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Sandro Botticelli
Alessandro di Mariano di Vanni Filipepi nació en Florencia, Italia el 1 de marzo de 1445.Se formó inicialmente como platero, posiblemente junto a su hermano Antonio que era batihoja, de cuya profesión tomó su apodo.
En 1464 entró en el taller de Filippo Lippi, cuya influencia se puede ver en sus primeras obras, como ejemplo se puede citar “La Virgen con Niño y San Juan Bautista”, actualmente en el Museo del Louvre, aunque en las de Botticelli se aprecia un mayor interés por los experimentos en los espacios y el uso de la luz; posteriormente cambiaría de maestro entrando en el taller de Andrea del Verrocchio, en ese momento uno de los pintores florentinos más innovadores.
En 1470 abre su propio taller y pinta su primera obra documentada: “Fortaleza”, en la Galeria Uffizzi de Florencia.
En 1472 ya consta como miembro del gremio de San Lucas y tiene en su taller como aprendiz a Filippino Lippi, hijo de su antiguo maestro.
A partir de 1470 recibió encargos cada vez de mayor importancia de instituciones públicas y religiosas, de poderosas familias de Florencia, los Vespucci y los Medici, entre otros.
Son de esta época obras como: “Adoración de los Magos”, actualmente en la National Gallery de Londres; “San Sebastián” en el Staatliche Musee de Berlín; y magníficos retratos como “Joven sosteniendo la medalla de Cosme de Médicis” en la Galeria Uffizzi de Florencia. En todos ellos demostró su enorme talento, adoptando detalles flamencos, con tipologías como la de tres cuartos en las figuras, algo nuevo en la pintura florentina.
La década de 1480 es la más productiva de Botticelli, en la que el agente Ludovico Sforza, lo situaba en la cima del parnaso pictórico florentino.
En 1481 marcha a Roma llamado por el Papa Sixto IV, junto con Ghirlandaio y Cosimo Roselli, para unirse a Pietro di Cristoforo Vanucci “El Perugino” en la decoración de la Capilla Sixtina; en esta Botticelli pintó “Las pruebas de Moisés”, “Las pruebas de Cristo” y “El castigo de los israelitas rebeldes”.
Regresa a Florencia en 1482, donde retomó su relación con los Medicis y para los que pintó algunas de sus obras maestras, entre ellas: “Alegoría de la Primavera, “Nacimiento de Venus” y “Palas y el Centauro”, actualmente en la Galeria de los Uffizzi.
Son así mismo de estos años: “Madonna del Magnificat” en la Galeria de los Uffizzi y “Marte y Venus”, en la National Gallery de Londres.
A partir de 1487 hay un giro en su temática, que se centra cada vez más en obras religiosas, cambios que se acentuan en 1490 y que se aprecian en cuadros como “Lamentación sobre Cristo muerto” en la Alte Pinakothek de Múnich; cambios que se suelen atribuir a su conversión al ideario de Girolamo Savonarola*. Se puede ver entre otras en: “Triunfo de la Fe”, “Natividad mística”, en la National Gallery, con un marcado tono profético, estos últimos posteriores a la caída de Savonarola en 1498.
Botticelli continuó trabajando y disfrutando del mismo prestigio en los últimos años de su vida; en 1504 formó parte de la comisión que decidió la ubicación del Moisés de Michelangelo Buonarotti.
En sus últimas obras pareció querer renovar su estilo, realizando la última “Adoración de los Magos”, en los Uffizzi, inspirada en la homónima de Leonardo da Vinci.
Su fama se eclipsó hasta la última década del siglo XIX, prerrafaelitas y nazarenos prescindieron de ella, en que Lorenzo el Magnífico que acrecentó el interés del pintor florentino.
Murió en Florencia, el 17 de mayo de 1510 y fue enterrado en parroquia, la iglesia de Ognissanti, en Florencia, siendo su único heredero Filippino Lippi.
En España podemos ver tres de sus obras en el Museo del Prado de Madrid.
*Girolamo Savonarola fue un religioso dominico, predicador italiano, confesor del gobernador de Florencia, Lorenzo de Médici, organizador de las célebres “hogueras de vanidad”, en la que se invitaba a los florentinos a arrojar sus objetos de lujo y sus cosméticos, además de los libros que él consideraba licenciosos, como los de Giovanni Boccaccio, entre otros. Predicó contra el lujo, el lucro, la depravación de los poderosos y la corrupción de la Iglesia Católica, contra la búsqueda de la gloria y contra la homosexualidad, entonces llamada sodomía, que él sospechaba que estaba en toda la sociedad de la Florencia, en la que vivió.
Predijo que un nuevo rey Ciro atravesaría el país para poner orden en las costumbres de los sacerdotes y del pueblo. La entrada del ejército francés de Carlos VIII, en 1494, en la Toscana, región donde estaba Florencia, confirmó su profecía. Sus críticas violentas contra la familia que gobernaba Florencia en esos años, los Médici, acusándoles de corruptos, contribuyeron a la expulsión del Gobernador Piero de Médici por los florentinos en 1495. Sus ataques contra el Papa Alejandro VI le valieron, primeramente, la excomunión (es decir, la expulsión de la comunidad católica) y la prisión, y más tarde, tras haber sido liberado y conducido a Roma por los grandes comerciantes florentinos, la condena a la hoguera por un tribunal de la Inquisición y la inclusión de su obra en el índice de libros prohibidos.
Savonarola era intenso, fanático y carismático en el aspecto personal. Se le compara a Lutero en su denuncia de corrupción de la Iglesia Católica, pero no estableció unas bases doctrinales que, con Lutero, llevarían al cisma de la Iglesia Católica.
Después de la muerte de Savonarola, se origina en Florencia el grupo conocido como Piagnoni, para conservar su memoria, organizado en una especie de gremio. También, después de su muerte, los seguidores de la Orden de San Francisco apoyan las ideas de Savonarola, se organizan junto a los demás seguidores de Girolamo, y en 1527 expulsan de nuevo a los gobernantes de la familia Médici, estableciendo otra vez una cruel tiranía. Esta termina en 1530, en la batalla de Gavinana.
Savonarola atrajo la admiración de muchos humanistas religiosos posteriores, quienes valoraron sus profundas convicciones espirituales, pasando por alto sus siniestros excesos como gobernante de Florencia. En el siglo XX, un movimiento para la canonización de Savonarola se inicia entre los dominicos, al juzgar que su expulsión y ejecución habían sido injustas. Se inauguran monumentos a Savonarola en Ferrara, Bolonia (junto a la Basílica Patriarcal de Santo Domingo de Guzmán, fundador de los dominicos) y Florencia. (Información de Wikipedia)
Estatua de Girolamo Savonarola en Florencia
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