Era ya de noche, hace muchos años, en Rishikesh, en un kutir (ermita) junto al Ganges. Me hice buen amigo del swami Adyatmananda y tuvimos ocasión de hablar mucho durante algunos días. Pero esa noche era especial. Me recibió en su kutir y comenzamos a saborear unas tazas de sabroso té.
La luna se reflejaba en el Ganges. y la temperatura era agradable. Le pregunté por el Kali-yuga y me dijo: "Hay en esta era llamada Kali-yuga, guerra, desempleo y la gente vive mal y con muchas frustraciones. Es una época muy difícil. Hay dificultades de todas clases. Sufrimiento. Pero hay también una especie de movimiento de recuperación ética que persigue una transformación de la vida y los puntos de vista de las personas tendrán que cambiar.
Nos encontramos en un nivel muy bajo, tanto mental como físicamente. Estamos realmente en crisis. Una crisis tanto individual como general. Se está sacrificando a niños y no mostramos ningún respeto por los ancianos, ni tampoco hacia las mujeres. .Maltratamos a los débiles y todos de vez en cuando nos sentimos poseídos por una especie de terror. Hay corrupción en todo el mundo. La corrupción se ha convertido en un modo de vida y prevalece en todos los estratos de la sociedad. Esta es una condición característica del Kali-yuga.
El mercado negro ha traspasado todos los límites y ni las escuelas ni los tribunales están libres de contaminación. Y en lo referente a las instituciones religiosas, esas son las peores y no gozan de ninguna reputación. Todo esto podría cambiarse si hubiera un cambio de actitud y de proceder, un cambio de mentalidad. Se requiere una revolución de la actitud ética, así como unos preceptos sociales correctos. Hay que motivar a la juventud y cuidar sus necesidades materiales, que son un derecho de todo ser humano. Y hacer mucho por la propagación del yoga, la sadhana (práctica) y facilitar que se practiquen. Hay que recuperar la pureza de pensamiento y acción. Necesitamos un ambiente pacífico de existencia basado en principios auténticos. Tal es lo esencial para esta época del Kali-yuga".
Una época en la que incluso las más puras corrientes espirituales (al margen del acartonado, hipócrita y dogmático aparataje eclesiástico, por fortuna) también son tergiversadas, adulteradas, mercantilizadas y prostituidas, como es el caso del yoga en muchos de sus ámbitos. Eso demuestra aquello que tantas veces repito en mis clases: nada cambia si no cambia la mente humana, y si en ésta sigue anidando la ofuscación, la avaricia y el odio, cada día será más oscura la época en la que vivimos. Seguiremos maltratando a seres humanos, a los animales y al planeta, sin tener el mínimo reparo en ello solo por alimentar ese dragón insaciable que es el de la codicia.
Pero de acuerdo al adagio indio, "hasta en la nube más oscura hay una hebra de luz". Y a esa hebra de luz tenemos que aplicarnos y con ella motivarnos para lograr que un día, por muy lejano que sea, pueda cambiar la mente humana y florecer en lugar de las raíces de los insano y perverso (ofuscación, avidez y odio), las de lo sano y constructivo: lucidez, generosidad y compasión. Para esta época de conflicto, confusión y corrupción, los sabios y maestros recomiendan la asidua práctica de la meditación, las técnicas de introspección, la utilización del discernimiento puro y el entendimiento correcto, la acción más diestra y generosa, y el cultivo y despliegue de buenos sentimientos. Si algo es urgente e imprescindible es un cambio de actitud e ir logrando que la simiente de sabiduría que reside en la mente vaya floreciendo y disipando la ignorancia básica de la misma. Cada uno tiene que hacer ese trabajo de transformación interna y en esta época babélica y conflictiva, nunca está de más inspirarse y confortarse en las palabras de Buda:
"Tú eres tu propio refugio. ¿Qué otro refugio puede haber?"
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