Es sumamente difícil rastrear los antecedentes y referencias a esta cuestión que ha sido extirpada con celo singular de los libros de historia. Hablar de ello es un pecado que todos los autores se cuidan de cometer. Pero hay hombres audaces: el famoso científico y vulgarizador S. Gamow en su obra titulada "Nacimiento y Muerte del Sol" publicó un esquema, tomado por el del natural, de una pila babilónica, acompañado de su descripción técnica.
La historia en si misma del
descubrimiento y "redescubrimiento" de las pilas de Babilonia es
aleccionarte. Durante muchos años estas pilas eléctricas —procedentes de
las excavaciones de Khujut-Rabua— estuvieron en los anaqueles del Museo
de Bagdad clasificadas como "Objetos de Culto", sin que en momento
alguno los numerosos técnicos y curadores del museo sospecharan se
trataba de pilas eléctricas. Se podrá arguir como justificación que
ninguno de los citados era un especialista en electricidad. Pero no deja
de ser sorprendente que hace tres mil años los babilonios
supieran fabricar pilas eléctricas y que treinta siglos después
científicos contemporáneos no sean capaces siquiera de reconocerlas.
Cualquier
interpretación que demos al episodio, la verdad histórica es que si hoy
sabemos algo de las pilas de Babilonia fue porque un día feriado no
sabiendo qué hacer el ingeniero Wilheim Koning se dirigió al museo para
matar el tiempo. El citado ingeniero austríaco se encontraba a la sazón
en Bagdad "desarrollando el alcantarillado de la ciudad, y no fue
pequeña su sorpresa al enterarse de que tales pilas eléctricas procedían
de milenios antes de Cristo.
Era un recipiente de unos quince
centímetros de alto de cerámica amarilla, fechado en unos dos milenios
atrás, que contenía un cilindro hecho de una hoja de cobre de doce por
casi cuatro centímetros. La costura del cilindro estaba soldada por una
mezcla de estaño 60/40 similar a la que se usa hoy en día para soldar.
El fondo del cilindro estaba terminado con un disco de cobre con los
bordes doblados en forma de tapa y sellado con un material bituminoso
como el asfalto. Otra capa de asfalto sellaba la parte superior,
sosteniendo una varilla de hierro suspendida en el centro del cilindro
de cobre. La varilla mostraba evidencias de haber sido corroída por un
agente ácido.
Posteriormente se fueron encontrando
detalles diversos que confirmaron la primera impresión del ingeniero
Koning. En efecto, algunas de estas pilas fueron enviadas a Schenectady
(USA) donde fueron analizadas por técnicas de G.E. que confirmaron la
presunción : Se trataba de auténticas pilas eléctricas, una de las
cuales entró en funcionamiento apenas se la llenó de agua destilada
suministrando una fuerza electromotriz de 0,8 voltios.
El estudio de esta primitivísima pila
eléctrica es de sumo interés desde diversos puntos de vista; desde ya
porque rompe con la tradición unánime de la ignorancia técnica de los
antiguos; enseguida porque nos muestra de qué recursos debe valerse un
técnico, colocado en un medio primitivo, para lograr la aplicación de
sus conocimientos. Si un moderno electricista con conocimientos de
electroquímica abandonado en un poblado primitivo lograra fabricar una
pila, la misma sería idéntica a la construida por los técnicos de
Babilonia.
Las pilas del Museo de Bagdad están
constituidas por un vaso de terracota vidriada con una tapa de asfalto
atravesada por un electrodo de cobre y otro de hierro. En el interior de
la misma el análisis reveló la presencia de acetato de hierro. El
químico prehistórico que construyó resolvió los varios problemas
técnicos presentados con singular habilidad. La contención del líquido
por un recipiente anticorrosivo se parece a muchas soluciones modernas.
Por ejemplo, en museo de la Universidad de San Patricio —en Méynooth— se
exhiben las primeras pilas construidas en Irlanda —hacia 1830— que
están formadas, también, por un recipiente de barro-vidriado y una
cubierta aisladora atravesada por dos electrodos. Pero el constructor de
las pilas irlandesas —que según me dijo el físico McConnell fue el
creador del primer electroimán— estuvo favorecido por los alquimistas
occidentales que le proveyeron de ácido sulfúrico y zinc; en cambio el
fabricante babilónico debió contentarse con vinagre y con hierro
(creemos).
Otro problema técnico que se ha
presentado siempre a los constructores de pilas eléctricas es el de la
"polarización", consistente en moléculas de hidrógeno desprendidas de la
reacción que se adhieren al electrodo terminando por aislarlo e
interrumpiendo el suministro de electricidad. Las modernas soluciones
caracterizan los distintos tipos de pilas usados por la industria
moderna (elemento de Leclanché, elemento de Landé, etc). El técnico
irlandés resolvió el problema aumentando la superficie de los electrodos
los que, como en la pila de Wollaston, eran aireados para eliminar el
hidrógeno catódico. El estudio de la pila babilónica no nos permite
conocer cómo resolvieron el problema. No me imagino tampoco cómo podría
superarse en un medio rural el problema que las modernas "pilas secas"
resuelven mediante la adición de bióxido de manganeso. Pero que lo debió
resolver no cabe ninguna duda, de otro modo no hubiera logrado los
excelentes depósitos electrolíticos con que se enchapaban las joyas de
Babilonia.
Y este es otro interesante capítulo de
la interacción científica en la investigación arqueológica. En efecto,
el descubrimiento de joyas babilónicas enchapadas en oro y en plata
muestra que la falsificación de las joyas debió ser un excelente negocio
en aquel tiempo en el que ya, como lo ha mostrado la arqueología,
estaba muy extendida la usura. Los análisis metalográficos han mostrado,
fuera de toda, duda, que los recubrimientos fueron hechos por vía
electrolítica. No se trata, tampoco, de los delgados depósitos que
modernamente se obtienen por simple inmersión; se trata de auténticos depósitos electrolíticos de espesor, los cuales pueden ser logrados únicamente mediante el empleo de pila eléctricas muy eficientes.
Un problema arqueológico conspicuo lo presenta imaginar la composición del "baño de oro" y del "baño
de plata" o sea las soluciones electrolíticas empleadas por el
galvanostega prehistórico. Modernamente logramos la disolución de la
plata y del oro utilizando los cianuros dobles. No es dable pensar que
esta solución estuviera al alcance del lejano alquimista. Podemos lograr
un baño de oro mediante la disolución electrolítica o autodisolución
del ánodo de oro con sales de cloro. Pero para ello hace falta poseer
ácidos fuertes como el ácido sulfúrico. ¿Qué composición química
tuvieron las soluciones electrolíticas de los alquimistas babilónicos?
El simple empleo de nitrato y acetatos no basta —se hubieran obtenido
depósitos pulverulento y no los excelentes metales de las joyas
babilónicas. Utilizando corrientes de muy baja intensidad y larguísimo
tiempo de operación es posible un plateado que utilice citratos dobles,
obtenibles a partir de jugo de limón. Pero con esto no resolvemos el
problema del dorado.
Lo que se infiere de este breve
análisis de la tecnoquímica caldea es el alto grado de adelanto técnico
y, sobre todo, la profundidad de los conocimientos químicos de aquellos
lejanos investigadores de la electroquímica. •
Normalmente se debía descartar de plano la
posibilidad de que hace mas de tres mil años, se utilizaran pilas
eléctricas similares a las que armamos todos los días en las escuelas
como demostración de los procesos electroquímicos. No es solo el hecho
de la pila en sí, es que aparecen cuestiones mucho mas problemáticas de
contestar, como ser: el artefacto demuestra que había conocimientos de
de física, específicamente de electricidad, de química y por ende
también de matemática, de metalurgia, mineralogía y geología, como
mínimo.
Si tanto sabían se debe suponer que en
otras áreas también debieron estar muy adelantados y sin embargo no hay
nada al respecto. La respuesta es muy simple, en todas las épocas el
demostrar que se poseían grandes conocimientos, nunca fue muy saludable.
En la actualidad tampoco, lo de la libertad del pensamiento creativo es
mentira, solo se es libre mientras no se sepa o haga algo considerado
como “sensible” a la seguridad nacional.
Es totalmente descabellado suponer que este
generador electroquímico nació de casualidad, que un día alguien en la
vieja Babilonia se puso a juntar cosas y terminó generando electricidad,
creer en esa barbaridad es infantil y un insulto a la inteligencia de
cualquiera, ya que alguien dijo que la “pila de Babilonia” fue solo una
casualidad y que ni ellos sabían lo que habían hecho.
¡ No hay evidencias de que en Babilonia existiera
una cultura tecnológica tan avanzada ! . Ni esperen encontrarla, el
conocimiento es poder y eso no se comparte. Pero el hecho que no se
encuentren por miles los artefactos “impropios” de la época, no quiere
decir que unos pocos si hayan tenido los conocimientos superiores ( muy
superiores ) al resto de la población.
Hay dos preguntas muy importantes :
¿ De donde provienen esos conocimientos ? y ¿ Quiénes eran ?
¿ De donde provienen esos conocimientos ? y ¿ Quiénes eran ?
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