Dr. Dispenza, básicamente ha venido a enseñarnos que nuestra
mente crea la realidad y a romper el hábito de ser nosotros mismos. Eso
suena a desafío. ¿Qué es para usted la realidad?
La realidad es nuestra vida y cómo elegimos vivir nuestro mundo
exterior. Existe un equilibrio muy delicado entre lo que permites que
entre en ti y lo que ocurre fuera de ti.
¿Cómo creamos, entonces, esa realidad?
En el viejo modelo de la realidad esperamos a que algo suceda y después de que lo haga lo celebramos, damos las gracias.
Por ejemplo, cuando llega dinero, bienestar, cuando nuestro dolor
desaparece, nos damos cuenta que al cambiar el exterior cambia nuestro
estado interno.
Después de sentirnos bien por dentro es cuando prestamos atención a lo
que ha producido el cambio, el modelo causa-efecto que nos indica que si
cambiamos lo que sentimos, si cambiamos el modelo de nuestro
pensamiento, considerando que los pensamientos son el lenguaje del
cerebro y los sentimientos y emociones el lenguaje del cuerpo, entonces
realizando cambios en nuestro pensamiento y en nuestros
sentimientos,causaremos un efecto.
Si comenzamos a dar las gracias antes de que sucedan las experiencias y
enseñamos al cuerpo a través de las emociones a probar ese cambio, lo
lógico es que si observamos nuestra vida desde el nivel de nuestra mente
habitual, todo va a seguir igual, pero si cambiamos el estado del ser,
eso va a generar que observemos un nuevo producto y descubriremos
pruebas de ese suceso en nuestra vida, nadie está excluido de poder
experimentarlo.
Cuando hacemos coincidir una intención clara con una emoción elevada,
las investigaciones indican que la materia se ve afectada por ello, para
poder conseguirlo hay que estar por encima de nuestra vida, estar por
encima de los hábitos, de las adicciones de nuestro cuerpo y estar por
encima del tiempo, en otras palabras, para poder cambiar nuestra vida es
necesario olvidarse de ella, de los problemas, del pasado, de las
preocupaciones por el futuro, de nuestro cuerpo. Debemos trascender al
cuerpo, al entorno y al tiempo; eso es necesario para tener dominio
sobre ellos, indicarle a la maquinaria biológica, neurológica que lo
haga.
¿Cómo se realiza ese reset, ese borrado de información para dejar que se instale una nueva?
Es la pregunta. Estamos en el momento histórico en el que pasamos del “¿qué es?” al “¿cómo se hace?”.
El cómo es comenzar por ser consciente de nuestro “viejo ser” para poder
cambiar el 95% de lo que somos, generalmente, cuando llegamos a los 35
años se produce un juego con los recuerdos almacenados, hábitos,
adicciones, reacciones emocionales, creencias y percepciones que
funcionan como un programa instalado en nuestro sistema por debajo de
nuestra capacidad, utilizamos ese programa para vestirnos, para
conducir, para quejarnos, para sentirnos culpables, para sentir que no
valemos nada y se acaba convirtiendo en algo automático, inconsciente,
que nos hace creer que eso es lo que somos.
Debemos comenzar por sentirnos conscientes de los pensamientos
inconscientes para darnos cuenta de nuestro comportamiento automático,
ser conscientes de las emociones memorizadas que nos atan al pasado,
pues nuestra personalidad es la que crea nuestra realidad.
Si nos levantamos todos los días pensando lo mismo, de la misma manera,
esos pensamientos nos llevarán a tener las mismas elecciones, y esas
elecciones a tener la misma conducta, la misma conducta creará las
mismas experiencias y estas experiencias las mismas emociones, que
volverán a disparar los mismos pensamientos y es a eso a lo que
denominamos personalidad.
Ese mismo proceso sucede a nivel biológico, en nuestros circuitos neuronales, en nuestra química, en nuestros genes.
¿Dónde se sitúa esa consciencia y cómo la podemos modificar?
La consciencia es darse cuenta y darse cuenta es prestar atención,
dependiendo de dónde pongamos nuestra atención pondremos nuestra
energía.
Hay una cosa que nos hace únicos como seres humanos y son los lóbulos
frontales de nuestros cerebros, constituyen el 40% de nuestra masa
cerebral, es el asiento de la consciencia, es lo que permite que nos
autorreflejemos.
Podemos modificar nuestros pensamientos y mejorar nuestro trabajo a
través de nuestra vida. La neurociencia indica que la situación probable
de la consciencia es en estos lóbulos frontales, pero hay un misterio,
también, la neurociencia, en sus últimas investigaciones ha descubierto
que podemos modificar nuestro cerebro, podemos modificar físicamente
nuestros circuitos neuronales, reorganizarlos, simplemente a través de
nuestro pensamiento.
Una acción seria imaginarnos en un nuevo escenario, especular con nuevas
posibilidades, reflexionar sobre otro tipo de cuestiones, distintas de
las habituales, los lóbulos frontales se activan y comienzan a
seleccionar nuevos circuitos con los que creamos un nuevo nivel y
hacemos que células nerviosas que comienzan a funcionar de forma similar
lo comiencen a hacer juntas y se conecten entre ellas.
Si conseguimos cambios físicos en nuestros cerebros, ¿quién es el autor
de esos cambios? El cerebro no puede cambiarse a sí mismo, es un órgano
más. La neurociencia nos dice que la mente no puede cambiar el cerebro,
la mente es el cerebro en funcionamiento, entonces ¿quién hace los
cambios en el cerebro y en la mente?: la respuesta es la consciencia.
La consciencia es el aspecto inmaterial que tenemos y usa al cerebro y
al propio organismo para generar distintos niveles mentales, y sólo
cuando somos auténticamente conscientes, es cuando podemos comenzar el
cambio.
¿Qué pautas nos daría para comenzar ese cambio, para cambiar nuestra realidad?
La parte más complicada del cambio es comenzar por no tomar las mismas decisiones que tomamos ayer.
Debemos distinguir entre el “viejo yo” y el “nuevo yo”, eso requiere atreverse a cruzar el río del cambio.
Una vez que dejamos de tomar las mismas decisiones, ocurre que, se
detiene todo y dejamos de sentirnos como antes, esa es la señal de que
hemos entrado en el río.
Hay personas que, al comenzar a experimentarlo, se sienten incómodas y
vuelven a tomar las mismas decisiones que les llevaron a las mismas
conductas, a las mismas experiencias, a las mismas emociones, que
reafirman su identidad y no llegan a cruzar.
Cruzar ese río es la auténtica transformación, debemos entender que, en
esa zona desconocida, tenemos todas las opciones para predecir el futuro
siendo autores de nuestro cambio.
¿Cómo superamos el miedo al cambio, el miedo a lo desconocido?
Tenemos muchas opciones en nuestro cableado cerebral para estar preparados y superar el miedo.
En esta sociedad, ya se ocupan de prepararnos para lo peor y nos sitúan
en un estado de alarma, este estado de alarma/miedo genera una serie de
sustancias químicas que, al circular por el organismo, crean
desequilibrios.
Nosotros, si queremos cambiar, no debemos permitir que nuestro organismo
se desequilibre. Esas sustancias químicas generadas por un estado de
miedo real o imaginario, hace creer al cuerpo que está inmerso en esa
situación futura, esperada y se distancia del presente y es ahí dónde
radica el verdadero problema.
Esas sustancias químicas generadas por el miedo hacen que aumentemos
nuestra energía y nos convierte en adictos a esa situación, a esas
emociones con el único fin de reafirmar la realidad de lo que creemos y
somos.
Nuestro objetivo habitual es predecir el futuro en base a las
experiencias pasadas, esa situación puede llegar a originar patologías
mentales que ni siquiera existían, debemos dejar de condicionar al
organismo y permitirnos vivir en el presente, ahí estaría parte del
cambio.
Agradecimiento a Ricardo Galarza y Pedro Espadas.
RUH
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