... Sobre historias y leyendas
No es necesario echar mano de estadísticas y encuestas para saber que cada vez se lee menos. Y no es que no queramos saber, aprender o informarnos, no. Simplemente es más cómodo que YouTube o "los documentales de la 2" nos cuenten las cosas, todas las cosas.
Preferimos charlas, conferencias y coloquios... En el mejor de los casos asistimos a cursos y cursillos... Y, lo más de lo más, exigimos como un derecho básico universal graduaciones oficiales, completas, gratuitas y además "entretenidas y amenas".
Pues bien. Todo ello nos servirá de poco si todo ello no viene afianzado sobre la frecuentación de la paciente lectura y el constante estudio de los textos escritos correspondientes. Sin ellos no sacaremos en limpio más que una frágil cultura tertuliana "de oídas".
El texto es la base imprescindible. La audición, la escucha y el debate, el imprescindible complemento que facilita la comprensión, ampliación y superación del texto rector. Nunca su sustitución. Ni su suplantación, su tergiversación, su degradación.
¿Nos hallamos en el camino de vuelta hacia la cultura oral? El mismo sistema de escritura rápida, sin vocales ni acentos, así como los emoticones que empleamos en los mensajes telefónicos recurre al arcaico esquema jeroglífico previo al alfabeto que hoy hace casi indescifrables los antiguos manuscritos...
¿Estamos en una cultura del mínimo esfuerzo mental? ¿De ese mismo esfuerzo mental que llevado al máximo desde cero supone la escritura y la lectura; y que cambia nuestro cerebro y diversifica abre y amplía nuestra mente? Parece ser que los índices de comprensión de lectura así lo avalan.
Aquí y ahora intentaremos ofrecer una perspectiva de lo que la invención el aprendizaje y la práctica de la lectura supuso en sus comienzos para la sociedad, y sigue suponiendo hoy para el individuo: Una imagen no vale por mil palabras... escritas. Sólo es su ilustración y complemento.
CONTENIDO:
1. Acerca del Reciclaje Neuronal. Adecuación a nuevas necesidades de estructuras obsoletas
2. De la Audición a la Lectura: Repercusiones sociales de la Alfabetización
3. De la Lectura a su Interiorización: Repercusiones psicológicas de la Alfabetización
4. De la Interiorización a la Reflexión: Repercusiones cerebrales de la Alfabetización
5. Lectura e Inteligencia
1. Acerca del Reciclaje Neuronal
«Nuestro cerebro ha evolucionado con unos condicionamientos sociales que tienen mucho que ver con la tribu, con lo cercano, con lo familiar, y ahora estamos en una situación en la que el destino de la humanidad es global. Nuestro cerebro ha evolucionado para reconocer como propio lo cercano y como ajeno lo lejano, y ahora nos enfrentamos a una situación en la que el destino es igual para lo cercano y lo lejano.
La plasticidad que tenemos nos ha permitido adaptarnos relativamente bien hasta ahora, pero ya no tenemos capacidad para absorber los cambios con tanta rapidez»
El párrafo que antecede forma parte de un artículo de prensa de reciente aparición (del que igualmente hemos subido la imagen de portada); nos ha ahorrado bastante trabajo a la hora de abordar el preámbulo acerca de las transformaciones neuronales a que la lectura nos obliga para su asimilación y digestión. También vienen a cuento las siguientes reflexiones recogidas del mismo artículo:
«La selección natural toma las herramientas que tiene a mano y les da nuevos usos. Un ejemplo son las plumas, que funcionaban como un sistema de climatización para los dinosaurios y acabaron sirviendo para volar... Nuestro cerebro, como otras partes del cuerpo, también es un collage de piezas heterogéneas que resultaron útiles en algún momento de la historia evolutiva o, al menos, no fueron tan nocivas como para ser descartadas...
Nuestra habilidad para responder a rápidos cambios culturales es posible porque el cerebro es capaz de reutilizar para usos modernos circuitos cerebrales surgidos por motivaciones antiguas. Ese sería el caso de la lectura...: No evolucionamos para leer, pero la investigación muestra que leemos reciclando un engranaje neuronal que evolucionó para procesar caras y objetos.
Entre estos peculiares animales que son los Homo sapiens, inventos culturales como el lenguaje pueden incluso modificar el uso de circuitos antiguos: Se ha observado que, a la hora de percibir rostros invertidos, como en el reflejo de un espejo, las personas analfabetas son mejores que las alfabetizadas.
Aunque esa nueva forma de percepción haga perder habilidad para reconocer caras y formas desde diferentes ángulos, algo útil en la naturaleza, cuando nos alfabetizamos, tenemos que identificar como diferente una imagen de su reflejo, como en b y d y esa evolución social modifica nuestros circuitos...» (Diario El País, 27-feb-2015).
Al mismo tiempo, de la selección hemos podado el siguiente párrafo con el que discrepamos totalmente:
«...Frente a los sistemas puramente biológicos de otros animales, los humanos cuentan con la cultura como sistema de transmisión de habilidades con las que enfrentarse al mundo, y la cultura se convierte en una fuerza que también puede modificar su fisiología...».
En su lugar, partiremos de una definición tan válida como la siguiente: «Cultura es el proceso y el desenlace de la actividad inteligente del hombre en relación con la Naturaleza. En su proceso inventamos cosas que nos permiten desenvolvernos en nuestro beneficio dentro del medio natural». Definición que es plenamente generalizable, por más que los humanos seamos los indiscutibles "reyes de la naturaleza" en este aspecto:
«Cultura es el proceso y el desenlace de la actividad inteligente en relación con la Naturaleza. En su proceso muchas especies inventamos cosas que nos permiten desenvolvernos dentro del medio natural».
Naturalmente, al hablar de inteligencia y de cultura (dos conceptos necesariamente relacionados) nos referimos a todas aquellas especies capaces de desarrollar actividades mediante el aprendizaje, no a aquellas que se mueven por automatismos genéticos.
Y cuando decimos que "inventamos cosas que nos permiten desenvolvernos" nos estamos refiriendo obvia y principalmente a las herramientas. Que una vez puestos a ello cada vez se descubren más especies que utilizan herramientas, cuyo uso debe ser aprendido con aplicación y esfuerzo (un chimpancé necesita más cuatro años para abrir una nuez con una piedra o un madero sin triturarla), es ya un lugar común que no necesita ocupar aquí más espacio. Sobre todo cuando entre los científicos es ya un lugar común que la inteligencia animal es una simple cuestión de gradación entre especies.
2. De la Audición a la Lectura: Repercusiones sociales de la alfabetización
«--Ley 5.- Si un juez ha sentenciado en un proceso y dado una tablilla con su sentencia, y luego cambió su decisión, este juez será convicto de haber cambiado la sentencia que había dictado y pagará hasta 12 veces el reclamo que motivó el proceso y públicamente se le expulsará de su lugar en el tribunal y no participará más con los jueces en un proceso.
--Ley 37.- Si uno compra un campo, una huerta o una casa de un oficial o soldado o de un feudatario, su tableta será rota y habrá perdido su dinero. Campo, huerta, casa, volverán a su propietario.
--Ley 48.- Su uno se ha obligado por una obligación que produce intereses y Hadad (dios de la tormenta) ha inundado su campo y llevado la cosecha, o si faltó de agua y el trigo no se ha levantado sobre el campo, este año no dará trigo a su acreedor, empapará su tableta y no dará el interés de este año.
--Ley 128.- Si uno tomó una mujer y no fijó las obligaciones en una tablilla, esta mujer no es su esposa.
--Ley 150.- Si uno dio en regalo a su esposa campo, huerta, casa, y lo dejó fijado en una tablilla;
después de la muerte del marido, los hijos no le reclamarán nada; la
madre dará esos bienes después de su muerte al hijo que prefiera, pero
no a uno de sus propios hermanos» (Del Código de Hammurabí, rey de Babilonia, creado en el -1760)Incluso antes de la existencia del alfabeto, la publicación de las leyes, aun en una forma tan espinosa como la cuneiforme (cuya interpretación para el vulgo requería la intervención, y el coste, de un escriba), supuso el inicio de la protección legal, el arranque de una especie de ''derecho de gentes''. Tal publicación se tallaba y cincelaba sobre estelas (a la izquierda Estela de Hammurabí, y un detalle de la escritura grabada en el tallo de la misma a la derecha), bloques de la piedra más dura posible como la obsidiana o la diorita, y sus copias se repartían convenientemente por todo el imperio babilónico. Como puede apreciarse en este puñado de leyes de muestra, se imponía la intervención notarial en los actos sociales importantes so pena del más absoluto desamparo.
La generalización del alfabeto supuso, para empezar, la independencia social respecto a la intermediación del escriba profesional, lo cual no está nada mal. Pero esa sería casi la menos importante de sus consecuencias en el proceso de conversión del súbdito en ciudadano.
«El aprender a leer y escribir una escritura alfabética debe ser considerado un medio de formación infinita que nunca se apreciará lo bastante, en cuanto conduce al espíritu desde lo sensible concreto hacia la atención a lo formal, a la palabra sonora y sus elementos abstractos, aportación esencial para fundar y depurar en el sujeto el suelo de la interioridad» (Hegel: Enciclopedia de las Ciencias filosóficas)
Los eruditos en estas cosas llaman oralidad o cultura oral a la que se sustenta sobre los conocimientos adquiridos a base de escuchar, y no de leer; y hombre oracular al sujeto de estas audiciones.
Aún en el s.-VI existían en Grecia unos funcionarios civiles llamados "mnemones" (memorizadores) cuyo oficio consistía en conservar en la memoria las decisiones civiles y una cierta cronología del pasado, fijando nombres y acontecimientos. Es esta una figura que con distintos nombres sigue existiendo entre las tribus ágrafas del mundo; y para apoyar su narración, ayudando a su memoria, necesitan acompañar su relato de algún instrumento musical, por más que no se perciba melodía en el recitado (en la imagen izquierda un griot, o historiador local de Mali, metido en faena).
El
mundo griego, religioso pero ajeno al templo, estaba inmerso en una
cultura oral cuyos protagonistas eran los poetas, aedos o rapsodas.
Esto explica, entre otras cosas, por qué casi hasta la muerte de
Eurípides (año -406) la literatura y la filosofía estaba escrita, desde
sus inicios, básicamente en verso y no en prosa (la palabra "rhapsodeim"
significa "tejido" o "cosido", de donde rapsoda es el ''enhebrador o tejedor de rapsodias o canciones''. De hecho la palabra copla deriva del latín 'copula', lazo, unión ―en razón del rosario de fragmentos rimados que la componen―, con el mismo sentido que tenía la palabra rapsodia, de estrofas cosidas).
(El
proceso de creación del alfabeto empieza con las representaciones de
objetos o animales más o menos realistas pero identificables, continúa
con su esquematización y termina con una simbolización abstracta, que
debe ser memorizada al perder todo parecido con el original. A la derecha reproducimos un clarificador ejemplo extraído de Cómo aprende el cerebro, cuyas autoras son Sarah-Jayne Blakemore & UtaFrith).
A fin de ayudar a comprender el salto cualitativo que supuso el alfabeto ―mucho más que un simple paso simplificador―, ofrecemos otro ejemplo de la artificiosidad de los sistemas de escritura arcaicos (izquierda, extraída de Así vivían en Babilonia, del profesor Lara Peinado; debajo, derecha, tablilla mostrando las líneas guía usadas por los escribas) que, encorsetados por los medios con que se ejecutaban, habían llegado a su límite práctico.
Son tres leyes del antecitado Código de Hammurabí, las 196, 197 y 198, que rezan lo siguiente, leídas de arriba abajo:
«Si un señor ha reventado el ojo de otro señor, se le reventará su ojo»
«Si un señor ha roto el hueso de otro señor, se le romperá su hueso»
«Si ha reventado el ojo de un mezquino o ha roto el hueso de un mezquino, pesará una mina de plata»
Son tres decretos representativos de la denominada Ley del Talión (talión
es palabra castellana nada usada que deriva del latín 'talio, -nis' con
el mismo significado: ''castigo equivalente al daño causado''; deviene a
su vez de 'talis', tal en el sentido de ''de tal
clase'', o sea, ''tal cual''), una ley que, por extraño que hoy nos
pueda parecer, supuso un avance importante en la justicia en cuanto
ponía coto a las desmesuras interminables que se cometían entonces a la
hora de las venganzas las represalias y demás reparaciones.
Los mezquinos, 'mushkenu', (al castellano llegó desde aquí por interposición del árabe 'miskin', pobre, indigente)
formaban una clase social intermedia entre los hombres libres y los
esclavos. Eran individuos semilibres, esclavos manumitidos al parecer, o
libres que habían perdido su condición por deudas o alguna otra razón.
La comprobación de los diferentes pesos sellados encontrados en las ruinas ha permitido saber que la mina babilónica representaba más o menos 505 gr (ver la entrada 11, De Tesoros, Duendes y Espadas).
«Cuándo comenzaron los
griegos a escribir había sido siempre un secreto encerrado en las tablillas de
Creta y de Micenas; las investigaciones más recientes sugieren que la fecha
puede ser tan remota como el año 1500 a. c. El punto decisivo, sin embargo,
vino considerablemente más tarde, cuando los griegos adoptaron el llamado
alfabeto fenicio. Con los signos vinieron los nombres fenicios para las letras,
de tal modo que palabras semíticas (aleph, buey; bet, casa) se convirtieron en
silabas sin sentido en griego: alfa, beta, y así sucesivamente. El proceso de
este préstamo no puede ser descrito o fechado ni siquiera aproximadamente: los
testimonios van desde el año 1000 al 750 a. c. Lo único cierto acerca de este
proceso es su carácter racional y deliberado, pues quienquiera que fuese el
responsable de ello hizo mucho más que sólo imitar. No se copió simplemente el
sistema de caracteres fenicios; se modificó radicalmente para adaptarlo a las
necesidades de la lengua griega, que no tiene relación con la familia de las
lenguas semíticas.
Poseedores de esta notable
invención, los griegos podían ya registrar todo lo imaginable, desde el nombre
del propietario grabado en una vasija de arcilla hasta un poema de la extensión
de un libro, como la Ilíada» (Moses I. Finley: El mundo de Odiseo)
3. De la Lectura a la Interiorización: repercusiones psicológicas de la alfabetización
«Cabe pensar que los
bardos que dieron finalmente forma a la Ilíada y a la Odisea lo hicieron por escrito.
No obstante, la difusión de los dos poemas se realizó por vía oral. El mundo
griego de los siglos VIII y VII a. c. era profundamente iletrado, a pesar de la
introducción del alfabeto. De hecho, la literatura griega continuó siendo oral
durante mucho tiempo. Las tragedias, por ejemplo, fueron indudablemente
compuestas por escrito; pero eran leídas por no más de unos cuantos centenares
de individuos, aunque eran escuchadas y vueltas a escuchar por miles y miles de
gentes en todo el territorio de la Hélade» (Moses I. Finley: El mundo
de Odiseo)
Pero el paso del silabario al abecedario puede ser comparable al descubrimiento del fuego o al de la rueda. No es que consistiera en una herramienta más perfecta a la vez que más simple, que también, sino que tuvo la sorprendente virtud de poner en contacto el centro emocional del cerebro con la zona de control racional del mismo. Fue un mecanismo neuronal automático totalmente casual y de incalculables consecuencias.
Pero el paso del silabario al abecedario puede ser comparable al descubrimiento del fuego o al de la rueda. No es que consistiera en una herramienta más perfecta a la vez que más simple, que también, sino que tuvo la sorprendente virtud de poner en contacto el centro emocional del cerebro con la zona de control racional del mismo. Fue un mecanismo neuronal automático totalmente casual y de incalculables consecuencias.
La Grecia oral, la de los poetas homéricos, anterior a la escritura, no sabía lo que era un objeto de pensamiento (una idea), sólo lo particular y la acción. Fue necesario ir forzando el lenguaje para dar cabida a la expresión de los sentimientos y la abstracción… La oralidad es intraducible para nuestro lenguaje proposicional con cópula, y es legado, en gran medida, de Platón y Aristóteles»
Lo cual no quiere decir que no se dieran obras orales maestras fuera de las interminables ristras homéricas. La fábula, por ejemplo, fue inventada por esclavos griegos a fin de posibilitarse expresar sus opiniones de forma enmascarada sin exponerse al castigo por semejante osadía anti natura. Así, Fedro, esclavo y liberto del emperador Augusto, utilizó, plagiando desconsideradamente, las fábulas de Esopo, otro ex-esclavo que vivió quinientos años antes. En una de ellas un lobo, a punto de ser convencido por un perro para que se una a la jauría de su dueño, da marcha atrás al percatarse de la cadena que sujeta el cuello de su amigo. « ¿Qué me importa a mí a quién sirvo, mientras no me cargue con más de un paquete a la vez!» responde un asno a su amo cuando éste le insta a salir corriendo ante la proximidad de soldados hostiles.
Fábula viene del latín 'fabula', habladuría, rumor, charla popular. Del cual tiene origen ―y no al revés― 'fabulari', es decir, hablar. Y también 'confabulari', confabular, ''hablar-con alguien en contra de otro''. Y fabuloso, de 'fabulosus', ''objeto de habladurías y magnificado por ellas''. Parece ser que el mundo de la fábula es origen del cotidiano. Y es que la inmensa mayoría descendemos de esclavos. El ascenso sigue siendo complicado.
Porque no es lo mismo hablar que conversar, por sinónimos que nos parezcan. El latín 'versus' significó primitivamente ''surco que da la vuelta'' o ''hilera'', refiriéndose al labrantío; por su similitud con lo que mejor conocían después de la espada, el arado, los romanos también llamaron versus a la ''línea de escritura'' en general y al verso en particular (versículo es su diminutivo). Por igual agrícola motivo, 'versari' era primitivamente ''dar vueltas alrededor de algo'', y después se generalizó en ''ocuparse en algo'', raíz de donde salen, entre otros términos, versar, versado, versátil o versión. Y continuando por el mismo vericueto (saltándonos diversas ramas de donde brotan advertir, adverso, aversión o inversión y muchas más) llegamos por fin al bonito 'conversari', en principio ''compartir ocupación'', después ''vivir en compañía'', y por último, simplemente, conversar (y por supuesto, conversión y converso).
El entrecomillado anterior (fábulas y conversaciones aparte, cuyo meollo etimológico está extraído del impagable Diccionario etimológico de la Lengua Castellana, de Joan Corominas... como sucede con toda la etimología de esta web, por más que muy a menudo se nos pase consignarlo) y los siguientes, así como toda la memoria gris de este punto, pertenecen a un ensayo imprescindible, Oralidad y escritura en la Grecia arcaica, y cuyo autor, José Luis Prieto Pérez, nos cuenta que a pesar de todas las ventajas que hoy nos parecen tan evidentes, el alfabeto no fue aceptado en Grecia de buenas a primeras, sino que tropezó con resistencias importantes que tan sólo se fueron debilitando con el tiempo.
Por un lado estaba la aristocracia dominante que, como los poderes de todas las épocas, sentía temor y desconfianza de unos súbditos instruidos. De hecho el teatro griego recibió un considerable impulso por parte de las autoridades e intelectuales afectos al régimen, de tal manera que las obras y autores dramáticos más importantes surgieron como reacción durante esta época alfabetizadora, con la oculta intención de distraer a las masas de la funesta manía de aprender. Pero no sólo se trataba de los poderosos.
Cuenta Prieto que Platón mismo albergó serias dudas hacia la escritura (pero también Sócrates, maestro de Platón, o Antístenes, creador de la escuela cínica). Y aunque la utiliza consciente de que la reflexión y la renovación de la educación pasan por ella, alerta sobre los peligros que representa para el dialogo y la dialéctica, y sobre todo para la memoria. Se temía que la lectura hiciera que la gente se aislara y la convivencia saliese perjudicada, unas reticencias, al fin y al cabo, no muy diferentes de las actuales ante la tecnología informática:
«La cultura oral, pues, fue abandonando Grecia muy lentamente, a medida que el almacenamiento escrito de información la fue sustituyendo… El momento en que podemos afirmar con rotundidad que la escritura está ya generalmente aceptada es el de su oficialización en Atenas, rondando el año -400; hasta finales del s.-V perduraron las formas de lenguaje y pensamiento orales, y la literatura y la filosofía no pueden entenderse bien sin este escenario…
…Todas las obras griegas que han llegado hasta nosotros provienen de la Biblioteca de Alejandría. Fue en ella, y bajo la filología helenística, que se canonizaron y vertieron a un griego legible para su época, pues hasta ese momento, entre otras cosas, no existía separación entre palabras, signos de puntuación o acentos.
Como
legado de esos orígenes oraculares y semi-oraculares, durante toda la
Antigüedad y el Medioevo, hasta bien entrado el Renacimiento, se siguió
leyendo en voz alta. La lectura en silencio suponía una anomalía tal que
San Agustín hallaba esa costumbre en San Ambrosio
harto extraña: "Pero cuando estaba leyendo sus ojos se deslizaban sobre
las páginas y su corazón buscaba el sentido, más su voz y su lengua
estaban mudas. Vinieron visitantes para observar este prodigio''…
…Semejante
aportación marcó distancias ―en algunos casos de años luz― entre la
cultura griega y el resto de las culturas coetáneas. Mientras en éstas
los silabarios eran aún torpes y ambiguos, incapaces de flexibilidad y
expresividad, lo que impedía la propagación de la escritura y convertía
su uso en necesariamente restringido, a cargo de las castas de escribas
profesionales, y para fines casi exclusivamente contables y
administrativos, los griegos van a darle unos usos radicalmente nuevos
que van a marcar su propia cultura e identidad. Nunca se hará
suficientemente énfasis sobre este punto que considero decisivo para la
aparición de formas literarias expresivas, como la lírica o el teatro, y
abstractivas, como la filosofía o la matemática».Como dice Prieto Pérez, «el hombre oracular era producto de lo que veía, oía y recordaba. Su labor no consistía en formarse convicciones individuales y únicas, sino en conservar tenazmente su tesoro de ejemplos, constantemente presente ante él en sus reflejos acústicos. Su condición mental era de sometimiento pasivo». El tránsito del ''hombre oracular'' al ''hombre reflexivo'', es decir al hombre moderno (y también a la mujer moderna, aunque a escondidas y vergonzantemente) ya no correría a cargo de las escuelas del templo sino de las fundadas por un tipo humano especial: el filósofo.
«Ningún sistema pictográfico, ideográfico o jeroglífico de escritura tiene el poder destribalizador del alfabético fonético. Ninguna otra escritura, sino la fonética, ha sacado jamás al hombre del mundo posesivo, de interdependencia total y de relación mutua, que es la red auditiva. Desde aquel mundo mágico y resonante de relaciones simultáneas que es el espacio oral y acústico, solo existe un camino hacia la libertad e independencia del hombre destribalizado. Este camino es el alfabeto fonético» (Herbert Marshall McLuhan)
4. De la Interiorización a la Reflexión: repercusiones cerebrales de la alfabetización
«Porque la literatura acelera el avance del pensamiento en tal grado que deja el lento progreso de la opinión de palabra u oral muy atrás, a una inconmensurable distancia. Dos o tres generaciones de literatura pueden hacer más por cambiar el pensamiento que dos o tres mil años de vida tradicional» (James Frazer: La rama dorada)
El uso del alfabeto, es decir la lectura y la escritura, crearon redes neuronales inexistentes hasta ese momento y pusieron en faena zonas del cerebro infrautilizadas en menesteres más rutinarios. Los escáneres cerebrales han podido comprobar que la lectura activa zonas del cerebro totalmente diferentes de aquellas que ''iluminan'' la audición y la visión. No obstante, este contraste tampoco es lo más esencial de la alfabetización:
«Investigaciones cerebrales recientes sobre la capacidad de leer y escribir ponen de manifiesto que ésta tiene profundas consecuencias en el moldeado del cerebro humano», se cuenta en el accesible y recomendable Cómo aprende el cerebro (Sarah-Jayne Blakemore & UtaFrith: Cómo aprende el cerebro. Las claves para la educación).
La cultura oral depende de la memoria a largo plazo, en la cultura escrita la memoria instantánea o memoria operativa es la puerta de entrada de los vocablos que sólo recoge durante unos cuantos segundos, los suficientes para completar palabras, que hilan frases, que dan vida a ideas, que son almacenadas duraderamente en otra zona diferente del cerebro. Este es el trasvase mecánico que se realiza durante la alfabetización, primero penosamente y después cada vez con más soltura, hasta que un buen día se realiza el milagro: nuestro cerebro se modifica alterando la dirección y la densidad de los circuitos neuronales implicados, y el paso de la visualización de una frase a la captación de la idea se da de un salto casi instintivo:
«Las correspondencias entre el habla y los símbolos fuerza a un aprendizaje que tiene un impacto duradero en el cerebro. Así el cerebro de quien sabe leer y escribir es distinto del de un analfabeto. Las personas alfabetizadas sólo necesitan mirar el texto impreso para saber lo que pone. De hecho lo descodifican automáticamente aunque no tengan intención de leerlo… En general se tarda mucho menos en leer una palabra que en poner nombre a una imagen… Una vez reconocemos la palabra escrita el mundo ya no parece el mismo».
Es por eso que...
"De aceudro a la Uinervsdiad de Cmarbidge no Ipomrta el odren de las lretas de una parblaa praa leer seirmpe y cnuado la pirmrea y la úmlita lteras etésn en su crrocteo lguar''.
Curioso, ¿no?
Cuando la gente aprendía de oídas memorizaba los relatos les llegaban espacialmente, como un conjunto poético global, dotado de ritmo y consonancia y entonación; y cada una de estas cualidades era captada por una zona cerebral específica. Estos relatos eran descripciones asumidas por la mente tan crítica o tan acríticamente como la contemplación de un paisaje.
La
línea escrita, en cambio, es lineal muda y fría mientras no se posa y
reposa en la materia gris, momento en el cual la idea encriptada en ella
adquiere vida propia, y en la intimidad neuronal cobra ritmo timbre y
color; y es pensada analizada y sintetizada emocional y racionalmente en
soledad (y rechazada o aceptada o reservada sosegadamente), sin
intérpretes que la tergiversen ni intermediarios que nos condicionen: es
un proceso cuya repetición y profundización refuerza y afianza (y
transforma mejorando su capacidad) nuestra constitución cerebral.
Mientras tanto, ahí queda la idea,
intacta en el papel, para confrontarla en su originalidad tantas veces
como sea requerida. Para nuestro almacén neuronal, en contraste, ''más o
menos duraderamente'' no significa definitivamente, por eso se
lo llama ''memoria a largo plazo'': lo que no se usa se degrada y acaba
por borrarse: incluso simplemente con cada visita al pasado los
recuerdos se deterioran y modifican. Y por último hay que resaltar que los cambios neuronales ocasionados a lo largo del aprendizaje de la lectura y la escritura no operan simple y solamente cuando se lee y se escribe:
«Si
la alfabetización es una especie de lavado de cerebro, entonces de ahí
debe resultar que el cerebro está organizado de manera distinta en los
alfabetizados y en los analfabetos, lo cual tenga acaso consecuencias
para toda suerte de cuestiones… De hecho, los experimentos han puesto de
manifiesto que el cerebro alfabetizado reacciona de manera distinta
incluso cuando sólo está escuchando hablar»
«En
lo referente al pensamiento, la novedad más importante ocurrida es el
rápido crecimiento de la corteza cerebral. En particular crece el lóbulo
frontal, que es donde conjeturamos se encuentra la sede de las
funciones cognitivas superiores. La función primordial de la corteza
cerebral es crear representaciones de los acontecimientos del mundo
circundante» (P. Gärdenfors, Cómo el Homo se convirtió en Sapiens)
Y es que la conciencia, que no reside en ningún punto del cerebro sino que emana de la estructura mental compuesta por todos esos puntos, no es ni más ni menos que la capacidad de percatarnos de nuestros propios pensamientos y sentimientos. Parafraseando el párrafo final del punto anterior, el tránsito del ''hombre anonadado'' al ''hombre intelectual'' (que usa el intelecto), es decir al hombre inteligente (y también a la mujer inteligente, aunque a escondidas y en voz baja, como en el bolero) ya no correría a cargo de las escuelas del templo sino de las fundadas por un tipo humano especial: el filósofo.
« A diferencia del niño occidental, al que desde muy pronto se le presenta un mundo de bloques de construcción, llaves y cerraduras, grifos y una multitud de objetos y hechos que le obligan a pensar en términos de relación espacio-temporal y de causación mecánica, el niño africano recibe, por el contrario, una educación que depende de la palabra hablada, y relativamente mucho más cargado de elementos dramáticos y emocionales.
En razón de las influencias educativas que inciden en los africanos durante su infancia, adolescencia y podría decirse durante toda su vida, el individuo llega a considerarse más bien como una parte insignificante de un organismo mucho mayor ―la familia y el clan― y no como unidad independiente y que confía en sí misma» (J.J. Canothers, antropólogo)
5. Lectura e Inteligencia
Inteligente, inteligencia, derivan de 'intellegere', discernir, distinguir entre, y su origen, como le ocurría a ''conversar'', es más de campo que las amapolas pues se compone de 'inter-legere': 'inter', entre, 'legere', reunir, amontonar, escoger. Ello no obsta para que otros poetizados derivados de legere sean leer… y también leyenda (''aquello (''aquello que debe ser leído'', aludiendo a la costumbre litúrgica cristiana medieval de leer en voz alta pasajes de vidas de santos, o 'legenda'… a diferencia del 'mythos', mito, fábula o alegoría contada) y legendario, propio de figurar en leyendas.
Listo ―no existen listura ni listeza para nombrar esa variedad de "inteligencia rápida pero de vuelo corto"― resulta ser una transformación castiza de leído… aunque lego no lo sea, por cuanto es un cultismo derivado de laico, que viene, por cierto, del griego 'laikós', perteneciente al pueblo, síntoma inequívoco de que entonces, y hasta el pasado siglo, los "servidores" del altar pertenecían a las clases superiores.
Y curiosidad vital es la filosofía, esa afición a preguntar por preguntar que tienen todos los niños ('philéo', amor, 'sophía', sabiduría, ciencia, Sofía). «La palabra 'sophía' significaba primariamente habilidad o destreza en un oficio. Por eso 'sophos' en una actividad es quien la sabe realizar bien. Más tarde 'sophos' pasó a designar también al que es sabio y prudente, especialmente en asuntos de Estado» (Jesús Mosterín: La Hélade)
«
Algo más de un siglo después de la introducción del alfabeto en Grecia
aparece un tipo de actividad mental radicalmente nueva consistente en ir
sustituyendo el mecanismo de memorización por el de cálculo: los
'mathema' u objetos intelectuales puros», añade el citado Prieto Pérez. No obstante, la palabra matemática
no aparece hasta entrado el s.XVII, cuando esta ciencia comienza a
afianzarse en Europa (Tartaglia y Cardano empezaron a desarrollar el
álgebra en Italia en el s.XVI, y en el XVII ya aparecen en tropel
Descartes, Leibnitz, Newton, Pascal, Bernouilli…), y deriva de matemático (no a la inversa), que proviene del griego 'mathematikós', estudioso, por formarse con 'máthema', conocimiento en general, ciencia, como derivado del más pedestre 'manthano', aprender.
Podríamos decir entonces que la matemática es la filosofía metidos en
harina. De la curiosidad de preguntar a la voluntad de aprender.
¿Eran los griegos más inteligentes que los egipcios o los babilonios? ¿Eran más curiosos o más estudiosos o más aplicados? La pregunta de por qué la filosofía solamente nació en Grecia es del mismo tipo que la pregunta de por qué sólo hay vida en la Tierra. La respuesta reside en la conjunción de factores, los más importantes de los cuales, a mi buen parecer y criterio, he intentado reunir en este artículo como explicación del tránsito del saber y del entender (dos conceptos amigos pero no siempre en armonía) desde las márgenes de los ríos orientales a las orillas de los mares occidentales.
En
la mayoría de los textos esta transición se explica simplemente, o
casi, por los viajes realizados por primitivos sabios griegos, como
Pitágoras o Tales, a las tierras y los templos de Egipto y Mesopotamia.
¿Eran los griegos más listos que los egipcios o los babilonios?
Parece
como si los griegos llegaran vieran y vencieran: sin más que andar
curioseando unos añitos sacaron en un momento más partido a sus
contemplaciones que los egipcios en tres milenios. Uno se queda con la
impresión de que estos sabios griegos tenían una categoría intelectual,
es decir, una mente, superior a la de sus sabios anfitriones egipcios o
babilonios. Es la apreciación de un sentimiento teñido de racismo que
las historias del pensamiento parecen justificar más por omisión que por
declaración.
Bien, pues el motivo de este largo relato de las circunstancias del eclipse medio-oriental (en la que se incluye a Egipto) por la triunfante cultura occidental, no tiene otro objeto que explicar tal eclipse sin necesidad de incurrir en sospechas raciales.
El entorno geográfico y las circunstancias socio-económicas, los avances tecnológicos en metalurgia de pueblos ágrafos y el inmenso caudal de conocimientos acumulados en los templos (que habían llegado al límite de sus posibilidades intelectuales), fueron el yunque y el martillo de la filosofía, una forma humana de ver el mundo, y del filósofo, el primer ser humano completo, así como de sus sistemas de enseñanza implícitos. Una nueva escuela que forjaría un ser nuevo: el hombre y la mujer propiamente dichos.
En una próxima entrega seguiremos con el origen de tan prodigioso invento: el Alfabeto.
Pero la escritura independiza la sombra del cuerpo, la convierte en cuerpo cambiante. Sombra que se transforma en cuerpo, erguida ante la luz, la escritura se revela como proyección de nuestro ser, que trata de sostenerse ante el desgaste producido por el paso del tiempo. No solamente la escritura, sino todo arte es producción de sombras, demarcación de espacios, creación de umbrales, resistencia al tiempo» (Santiago Auserón: Producción de Sombras)
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