Abrid los ojos hacia vosotros mismos y mirad en el infinito del espacio y el tiempo. Oireis que alli vuelven a resonar el canto de los astros, la voz de los numeros y la armonia de las esferas. Cada sol es un pensamiento de dios y cada planeta una forma de ese pensamiento, y es para conocer el pensamiento divino que vosotras almas descendereis y remontareis penosamente el camino de los siete planetas y de los siete cielos suyos.
HERMES TRISMEGISTO
Lo que la oruga ve como el final de la vida, el maestro lo llama una mariposa. RICHARD BACH
DEDICATORIA
Allí, donde habitan las mariposas, lo hacen tambien las hadas y los angeles, la verdad y la ilusion, la alegria, el amor, la dulzura y la fantasia; los mas bellos sueños y la esperanza.
Es el lugar donde los rios son de miel y las montañas de plata y diamantes; donde los seres alados bailan moviendose al ritmo de la musica de George Harrison y el aroma del Padmini; donde puedo descansar en grandes almohadones de plumas tejidos con hilos de seda y oro. Es mi refugio, y el de muchos que sueñan encontrarlo, sin saber aún que son mariposas.
Este blog esta dedicado a todos ellos y ojala puedan disfrutarlo como parte de su camino hacia el lugar donde habitaron o habitaran algun dia
Las ruinas de las antiguas ciudades prehispanas de Mesoamérica
constituyen hoy no sólo una valiosa fuente de información sobre aquellas
civilizaciones sino también un inapreciable atractivo para el turismo,
motor de la economía de varios países. Pero en esa dinámica hay unas
culturas y lugares que han concentrado la atención, dejando a otras un
tanto al margen. Todos quieren visitar los sitios arqueológicos mayas y mexicas -si
acaso completados con Teotihuacán-, quedando en segundo plano los
totonacas, purépechas, zapotecas… Pues bien, todavía hay uno más
desconocido, el de la llamada Tradición Teuchitlán y su asentamiento de
Guachimontones.
Para analizarlo hay que resituarse geográficamente respecto a lo que es habitual en México,
donde el peso del patrimonio maya y mexica inclinan la atención siempre
hacia el Yucatán y el valle central. Guachimontones está en el estado
de Jalisco, que se ubica en la costa pacífica, con capital en
Guadalajara y a una hora de ésta. Ni siquiera su inclusión por la UNESCO
en el Patrimonio de la Humanidad en 2004 ha servido para que
nos resulte familiar lo que, irónicamente, contribuye a protegerlo y
facilitar su estudio a los expertos.
Buena parte de esa ignorancia que hay respecto a su existencia radica
en que, frente a lugares como Chichén Itzá, Uxmal, Cobá, Palenque o Tulum (no
digamos ya Ciudad de México, la antigua Tenochtitlán), de los que en
general tenemos noticias desde el siglo XVI y, en todo caso, fueron
redescubiertos en el XIX, Guachimontones no se encontró hasta 1970 (a
partir de una reseña documental de 1938) y sólo se empezó a excavar a
partir de 1996, razón por la cual apenas se ha sacado a la luz una
centésima parte y, consecuentemente, pocos han oído hablar de él.
Como decíamos antes, eso tiene su parte positiva porque el deterioro
de las ruinas ya era importante, habida cuenta de que, durante siglos,
los lugareños expoliaron sus piedras con el fin de reaprovecharlas para
sus propias construcciones, tal cual pasó con las pirámides de Egipto o
muchos edificios de la Antigua Roma durante la Edad Media. Por eso Guachimontones también fue incluido en la lista World Monuments Watch que la WWF (World Monuments Foundation) elabora con monumentos que están en peligro por diversos motivos.
En realidad, hay localizados casi un millar de sitios arqueológicos
en Jalisco y se calcula que podrían ser el doble. Y eso contando
únicamente los grandes, ya sean ciudades o centros ceremoniales, no los
poblados menores. Ello revela la importancia del lugar y obliga a
profundizar un poco en la cultura que habitaba ese entorno. Lo que hoy
es el actual estado estuvo poblado, en épocas diversas, por toltecas,
huachichiles, caxcanes, sayultecas, tecuexes, cocas… También por la
mencionada Tradición Teuchitlán, que se extendía hasta el colindante
Nayarit.
Fue anterior a muchos de los reseñados, situándose su comienzo en
torno al siglo IV a.C, seguramente relacionado con la predecesora
Tradición de las Tumbas de Tiro, nombre genérico que se da a una serie
de pueblos independientes pero con similar identidad cultural. No
obstante, su etapa de esplendor llegó hacia el año 200 d.C, durante el
Período Preclásico Tardío, para desaparecer en el Clásico, hacia el 900
d.C. (o el 600, las fechas son inciertas), de una forma tan abrupta que
se considera que debió ser por algún factor externo, probablemente
relacionado con el auge de los vecinos tarascos.
Teuchitlán es una palabra que viene del náhuatl teoztitlán (“lugar
dedicado a lo divino” o “lugar dedicado al dios Tenoch”), aunque hay
quien la deriva de tepetitlan (“lugar junto a los cerros”). Hoy da
nombre a un municipio moderno de algo menos de diez mil habitantes, del
que Guachimontones se encuentra apenas a kilómetro y cuarto de
distancia. Guachimontones (o Huachimontones) es un término más reciente
que combina los náhuatl cuautli (árbol) y chinamitli(muralla) con el español montón, si bien otra versión sustituye los dos primeros por huaxe, un tipo de árbol muy abundante en la región.
No faltan autores que disienten, al menos parcialmente. Phil Weigand, el ya fallecido arqueólogoque
inició las excavaciones a mediados de los años noventa junto a su
esposa Arcelia García (ambos del Colegio de Michoacán), opina que, a
pesar de la etimología del nombre, la lengua de aquel pueblo no era de
origen náhuatl, decantándose más bien por el totorame (una variedad del
cora uto-azteca, típico de Nayarit). Lo que sí parece es que
Guachimontón puede traducirse por “lugar cerrado”, aludiendo a las
insólitas construcciones arquitectónicas que caracterizan el sitio.
Insólitas porque están constituidas por agrupaciones circulares
concéntricas de edificios, cada una de ellas en torno a una pirámide
escalonada de forma cónica, algo único en el mundo. A todo ello se suman
las singulares estructuras funerarias conocidas como tumbas de tiro,
constituyendo el conjunto un estilo específico. Ocupa unas 90 hectáreas,
que en su momento de apogeo debieron llegar a ser 24.000, si bien su
centro debía estar en la colina Huachimontón, un poco más al norte del
sitio actual.
Como en otros lugares, esas plazas circulares eran de uso exclusivo
para la élite social (gobernantes y sacerdotes), ya que se trataba de
una sociedad rígidamente estratificada y descentralizada, como pasaba en
el resto de Mesoamérica. Que las plazas se organizaran en torno a las pirámides indica
que se trataba de lugares ceremoniales en los que esa estructura (la
del Círculo 2 tiene 60 metros de altura y 13 terrazas escalonadas
rematadas por otras 4 que representaban un calendario) era el templo,
siendo Ehécatl el dios más importante de su panteón.
Ehécatl era una divinidad asociada al viento, como el Quetzalcóatl (tolteca y azteca (Edahí para los otomíes, Kukulkán para
los mayas), con el que se asimiló. Estaba considerado uno de los
responsables de la creación y se asociaba precisamente al círculo porque
éste es infinito (no tiene principio ni fin), igual que el aire, de ahí
que a menudo sus templos tuvieran esa planta, lo que de paso ayudaba a
su circulación. Una de las manifestaciones de adoración a Ehécatl era la
de los Voladores, en la que los sacerdotes subían a lo alto de
altísimos postes para dejarse caer sujetos de una cuerda atada a sus
pies, girando mientras tocaban un instrumento musical imitando a un ave.
Se sabe que la tradición de los Voladores,
que ha pervivido hasta hoy en México como espectáculo folklórico,
formaba parte de Guachimontones porque en lo alto de las pirámides hay
agujeros del grosor de esos mástiles donde éstos se insertaban. Pero la
pirámide, aún siendo cónica, no es la única estructura que hay con
referencia al resto de Mesoamérica; también están, por ejemplo, las
canchas de juego de pelota, donde se desarrollaba aquella curiosa mezcla
de deporte (había que tratar de hacer pasar una pelota de caucho por un
aro de piedra sin tocarla con las extremidades), rito religioso (el
perdedor era sacrificado) y juego político-administrativo (división
territorial, firma de acuerdos, etc).
En Guachimontones está la cancha más grande conocida, de 111 metros
de largo por 24 de ancho, aunque hay muchas más, cada una con alguna de
las funciones explicadas antes. Asimismo, cada plaza estaba rodeada por
una acera escalonada. Entre ésta y el centro de la plaza se levantaban
hasta una docena de plataformas escalonadas, cada una rematada por un
edificio residencial hecho de madera y arcilla, y en cuya zona
subterránea se situaban criptas funerarias. Había diez de estos
complejos circulares más otras cuatro plazas rectangulares.
Asimismo, jardines alimentados por manantiales le daban a las aceras
el toque de belleza que ampliaba la otra versión vegetal, la agraria,
formada por las chinampas y tierras aledañas de un lago cercano, regadas
por sistemas parecidos a los mayas de
Calakmul, que daban tres cosechas anuales, en principio suficientes
para alimentar a los 25.000 habitantes que se le calculan a la ciudad
durante la etapa de mayor esplendor (unos 40.000 si se cuenta toda la
región). Lamentablemente, esos sistemas eran tan buenos que los
campesinos de tiempos posteriores los reaprovecharon, provocando
pérdidas irreparables en el registro arqueológico.
Evidentemente, la economía local se extendía a otros sectores, caso
de la elaboración de herramientas y artesanías con materiales como
obsidiana, cobre, oro, plata y malaquita. Y eso que, a pesar de todo,
Teuchitlán no dejaba de ser un territorio menor dependiente de otro más
importante, el señorío de Etzatlán, donde vivían los colimas o tecos,
fieros guerreros que luego rechazarían un intento de invasión purépecha y
varias expediciones españolas hasta que fueron conquistados por Gonzalo
de Sandoval, uno de los capitanes de Hernán Cortés.
El Círculo 1, también llamado El Gran Guachi, no es el único destacable; el 2, bautizado comoLa Iguana,
segundo en tamaño (105 metros de diámetro y 360 de perímetro, con 10
plataformas) y separado del anterior por la larga cancha del juego de
pelota, también se conserva aceptablemente. Se entrelaza mediante un
templo común con el tercero, El Azquelite, algo más pequeño.
Junto a todo eso apareció también arquitectura posterior, del
Postclásico, con disposiciones rectangulares en vez de circulares, más
prácticas y denotativas de los nuevos tiempos (aunque el templo de
Ehécatl-Quetzacoátl de Tenochtitlán también se construiría circular)
Aunque la cantidad de turistas que se acercan a Gauchimontones está
lejos de las afluencias masivas del Yucatán o Teotihuacán, en 2012 se
abrió un centro de interpretación in situ (que lleva el nombre
de Phil Weigand) para informar tanto de la ciudad como de la Tradición
Teuchitlán, así como del estado de las excavaciones arqueológicas.
Incluye un pequeño museo con piezas recuperadas y visitas guiadas.
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