; luego entra en el origen. Es 
pavoroso, porque todo lo que has conocido como ti mismo, morirá. Este 
baño es una muerte, una perso-nalidad, todo morirá, porque la 
personalidad, la identidad, el ego, todos están en el polvo, en el polvo
 acumulado alrededor de tu ser. Sólo el ser permanecerá sin nombre ni 
forma. Y este sutra dice que este es el baño preparatorio. Sólo ahora 
eres capaz de entrar, y sólo hasta aquí tienes que esforzarte. En el 
instante en que eres purificado, en el instante en el que has atravesado
 este baño, en el instante en que los karmas se han disuelto, no necesitas ya hacer ningún esfuerzo.
Desde
 ese punto, Dios se convierte un campo gravitacional. Has entrado ahora 
en el Campo de la Gracia. Es lo mismo que la gravitación en la Tierra, 
pero has de entrar en el campo. Para las naves espaciales tenemos que 
hacer un arreglo fundamental: deben desprenderse de la atracción de la 
Tierra, salirse del campo de gravedad. Trescientos veinte kilómetros 
alrededor de la Tierra, envolviéndola, está el campo. Si estás bajo la 
acción del campo serás traído de regreso. Si traspasas los trescientos 
veinte kilómetros, la Tierra deja de poder influenciarte.
Lo
 Divino no puede tirar de ti al menos que estés totalmente puro, a menos
 que te vuelvas luz. Entonces, con igual velocidad, entras en lo Divino.
 De modo que esta entrada en la luz es el último esfuerzo. Una vez has 
sido purificado comienzas a gravitar. No necesitas moverte, eres 
atraído. Esta gravedad se conoce como Gracia: la fuerza de gravedad de 
lo Divino es la Gracia. La Gracia no es realmente una ayuda, ¡no! Es 
sólo una ley. Dios no otorga la Gracia solamente a algunos, no es así. 
No es parcial. La Tierra no es gravitacional únicamente para algunos. En
 el instante en que entras en el campo, la ley empieza a hacer su 
trabajo.
No
 digas pues que Dios otorga la Gracia, no digas que Dios es generoso, no
 digas que tiene compasión. No es cierto. Dios significa «La Ley de la 
Gracia». La ley comienza a operar. Una vez entras en su campo, la ley 
comienza a operar. Una vez te conviertes tú mismo en la luz, la ley 
comienza a trabajar y tú comienzas a gravitar.
Dije
 que la luz es la base de la vida. Incluso la ciencia coincide en esta 
frase. La ciencia acaba en este punto, no hay más allá para la ciencia. 
La religión tiene un más allá porque la religión dice que incluso más 
allá de la luz se halla la Existencia.
Otra
 cosa: la luz existe, por eso la luz posee dos cualidades: que es luz y 
que es existencia. Aun la luz no es lo supremo, pues posee dos 
cualidades: luz y existencia. La religión dice que la existencia puede 
darse sin luz, pero que la luz no puede darse sin existencia. Así que 
hay un paso más: la religión dice, «Dios es pura Existencia». Por eso, 
para la gente realmente religiosa, esta palabra o esta frase de «Dios 
es», es una falacia porque «Dios» y «es» significan lo mismo.
Una
 mesa «es», pero decir «Dios es» no es correcto. El hombre «es» porque 
puede «no ser», así que el hombre y «ser» son dos cosas concatenadas. 
Pero pueden ser separadas. Pero «Dios es» no es correcto porque Dios 
quiere decir «ser». O sea, es tautológico, repetitivo. Decir «Dios es» 
es tan absurdo como decir «Es es» o «Dios Dios». «Dios es» significa lo 
mismo que «Dios Dios» o «Es es». No tienen sentido, son absurdas. El 
«ser» es Dios. Por eso la religión lo reduce aún más y dice que cuando 
entras en la luz, entras en el «Ser», en la Existencia, en Eso. De modo que la luz es el aura de Eso.
 Cuando entras en la luz, entras en el aura. Pero en el instante en que 
entres en el aura serás succionado sin dilación. ¡Sin dilación!
Y
 ahora otra cosa. Dije que la luz se mueve a la más alta velocidad 
posible: 300.000 km por segundo. ¡Cuánto avanza la luz en un sólo 
segundo, en un minuto, en una hora, en un año! La unidad con la que los 
físicos miden su movimiento es el año luz. Un año luz significa la 
distancia que recorre la luz en un año a esta velocidad. Todavía esto es
 un movimiento en el tiempo. Es muy rápido, pero aún así a la luz le 
toma tiempo el desplazarse. Como dije, la luz no requiere de medio 
alguno, no necesita ningún vehículo, no necesita energía prestada, pero 
aún así la luz requiere de tiempo. Así para la religión, la luz necesita
 de algo sin lo cual es incapaz de desplazarse. Por eso la luz aún 
depende del tiempo.
La
 religión dice que debemos ahondar aún más para encontrar algo que no 
requiera ni siquiera de esa dependencia del tiempo. Para nosotros eso no
 tiene sentido. ¿Cómo se va a mover la luz sin medio alguno? Pero la 
ciencia afirma que se mueve. Y es así. La religión dice, «No te alteres.
 ¿Cómo puede existir Dios sin tiempo?» El «es», y Dios se mueve sin 
tiempo; la consciencia se mueve sin tiempo.
La
 luz posee la velocidad más elevada según las mediciones de la ciencia, 
pero en cierto modo es la más alta debido a que no puede decirse que la 
Existencia posea una mayor velocidad. En realidad la Existencia se mueve
 sin depender del tiempo. No es cuestión de velocidad. No podemos decir 
cuanto se mueve en un segundo. El movimiento es absolutamente absoluto. 
No hay intervalo. Por eso cuando uno penetra en esta Iluminación, es 
succionado. Incluso la palabra «succionado» requiere de cierto tiempo 
para ser pronunciada, pero el mismo fenómeno de ser succionado es 
intemporal.
Cuando
 digo «succionado», conlleva un tiempo, se pierde un tiempo. Pero, en 
realidad, cuando alguien entra en la Iluminación, no se requiere ni ese 
tiempo. No hay un intervalo. Eres succio-nado y más allá de esa luz está
 Dios, el templo. Esta luz únicamente te baña, te purifica, como un 
fuego. Te purificas. Y en el instante en que eres purificado: la 
entrada, la explosión.
Con la luz te vuelves inmortal, pero todavía percibes. Percibes que has penetrado en la inmortalidad. Pero al entrar en Eso,
 en el «ser», no percibes ni tan siquiera la inmortalidad. La vida y la 
muerte carecen ahora de sentido, sólo existe el «ser». Tú «eres», sin 
condiciones. Esa condición de «ser» es lo Supremo para la religión.
La
 luz es el campo, la mente está alrededor del campo y nosotros estamos 
alrededor de la mente, vivimos fuera de la mente. Por eso uno ha de 
entrar en la mente, luego en la luz y luego en lo Divino. No obstante 
nos mantenemos vagando alrededor, fuera de la mente. Este estado de 
estar siempre fuera de casa se ha vuelto un hábito fijo. Nos hemos 
olvidado de que vivimos en la terraza. Es cómodo, la terraza es un sitio
 cómodo para estar afuera. Por eso es por lo que nos hemos quedado ahí: 
es cómodo. Podemos desplazarnos por el exterior siempre y, puesto que 
nuestros deseos y nuestra mente están siempre en el exterior, vivimos en
 la terraza. De modo que en cualquier momento, a cualquier oportunidad 
de irnos, nos vamos. Hemos olvidado el que hay un hogar y que este salir
 afuera es convertirse en un mendigo. Entrar en la casa significa que 
has de girar la vista ciento ochenta grados y que has de utilizar tus 
ojos de una nueva manera, y que tendrás que atravesar una noche oscura. 
Tan sólo debido a un hábito fijo.
Los
 místicos cristianos han hablado mucho sobre «la noche oscura del alma».
 Esta es la noche oscura, debido a que nuestros ojos están fijos. Como 
dije, uno se vuelve miope, otro se vuelve hipermétrope. Y si continúa 
mirando a lo lejos, se vuelve incapaz de ver de cerca. Y si continúa 
mirando cerca, se vuelve incapaz de ver a lo lejos. Los ojos se vuelven 
fijos. Se vuelven mecánicos, pierden flexibilidad. Así como unos se han 
vuelto mío-pes y otros hipermétro-pes, nos hemos vuelto «externo-pes». 
Hemos de desarrollar la «interiorización» (*).
Puede
 que conozcas la palabra «interiorizar», pero puede que nunca hayas oído
 la palabra «externo-pe». Sabes que es «interio-rizar», pero carece de 
sentido a menos que entiendas que significa «externo-pe». Nos hemos 
vuelto «externo-pes», fijos en lo externo; hemos de desarrollar el 
«interno-pe», la interiorización. Siempre que tengas tiempo, cierra tus 
ojos, cierra tu mente al exterior y trata de penetrar en ella. Al 
comienzo te hallarás en una noche oscura. No habrá nada más que 
oscuridad. No seas impaciente. Espera y observa y poco a poco la 
oscuridad se irá disipando y serás capaz de percibir muchos fenómenos 
internos. Y únicamente cuando te vuelvas consciente del mundo interno, 
sólo entonces podrás darte cuenta dónde está el origen de donde procede 
esta luz. Entonces entra en el origen. A esto los Upanishads le llaman 
«el baño».
¡Cuán
 estúpida es la mente humana! Lo ritualizamos todo y se pierde el 
significado. Sólo permanecen entonces los estúpidos rituales. Así nos 
bañamos antes de acudir al templo. Y no hay ni templo ni baño. El templo
 está adentro y el baño también. Y este baño, dicen los Upanishads, es 
el baño en la Iluminación interna.
La
 luz es en realidad el puente entre lo Divino y el mundo. Lo Divino crea
 al mundo al crear la luz. La luz es la primera creación, y luego la luz
 se condensa y sobreviene la materia; luego la luz crece; digo que la 
luz crece, y luego aparece la vida; entonces la vida crece y aparece el 
amor.
Luz,
 vida, amor, esas son las tres capas. No te quedes en la segunda. O 
retrocede a las raíces o asciende hasta la semilla otra vez, a las 
flores. Desciende hasta la luz o asciende hasta las flores. Y hay dos 
caminos. Uno es el camino del conocimiento. «Conoci-
miento» significa descender hasta la luz. Con «Gyana Yoga» el verdadero secreto que se oculta es éste: descender hasta la luz. Y luego está el «Bakti Yoga», el camino de la devoción, que significa
ascender hasta el amor.
* N. del T.- Juego de palabras en inglés entre: short-sight=mirar de cerca =miope; far-sight= mirar de lejos = hipermétrope; out sight = mirar hacia afuera, sin equivalente en castellano; e insight= mirar hacia adentro = interiorizar.
Un
 Buda desciende, una Meera asciende. Un Mahavira baja, un Chaitanya 
sube. Hablan lenguajes muy contradictorios. Ha de ser así porque uno 
habla de ir hacia las raíces, hasta la fuente, y el otro habla de ir 
hacia las flores, hacia el final, hacia el clímax, hasta la cima. Por 
una parte están Buda, Mahavira, Patanjali; su lenguaje es árido. Tiene 
que ser así porque están regresando al origen. No hay poesía, no puede 
haberla porque no se están dirigiendo hacia las flores. Hablan de un 
modo científico. Un Patanjali habla como un científico: de leyes. Un 
Buda siempre dice, «Haz esto, y esto sucederá. Al hacer esto, sucede 
esto otro. Esta es la causa y éste es el efecto».
Hablan
 en términos muy científicos, hablan en términos de matemáticas, muy 
áridos. Hablan en prosa, nunca hablan en poesía. No pueden, ¿cómo va ha 
hablar en poesía un científico? Está escarbando en la fuente. No se 
preocupa en absoluto de las flores. Está escarbando en profundidad en 
busca de las raíces. ¿Cómo va a hablar poéticamente? Chaitanya, Meera, 
hablan un lenguaje distinto. Bailan, cantan porque están ascendiendo 
hasta las flores. Y la floración no puede suceder sin bailar y cantar, 
sin celebrar la vida misma. Por eso es por lo que Buda y Mahavira 
aparecen como anti-vida, porque van hacia las raíces. Y Chaitanya y 
Meera aparecen como muy afirmativos. Aman la vida porque ascienden.
Ambos
 caminos alcanzan la misma meta. El tomar uno u otro depende de ti. Si 
tienes una mente muy científica, matemática, sin poesía es mejor que 
sigas el que desciende hasta la luz. Si posees una mente orientada a la 
prosa, entonces baja. Pero si tienes una actitud estética, poética, si 
eres capaz de bailar y cantar y celebrar, no te dirijas entonces hacia 
las raíces. Dirígete hacia las flores. Llegarás a lo mismo, porque una 
vez llegues a las flores alcanzarás la semilla. La flor es de nuevo la 
futura semilla.
Si
 bajas a las raíces, te desplazas. Desde la vida, te desplazas. La vida 
es sólo un puente. Es una fonda, no una meta. Ve a una u otra orilla, 
pero la vida no ha de ser estática. Debe ser un movimiento más allá de 
sí misma. A una orilla o a otra, esto o eso.
Básicamente
 éstas son las dos dimensiones del movimiento. ¡Escoge una! El quid no 
es cuál es la mejor. Depende de ti, de la que sea mejor para ti. Las dos
 son iguales. Pero para ti no pueden ser equivalentes. Para ti, una debe
 de ser preferencial. Depende de ti. Explora cuál es la tuya.
La
 que denomino poética es ilógica, sensitiva, de la clase emocional que 
es capaz de amar totalmente, profundamente. La del conocimiento no es 
emocional, no es del tipo sensitivo. Es lógica hasta la médula. Así 
algunas personas son lógicas, intelec-tuales, orientadas hacia el 
conocimiento. Siente la diferencia. Si eres del tipo cognitivo, tu 
elección es el conocimiento. Si eres del tipo emocional, orientado al 
corazón, tu búsqueda no es en pos del saber, tu búsqueda es en pos del 
sentir, del ser. Y ambos son distintos en su comienzo. Al final son lo 
mismo, pero al comienzo son diferentes. Si acudes a Meera y le dices que
 éste es el camino para conocer la Verdad, Meera te dirá. «¿Y qué voy a 
conseguir con conocer la Verdad? ¿Qué ganaré con ello? Quiero amar la 
Verdad».
Pero, ¿cómo amar la Verdad? Por eso es porque los baktas nunca
 hablan de la Verdad. Hablan del Amado, hablan del Amigo. ¡Hablan en 
términos del sentimiento! El decir «Dios es la Verdad» les parece algo 
matemático. Vinoba dice que Dios debe de ser un matemático. No es que 
Dios lo sea, sino que la mente de Vinoba es matemática. Su propio amor 
hacia las matemáticas convierte Dios en un matemático. Para un 
Pitágoras, Dios es un matemático. Depende de ti. Si sientes a Dios como a
 un amado, como un amigo, como un amante, si no puedes imaginarte a Dios
 como la Verdad, entonces asciende, sube en vertical hacia el 
florecimiento. Así tu meditación será más creativa. Crea poesía, crea 
pintura, crea danza, crea cantos, y mediante todos ellos alcanzarás la 
Iluminación.
Pero
 si tu inclinación es hacia el conocimiento, el llamar a Dios el Amado 
es un absurdo. ¡Que quieres decir con ello? ¿Cómo va a ser la Verdad un 
amante? Llamar a Dios, padre, es un sinsentido. ¡Cómo va a ser Dios un 
padre? Debe ser la Verdad. Por eso si tu clase pertenece a la 
cognoscitiva, muévete en vertical: desciende. Sumérgete en las 
profundidades, no en las alturas. Ve hacia las raíces, hacia la fuente. 
Cuando alcances tu conocimiento y cuando un bakta alcance lo que siente, llegaréis al mismo centro. Pero unbakta asciende y un gyani desciende.
Este
 sutra es para aquellos cuya búsqueda es en pos del conocimiento porque 
los Upanishads pertenecen a la clase que busca el conocimiento. No son 
para devotos. Pero menciono esto únicamente para que te des cuenta pues,
 de que a veces, algo puede que te atraiga en gran medida pero puede que
 no pertenezca a tu tipo. No te dejes engañar. La atracción no significa
 nada. La atracción no significa nada a menos que se de una sintonía 
interior. Puede que te sientas atraído, pero no funcionará. Debes de 
empezar a percibir que «Esta es mi inclinación; así es como soy». 
Entonces no escuches a nadie. Nos creamos mucha confusión unos a otros 
porque nadie sabe de lo que está hablando.
Si
 eres una persona inclinada hacia el corazón, no escuches al intelecto, 
no escuches los argumentos, no discutas. Di tan sólo, «Soy una persona 
que se inclina hacia el corazón. No me importan para nada las 
explicaciones». No escuches los razonamientos porque te confundirán. Y 
puede que a veces te sientas atraído porque el opuesto tiene una 
atracción sexual. Sucede que una persona emocional puede ser 
influenciada en gran medida por una intelectual, pues carece de esa 
dimensión, y uno comienza a percibir que aquello de lo que carece es 
importante. Y tú no podrás convencer a un intelectual, pero él si te 
convencerá a ti. No puedes argumentar por ti mismo, pero el sí puede por
 él mismo. Por eso tu ego se siente herido y empiezas a imitar. Dejas de
 lado tu tipo y puede que, durante muchas vidas, no seas capaz de 
reencontrarlo porque cuando un proceso comienza es muy difícil el volver
 atrás.
Y
 nunca confundas a nadie. Si percibes que alguien es del tipo emocional,
 no discutas con él aunque esto no te satisfaga. No discutas, no 
argumentes, no digas nada. Déjalo que se sumerja en sí mismo.
Somos
 tan violentos que nadie permite a nadie que perma-nezca consigo mismo. 
Todo el mundo anda en busca del otro, todo el mundo trata de convertir 
al otro a su propio modo de ser sin saber que puede estar destruyendo 
una gran posibilidad. Insiste en ser tú mismo. No hay ninguna arrogancia
 en ello. Es una sencilla ley el decir, «déjame que sea yo mismo». Pero 
cuando empiezas a hablar utilizando los términos del otro, antes o 
des-pués terminarás por ser succionado por ellos. Por eso si eres del 
tipo emocional di directamente, «No me importan para nada la lógica u 
otro tipo de argumentaciones». No discutas, no emplees los mismos 
términos o el mismo lenguaje. Tan sólo di, «Soy irracional. Tengo fe sin
 tener una sola prueba, pero la fe me funciona y no necesito más».
Algo
 fatal le ha sucedido a la mente humana y es que los intelectuales se 
han declarado a sí mismos como la única clase posible. Han obligado a 
todo el mundo a aceptar el punto de vista de que son el único tipo 
correcto y que todos los demás están errados. La educación les 
pertenece, las escuelas les pertenecen, las universidades les 
pertenecen. Crean literatura, crean razonamientos, crean pruebas, 
contra-pruebas, crean filosofías. Se han vuelto excesivamente dominantes
 y el tipo emocional se está sintiendo inferior: siente que está de más.
 En realidad, no hay educación emocional, sólo educación intelectual. 
Esta no conoce el lenguaje de la emoción, no conoce los argumentos de la
 emoción, no conoce la lógica del corazón. No conoce nada y por tanto se
 siente culpable. Si tiene fe, si se desarrolla en amor hacia lo Divino,
 se siente culpable, siente que está equivocada. Nunca te sientas así. 
Percibe siempre tu propio pulso, lo que eres, lo que es tu naturaleza; y
 luego decide. O más bien, deja que tu naturaleza decida.
Esos
 son pues los dos caminos: o bien ser bañado en la luz interior o ser 
bañado en el amor interno. Y entonces estarás en el umbral, en los 
límites dónde la gracia empieza a ejercer su acción. Entra, y halla la 
fuente, o sal, y descubre al amado.
Recuerda
 esto también: si has de encontrar la fuente, entra. Si has de encontrar
 al amado, sal. Para buscar las cosas, has de salir; para buscar al 
amado, también has de salir. La actitud es distinta, pero el movimiento 
es el mismo. Encontrar al amado quiere decir descubrir Eso en 
todo lo que te encuentras. Sal y sigue indagando y llegará un momento en
 que nada queda excepto tu amado. Entonces eres bañado en amor, y éste 
será el resultado.
O,
 entra. Si te desplazas hacia adentro puedes descartar hasta la palabra 
Dios. En los viejos textos de yoga, no se menciona a Dios en absoluto. E
 incluso en los textos más modernos, se menciona a Dios sólo como medio.
 Para alcanzar Eso, Dios es mencionado como medio. Y puedes descartarlo; es prescindible.
Por
 eso un Buda puede culminar sin ningún concepto de Dios, un Mahavira 
puede llegar sin ningún concepto de Dios, pero una Meera no puede llegar
 sin concepto de Dios. Un Chaitanya no puede llegar, porque Dios no es 
algo prescindible si tu camino es el del amor, porque entonces ¿dónde 
encontrarás al amado?
Pero, ¡muévete! No permanezcas estático en la vida. ¡Ve hacia la luz o hacia el amor!
La Alquimia suprema vol1
 
1 comentario:
no lo puedo leer no veo.
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