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Enrique Dubost Tattoo |
La piel es una propiedad inviolable, cubre nuestro ser, nos significa
más que el nombre, es protección y placer, tocar y tocarse, es un ritual que se
comparte, consagra la cercanía. El arte en la piel se posiciona en una señal de
identidad, un tatuaje es un arte que describe a la persona, le da un simbolismo
que manifiesta esa propiedad de sí mismo con un sello imborrable e intransferible.
Plasmar un tatuaje actualmente es tomado como una moda insensible
y sin consecuencia, es tal la banalización de los tatuajes que parece una
epidemia contagiosa, abundan los tatuadores sin talento y la gente enseña
orgullosa “obras” que parecen pegatinas que les regalaron en una bolsa de papas
fritas. Lo de menos es que con el tatuaje les den el bonus track de una
Hepatitis B, traer en el cuerpo un
dibujo mal hecho, con colores pésimamente aplicados y además con una infra
creatividad dice que el portador es una persona sin noción de la belleza y el
simbolismo, en resumen, que comparte el sub nivel de inteligencia de su
tatuador.
Elijan antes a un artista, el tatuador debe ser un buen dibujante,
con lenguaje, con un dominio de la caligrafía, los maestros tatuadores son como
los maestros calígrafos del siglo XVII. La mente y el cuerpo deben estar
preparados para un acto irreversible, es penoso ver la manera en que esto ha
proliferado con gente que carece de la elemental noción estética, que están
metidos en un negocio que está de moda y no tienen ni idea de cómo se hace un
dibujo, que aplican plantillas de catálogo sin originalidad.
Cada parte del cuerpo tiene una función y eso le da una
significado en la existencia, no es lo mismo ponerse un tatoo en un brazo que
en la pierna, los selfie adictos, por ejemplo, que creen que no existen si no
enseñan el trasero, se ponen un tattoo para buscar popularidad, y lo que hacen
es demostrar que son tan baratos como la “obra” que les imprimieron.
La ética artística es parte de la estética del arte del tatuaje,
en trascendental la intervención del artista, la higiene, la calidad de los
materiales van unidos a una inevitable maestría para crear y dibujar. La gente
es libre de hacer con su piel lo que pueda, y es evidente que cada tatuaje se
parece a su dueño, las cabezas vacías traen tattoos que los representan y los
describen, por eso es casi inexplicable que además decidan marcar su cuerpo con
un dibujo mal hecho o sin imaginación que dice a gritos que siguen una moda sin
razonar.
La tradición oriental como los tattoos japoneses, llegan a
un grado de perfeccionamiento que hacen de la belleza un vestuario íntimo. La
moda distorsiona la ceremonia y la lleva hasta la aberración, con gente que
llena su cuerpo en una obsesión de cubrirse y se convierte en un fenómeno de
circo, agrediendo con su presencia al arte y a la corporeidad. El tatuaje
podría ser una asignatura en las carreras de artes plásticas, y reconocer a los
maestros tatuadores en su labor para preservar la disciplina del dibujo, la
caligrafía y el color y de paso, anular a la gente oportunista que está
vandalizando algo que es un arte.
Las siguientes imágenes son de maestros tatuadores de México,
que hacen de este arte la posibilidad de llevar en el cuerpo una obra.
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Enrique Dubost Tattoo |
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Enrique Dubost Tattoo |
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Enrique Dubost Tattoo |
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Ignis INK Tattoo |
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Ignis INK Tattoo |
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Ignis INK Tattoo |
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Ignis INK Tattoo |
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Lilian Raya Tattoo |
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Lilian Raya Tattoo |
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Lilian Raya Tattoo |
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Lilian Raya Tattoo |
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Lilian Raya Tattoo |
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Luis Jade Tattoo |
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Luis Jade Tattoo |
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Michelle Gomez Tattoo |
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Michelle Gomez Tattoo |
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Michelle Gomez Tattoo |
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