Abrid los ojos hacia vosotros mismos y mirad en el infinito del espacio y el tiempo. Oireis que alli vuelven a resonar el canto de los astros, la voz de los numeros y la armonia de las esferas. Cada sol es un pensamiento de dios y cada planeta una forma de ese pensamiento, y es para conocer el pensamiento divino que vosotras almas descendereis y remontareis penosamente el camino de los siete planetas y de los siete cielos suyos. HERMES TRISMEGISTO


Lo que la oruga ve como el final de la vida, el maestro lo llama una mariposa. RICHARD BACH

DEDICATORIA

Allí, donde habitan las mariposas, lo hacen tambien las hadas y los angeles, la verdad y la ilusion, la alegria, el amor, la dulzura y la fantasia; los mas bellos sueños y la esperanza.

Es el lugar donde los rios son de miel y las montañas de plata y diamantes; donde los seres alados bailan moviendose al ritmo de la musica de George Harrison y el aroma del Padmini; donde puedo descansar en grandes almohadones de plumas tejidos con hilos de seda y oro. Es mi refugio, y el de muchos que sueñan encontrarlo, sin saber aún que son mariposas.

Este blog esta dedicado a todos ellos y ojala puedan disfrutarlo como parte de su camino hacia el lugar donde habitaron o habitaran algun dia


Parameshwary
Enero 2009


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los cuatro acuerdos de la sabiduria Maya

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Secretos Parameshwary

sábado, 5 de abril de 2014

Parte 3 ¿Existen evidencias de una misteriosa conexión extraterrestre?


Sin embargo, las partes más profundas del océano todavía podrían reservarnos sorpresas considerables.
Es posible que las planicies abisales y los cañones y hendiduras contiguas contengan una fauna inesperada.
En el Océano Indico se descubrió en 1938 que el supuestamente extinguido coleocanto, un pez prehistórico, dotado de extremidades residuales, aún existía. Se trata de un pescado azul, de cuatro miembros, que era muy abundante hace alrededor de sesenta millones de años.
Existen descripciones detalladas, provenientes de observadores dignos de confianza, sobre una “serpiente marina“, en que se explican las características de ciertas criaturas marinas que tienen una estructura muy parecida a la del monosaurio del Plioceno, o del ictiosaurio, y que aparentemente viven todavía en las profundidades abisales. El monstruo de Loch Ness, al que se le llama cariñosamente “Nessie” y que ha sido fotografiado varias veces, aunque en forma borrosa, podría ser una versión menor de estos gigantescos “peces lagartos“, que es como se traduce su nombre griego, Ichthyosaurus.
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El oceanógrafo danés Antón Bruun observó en una ocasión un renacuajo de casi dos metros de largo, similar a una anguila, que había sido pescado por un barco de arrastre y que se hallaba en estado larval. Si hubiese llegado a su edad adulta, creciendo proporcionalmente, habría llegado a medir 22 metros de largo. Aunque no se ha recogido ningún ejemplar de calamar gigante, hay diversos indicios de que podrían ser tan grandes como algunas de las legendarias “serpientes marinas“, e incluso de que podrían ser las propias serpientes de mar vistas por tantos observadores. Se puede calcular el tamaño de estos calamares gigantes por medio de los restos de esqueletos que se encuentran ocasionalmente y también gracias a las marcas en forma de disco encontradas en los lomos de algunas ballenas. Los tentáculos de los calamares succionan el pigmento de la piel de las ballenas y dejan la huella que sugiere titánicas batallas en las profundidades.
A este respecto podemos mencionar que el kraken es una criatura marina de la mitología escandinava y finlandesa descrita comúnmente como un tipo de pulpo o calamar gigante que, emergiendo de las profundidades, atacaba barcos y devoraba a los marinos. La leyenda puede realmente haberse originado de avistamientos de calamares gigantes reales que se estima tendrían de 13 a 15 metros de largo, incluyendo los tentáculos. Aunque el nombre kraken nunca aparece en las sagas noruegas, hay monstruos marinos similares, el hafgufa y lyngbakr, ambos descritos en la saga Örvar-Oddr y en los textos noruegos de 1250, Konungs skuggsjá. Carolus Linnaeus incluyó al kraken como cefalópodo con el nombre científico de Microcosmus en la primera edición de su Systema Naturae (1735), una clasificación taxonómica de organismos vivos, pero excluyó al animal en ediciones posteriores. El kraken también es extensivamente descrito por Erik Pontoppidan, obispo de Bergen, en su Historia Natural de Noruega (1752). Cuentos antiguos, incluyendo los de Pontoppidan, describen al kraken como un animal “del tamaño de una isla flotante“. Se decía que el dorso de un kraken adulto tenía una longitud de 2,4 kilómetros, cuyo verdadero peligro para los marineros no era la criatura misma, sino el remolino que creaba después de sumergirse rápidamente en el océano. Quizás fuese algún extraño tipo de nave, tal vez extraterrestre. Pontoppidan también describe el potencial destructivo de la gran bestia: “Se dice que si se aferra al mayor buque de guerra, podría tirar de él hasta el fondo del océano” (Sjögren, 1980). El kraken fue siempre distinto de las serpientes marinas, también comunes en la tradición escandinava.

Desde fines del siglo XVIII, el kraken se ha representado en varias formas, principalmente como grandes criaturas similares a pulpos, y a menudo se ha afirmado que el kraken de Pontoppidan podría haberse basado en observaciones de calamares gigantes por parte de algunos marineros.
En las primeras descripciones, sin embargo, las criaturas eran más similares a cangrejos parecidos a pulpos y, en general, poseen rasgos que se asocian con las grandes ballenas en lugar de con los calamares gigantes.
Algunos rasgos del kraken se asemejan a las actividades volcánicas submarinas que ocurren en la región de Islandia, incluida el agua burbujeante, las corrientes peligrosas y la aparición de nuevos islotes.
En 1802, el francés Pierre Dénys de Montfort reconoce la existencia de dos tipos de pulpos gigantes en Histoire Naturelle Générale et Particulière des Mollusques, una descripción enciclopédica de moluscos. Montfort afirma que el primer tipo, el pulpo kraken, ha sido descrito por los marineros noruegos y balleneros de América, así como antiguos escritores como Plinio el Viejo.
Sobre la segunda categoría más grande, el pulpo colosal, se informó acerca de un ataque a un buque velero de Saint-Malo, frente a las costas de Angola. Montfort luego se atrevió a hacer más afirmaciones. Él propuso que diez barcos de guerra británicos, incluyendo el navío de línea Ville de Paris, que misteriosamente desaparecieron una noche en 1782 debieron ser atacados y hundidos por pulpos gigantes. Desafortunadamente para Montfort, los británicos fueron hundidos por un huracán cerca de la costa de la isla de Terranova, tal y como se supo a través del relato de los supervivientes del Ville de Paris.
La carrera de Pierre Dénys de Montfort nunca se recobró y murió hambriento y pobre en París alrededor de 1820. En defensa de Pierre Dénys de Montfort, cabe señalar que muchas de sus fuentes, para el “pulpo kraken” probablemente describen al verdadero calamar gigante, cuya existencia se probó en 1857. En 1830, posiblemente influido por el trabajo de Pierre Denys de Montfort, Alfred Tennyson publicó su popular poema El kraken, que difundió la idea del kraken. El poema, en sus tres últimas líneas, también tiene similitudes con la leyenda del Leviatán, un monstruo marino, que subiría a la superficie en el final de los días. Leviatán es una bestia marina del Antiguo Testamento, a menudo asociada con Satanás, creada por Dios. El término Leviatán ha sido reutilizado en numerosas ocasiones como sinónimo hoy en día de gran monstruo o criatura.
La descripción de Tennyson aparentemente influyó en Julio Verne que imaginó al famoso calamar gigante en su obra Veinte mil leguas de viaje submarino, en 1870. Verne también hace numerosas referencias al Kraken y al obispo Pontoppidan en la novela. Hoy en día se han encontrado varias pruebas de existencia de calamares gigantes en las profundidades del mar, de aproximadamente 15 a 20 metros.
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Aunque siempre estamos aprendiendo más acerca de la vida en las profundidades del océano, la mayor parte de nuestras observaciones y de nuestras capturas de ejemplares han sido casuales, como podría ocurrir, para hacer una analogía, con exploradores del espacio que hubiesen lanzado redes desde sus naves espaciales en diversas regiones de la Tierra, para luego recogerlas con lo que pudiesen haber encontrado.
 Incluso las criaturas marinas que ya nos resultan familiares presentan ciertos misterios en sus migraciones y hábitos procreativos.
Por ejemplo, las anguilas de Europa interior y América, que se encuentran para la procreación en el mar de los Sargazos y desde el cual sólo los nuevos ejemplares regresan a los lugares de origen de sus padres.
También los atunes, que inician su emigración frente a las costas del Brasil, viajan a Nueva Escocia y luego a Europa y entonces sólo algunos siguen hacia el Mediterráneo.
Asimismo las langostas de púas, que caminan sobre el fondo del mar, descendiendo por la plataforma continental y siguiendo luego hacia abajo, rumbo a un destino ignorado en la llanura abisal.
Pero al área de las Bermudas no es el único lugar del planeta donde existen los misteriosos y enigmáticos fenómenos antes relatados.
Entre otros misterios, se pueden citar las grandes fosas de los océanos, que curiosamente tienen aproximadamente la misma profundidad, uno 11.000 metros, algo asombroso, por lo que es increíble que existan criaturas vivientes en el fondo, bajo enormes presiones.
También son remarcables las corrientes oceánicas, que son como los grandes ríos del mar. Algunas son de superficie y su profundidad es variable, mientras otras fluyen a centenares de metros de profundidad y a menudo en direcciones distintas a las de la superficie. O la corriente de Cromwell, en el Océano Pacífico, que hace algunos años subió a la superficie y luego retornó a su nivel submarino. Casi todas estas corrientes giran.
Las del Hemisferio Norte como las manecillas del reloj, y las del Hemisferio Sur en sentido contrario.
 Pero hay una excepción, como la corriente de Bengala, que fluye sin girar. Los vientos y las olas son otros tantos misterios. Las tormentas más violentas y repentinas se producen básicamente sólo en dos lugares: en el Caribe y en la región atlántica occidental, en forma de huracanes, y en el sur del Mar de la China, en forma de tifones.
Sin embargo, algunas veces aparecen olas enormes en medio de mares habitualmente serenos. Se cree que estas olas provienen de deslizamientos de tierra submarinos o de terremotos que pasan inadvertidos en la superficie y no aparecen en las previsiones meteorológicas.
En la actualidad, la riqueza mineral del océano es incalculable y la extracción y explotación de estos depósitos minerales,   además de las   del petróleo, podrían afectar considerablemente la situación de los océanos.

El manto protector del mar cubre también tesoros y vestigios de civilizaciones pasadas. Muchas de ellas resultan evidentes en las bajas aguas costeras de la plataforma continental del Mediterráneo y el Atlántico, pero otras podrían yacer, por ejemplo, a unas profundidades de más de 1.500 metros, frente a la costa del Perú. Allí se han fotografiado columnas talladas emplazadas entre lo que podrían ser edificios sumergidos, prueba de tremendos hundimientos de tierra que podrían haber ocurrido en un remoto pasado.
En muchas zonas de los mares del mundo, desde la perdida Atlántida en el centro del Atlántico, hasta las Bahamas o el Mediterráneo Oriental, perviven historias de civilizaciones sumergidas.
Por ejemplo, los misterios de la isla de Pascua y otras civilizaciones perdidas del Pacífico Sur, o la posibilidad de la existencia de una cultura ahora enterrada bajo el hielo de la Antártida, que habría existido allí antes del desplazamiento de los polos.
Hay algunas áreas del fondo del mar que parecieran estar en constante movimiento. En mayo de 1973, parte de la fosa de Bonin, cerca de Japón, subió casi dos mil metros. La mayoría de los cien mil terremotos que se producen todos los años a lo largo de la cordillera del centro del Atlántico ocurren en el lugar donde, según se supone, estaba ubicada la legendaria Atlántida. Existe también el misterio del “fondo falso“, frecuentemente revelado por investigaciones con sonar, a gran profundidad. Dichas pesquisas revelan a menudo que la profundidad es mucho mayor que la que antes se había supuesto y más tarde vuelven a arrojar el resultado primitivo. Se ha supuesto que este falso fondo es el resultado de la presencia ocasional de bancos de peces u otra variedad de la fauna marina, tan compacta, que presenta una superficie sólida contra la cual rebota el sonar, proporcionando la información errónea.
 Los curiosos rayos brillantes de “agua blancade la corriente del Golfo constituyen otro misterio perturbador. Se ha pensado que podrían ser causados por bancos de peces fosforescentes, o por la marga agitada por los pescados, o por la presencia de radioactividad en el agua. En todo caso, el fenómeno resultó suficientemente notable como para que ya Colón lo comentase, hace cinco siglos, y fue también la última luz terrestre que pudieron ver los astronautas rumbo al espacio.
Por último, tenemos la teoría de los continentes que se desplazan, al separarse uno del otro a lo largo del océano y alejarse de su posición original, donde se hallaban agrupados formando un supercontinente. Esta teoría ha sido aceptada sólo recientemente y podría tener estrecha relación con la rotación, composición y comportamiento de la propia Tierra.
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Sin embargo, hay una diferencia entre estos múltiples misterios, que podrían ser finalmente resueltos y el que plantea el Triángulo de las Bermudas, que introduce un elemento de peligro para el viajero.
Es verdad que todos los días un gran número de aviones vuelan sobre el Triángulo, que barcos grandes y pequeños navegan por sus aguas y que innumerable cantidad de viajeros visitan la región sin que se produzca ningún incidente. Además, barcos y aviones se han perdido y se siguen perdiendo en el mar y en los océanos del mundo por una serie de razones.
Por cierto, debemos acordarnos de distinguir entre “perdido en el mar“, lo que sugiere el hallazgo de un naufragio o de ciertos restos identificables y “desaparecido“, que es el caso en que no se encuentra nada.
Pero, en ninguna otra región, aparte del Triángulo de las Bermudas, han sido tan numerosas las desapariciones sin explicación. En ninguna se las ha registrado tan bien, ni han sido tan repentinas y acompañadas de circunstancias tan extrañas, algunas de las cuales llevan el elemento de la coincidencia hasta los límites de lo imposible.
Muchas   autoridades marítimas o aeronáuticas podrían hacer la observación de que es perfectamente natural que algunos aviones, barcos o yates desaparezcan en una zona en que hay tantos viajes marítimos y aéreos, todos ellos sujetos a tormentas repentinas y a las múltiples posibilidades de accidentes y errores de navegación. Esas mismas autoridades comentarían, tal vez, que el Triángulo de las Bermudas sencillamente no existe y que esa denominación en sí es errónea, y constituye un misterio fabricado para divertir a los lectores curiosos e imaginativos.
 Las líneas aéreas que sirven la región comprendida en el Triángulo de las Bermudas suscriben esta versión con un entusiasmo   fácil de   comprender,   aunque hay muchos pilotos experimentados que no están muy seguros de su inexistencia.
Los que aseguran que el Triángulo no existe tienen razón, en cierto sentido, porque el área de las desapariciones inexplicables podría no ser un verdadero triángulo, sino más bien una elipse, o tal vez el segmento gigante de un círculo cuyo ápice estaría cerca de las Bermudas y cuyo fondo curvo se extendería desde la baja Florida hasta más allá de Puerto Rico, describiendo una curva hacia el Sur y el Este a través del mar de los Sargazos, y volviendo luego hacia las Bermudas.
 En general, los que más han estudiado el fenómeno están de acuerdo en su ubicación, aunque puedan diferir en detalles. Ivan Sanderson, que se ocupó del tema en su obra Invisible Residents (Residentes invisibles) y en numerosos artículos, llegó a la conclusión de que la zona tenía la forma de una elipse, o punta de diamante, y de que habría otras doce similares, esparcidas en todo el mundo a intervalos regulares; entre ellos, el tristemente célebre mar del Diablo, en el Japón.

John Wallace Spencer, en su obra El limbo de lo perdido, piensa que el área peligrosa sigue la plataforma continental. Parte de un punto frente a Virginia y se dirige luego al Sur, a lo largo de la costa norteamericana, y pasa más allá de Florida para continuar alrededor del Golfo de México.
Cree también que la región incluiría los escalones submarinos de las islas del Caribe y la periferia de las Bermudas.
 Vincent Gaddis, autor de Invisible Horizons (Horizontes invisibles), traza su forma triangular aproximadamente dentro “… de una línea que va de Florida a las Bermudas, otra desde las Bermudas a Puerto Rico, y una tercera que vuelve a Florida a través de las Bahamas“.
 En cambio, John Godwin, en su libro This Baffling World (Este mundo sorprendente) sugiere que el “Mar de la Mala Suerte es una especie de cuadrado, cuyos límites se extienden entre las Bermudas y la costa de Virginia y cuyo extremo sur está formado por las islas de Cuba, Hispaniola y Puerto Rico“. Incluso la Guardia Costera de los Estados Unidos, que no cree en el Triángulo de las Bermudas, dan la siguiente información: “El Triángulo de las Bermudas, o del Diablo es una zona imaginaria situada frente a la costa Atlántica sudoriental de los Estados Unidos, que es conocida por la alta proporción de pérdidas inexplicables de barcos, pequeños botes y aviones. Los vértices generalmente aceptados del Triángulo son las Bermudas, Miami (Florida) y San Juan (Puerto Rico)“.
Los meteorólogos se refieren con frecuencia al “Triángulo del Diablo” como un área limitada por líneas que van desde las Bermudas, hasta Nueva York, por el Norte, y por el Sur hasta las Islas Vírgenes, ondulando como un abanico hacia el Oeste y abarcando 75° de latitud Oeste.
Si se observa un mapa en el que se indiquen las desapariciones importantes de barcos y aviones, podrá sacar sus propias conclusiones acerca de la forma del Triángulo de las Bermudas y verificar si es un triángulo, una elipse gigante, un cuadrado, o un fenómeno que se desplaza paralelamente a los escalones continentales y de las islas. En círculos marítimos se sabía hace mucho tiempo que numerosos barcos habían desaparecido en esta zona y algunas de las anteriores desapariciones podrían haber contribuido a elaborar la leyenda del “Mar de los Barcos Perdidos“, ubicado en el mar de los Sargazos y parte del cual está situado dentro del Triángulo.
Los registros concernientes a las desapariciones de barcos parecen indicar desapariciones de una frecuencia creciente desde la década de 1860, tal vez debido a que entonces hubo una información más detallada. Las desapariciones comienzan después de la Guerra Civil, descartando así posibles ataques de parte de los Confederados. Sin embargo, algunos meses después de la Segunda Guerra Mundial se produjo un incidente notable, que sugeriría que los aviones que vuelan sobre esta zona podrían desvanecerse del cielo por las mismas razones que han hecho que los barcos se pierdan en el mar.
Ese fue el incidente que dio su nombre al Triángulo de las Bermudas.
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El Mar del Diablo, también conocido como el “Triángulo del Dragón“, es un área del Océano Pacífico que está frente a la costa sureste de Japón. Incluso en este caso es posible identificar un triángulo ideal cuyos vértices son representados por las islas de Honshu, Luzón y Guam.
Aunque esta zona se ha hecho famosa por acontecimientos que han pasado desde tiempos inmemoriales, las leyendas dicen que esta zona del Océano Pacífico está habitada por demonios y monstruos que están esperando atacar a los incautos navegantes. Las narraciones más antiguas hablan de dragones que surgen de las profundidades para tragarse naves o islas y que se vuelven al fondo del mar sin dejar ni rastro.
Pero, además de leyendas, existen hechos registrados que dan que pensar. Las numerosas desapariciones de barcos y aviones en la zona han obligaron al gobierno japonés a declarar la zona como una “zona peligrosa“. Según informes del escritor Charles Berlitz, Japón ha perdido en esta área cinco buques de guerra, que se desvanecieron sin dejar rastro.
En 1955, el gobierno japonés comisionó una expedición en ese tramo del oceáno para arrojar luz sobre las misteriosas desapariciones y evaluar el peligro real y sus coordenadas geográficas. Pero nunca nadie hubiese esperado que el buque de investigación Haiyang Maru también desaparecería con todos los tripulantes a bordo, formada por marineros y científicos.
Tras estos enigmáticos acontecimientos, numerosos investigadores independientes comenzaron un estudio exhaustivo sobre el Triángulo del Dragón. Entre estos destaca el trabajo de Ivan Sanderson, que incluye esta área en el Pacífico en su artículo “The Twelve Devil’s Graveyards Around the World” (Los doce cementerios del diablo alrededor del mundo), que Sanderson presento a la comunidad científica en 1972.
 Según la hipótesis de los investigadores existen 12 áreas como el triángulo de las Bermudas, colocados a intervalos de 72° y más precisamente localizadas sobre los 36º latitud norte y sur, cinco en el hemisferio norte, cinco en el hemisferio sur, así como de los polos norte y sur.
 Ivan Sanderson también dice que existen 12 áreas relacionadas con las misteriosas desapariciones de buques y aviones en todo el mundo.
La razón por la que el Triángulo de las Bermudas es el más conocido, es debido a que es una zona con un alto tráfico aéreo y marítimo. No así las otras áreas que, aunque ubicados en lugares apartados, dan evidencia de anormalidades. Sanderson describió estas áreas como “Vórtices del Mal“. Sanderson había teorizado que las corrientes frías y calientes cruzando estos vórtices podrían crear interferencias electromagnéticas, que afectaría a los instrumentos de los buques, provocando su desaparición.

El Mar de los Sargazos se encuentra enel Océano Atlántico, entre las islas de las Antillas Mayores (oeste) y las Azores (este). Se sabe que allí proliferan las algas pertenecientes al género Sargassum. Estas algas, de color marrón, suben a la superficie en grandes cantidades, dando a ciertas áreas del Mar de los Sargazos un aspecto de una pradera.
Otra cosa peculiar del mar de los Sargazos es el hecho de que siempre está en calma y, a pesar de estar en una alta latitud, el agua siempre esta inusualmente cálida. El mar de los Sargazos fue descubierto por Cristobal Colón el 16 de septiembre de 1492 en el primer viaje a América, cuando se encontraba a 1600 km de las Islas Canarias. Viendo las carabelas navegar en el medio de estas exuberantes manchas verdes, él pensó que estaba en las cercanías de la tierra y sondeo el fondo sin encontrarlo, aunque usó una cuerda de 200 brazos.
Unos días más tarde las algas fueron tan espesas que el mar parecía que se había coagulado. Pero a los 72° meridianos las algas cesaron. Incluso Julio Verne escribió sobre el mar de los Sargazos en su libro “Los grandes navegantes del siglo XVIII“, llamándolo “un lago en el océano abierto“.
Según Verne, la mítica Atlántida estaría justo en la parte inferior del Mar de los Sargazos. La zona en cuestión tiene la misteriosa reputación de “secuestrar” a los tripulaciones de sus barcos, dejando las embarcaciones vacías.
Uno de los más conocidos es el del barco mercante francés Rosalie, un barco construido en el año 1838, con 222 toneladas de madera, que partió de Hamburgo y se dirigía a la Habana, Cuba. La nave fue encontrada el 06 de noviembre de 1840 a la deriva fuera de la costa de Cuba, sin tripulación, y con sus velas desplegadas. El único sobreviviente fue un canario dentro de su jaula. El casco y su carga estaban completamente intactos, así que se descartó un ataque de piratas. Incluso los botes salvavidas estaban en el lugar. No estaba clara la razón por la que la tripulación habría abandonado el barco.
 La tripulación desapareció misteriosamente y nunca se supo nada más. En algún momento entre septiembre e inicios de octubre de 1872, el Mary Celeste atracó en el muelle 44 del East River de Nueva York, preparándose para recibir un nuevo cargamento y una nueva tripulación.
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El 7 de noviembre de 1872, a las ordenes del capitán Benjamin Briggs, zarpó, con una carga de alcohol perteneciente a Meissner Ackermann & Coin, desde Staten Island, New York, para dirigirse a Génova, Italia.
Además de una tripulación de 7 miembros, llevaba el capitán y dos pasajeros, la esposa del capitán, Sarah E. Briggs y su hija de dos años, Sophia Matilda. Diez personas en total. El 04 de diciembre de 1872 el bergantín fue avistado por otro barco, el Dei Gratia. El Mary Celeste fue localizada a la deriva, entre las costas de Portugal y las Azores, navegando a través del estrecho de Gibraltar. No había muestras de la presencia de la tripulación a bordo. Un grupo de marineros de la Dei Gratia fue enviado a bordo. Buscaron a la tripulación y no los encontraron, simplemente desaparecieron. El Mary Celeste fue abandonada y la tripulación había desaparecido. La nave estaba en buenas condiciones, aunque estaba chorreando agua. Sólo una de las bombas estaba operativa y en la bodega había hasta un metro de agua. Algunas de las velas estaban rasgadas. Un trozo de barandilla había sido arrancado para lanzar el bote al agua. Esto, por lo menos, aclaraba la forma en que había desaparecido la tripulación: había abandonado el barco.
Pero, ¿qué razones pudo tener un marino experimentado, como Benjamin Spooner Briggs, para abandonar un barco en perfectas condiciones, junto a su mujer, su hijita y los siete miembros de la tripulación, en un bote pequeño y poco estable? Abandonar un barco es una medida desesperada, algo que sólo se hace cuando no hay otra alternativa. Sin embargo, como declaró después uno de los tripulantes del Dei Gratia, el Mary Celeste estaba en condiciones de dar la vuelta al mundo.
Entonces, ¿por qué fue abandonado? La carga de 1701 barriles de alcohol estaba intacta, aunque una vez en Génova, se descubrió que nueve barriles estaban vacías. A bordo había incluso reservas de alimentos y agua para seis meses.
Los últimos registros de navegación encontrados en el barco informaban que habían llegado a Santa María en las Azores el 25 de noviembre. El bergantín fue conducido al puerto de Gibraltar por los hombres del Dei Gratia y posteriormente incautado por las autoridades británicas. Ninguno de los hombres que desaparecieron en el Mary Celeste fueron encontrados y nunca nadie supo lo que les había sucedió.
 En 1873 se informó que dos botes salvavidas desembarcaron en las costas de España, uno contenía un cuerpo y una bandera de Estados Unidos, el otro que contenía cinco cuerpos. Sin embargo, estos cuerpos no lograron ser identificados.

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