(…) Tanto pudo en Alberto Durero el ambiente que dio un carácter a su vocación figurativa, con los éxitos que conocemos para la historia de la ilustración gráfica; configuró sus viajes y estancias en el exterior; estimuló su deseo de decoro, de bienestar burgués, confiriéndole una mentalidad curiosamente mercantil, convirtiéndolo en editor de sí mismo e induciéndole a llevar a su propia esposa a la feria de Francfort para vender grabados; lo introdujo en el círculo de Maximiliano y Margarita, contribuyó a orientar su espíritu en la dirección de la Reforma ( en 1525 la ciudad se declaraba oficialmente a favor de Martín Lutero). Venecia y Amberes le propusieron que se quedara a vivir en ellas, ofreciéndole copiosísimos honorarios y él siempre lo rehusó, proclamando su adhesión a su ciudad natal. Durero se desarrolló en la Nuremberg del período aúreo y Nuremberg creció dentro de él, se recogió en él como en un espejo cóncavo”.
GIORGIO ZAMPA
Como delegado del Consejo en la Dieta de Augsburgo, Durero tuvo oportunidad de conocer a los personajes más importantes del imperio y retratarlos, entre ellos al emperador.
En recompensa por el cuadro, Maximiliano le adjudica una pensión vitalicia de 100 florines anuales, pensión que sin embargo se vio interrumpida en 1519, debido a la muerte del emperador.
Durero no vaciló en ponerse en camino, siguiendo a la Corte itinerante del nuevo emperador, Carlos V, para conseguir la renovación. Por fin, marcha a Aquisgrán para asistir a la coronación como emperador de Carlos V, el 23 de octubre de 1520. Sigue a la Corte hasta Colonia, donde al fin se le recibe y renueva la pensión. Este último viaje fue triunfal para el pintor. Le acompañaba por primera vez su mujer: partieron en 1520 y no habrían de regresar a Nüremberg hasta el año siguiente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario