Abrid los ojos hacia vosotros mismos y mirad en el infinito del espacio y el tiempo. Oireis que alli vuelven a resonar el canto de los astros, la voz de los numeros y la armonia de las esferas. Cada sol es un pensamiento de dios y cada planeta una forma de ese pensamiento, y es para conocer el pensamiento divino que vosotras almas descendereis y remontareis penosamente el camino de los siete planetas y de los siete cielos suyos. HERMES TRISMEGISTO


Lo que la oruga ve como el final de la vida, el maestro lo llama una mariposa. RICHARD BACH

DEDICATORIA

Allí, donde habitan las mariposas, lo hacen tambien las hadas y los angeles, la verdad y la ilusion, la alegria, el amor, la dulzura y la fantasia; los mas bellos sueños y la esperanza.

Es el lugar donde los rios son de miel y las montañas de plata y diamantes; donde los seres alados bailan moviendose al ritmo de la musica de George Harrison y el aroma del Padmini; donde puedo descansar en grandes almohadones de plumas tejidos con hilos de seda y oro. Es mi refugio, y el de muchos que sueñan encontrarlo, sin saber aún que son mariposas.

Este blog esta dedicado a todos ellos y ojala puedan disfrutarlo como parte de su camino hacia el lugar donde habitaron o habitaran algun dia


Parameshwary
Enero 2009


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miércoles, 6 de junio de 2018

Francisco Bayeu: Tardobarroco y neoclasicista


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Francisco Bayeu y Subías

Nació en Zaragoza, el 9 de marzo de 1734.
Pintor neoclásico miembro de una importante familia de pintores, entre ellos sus hermanos Ramón Bayeu y el cartujo Manuel Bayeu.




En su etapa más temprana fue uno de los exponentes más notables de la pintura tardo-barroca española.




A la llegada a España de Anton Rapahel Mengs, Bayeu se convirtió en su seguidor más fiel, asimilando de aquél los principios neoclásicos.
Recibió desde la infancia una sólida educación sobre arte.



Inició su formación en Zaragoza en el taller del pintor Juan Andrés Merklein y en las clases de dibujo de José Luzán Martínez.



En 1758 logró una beca por su obra: “La tiranía de Gerión”, gracias a la cual marchó a Madrid para estudiar en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, que abandonó solo dos meses después por sus disputas con el profesor Antonio González Velázquez.



Regresó a su ciudad natal, donde recibió varios encargos para iglesias y conventos, entre ellos la cartuja de Aula Dei.
En 1762 fue llamado por Anton Raphael Mengs para que le ayudara en la decoración del Palacio Nuevo (Palacio Real).




Gracias a las influencias de Mengs, pudo colaborar en numerosas decoraciones de reales sitios, que hicieron posible el nombramiento de pintor de cámara en 1767.



Fue fundamentalmente un pintor de frescos, en 1768 realizó quizá su obra más importante, el de la bóveda de la Sala de Conversación del cuarto de los Príncipes de Asturias que decoró con una impresionante composición: “Hércules en el Olimpo”.



Fue protector de Francisco de Goya, introduciéndole en la corte, éste se casó con la hermana de Francisco, Josefa Bayeu, en 1773.
Simultaneó sus trabajos en la corte con varios encargos de estamentos oficiales de Zaragoza, la más importante la decoración de las bóvedas de la Santa Capilla de la basílica de Nuestra Señora del Pilar, que finalizó en 1776.
De su pintura religiosa, sobresalen once escenas para el claustro de la catedral de Toledo y que realizó entre 1776 y 1787.



Posteriormente llevó a cabo la decoración de la capilla real en el palacio real de Aranjuez.
En 1877 Mengs marchó a Roma, asumiendo Bayeu sus funciones y trabajos que habían quedado inconclusos, aunque no el nombramiento de primer pintor de la corte, puesto que hasta entonces ocupaba el checo.
Entre las tareas pendientes, estaban las de la Real Fábrica de Tapices, para la que modeló once cartones, que llevó a cabo su hermano Ramón, supervisados por su cuñado Francisco de Goya.



Los citados cartones, junto a varias de las más importantes obras del pintor, en el Museo del Prado de Madrid.
En 1783 fue nombrado director de pinturas para la Real Fábrica de Tapices.



La mayoría de los tapices de la Fábrica estaban destinados a distintos palacios reales, pudiendo encontrarse algunos elaborados sobre dibujos de Bayeu en el Salón de Consejos del Palacio de El Pardo.
En 1785 Carlos III le encargó, a él y a Mariano Salvador Maella, la restauración de los cuadros de las colecciones reales.
Tras la muerte de su padre, se había convertido en cabeza de familia, y para poder ocuparse de su madre y sus hermanos tuvo que llevar una frenética actividad laboral que hizo mella en su salud, enfermando en 1786.



Francisco de Goya le sustituyó en la Academia de San Fernando, que Bayeu dirigiría como director de la pintura a partir de 1788.
La demanda de su trabajo era incesante, así, los príncipes de Asturias le econmedaron la decoración de la bóveda del comedor en el palacio de El Pardo.



Para intentar recuperar la salud regresó a Zaragoza, donde permaneció hasta ser reclamado en Madrid, de nuevo en 1791 para trabajar en el Palacio de Aranjuez, donde llevó a cabo la decoración del oratorio del palacio y la bóveda del dormitorio del rey, que sería su última obra.
Dedicó sus últimos años, fundamentalmente al retrato.



Además de los lugares ya citados, hizo trabajos en el Palacio de La Granja de San Ildefonso, Segovia y diversas iglesias, entre ellas: la Colegiata de San Ildefonso, Convento de la Encarnación de Madrid y en el claustro de la Catedral de Toledo.
En su obra influyeron el italiano Corrado Giaquinto y González Velázquez (éste había realizado en 1753 la cúpula de la catedral de Zaragoza según los bocetos del napolitano Giaquinto).



Sus figuras aparecen en posturas contenidas, el colorido es local y su manera de iluminar supera los fuertes contrastes del claroscuro de su primera etapa.
En las bóvedas que decoró para los palacios, asumió los esquemas y proporciones clásicas de Mengs, basados en los rigurosos estudios del natural, con los que caracteriza las figuras y sus ropajes a la manera clásica.



En sus bocetos, Bayeu une el rigor formal de Mengs con la técnica y los recursos pictóricos de Giaquinto. Mientras que sus trabajos acabados resultan fríos y académicos, sus bocetos revelan su vena tardobarroca, donde trabaja con toques rápidos y fluidos, y con colores vivos y exquisitos.
Murió en Madrid, 4 de agosto de 1795.


*Fuente Museo del Prado
**Entrada actualizada y ampliada el 9 de marzo de 2018.

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