Una exposición en Alcalá de Henares arroja luz sobre cómo la cerámica campaniforme se extendió del Volga al estrecho de Gibraltar hace más de 4.000 años
Es pequeño, no levanta más de un palmo, pero representa uno de los grandes enigmas de la arqueología mundial. De él se han escrito miles de artículos, tesis y libros. Se le conoce como vaso campaniforme y se fabricó, con diferentes decoraciones, por toda Europa —desde el Volga a la Península Ibérica incluida— entre los años 2.500 y 2.000 antes de nuestra era. En una época de escasas o pobres comunicaciones en el continente y las islas británicas, el recipiente ocupaba un lugar destacado en todas las culturas. ¿Por qué y quién extendió su uso y fabricación? La exposición en el Museo Arqueológico Regional de Alcalá de Henares (Madrid) ¡Un brindis por el príncipe! muestra los avances que sobre este pequeño objeto se han realizado. Un total de 22 prestatarios entre propietarios y museos europeos han cedido sus piezas para la exposición. Los hay de arcilla y hasta de oro.
Se ha comprobado que el recipiente —en sus tres versiones conocidas: cazuela, cuenco y propiamente vaso— se usaba en tres contextos: el metalúrgico (se llenaba de cerveza y se ofrecía a los dioses para que el proceso de fabricación de objetos de cobre resultara un éxito), la recogida de la sal y el funerario. Enrique Baquedano, director del museo regional, admite que los expertos no se ponen de acuerdo sobre dónde nació este extraño cuenco. En total se exponen más de 400 elementos procedentes del Museu Nacional de Arqueologia de Portugal, del Arqueológico Nacional y de yacimientos como Humanejos, Ciempozuelos (Madrid), Palmela (Portugal), Carmona (Sevilla), Escocia o la República Checa.
Los pueblos del calcolítico o Edad del Cobre eran capaces de fabricar objetos tanto en cobre como en oro. La exposición muestra, además de sus armas y joyas, los elementos que utilizaban para arrancar de las minas los componentes metálicos: espátulas, trituradores, picos y mazas de piedra y astas de ciervo para reventar los bloques. Luego, fundían el material y lo vertían en crisoles con la forma del arma que deseaban crear.
La muestra, que está comisariada por el catedrático de la Universidad de Valladolid Germán Delibes y Elisa Guerra, profesora titular de la misma universidad, pretende arrojar luz "sobre un fenómeno apasionante que recorrió una Europa que despertaba a la edad de los metales y que unió, en una especie de primera manifestación de una cultura europea, a las élites de lugares muy distantes", señala Baquedano.
Para ilustrar este periodo de la historia de la humanidad el museo ha llenado sus paredes de espectaculares ilustraciones de Arturo Asensio, ha recreado un enterramiento calcolítico y ha construido un gran vaso de casi dos metros de altura que sirve como puerta de entrada a la exposición. "Es una manera de que los visitantes vean el interior de uno de los elementos más misteriosos de la arqueología", culmina el director de museo.
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