Abrid los ojos hacia vosotros mismos y mirad en el infinito del espacio y el tiempo. Oireis que alli vuelven a resonar el canto de los astros, la voz de los numeros y la armonia de las esferas. Cada sol es un pensamiento de dios y cada planeta una forma de ese pensamiento, y es para conocer el pensamiento divino que vosotras almas descendereis y remontareis penosamente el camino de los siete planetas y de los siete cielos suyos. HERMES TRISMEGISTO


Lo que la oruga ve como el final de la vida, el maestro lo llama una mariposa. RICHARD BACH

DEDICATORIA

Allí, donde habitan las mariposas, lo hacen tambien las hadas y los angeles, la verdad y la ilusion, la alegria, el amor, la dulzura y la fantasia; los mas bellos sueños y la esperanza.

Es el lugar donde los rios son de miel y las montañas de plata y diamantes; donde los seres alados bailan moviendose al ritmo de la musica de George Harrison y el aroma del Padmini; donde puedo descansar en grandes almohadones de plumas tejidos con hilos de seda y oro. Es mi refugio, y el de muchos que sueñan encontrarlo, sin saber aún que son mariposas.

Este blog esta dedicado a todos ellos y ojala puedan disfrutarlo como parte de su camino hacia el lugar donde habitaron o habitaran algun dia


Parameshwary
Enero 2009


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los cuatro acuerdos de la sabiduria Maya

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martes, 27 de mayo de 2014

Antiguas tradiciones sobre civilizaciones prehistóricas -4-


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Dos de las Islas Puránicas, los Continentes Sexto y Séptimo, están aún por aparecer. Sin embargo,  hay tierras que entrarán en la composición de las futuras regiones secas, de nuevas tierras cuyas superficies geográficas serán totalmente distintas de las actuales, tal como sucedió en el pasado. Por tanto, encontramos en los  Purânas  que Shâka-dvipa será un Continente, y que Shanka-dvipa, según el  Vâyu Purâna, será sólo “una isla menor”, una de las nueve divisiones de Bhâratavarsha. Bhârata, un país del Rigveda, era el mítico Bhâratavarsha de la cosmogonía de los Puranas Shanka-dvipa fue poblada por extranjeros impuros, que adoraban divinidades indas y, por tanto, estaban relacionados con la India. Esto es lo que explica Shankhâsura, Rey de una parte de Shanka-dvipa, que fue muerto por Krishna. Según Wilford,  Shankhâsur era un rey que residía en un palacio “que era una concha marina, y cuyos súbditos vivían también en conchas”. En las orillas del Nilâ había luchas frecuentes entre los Devatâs, Seres Divinos, Semidioses, y los Daityas, Gigantes. Pero siendo esta última tribu la que prevaleció, su rey y Jefe Shankhâsura, que residía en el Océano, hizo frecuentes incursiones de noche. Pero no es en las orillas del Nilo, como supone Wilford, sino en las costas del África Occidental, al Sur de donde está ahora Marruecos, donde tuvieron lugar estas batallas. Hubo un tiempo en que todo el Desierto de Sahara era un mar, después un continente tan fértil como el Delta, y luego, después de otra sumersión temporal, se convirtió en un  desierto, parecido al Desierto de Gobi. Esto se indica en la tradición Puránica: “(La) gente estaba entre dos fuegos; pues, mientras Shankhâsura saqueaba un lado del continente, Racacha (o Krauncha), rey de Crauncha-dwip (Krauncha-dvipa), desolaba el otro; ambos ejércitos convirtieron así la más fértil de las regiones en un árido desierto“. Solo se explica por el lanzamiento de algún tipo de armas nucleares esta drástica conversión en desiertos. Europa fue precedida no sólo por la última isla de la Atlántida de que habla Platón, sino también por un gran continente, que primero se dividió, y posterirmente se subdividió en siete islas llamadas Dvipas. Cubría todas las regiones Atlánticas del Norte y del Sur, así como partes del Pacífico, del Norte y Sur, y tenía islas hasta en el Océano Índico, que eran restos de  Lemuria. Esto está corroborado por los  Purânas, por escritores griegos y por tradiciones persas, asiáticas y mahometanas. Los Purânas  presentan una evidencia concluyente de que los indos Arios y otras antiguas naciones fueron navegantes antes que los fenicios, a quienes se atribuye actualmente haber sido los primeros marinos que aparecieron en los tiempos postdiluvianos. He aquí lo que leemos en Asiatic Researches: “En su desesperación, los pocos indígenas que quedaron (en la guerra entre los Devatâs y Daityas) elevaron sus manos y su corazón a Bhagavân, y exclamaron: Que el que nos liberte sea nuestro rey; y usaron la palabra ÎT, un término mágico, que tuvo eco en todo el país. Entonces estalla una violenta tempestad; las aguas del Kâli se agitan de un modo extraño, y aparece sobre las olas un hombre, llamado después ÎT, a la cabeza de un ejército numeroso, diciendo abhayan, o no hay temor; y derrotando al enemigo“. “El Rey ÎT  -explica Wilford- es una encarnación subordinada a Mrira, quien restableció la paz y prosperidad en todo el Shamka-dvipa, por medio de Barbaradêsa, Misrast’hân y Arva -st’hân, o Arabia”.

Los  Purânas  indos dan una descripción de guerras en continentes e islas situados más allá del África Occidental, en lo que sería el Océano Atlántico. Sus escritores hablan de gentes, como los Árabes, que nunca se ha sabido que hayan navegado ni cruzado las aguas del Océano Atlántico, en los días de la  navegación fenicia. En este caso se supone que los Purânas  tienen que ser más antiguos que los fenicios, a los cuales se les asigna el periodo de 2.000 a 3.000 a.C. En todo caso, sus tradiciones tienen que ser más antiguas, pues un estudioso de los Purânas escribe: “Los indos hablan de esta isla como existiendo, y con gran poderío; por tanto, tiene que haber sido hace más de once mil años“. Puede aducirse otra prueba de la gran antigüedad de estos indos arios que describieron la última isla superviviente de la Atlántida, o más bien de aquel resto de la parte oriental del Continente que se hundió poco después del levantamiento de las dos Américas,  los dos Varshas de Pushkara. Y se supone que describieron lo que conocían, porque habían morado una vez en él. Esto puede demostrarse, además, con un cálculo astronómico de un orientalista, que había manifestado con respecto del Monte Ashburj, a cuyo pie se pone el sol, que era donde ocurrió la guerra entre los Devatâs y los Daityas. A este respecto dice: “Consideraremos, pues, la latitud y longitud de la perdida isla y del Monte Ashburj que ha quedado. Fue en el séptimo grado el mundo, esto es, en el séptimo clima, el cual está entre la latitud de 24 a 28 grados Norte. Esta isla, hija del Océano, se ha descrito muchas veces como estando al Oeste; y al sol se le presenta como poniéndose al pie de su montaña (Ashburj, Atlas, Tenerife o Nilâ), y luchando con el Demonio Blanco de la Isla Blanca”.  Ahora bien; si consideramos esta declaración desde su aspecto astronómico, teniendo en cuenta que Krishna es el Sol encarnado (Vishnu), un Dios solar. Y como se dice que mató el Div-sefid, el Demonio Blanco, una posible personificación de los antiguos habitantes del pie del Atlas, aunque puede que sólo sea una representación de los rayos verticales del Sol. Por otra parte, estos habitantes, los Atlantes, son acusados por Diodoro de maldecir diariamente al Sol y de luchar siempre contra su influencia. Esto es, sin embargo, una interpretación astronómica. Shankhâsura y Shanka-dvipa, y toda su historia, es también geográfica y etnológicamente la Atlántida de Platón bajo el prisma  indo. Se ha observado que, puesto que en los relatos Puránicos la isla  existe todavía , estos relatos tienen que tener más de los 11.000 años que han transcurrido desde que desapareció Shanka-dvipa, o la Poseidonis de la Atlántida. Pero puede ser que los indos conocieran esta isla aún antes. El antes mencionado orientalista dice que: “En el tiempo en que el “coluro” tropical del verano pasaba por las Pléyades, cuando Cor Leonis se hallaba sobre el ecuador, y cuando Leo estaba vertical a Ceilán al ponerse el sol, entonces Tauro estaría vertical a la isla de la Atlántida al mediodía“.  En astronomía se llama coluro a cada uno de los dos meridianos principales de la esfera celeste, uno de los cuales pasa a través de los polos celestes y los puntos del equinoccio (coluro equinoccial), y el otro pasa a través de los polos celestes y los puntos del solsticio (coluro solsticial).
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Esto quizás explique por qué los cingaleses, grupo étnico mayoritario de Sri Lanka, herederos de los Râkshasas y los Gigantes de Sri Lanka y descendientes directos de Sinha, o Leo, estuvieron relacionados con Shaka-dvipa o Poseidonis, la Atlántida de Platón. Sólo que, como indica  la Sphinxiad, de Mackey, o La Astronomía Mitológica de los Antiguos, esto tiene que haber ocurrido hace unos 23.000 años, en cuyo tiempo la oblicuidad de la eclíptica tuvo que haber sido de más de 27 grados, y por consiguiente, Tauro debe de haber pasado sobre la Atlántida o Shanka-dvipa. La eclíptica es la línea curva por donde «transcurre» el Sol alrededor de la Tierra , en su «movimiento aparente» visto desde la Tierra. Está formada por la intersección del plano de la órbita terrestre con la esfera celeste. Es la línea recorrida por el Sol a lo largo de un año respecto del «fondo inmóvil» de las estrellas. Su nombre proviene del latín ecliptĭca (linĕa), y este del griego ekleiptiké, relativo a los eclipses. Los antiguos llamaron eclíptica a la línea del cielo en la que se producían los eclipses, que coincide con la línea del aparente recorrido anual del Sol a través de las constelaciones del zodíaco. La cosmología de la Antigüedad describía el movimiento del Sol animado de dos movimientos, uno diario de Este a Oeste y otro retrógado, de 1 grado diario hacia el Este, cuya proyección sobre la esfera celeste denominaron eclíptica. El plano de la eclíptica está inclinado respecto del plano del ecuador. La oblicuidad de la eclíptica fue medida por el astrónomo griego Eratóstenes en el siglo III a. C., dándole un valor de 23° 51’ 19″, aunque algunos historiadores sugieren que el cálculo de éste fue de 24°, debiéndose el dato a posteriores observaciones de Claudio Ptolomeo.  Plano de la eclíptica se denomina al plano medio de la órbita de la Tierra alrededor del Sol. Contiene a la órbita de la Tierra alrededor del Sol y, en consecuencia, también al recorrido anual aparente del Sol observado desde la Tierra. Este plano se encuentra actualmente inclinado unos 23° 27′ con respecto al plano del ecuador terrestre. La eclíptica se interseca con el ecuador celeste en dos puntos opuestos denominados equinoccios. Cuando el sol aparece por los equinoccios, la duración del día y de la noche es aproximadamente la misma en toda la Tierra (12 horas). El punto de la eclíptica más al norte respecto del ecuador celeste se denomina solsticio de verano en el hemisferio norte y solsticio de invierno en el hemisferio sur; y el punto más al sur recibe las denominaciones opuestas. Es precisamente la falta de perpendicularidad entre el eje de rotación propio de la Tierra y el plano de la eclíptica la responsable de las estaciones.

Según los Comentarios de Blavatsky, el filósofo neoplatónico griego Proclo dijo lo siguiente: “El toro sagrado Nandi fue traído de Bhârata a Shankha para encontrarse con Rishabha (Tauro) en cada Kalpa. Pero cuando los de la Isla Blanca (descendientes originalmente de Shveta-dvipa), que se habían mezclado con los Daityas (Gigantes) de la tierra de iniquidad, se hubieron vuelto negros por el pecado, entonces Nandi permaneció por siempre en la Isla Blanca (o Shveta-dvipa). Los del Cuarto Mundo (raza) perdieron Asburj, o Azburj, ya sea o no el pico de Tenerife,  que era un volcán cuando principió la sumersión de la Atala Occidental, o Infierno, y los que se salvaron refirieron lo sucedido a sus hijos. La Atlántida de Platón pereció entre el agua por debajo y el fuego por encima, pues la gran montaña no cesó de vomitar llamas. El Monstruo vomitador de fuego fue el único que sobrevivió de entre las ruinas de la desgraciada isla”.  “La famosa Atlántida  ya no existe, pero casi ni se puede dudar de que existiera”. El historiador griego Marcelo, que escribió una historia sobre los asuntos etíopes, dice que “tal gran isla existió una vez, y esto lo prueban los que escribieron historias acerca del mar externo. Pues ellos cuentan que en este tiempo había siete islas en el Mar Atlántico, consagradas a Proserpina, diosa hija de Ceres y Júpiter. Y, además de éstas, tres islas de inmensa magnitud consagradas a Plutón, Júpiter y Neptuno. Por otro lado, los habitantes de la última isla de Poseidonis conservaban la memoria de las prodigiosas dimensiones de la primitiva Atlántida, según lo habían referido sus antepasados, así como que la Atlántida dominó durante mucho tiempo todas las islas del océano Atlántico. Desde esta  isla puede pasase a otras grandes islas más allá, las cuales no están lejos de la tierra firme, cerca de la cual está el verdadero mar”.  Estos siete Dvipas, traducidos erróneamente por islas, constituyen, según Marcelo, el núcleo de la famosa gran Atlántida. La Atlántida fue destruida después de una violenta tormenta. Según los Purânas,  a consecuencia de esta espantosa convulsión de la naturaleza, desaparecieron seis de los Dvipas. Hermón, el monte de la tierra de Mizpeth, que significa “anatema” o “destrucción”, es lo mismo que Monte Armón. El monte Hermón es una montaña que se encuentra situada en la Cordillera del Antilíbano. Esta cumbre hace actualmente de frontera entre Israel, Líbano y Siria. La montaña se yergue hasta los 2.814 sobre el nivel del mar. La ladera noroeste de la montaña pertenece al Líbano, la oriental a Siria y las laderas sudoeste y meridional, unos 100 kilómetros cuadrados, se encuentran bajo control de Israel como resultado de su victoria durante la Guerra de los Seis Días en 1967. Este sector de la montaña, así como las Alturas del Golán, todo ello fue originalmente territorio sirio, pero fue anexionado al Distrito Norte por Israel en 1981. En Israel es llamado “Los ojos de la Nación” debido a su altitud, siendo el principal Sistema Estratégico de Alerta Temprana israelí y el pico más alto de Israel. El Monte Hermón es famoso por su impresionante belleza, que ha sido fuente de inspiración de la mayoría de los poetas árabes y hebreos. En sus laderas se encuentran restos de antiguos templos, uno de ellos probablemente dedicado a la deidad semítica Baal, dios fenicio y asirio, y varios que contienen inscripciones en griego.
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Según el historiador judío Flavio Josefo, en su tiempo se descubrían diariamente en el Monte Hermón enormes huesos de gigantes. Pero era la tierra de Balaam, el profeta a quien el “Señor amaba”. Balaam, nombre de un personaje bíblico, profeta de la región de Mesopotamia. La Biblia lo referencia como hijo de Beor, en Petor. La Historia de Balaam aparece en el libro de los Números. Luego que el pueblo israelitas sale de Egipto, Balaam fue consultado por el rey de Moab, Balac, pues estaba temeroso de que su suerte fuera la misma que los otros reyes, Og, rey de Basán, y Sehón, rey de los amorreos, quienes murieron en manos de los de Israel. De acuerdo al relato Bíblico, Balaam consulta a Jehová para ver si puede maldecir a Israel por pedido de Balac; pero Dios le indica que los bendiga y hace que un ángel se le aparezca a Balaam y le impida ir al encuentro del rey. Balaam insiste en ir ya que el ofrecimiento de Balac le desata su codicia. Luego Dios le dice en sueños que si lo desea vaya, pero que diga las palabras que Él le diga. Sus palabras son favorables a los israelitas en tres ocasiones y provocan la ira de Balac. En una de sus profecías simboliza el advenimiento de un Mesías como una estrella que saldrá de los lomos de Jacob. Sin embargo, serán los hebreos quienes maten a Balaam por aconsejar a los moabitas que los conviertan a sus dioses falsos. En el arte paleocristiano, una de las interpretaciones del fresco de las Catacumbas de Priscila, donde aparece la Virgen con el Niño en su regazo y una figura humana bien vestida que apunta a una estrella, es que se trate del profeta Balaam tomando en cuenta el texto que habla de la estrella que saldrá de la estirpe de Jacob. Este personaje bíblico ha adquirido cierta fama dado que por obra divina, a él le habló su burra, cuando la castigó injustamente tres veces. Y tan mezclados están los hechos y personajes, que cuando el  Zohar explica que “las aves” que inspiraron a Balaam significan “Serpientes”, esto es, los Hombres Sabios y adeptos en cuya Escuela había aprendido los misterios de la profecía, aprovechan de nuevo la ocasión para mostrar al Monte Hermón, habitado por los “dragones alados del Mal, cuyo jefe es Samael”, el Satán judío. Según dice Herbert Spencer:  “A estos espíritus impuros encadenados en el Monte Hermón del Desierto fue enviado el chivo de Israel, el cual tomó el nombre de uno de ellos“.  Pero el Zohar tiene la explicación siguiente acerca de la práctica de la magia, que es llamada en hebreo Nehhaschim o las “Obras de las Serpientes”:  “Es llamada Nehhaschim, porque los magos, o kabalistas prácticos, trabajan rodeados por la luz de la Serpiente Primordial , que perciben en el cielo como una zona luminosa compuesta de miríadas de pequeñas estrellas“. Esto significa la Luz Astral, llamada  así por el mago y ocultista francés Eliphas Lévi, por los Martinistas, orden creada en 1890 por Papus y Augustin Chaboseau, y por los Ocultistas modernos.

La Doctrina Secreta explica que los  Brâhmanas y Purânas, el  Vendîdâd, que es un capítulo del Zend Avesta,  y otras escrituras mazdeístas, así como las escrituras egipcias, griegas, romanas y los anales sagrados judíos, todas tienen el mismo origen. Todas son alegorías que encierran, bajo un velo, las grandes verdades reunidas en el mismo campo de la tradición prehistórica. La falta de espacio nos impide entrar, en estos volúmenes, en más minuciosos detalles acerca de las cuatro Razas que han precedido a la nuestra. Se ha mostrado con el testimonio del mundo antiguo, que las enseñanzas esotéricas demuestran que los Gigantes “legendarios”, los Continentes perdidos, así como la evolución de las razas precedentes, son hechos verídicos. Uno de los dogmas teológicos habla de la maldición que sufrió la Humanidad a partir de la supuesta desobediencia de Adán y Eva en el jardín del Edén. Pero todo parece indicar que los poderes creadores del hombre fueron un don divino y no consecuencia del pecado. Esto se ve claramente en la aparente conducta contradictoria de Jehovah, que maldice primero a Adán y Eva, representantes de la Humanidad, por el supuesto pecado cometido, y luego  bendice a su “pueblo escogido” diciendo: “Creced  multiplicaos, y llenad la tierra”. La Maldición no fue atraída sobre la Humanidad por la cuarta raza, pues la tercera raza, los antediluvianos aun más gigantescos, habían perecido del mismo modo. Por tanto, se supone que el Diluvio no fue un castigo, sino simplemente resultado de una serie  de catástrofes naturales que se producían periódicamente. El tercer capítulo del  Génesis se refiere al Adán y Eva de la tercera raza que terminaba, y de la cuarta raza que empezaba. Los Agnishvâtta son los salvadores de la Humanidad, estando personificados en Prometeo por los griegos Prometeo es aquel que, cuando Zeus “deseó ardientemente” extinguir toda la raza humana, se atrevió a salvar a la “raza mortal” de la perdición. Pero el “fuego” recibido de Prometeo se ha convertido en la mayor de las maldiciones. Esto es lo que amenaza a la Humanidad como pesado manto. Así surge la responsabilidad del libre albedrío y de las pasiones titánicas que representan a la Humanidad en su aspecto más oscuro. Prometeo era hijo de Jápeto y la oceánide Asia o de la también oceánide Clímene. Era hermano de Atlas, Epimeteo y Menecio, a los que superaba en astucia y engaños. No tenía miedo alguno a los dioses, y ridiculizó a Zeus y a su poca perspicacia. Sin embargo, Esquilo afirmaba en su Prometeo encadenado que era hijo de Gea o Temis. Según una versión minoritaria, el gigante Eurimedonte violó a Hera cuando ésta era una niña y engendró a Prometeo, lo que causó la furia de Zeus.
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Prometeo fue un gran benefactor de la humanidad. Urdió engañar a Zeus al realizar el sacrificio de un gran buey que dividió a continuación en dos partes. En una de ellas puso la piel, la carne y las vísceras, que ocultó en el vientre del buey y en la otra puso los huesos, pero los cubrió de apetitosa grasa. Dejó entonces elegir a Zeus la parte que comerían los dioses. Zeus eligió la capa de grasa y se llenó de cólera cuando vio que en realidad había escogido los huesos. Desde entonces los hombres queman en los sacrificios los huesos para ofrecerlos a los dioses, pero la carne se la comen. Indignado por este engaño, Zeus privó a los hombres del fuego. Prometeo decidió robarlo, así que subió al monte Olimpo y lo cogió del carro de Helios o de la forja de Hefesto, y lo consiguió devolver a los hombres en el tallo de una cañaheja, que arde lentamente y resulta muy apropiado para este fin. De esta forma la Humanidad pudo calentarse. En otras versiones Prometeo robaba las artes de Hefesto y Atenea, se llevaba también el fuego porque sin él no servían para nada, y proporcionaba de esta forma al hombre los medios con los que ganarse la vida. Para vengarse por esta segunda ofensa, Zeus ordenó a Hefesto que hiciese una mujer de arcilla llamada Pandora. Zeus le infundió vida y la envió por medio de Hermes al hermano de Prometeo: Epimeteo, en cuya casa se encontraba la jarra que contenía todas las desgracias, tales como plagas, dolor, pobreza, crimen, etc., con las que Zeus quería castigar a la humanidad. Epimeteo se casó con ella, para aplacar la ira de Zeus por haberla rechazado una primera vez a causa de las advertencias de su hermano, a fin de que no aceptase ningún regalo de los dioses ya que el castigo sería ser encadenado. Pandora terminaría abriendo el ánfora, tal y como Zeus había previsto. Tras vengarse así de la Humanidad, Zeus se vengó también de Prometeo e hizo que lo llevaran al Cáucaso, donde fue encadenado por Hefesto, con la ayuda de Bía y Cratos. Zeus envió un águila, hija de los monstruos Tifón y Equidna, para que se comiera el hígado de Prometeo. Siendo éste inmortal, su hígado volvía a crecerle cada noche, y el águila volvía a comérselo cada día. Este castigo había de durar para siempre, pero Heracles pasó por el lugar de cautiverio de Prometeo, de camino al jardín de las Hespérides, y lo liberó disparando una flecha al águila. Esta vez no le importó a Zeus que Prometeo evitase de nuevo su castigo, al proporcionar la liberación más gloria a Heracles, quien era hijo de Zeus. Prometeo fue así liberado, aunque debía llevar con él un anillo unido a un trozo de la roca a la que fue encadenado. Agradecido, Prometeo reveló a Heracles el modo de obtener las manzanas de las Hespérides.

Sin embargo, en otra versión, Prometeo fue liberado por Hefesto tras revelar a Zeus que, si tenía un hijo con la nereida Tetis, este hijo llegaría a ser más poderoso que su padre. Por ello Zeus evitó tener a Tetis como consorte, y el hijo que tuvo ésta con Peleo fue Aquiles quien, tal y como decía la profecía, llegó a ser más poderoso que su padre. La Biblioteca mitológica recoge una versión según la cual Prometeo fue el creador de los hombres, modelándolos con barro. Esto coincide con las tablillas sumerias que identifican al dios Enki como un equivalente de Prometeo.  Prometeo se ofreció ante Zeus para cambiar su mortalidad por la inmortalidad de Quirón, cuando éste fue herido accidentalmente por Heracles, lo que le produjo una herida incurable. Los cristianos, especialmente los católicos, han tratado de relacionar proféticamente este drama con el advenimiento de Cristo.  Es interesante leer el “Prometeo Encadenado”, atribuido a Esquilo, representado en los teatros de Atenas hace más de 2.400 años. Pero el mito no pertenece realmente a Hesiodo ni a Esquilo; sino que “es más antiguo que los mismos helenos”.  El asunto de la trilogía de Esquilo, de la cual se han perdido dos piezas, explica que el semidiós roba a los dioses (los Elohim) su secreto, que es el misterio del Fuego Creador, posiblemente la capacidad de procrear. Por este atentado sacrílego, Cronos lo derriba y le entrega a Zeus, el Padre y Creador de una humanidad que él hubiera deseado intelectualmente ciega y semejante al animal. Por tanto, Prometeo, el “Dador del Fuego y de la Luz”, es encadenado en el Monte Cáucaso y condenado a la tortura. Pero el destino, o Karma, librará a Prometeo, y la Humanidad que sufre, de su propio don fatal. Su nombre es “Aquel que tiene que venir”. Dionisio-Sabasius era hijo de Zeus y de Deméter. En los Misterios Sabasios se explica queel “Padre de los Dioses”, tomando la forma de una Serpiente, engendró con Deméter a Dionisio, o el Baco Solar. El mito  de Prometeo es verdaderamente una profecía; pero no se refiere a ninguno de los Salvadores cíclicos que han aparecido periódicamente durante la evolución. Se refiere al último de los misterios de las transformaciones cíclicas, en cuya serie la humanidad, habiendo pasado del estado etéreo al físico sólido, desde la procreación espiritual a la fisiológica, marcha ahora hacia esa segunda fase de su estado primitivo en que la  mujer no conocía hombre y la progenie humana  era creada, no engendrada.  Cronos es el “Tiempo”, en su curso cíclico. Devora a sus hijos, incluso a los dioses de los dogmas exotéricos.
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La Serpiente de la Sabiduría, representada en los Misterios Sabasios por el Logos (la Palabra en cuanto meditada, reflexionada o razonada) antropomórfico, creará con el Tiempo (Cronos) una progenie: Dionisio-Baco, el “poderoso”, la raza que le derribará. Prometeo muestra su origen y lugar de su nacimiento en su profecía. Se trata de Isis, que es Eva, la Gran Madre. Tiene que viajar en dirección al Este, después de pasar el Bósforo y cruzar el Volga y Astrakhan,  en el mar Caspio. y luego al Este de la Escitia de Herodoto.  Allí se ordenó que fundase una colonia para ella y sus hijos.  Posteriormente se le dice que tiene que viajar hacia Oriente hasta llegar al río Ethiops, que tendrá que seguir hasta desembocar en el Nilo.  Pero posiblemente se refiriese realmente al río Indo. El historiador griego Arrian de Nicomedia refiere que Alejandro el Grande, al estarse preparando para navegar por el Indo, creyó que había descubierto las fuentes del Nilo. Era como si el Nilo, saliendo de algún lugar de la India, y corriendo a través de tierra desierta, perdiese por esto su nombre de Indo, y fluyese luego por tierras inhabitadas, y fuese entonces llamado Nilo por los etíopes de aquellos lugares, y después por los egipcios. Virgilio, en su Geórgica IV, se hace eco de este posible antiguo error. Tanto Alejandro como Virgilio pueden haberse equivocado considerablemente en sus nociones geográficas; pero con la profecía de Prometeo no ha sucedido lo mismo. En todo caso en su significación esotérica. Cuando se simboliza cierta raza, y se dan los sucesos de su historia de manera  alegórica, no hay que esperar total exactitud en sus relatos geográficos. Sin embargo, sucede efectivamente que el río Ethiops es el Indo, y es también el Nilo o Nilâ. Es el río que nace en una montaña, la  Celeste Kailâsa, la Mansión de los Dioses, a 22.000 pies sobre el nivel del mar. Kailâsa , Kailasha  o  Kailash, es el segundo de los paraísos hindúes en orden progresivo; que se encuentra por encima de la Swarga o cielo, y es la morada de Shiva , la tercera persona de trimurti indio. Se identifica con el Monte Kailash Parbat o Ghang Rimpoche tibetanos, de 6715 metros, la montaña más alta en el Tíbet, situada en la cadena de los Himalayas. Allí es donde los hindúes asumen que Shiva y el dios de la riqueza, Kouvéra, fijan su estancia, y dónde cada uno vive en una ciudad con sus respectivos palacios. La ciudad de Kouvéra se llama Alaka, mientras que la de Shiva se llama Shivapoura.  Para poder ser admitido en el paraíso, uno debe de haber pasado toda su vida en el ejercicio de la penitencia más dura, o haber sufrido la muerte defendiendo alguna causa justa. Sin embargo, parece destinado únicamente para las personas que adoran a Shiva y su lingam, representación simbólica del dios Shivá. La mitología hindú representa Kailâsa como una montaña de oro.  El río Ethiops fue llamado así por los griegos mucho tiempo antes del tiempo de Alejando, porque sus orillas, desde Attock hasta Sind, estaban pobladas por tribus a quienes generalmente se llamaba etíopes orientales. La India y Egipto eran dos naciones hermanas, y los etíopes orientales, los famosos constructores, vinieron de la India, como Blavatsky prueba en su obra Isis sin Velo.
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Alejandro y el poeta romano Virgilio han podido usar el nombre Nilo o Neilos al hablar del  Indo, puesto que es uno de sus nombres. Hasta recientemente, el Indo era llamado Nil, “azul”, y Nilâ, el “río azul”en las regiones alrededor de Kalabagh, ciudad situada en el Distrito de Mianwali en la provincia de Panyab, en Pakistán. Está situado en la rivera occidental del Río Indo. Las aguas son allí de tal color azul oscuro, que este nombre le fue dado desde tiempo inmemorial; y una pequeña ciudad está situada en sus orillas. Aún existe hoy y lleva el mismo nombre. Kalabagh se convirtió en un pequeño estado gobernado por Nawab después del derrumbamiento del Imperio mongol. Sikh conquistó el estado de Kalabagh, pero los Británicos restauraron más adelante el estado de Kalabagh, después de que derrotaran a Sikhs. El Nawab de Kalabagh gobernó el estado de Kalabagh hasta las crisis de Baghochi Mahaz. Es evidente que Arrian de Nicomedia, que escribió mucho tiempo después del tiempo de Alejandro, ignoraba el antiguo nombre del Indo. En la mitología griega, Ío (la “doncella con cuernos de vaca”) es una doncella de Argos, hija de Ínaco, sacerdotisa de Hera que fue amada por Zeus. Otras versiones la hacen hija de Yaso, rey de la ciudad o de Pirén. El dios Zeus se le presentaba en sueños incitándola a que le entregara su cuerpo en el lago de Lerna. Cuando la joven le contó esto a su padre, Ínaco fue a consultar al oráculo, que le aconsejó que la expulsara de su casa o Zeus aniquilaría con su rayo a toda su estirpe. Ínaco obedeció y fingió no saber nada de su hija, pero al poco tiempo se arrepintió y envió a Cirno para que la buscase. Éste llegó hasta Caria, y al no encontrarla se instaló allí por miedo a regresar sin cumplir su misión. Lo mismo ocurrió con Lirco, enviado también por Ínaco y que terminó habitando en Caria y casándose con la hija del rey Cauno. Mientras tanto, Ío se había entregado a Zeus, pero fueron sorprendidos por Hera, que vigilaba a su marido carcomida por los celos. El dios, para salvar a la joven, la convirtió en una ternera blanca. Hera exigió a su esposo que se la entregase y ordenó al gigante de cien ojos Argos Panoptes que la vigilara. Pero Zeus encargó a Hermes que rescatase a su amada. Lo guió transformado en pájaro hasta el árbol donde Argos la tenía atada y Hermes durmió al guardián con su flauta, matándolo con una piedra afilada cuando se cerraron todos sus ojos. En recompensa por sus servicios, Hera puso los ojos de su servidor en la cola del pavo real, su pájaro favorito, y clamó venganza. Ató a los cuernos de la ternera un tábano que la picaba sin cesar y que la obligó a huir corriendo por el mundo sin rumbo fijo. Así, atormentada, atravesó el mar Jónico, que recibió de ella su nombre, recorrió Iliria, Tracia y el Cáucaso, donde encontró a Prometeo encadenado y prosiguió por África, topándose con las Grayas, deidades preolímpicas, ancianas y con cabellos grises, y las gorgonas, despiadados monstruos femeninos a la vez que deidades protectoras procedentes de los conceptos religiosos más antiguos.
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El final del viaje fue Egipto, donde encontró descanso y fue devuelta a la condición de mujer por las caricias de Zeus. De ambos nació Épafo, a orillas del Nilo. Entonces Hera ordenó a los curetes que le trajeran al recién nacido. Habiéndolo conseguido, fueron castigados por Zeus, que los aniquiló por cumplir las crueles órdenes de su esposa. Entonces comenzó la segunda peregrinación de Ío, esta vez en busca de su hijo. Lo encontró por fin en Siria, donde lo amamantaba Astarté o Saosis, la esposa del rey Malcandro de Biblos. Ya con su hijo en brazos, regresó a Egipto, donde se casó con Telégono, que gobernaba entonces esa región. Por esto Épafo llegó a heredar la corona del país del Nilo, siendo, según el mito, el fundador de la ciudad de Menfis y el ancestro común de los libios, los etíopes, y de gran parte de los reinos griegos. También Ío era la ascendiente de la estirpe de los bizantinos, a través de Ceróesa, la hija que tuvo de Zeus en el lugar donde posteriormente se levantaría esta ciudad. Ío construyó una estatua de la diosa Deméter, que en Egipto era llamada Isis. Con el tiempo ella misma recibió ese nombre, y terminó siendo deificada por su amante Zeus. Se le atribuía un gran conocimiento de las hierbas medicinales, incluida la de la inmortalidad. Según relata Heródoto en su obra Historias, los persas sostenían la tradición de que Ío había sido raptada al subir a un barco mercante fenicio cuando, junto a otras mujeres, compraba mercancías. Los griegos, para vengar el rapto de Ío, raptaron a su vez a la princesa Europa, hija del rey de Tiro, y después a Medea, hija del rey de la Cólquide. El último rapto fue el de Helena de Esparta, detonante de la guerra de Troya. Estos raptos míticos eran considerados causa de la enemistad entre griegos y persas. La raza de Io, la “doncella con cuernos de vaca”, es, pues, sencillamente la raza avanzada primitiva de los etíopes, traída por ella del Indo al Nilo, el cual recibió su nombre en memoria del río madre de los colonos de la India. Por tanto, Prometeo dice a Io que el Neilos sagrado, el dios, no el río, la guiará “a la tierra  de tres ángulos”, a saber, el Delta del Nilo, en donde se ordenó previamente a sus hijos que fundasen “aquella remota colonia”. Allí es donde se inicia una nueva raza, los egipcios, y una “raza femenina”, que es la “quinta en descendencia” del oscuro Épafo. Argos es Arghyavarsha, la Tierra de las Libaciones y de los antiguos Hierofantes, de donde saldrá el Libertador de la Humanidad, nombre que se convirtió después en el de su vecina, la India, la Aryâvarta de antaño. Varios escritores antiguos, entre ellos Cicerón y Clemente de Alejandría, han dicho que este tema formaba parte de los Misterios Sabasianos. Estos últimos escritores son los únicos que atribuyen a su verdadera causa el hecho de haber sido Esquilo acusado por los atenienses de sacrilegio y condenado a morir apedreado. Dicen ellos que Esquilo, no estando iniciado, había profanado los Misterios exponiéndolos en sus Trilogías en un escenario público.

Pero hubiera incurrido en la misma pena si hubiese sido iniciado; lo cual es lo que debe haber sucedido, porque de otro modo hubiera tenido, como Sócrates, un Demonio que le revelase el Drama alegórico, sagrado y secreto, de la Iniciación. En todo caso, el “padre de la tragedia griega” no fue quien inventó la profecía de Prometeo; pues lo que él hizo sólo fue repetir en forma dramática lo que era revelado por los sacerdotes durante los Misterios Sabasios. Estos últimos eran una de las festividades sagradas  más antiguas, cuyo origen es hasta hoy día desconocido por la historia. Los mitólogos lo relacionan, por medio de Mithra, el Sol, llamado también Sabasio en algunos antiguos monumentos, con  Júpiter y Baco. Sin embargo, no fue nunca propiedad de los griegos, sino que data de tiempo inmemorial. Es curioso que Esquilo se hiciese culpable de semejante discrepancia entre el carácter de Zeus, tal como se le presenta en el “Prometeo Encadenado”, y el que se describe en los demás dramas. Entre Zeus, la Deidad del pensamiento griego, y el Zeus Olímpico, había un abismo. Este último no representaba en los Misterios más principio que el aspecto inferior de la inteligencia física humana. Siempre que a Zeus se le representa cediendo a sus pasiones inferiores, es el Dios  celoso , vengativo y cruel, en su egoísmo. Por ello a Zeus se le represente como una Serpiente, el tentador intelectual del hombre, que, sin embargo, engendra en el curso de la evolución cíclica al “Salvador-Hombre”, al Baco Solar o Dionisio. Dionisio es uno con Osiris, con Krishna, con Buddha, y con el décimo Avatâra futuro, el Christos Espiritual que libertará a la Humanidad, o Prometeo. Esto, según dicen las leyendas brahmánicas y buddhistas, que repiten las enseñanzas de Zoroastro, sucederá al final del Kali Yuga. Sólo después de la aparición del Kalki Avatâra, o Sosiosh, nacerá el hombre de la mujer sin pecado. En las tradiciones hindúes Kalki es la décima y última encarnación (avatara) del dios Vishnú, de acuerdo con Garuda puraṇá, y la vigesimosegunda según el Bhāgavata puraṇá. Según el Bhagavata puraná, Kalki vendrá al final de kali iugá — la era del demonio Kali, que no se debe confundir con la diosa Kalí — montado en un caballo blanco, blandiendo una espada para matar a toda la humanidad, que estará completamente degradada, e iniciar una nueva satiá iugála era de la verdad — con los sabios que se han conservado puros en los Himalayas. Entonces Brahmâ, la deidad hindú, Zeus, Jehovah, y todas las deidades del Panteón universal, se desvanecerán en el aire. Hay una Ley Eterna en la Naturaleza que tiende siempre a producir una armonía final. Debido a esta Ley, el desarrollo espiritual se sobrepondrá al físico y puramente intelectual, por lo que la humanidad se verá libre de sus falsos dioses, y se verá, finalmente, redimida por sí misma.
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En su revelación final, el antiguo mito de Prometeo radica en el origen mismo del  mal físico, porque está en el umbral de la vida física humana. Cronos es el “Tiempo”, cuya primera ley es que el orden de las fases sucesivas en el proceso de evolución durante el desarrollo cíclico, se conserve estrictamente. No estaba en el programa del desarrollo natural, que el hombre se convirtiera intelectual, espiritual y psíquicamente, en el semidiós que es en la Tierra, mientras que su constitución física permanece más débil, más impotente y efímera que la de casi todos los mamíferos de gran tamaño. El contraste es demasiado violento y el tabernáculo demasiado indigno del dios que en él mora. Así, el don de Prometeo se convirtió en una maldición. En esto se hallan fundados su pecado y su redención. Pues la Hueste Celestial que encarnó en una parte de la humanidad, prefirió el libre albedrío a la esclavitud. Sabiendo que semejante encarnación no estaba en el programa de la Naturaleza, la Hueste Celestial, representada por Prometeo, se sacrificó para beneficiar con ello a una parte, al menos, de la Humanidad.  Pero al paso que salvaba al hombre de la oscuridad mental, le infligió las torturas de la propia conciencia de su responsabilidad, resultado de su libre albedrío, además de todos los males de que es heredero el hombre. Esta tortura la aceptó Prometeo para sí, puesto que la Hueste Celestial se mezcló desde entonces con el tabernáculo preparado para ella, el cual era aún imperfecto en aquel período de formación.  Siendo incapaz la evolución espiritual de marchar a la par que la física, el don se convirtió por ello en la causa principal, si no en el único origen, del Mal. Altamente filosófica es la alegoría que muestra a Cronos maldiciendo a Zeus por destronarle durante la Edad de Oro primitiva, cuando todos los hombres eran semidioses, así como por crear una raza física de hombres relativamente débiles. Y, después, entregando a la venganza de Zeus al culpable de despojar a los dioses de su prerrogativa de crear, elevando con ello al hombre a su nivel, intelectual y espiritualmente. Este drama de la lucha de Prometeo con el Zeus sensual, déspota y tirano del Olimpo, lo vemos representado diariamente en nuestra presente humanidad. Las pasiones inferiores encadenan las aspiraciones superiores a la roca de la materia, para generar muchas veces el dolor, el pesar y el arrepentimiento. En todos estos casos se vuelve a ver de nuevo un dios encadenado, presa de la angustia. El moderno Prometeo se ha convertido ahora en “el que ve sólo después del suceso”. El hombre volverá a ser el Titán  libre de antaño; pero no antes de que la evolución cíclica haya vuelto a establecer la interrumpida armonía entre las dos naturalezas, la terrestre y la divina; después de lo cual se hará impenetrable a las Fuerzas Titánicas inferiores, invulnerable en su personalidad e inmortal en su individualidad. Pero esto no sucederá sino cuando haya eliminado de su naturaleza todo elemento animal.

Fuentes:
  • H.P. Blavatsky – La Doctrina Secreta
  • H.P. Blavatsky – ISIS sin velo
  • Louis Charpentier – Los Gigantes Y El Misterio De Los Orígenes

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