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Vienes a nosotros desde otro mundo.
Desde más allá de las estrellas.
Trayendo contigo la esencia del amor.
Enciendes la llama del amor en la tierra
y el cielo, en el alma y corazón de cada ser.
A través de tu amor se funde la no-existencia
y la existencia. Los opuestos se unen.
Todo lo profano vuelve a ser sagrado.
"La Alquimia del amor" - Rumi
El amor es solo una palabra, hasta que
llega alguien y le da un sentido. Y esto no solo se aplica al amor
humano, también es muy pertinente al amor espiritual.
En este sentido mucho mas clarificador
es la palabra "SIMPATÍA", palabra que deriva del griego "sympatheia",
literalmente "sentir juntos", "tratar con emociones...". La solidaridad
surge natural cuando los sentimientos o emociones de una persona causan
sentimientos similares en otro, creando un estado de sentimientos
compartidos.
Se manifiesta en una inclinación
instintiva que atrae una persona hacia otra, al contrario que la
antipatía tiende a la separación y al aislamiento.
Es por ello algo similar a la empatía.
El testimonio común de una gran cantidad de personas con algún tipo de
experiencias "especiales", incluso a nivel de sencillo "sueño lúcido",
es sentirse claramente dentro de una atmósfera emocional de cariño,
simpatía, solidaridad, comprensión, compasión, etc.
Ese amor cósmico o atmósfera de
"simpatía" general, sería así algo paralelo en el mundo de la
Inteligencia, a la Ley de la gravitación universal en el mundo de lo
inanimado, y a la Ley de la supervivencia de las especies en el mundo de
la Vida.
Esta Ley Universal del "amor"
conformaría el campo general dentro del cual se desarrollaría toda
actividad en el Mundo Inteligente.
Y se traduciría en que al igual
que la Ley de la gravitación tiende a unir todos los elementos
materiales, luchando con otras fuerzas disgregadoras, la Ley del "amor
cósmico",
tendería a la empatía, cooperación e integración de todos los seres
inteligentes del Universo, en organismos mas complejos y sofisticados y
por ello más inteligentes.
La Ley del amor cósmico, que es la
argamasa que unirá la gran Comunidad global humana, es algo muy
desconocido para nosotros, pero aflora intuitivamente en algunas
emociones humanas, compartidas también con algunos animales, como la
solidaridad y la cooperación mutua.
El relativamente reciente desarrollo,
(por otra parte necesario para nuestro progreso) de nuestra mente
consciente autoreflexiva y yóica, ha tapado haciéndonosla invisible, esa
ley universal del amor, que caracteriza, la nueva etapa evolutiva que
transitamos.
Dice David López: "Marcuse, en "Eros
y civilización", parece estar convencido de que las sociedades
"desarrolladas" sufren un "desorden general", el cual sería reflejo del
desorden individual propiciado por la represión social de la pulsión
erótica".
"Y parece asimismo convencido de que
la salvación estaría en liberar el Eros, hasta el punto de dejarle
traspasar su objeto inmediato (digamos la genitalidad, la sexualidad más
"animal", fría, inconsciente, limitada) hasta llegar a todos los
vínculos humanos, a todas las actividades e instituciones humanas. De
alguna forma el erotismo sería un camino de salvación, de elevación, si
es seguido (gozado/sufrido) hasta sus últimas consecuencias".
Parecería así, que la sexualidad genital
sería el escalón mas bajo, mas "animal" y fronterizo al reino de la
inteligencia, de esa Ley universal de la empatía y la colaboración. Y
por ello la represión y control necesarios de ese impulso genital por
parte de la sociedad, ha supuesto en nosotros, un ocultamiento, una
invisibilización de toda esa corriente de "simpatía" universal. Es como
cuando al sacar una muela picada, con ella arrastra una raíz sana que te
venía muy bien.
David López enseña que esa era la idea de Schopenhauer: "En
el mundo schopenhaueriano el erotismo genital sería una manifestación
(y casi una "epifanía") del descomunal erotismo metafísico que estaría
en el fondo de toda realidad visible. Incluso el pensar, el intelecto,
sería para Schopenhauer fruto, marioneta mejor dicho, del impulso
erótico. Él llamo a ese impulso voluntad".
El deseo sexual, el amor erótico y
conyugal, el amor filial y en general familiar, la solidaridad vecinal y
nacional, la solidaridad y el amor universales, y el amor "cósmico a
Dios", son escalones sucesivos de abajo a arriba de la plasmación
práctica de esa Ley universal del Amor del mundo inteligente.
Porque sacan de nosotros lo mejor que tenemos, y nos estimulan y hacen mas fuertes y creativos.
Como indica Yeats, "en
el amor sabio cada uno diviniza el sublime yo secreto del otro, y al
negarse a creer solamente en el yo diario, crea un espejo en el que
amante y amado ven reflejada una imagen que día a día deben imitar".
Cuando uno se enamora ve en el otro/a,
un ser idealizado y uno al enamorase, (y más si es correspondido por
él/ella), se crece y se "pone uno de puntillas" para estar a su altura,
además de sentirse superconfortado por estar a la altura de ese
"magnífico ser".
Por ello el amor no supone una señal de debilidad,
(aunque en los casos de amor "no sabio", sí lo pueda ser), pues es justo
en la fortaleza individual, cuando el amor nos hace mejorar más aún, y
ser mas fuertes todavía.
Por ello no hay que amar a los demás por
buenismo y progresismo ramplones, para ser buenos y solidarios, sino
para ser mejores y mas fuertes todos, nosotros los primeros.
El árbol solitario sin competencia por
los rayos del sol, se achaparra y se estanca. Cuando está rodeada de
compañeros estira sus ramas y su tronco y crece y se perfecciona.
Nos encontramos ante el inicio de la
fase final de nuestra evolución a un nuevo estado. La fase anterior, de
la que llevamos unos tres mil años, la del fortalecimiento de nuestra
mente egóica y autoreflexiva, nos ha proporcionado grandes avances y
progresos que eran necesarios realizar, pero a costa de desequilibrar
nuestra naturaleza, y causarnos grandes efectos perversos y
desequilibradores.
Estaríamos como si tuviéramos una pierna
el doble de gorda que la otra, y por eso vamos dando tumbos. La
ambición, la codicia, la hipersexualidad, son las que mueven el mundo
actual, y son los motores del progreso. Como decía Lichtenberg, si de
repente todo el mundo se volviera bueno, la mitad de la humanidad se
moriría de hambre.
Hay que pasar a la última fase de este
proceso, y reequilibrarnos, dejando que aflore en nosotros, esa Ley de
la "simpatía" universal que mueve el mundo inteligente. No será fácil
hacerlo, pero lo primero de todo es ser conscientes de lo que nos pasa.
Porque como decía Ortega, lo malo no es lo que nos pasa, sino que no
sabemos lo que nos pasa.
Isidoro García
Director Revista Quitapesares
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