Oct 17, 19
El
espíritu divino que nos acompaña en el mes de octubre es Rāma , el
séptimo avatar del dios hindú Vishnu. Es bello, valiente, sabio, con los
nervios templados y la piel de color cielo –de el que proviene- devoto
esposo de Sita, igualmente fiel, enamorada y llena de talentos.
Representa la divinidad que se manifiesta
en la Tierra durante el Tretā-yuga, la era caracterizada por la
aparición de la maldad, en la cual los sacrificios humanos eran
habituales. En una de las muchas historias dedicadas a él, Rāma era un
sacerdote que se rebeló contra estas costumbres. Rāma lleva consigo el
arquetipo de la bondad de ánimo y del amor fraterno, como lo hacía
Cristo.
Rāma
también se llama Rāmachandra, porque su color es espléndido y luminoso
como el de Chandra, la luna. Las historias de sus aventuras datan del
siglo V a.c. Se habla de él en el “Vana Parva” una parte del
Mahabharata, en donde se relata la muerte del rey demonio Ravana que
había secuestrado a Sita. Rāma y Sita representan la pareja nacida para
estar unida y que debe atravesar el drama de la separación y sufrir la
lucha para reunirse de nuevo, como el espíritu humano.
Su gran
viaje épico se cuenta sin embargo en el Rāmayana, el primer poema épico
de la literatura sagrada de la India. La historia de Rāma todavía se
recita hoy durante un ciclo de festivales que coincide con el paso de la
estación húmeda a la estación seca, en nuestro mes de octubre.
“A quien recite los hechos de Rāma , el
relato le asegura una larga vida, fama, aumento de la fuerza y la
liberación de todo mal. Leyendo y meditando esta historia, digna de
elogio por quien la escucha y por quien la recita, el hombre se libera
de todo sufrimiento” Rāmayana
Rāma fue
probablemente un líder que existió realmente y que fue convertido en
héroe y más tarde, considerado un Dios. Él es la figura más virtuosa de
la mitología hindú y su comportamiento, sus pensamientos y su coherencia
con lo que eligió, recuerdan a todos los seres humanos el valor del
dharma, la acción correcta.
Rāma es un
ejemplo de la realización de todas las mejores virtudes en un ser
humano. Perfecto, es el término que nos viene a la mente si pensamos en
él y en sus características. Pero “perfecto” a menudo significa
“inalcanzable”, “lejano” y estas no son sus características sino todo lo
contrario. Rāma es un ideal al que todo ser humano puede aspirar,
precisamente porque quiere ser un ejemplo de las mejores virtudes que
podemos alcanzar.
Rāma es
uno con su consorte Sita: ella tiene sus propias características de
perfección y plenitud, y es la unión de ambos la que indica el camino a
seguir, un horizonte tanto místico como material al que dirigirse.
Rāma -y Sita con él- forma una divinidad a
la nos podemos atrever a acercarnos: parece recordarnos -y esta es su
función más preciosa- que las características divinas son las que los
hombres pueden alcanzar hoy en día, por una paz mayor para todos y para
el mundo.
(Lo más importante en la vida es aprender a dar con amor, y cómo recibirlo. Rāma)
La figura
de Rāma es enormemente representativa de una cultura específica, la
india, pero al mismo tiempo dotada de una gran universalidad: habla
todas las lenguas del sentir, de todas las almas, e invita a dar lo
mejor de uno mismo.
El mundo
debería escuchar la voz de Rāma, si quiere superar sus problemas: la
crisis de identidad, la crisis entre los pueblos, de las naciones, de
las políticas que justifican y perpetúan la contaminación, la guerra, la
violación de los derechos humanos, la injusticia y la pobreza…
Rāma nos
habla de una identidad fuerte y compasiva, basada en la autoconciencia y
el deseo de encontrarse con los demás para superar juntos la maldad y
la oscuridad del alma. Nos muestra una esperanza ya realizada, en la que
el mundo simplemente debe aprender a creer. Rāma , con su piel color
luna, sonriéndonos junto a Sita, nos aporta la confianza de que los
hombres pueden hacer suyo tanto su valor como su sabiduría.
Stambecco Pesco
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