Antes de que hables, pregúntate.Lo que voy a decir, ¿es útil?, ¿es bueno?, ¿es verdadero?, ¿es armonioso? .
Cuando no puedas contestar afirmativamente a estas preguntas, desciende al fondo mismo de tu conciencia. Parla, estudia, ve, observa, medita y pon una nota, una larga nota de silencio, al agrio diapasón de tus propias sugerencias.
Fíjate que todo en la Naturaleza es ritmo.
Que todo es Armonía.
Cada palabra que salga de tus labios como filo tajante que impulse tu pasión, quiebra esas Leyes.
Y el Alma muda, silenciosa, de las cosas mismas, se resiente y quebranta en su rítmico concierto.
Con la piedra que arrojes, turba el arroyo su augusta placidez.
El pájaro se espanta.
El nido tiembla en la floresta.
La brisa se rasga.
El lobo aúlla y lanza un gemido de angustia.¡El hombre se conmueve!No turbes, no, el ritmo santo de la Obra de Dios.
Cada rosa que cortes del rosal, es una vida que siegas, es un perfume que matas.
Cada flor que tronches en mitad de su esplendor, te ofrecerá otras tantas espinas para punzar tu carne reflexivamente.
Esta será tu remuneración.Parla, estudia, ve, observa, medita y escucha en el silencio profundo de la mente, y sólo escucha con los oídos del corazón.
Si lo que vas a decir no es útil, no es bueno, no es verdadero, no es armonioso, acalla tus propias sugerencias y calla.
Pon una nota de silencio en tu agrio diapasón, y antes de soltar una nota de tus labios, haz que hablé tu corazón.
V.M. Huiracocha.
No hay comentarios:
Publicar un comentario