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«Mi tierra no Me puede contener, ni tampoco Mi cielo,
pero el Corazón de Mi siervo creyente Me contiene.»
«He visto a mi Señor con el ojo del Corazón.
He dicho: ¿Quién eres?
Ha contestado: Tú».
.
.
De
todos los términos coránicos de los cuales puede decirse que se dirigen
a los sufíes y a nadie más, excepción hecha a priori de los Profetas,
el más significativo y que se repite con más frecuencia es,
probablemente, esta fórmula un poco enigmática: aquellos que tienen corazón.
En efecto, ¿qué es el sufismo, subjetivamente hablando, sino el «despertar de los corazones»?.
La
palabra Corazón, en el sufismo —como en todas las místicas—, se refiere
a un centro particular y diferente de los demás, normalmente no se
trata ni del más alto ni del más bajo, sino del centro del alma.
Un
sufí del siglo XIV interpreta la palabra «sol» como Espíritu; la luz es
la gnosis; el día es el Más Allá, mundo trascendente de la percepción
espiritual directa; y la noche es este mundo, mundo de la ignorancia o,
en el mejor de los casos, del conocimiento indirecto reflejado que
simboliza el claro de luna.
La luna transmite indirectamente la luz del
sol a la oscuridad de la noche; y, de modo parecido, el Corazón
transmite la luz del Espíritu a la oscuridad del alma.
Pero lo indirecto
no es la luna, sino su luz; cuando brilla en el cielo oscuro, está
mirando directamente al sol, y éste no está en la noche, sino a pleno
día.
Este
simbolismo revela la trascendencia del Corazón y explica qué sentido
tiene decir que es la facultad de la visión espiritual (o intelectual)
directa.
Pero esta facultad se encuentra velada en el hombre caído, y
ello incluso por definición, porque si se dice que perdió el contacto
con la Fuente de la Vida cuando tuvo que abandonar el Paraíso terrenal,
significa que ya no tiene acceso directo al Corazón. Así el alma del
hombre caído es una noche en la que el cielo está cubierto de nubes; y
esto nos conduce a una cuestión de importancia fundamental para el
sufismo: si se pregunta qué calificación es necesaria para ser admitido
en una Orden sufí o qué es lo que puede incitar a alguien a buscar la
iniciación, la contestación será que, en la noche de su alma, la capa de
nubes debe ser lo suficientemente fina para que al menos algunos
resplandores de la luz del Corazón puedan traspasar las tinieblas.
Extracto de Qué es el Sufismo. Abu Bakr Siraj ud-Din. Martin Lings.
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