“La
ciudad de los ingenios, de los mecanismos fundados en cálculos, de los
aparatos de precisión. Inventan los relojes de bolsillo, llamados
durante algún tiempo en Europa “huevos de Nuremberg”; construyen armas
incomparables por su resistencia, ligereza y preciosismo en la
ornamentación; cerraduras, balanzas, reglas; trabajan metales preciosos
en competencia con los talleres italianos. Sobresalen en instrumentos
naúticos y astrológicos; diseñan y graban mapas marítimos, portulanos,
vistas de ciudades, planos. Abiertos al mundo, curiosos, hacen viajes
que los llevan hasta Lituania y Portugal, embarcan en las primeras naves
que se lanzan al Atlántico, envían a sus jóvenes a educarse en las
ciudades con las que tienen más estrechas relaciones: Venecia, Padua,
Amberes, Basilea.(…) Tanto pudo en Alberto Durero el ambiente que dio un carácter a su vocación figurativa, con los éxitos que conocemos para la historia de la ilustración gráfica; configuró sus viajes y estancias en el exterior; estimuló su deseo de decoro, de bienestar burgués, confiriéndole una mentalidad curiosamente mercantil, convirtiéndolo en editor de sí mismo e induciéndole a llevar a su propia esposa a la feria de Francfort para vender grabados; lo introdujo en el círculo de Maximiliano y Margarita, contribuyó a orientar su espíritu en la dirección de la Reforma ( en 1525 la ciudad se declaraba oficialmente a favor de Martín Lutero). Venecia y Amberes le propusieron que se quedara a vivir en ellas, ofreciéndole copiosísimos honorarios y él siempre lo rehusó, proclamando su adhesión a su ciudad natal. Durero se desarrolló en la Nuremberg del período aúreo y Nuremberg creció dentro de él, se recogió en él como en un espejo cóncavo”.
GIORGIO ZAMPA
DURERO Y LA CORTEComo delegado del Consejo en la Dieta de Augsburgo, Durero tuvo oportunidad de conocer a los personajes más importantes del imperio y retratarlos, entre ellos al emperador.
En recompensa por el cuadro, Maximiliano le adjudica una pensión vitalicia de 100 florines anuales, pensión que sin embargo se vio interrumpida en 1519, debido a la muerte del emperador.
Durero no vaciló en ponerse en camino, siguiendo a la Corte itinerante del nuevo emperador, Carlos V, para conseguir la renovación. Por fin, marcha a Aquisgrán para asistir a la coronación como emperador de Carlos V, el 23 de octubre de 1520. Sigue a la Corte hasta Colonia, donde al fin se le recibe y renueva la pensión. Este último viaje fue triunfal para el pintor. Le acompañaba por primera vez su mujer: partieron en 1520 y no habrían de regresar a Nüremberg hasta el año siguiente.
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