Muchas veces nos ponemos máscaras para escondernos, defendernos o protegernos de algo o de alguien. Eso es lo que creemos...
Lo hacemos de manera inconsciente, como si desplegáramos un escudo protector alrededor nuestro.
En realidad de quien nos escondemos y protegemos es de nosotros
mismos, es otra forma de no terminar de aceptar que, todo aquello que no
deseamos, podemos cambiarlo pero siempre, a través de nosotros.
Representar un personaje, no siempre es un juego divertido y no ser auténtico, tiene muchos contratiempos.
¿Eres consciente de cuándo te pones una máscara, cuándo eres auténtico o cuándo interpretas un personaje?
Los inconvenientes de las máscaras:
“Cada vez que me pongo una máscara para ocultar mi realidad,
fingiendo ser quien no soy, con la intención de atraer a las personas,
descubro que sólo atraigo a otros enmascarados".
"Uso algunas máscaras para evitar que la
gente vea mis debilidades y
luego
descubro que, al mostrarme tal como soy, no me reconocen y
ésto,
me debilita aún más”.
"Uso máscaras para conservar mis amistades,
con el tiempo descubro que si pierdo un amigo por ser auténtico,
realmente no era mi amigo, era amigo de mi máscara".
"Me escondo detrás de
una máscara para evitar conflictos,
luego descubro que aquello que más conflictos crea a las personas, son
las máscaras".
-Gilbert Brenson-
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