Cada gota se evapora al sol. Ser libre, es no tener nunca más miedo de nada, como lo eras antes del primer aliento de vida, antes de que respiraras por primera vez el universo de tu experiencia elegida en el olvido y que te pusieras a llorar de rabia y de rechazo.
El Ser que ya no tiene miedo, no necesita nada. Está libre de toda cadena, y nada perteneciente al mundo de los que todavía sufren podrá ser un obstáculo. Ya no se pregunta acerca del mañana, no determina lo que fue el ayer, y con frecuencia, ni lo recuerda. En todos los sentidos del término inspira el Presente de todos los microcosmos de su cuerpos, del más denso al más sutil. Es feliz compartiendo, se enriquece de todo y enriquece al mundo con lo que es. Porque ha encontrado todo en si, jamás carece de nada, no tiene entonces ninguna necesidad y se sitúa así en el poder de amar realmente. Ahí está la Maestría, ahí está la realización de la obra transcendental en la densidad de la materia. El fuego se reavivó del interior y se alumbró la oscuridad. La penumbra se desvanece y revela las miradas sorprendidas y asombradas de aquellos que descubren otra realidad. Así cada uno enciende su hoguera e ilumina nuestra Unidad reencontrada. Así se acaba la experiencia actual, en la luz plenamente encarnada.
Fraternalmente,
El Barquero - 01 de julio 2012 – Traducido por Ma José
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